lunes, 17 de septiembre de 2012

MOSES UND ARON EN EL TEATRO REAL DE MADRID


EL AÑO NUEVO JUDIO TRAJO AL TEATRO REAL MOSES UND ARON DE ARNOLD SCHOENBERG

Ópera en tres actos, libreto del compositor, Arnold Schoenberg (1874-1951), basado en el libro del Éxodo de la Biblia.
Un proyecto elaborado para el Teatro Real, la Philarmonie de Berlin, el Festival de Lucerna y el Festival Música de Estrasburgo.
En versión concierto. Estreno en Madrid.
Director Musical: Sylvain Cambreling. Director del Coro: Joshard Daus.
Reparto: Moses: Franz Grundheber (barítono), Aron: Andreas Conrad (tenor), Una joven: Johanna Winkel (soprano), y elenco. EuropaChorAkademie. SWR Sinfonierorchester Baden-Baden--Freiburg..
9 de septiembre. 20 horas. Esta función será retransmitida en directo por radio Clásica, de Radio Nacional de España.
In Memoriam Maurice Hatchwell Toledano (Comunidad Judía de Madrid)



Se podrían escribir cosas más o menos eruditas sobre esta ópera-concierto con la que el Teatro Real abre la temporada 2012-2013. El material preparado por Rainer Peters sobre “Moisés: creador de un pueblo” es excelente y a él haremos referencia también, brevemente, pero lo más destacado parece el esfuerzo de la Comunidad Judía de Madrid para conseguir en parte la financiación que contribuyó a traer este proyecto a la capital y la coincidencia que la llegada de Schoenberg tiene con los festejos del Año Nuevo Judío en las comunidades hebreas de España.
Moisés und Aron es una de las composiciones de mayor enjundia de Schoenberg y la clave de su pensamiento religioso. En principio agnóstico, luego luterano en 1898, se adhirió finalmente al judaísmo con Chagall como testigo en 1933, coincidiendo con la promulgación de las leyes antisemitas en Alemania.
Moses und Aron explica la contradicción entre el deseo de un dios irrepresentable y la dificultad de hacerlo conocer sin una imagen visual, sonora o literaria.
Moisés tiene su Sprachegesang, un canto hablado que el compositor ya había incluido en Pierrot Lunaire (1912), mientras que el libreto tiene un tercer acto muy breve, que nunca fue terminado por Schoenberg y muestra el triunfo final del líder judío. Según los expertos, esta circunstancia enriquecería el significado de la partitura, que es también el modelo del dodecafonismo. El segundo acto fue acabado en Barcelona en 1932, a donde Schoenberg se había trasladado invitado por el compositor catalán Roberto Gerhard, un antiguo alumno suyo.
Moisés es una figura señera de la historia de la cultura, que dio que hablar, escribir, pintar y componer a muchos creadores.
Aparte de Schoenberg, Rossini, Miguel Ángel y en literatura Thomas Mann, Max Weber y el omnipresente Sigmund Freud de la civilización vienesa y universal, le dedican horas de desciframiento y creación. No faltan tampoco las especulaciones sobre su identidad y filiación: judía, egipcia, misteriosa. Sucede que las elucubraciones de y sobre Moisés, se comparten por la búsqueda de la propia construcción de la esencia judía.
Rainer Peters escribe que “el dodecafonismo con su equiparación de los doce tonos, con el procedimiento de reflejar la serie sobre un eje longitudinal y vertical, de situar lo que está arriba debajo, la derecha en la izquierda, lo detrás delante, la cohesión de todo con todo poseía para Schoenberg un sentido profundo y metafísico y servía asimismo como metáfora de una faceta privada y heterodoxa de su religiosidad”.
“La música es aquí símbolo, signo, metáfora” y todos los integrantes de este proyecto musical para el Real son conscientes de ello.
Estuvieron fantásticas la masa coral y la orquesta dirigidos por Sylvain Cambreling, que le regaló un color y una fuerza como la que pide la partitura. Muy acertados todos los cantantes del reparto, mientras que Franz Grundheber como Moisés y Andreas Conrad como Aron trabaron unos dúos verdaderamente emocionantes.
Nos podríamos lamentar de la falta de escenificación de la partitura, porque finalmente se trata en origen de una ópera, no de una versión concierto, pero el esfuerzo de un montaje como este hubiera sido ya inabordable. Una hora y cuarenta y cinco minutos de audición ininterrumpida exigen concentración y una disposición excelente, pero la hubo por parte de todos los oficiantes del milagro.

El público del Real respondió con entusiasmo y aplausos a la propuesta, asumida como un proyecto de excelente música alemana. Las traducciones del texto, complejo, a veces redundante y difícil, se hicieron en español y no en inglés como es habitual en todos los casos, sino en alemán.
Más que una velada sonora fue una lección de historia de la música y hasta donde quisiera implicarse el oyente, porque los artistas lo hicieron hasta los límites, todo un aprendizaje  filosófico y de antropología.
Para todos los amigos del Teatro Real y sus trabajadores y en este caso, en especial para la comunidad judía, podríamos aludir a Rosh Hashaná, el nuevo año 5773 (¡los hebreos van muy adelantados también en esto de las fechas!), que empezó el 16 de septiembre al atardecer y termina el 18 al atardecer:

5773
Feliz Año
A guit iur!
Añada buena
Shaná tová
Manzanas y miel…

Alicia Perris

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