sábado, 17 de noviembre de 2012

LA EXPOSICIÓN “RETRATOS. OBRAS MAESTRAS. CENTRE POMPIDOU”DE LA FUNDACIÓN MAPFRE


 Desde el 26 de septiembre de este año y hasta el 6 de enero de 2013, se puede disfrutar en la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre de Madrid, de la exposición comisariada por Jean Michel Bouhours, que propone un sorprendente “parcours” por el variado y complejo género del retrato en los diferentes movimientos artísticos que atraviesan el siglo XX.
En una selección muy cuidada de 80 obras maestras, que integran las colecciones del Musée National d´Art Moderne- Centre Pompidou de París, se puede discernir cómo el retrato compone una de las columnas vertebrales de la historia del arte, donde se aúnan la tradición y los nuevos hallazgos de la modernidad, anteriores a las vanguardias.
La exposición abarca una etapa que discurre desde el retrato de Erik Satie de Suzanne Valadon (entre 1892 y 1893) y termina con The Moroccan, de John Currin, firmado en 2001. Afamados artistas-los más reconocidos de hecho- incorporan sus obras a esta nueva propuesta francófila de la Fundación Mapfre (siempre sensible a la seducción de Francia y su cultura inagotable). Son entre otros, Pablo Picasso, Henri Matisse, Robert Delaunay, Antonio Saura, Jean Dubuffet y Joan Miró. Se trata de un conjunto de óleos y esculturas exquisitas, congregadas por vez primera en España.

Una mención aparte merecen los artistas judíos presentados aquí, por el especial interés que pueden suscitar en una publicación como Raíces, donde a menudo se los cita, se los reseña y se los admira.
Hay un interés pedagógico en este proyecto artístico de demostrar por qué entre los estilos pictóricos derivados del academicismo, el retrato es aquél donde más destaca la permeabilidad de la innovación formal del pasado siglo.
La muestra sigue un orden cronológico, donde se rastrean no solo las características creadoras de los artistas, sino también su contexto emocional, histórico, político, la violencia, la barbarie y la tragedia de la condición humana.

Coincidiendo con el tiempo en el que se producen estas obras, irrumpen en la vida europea el psicoanálisis, las pseudociencias como la fisiognomía (exploración de los rasgos del rostro para evocar un determinado tipo de personalidad), las guerras y sus matanzas y carnicerías, los colapsos económicos, los cambios traumáticos de tipo de gobierno y territoriales con el fin de los grandes imperios tras la Primera Guerra Mundial, la Shoah y los campos de concentración y finalmente, un universo íntimo (en lo creativo) y social (en la comunicación con el entorno) que ya nunca más volverá a ser el mismo.
La geografía del retrato permite el desarrollo de una narración a través de la búsqueda de lo personal e idiosincrático y entonces es inevitable recordar el mito de Narciso o el retrato real de Dorian Gray que nos amenaza, como al protagonista, desde la profundidad sombría de una habitación escondida a los ojos del otro.

Algunos de los retratados nos hacen sentir, como los modelos, o los autores, al borde del colapso, de la ruptura, de la deconstrucción anímica y social. La fotografía aportó desde el siglo XIX una nueva mirada sobre el quehacer humano, y así el retrato pictórico adquiere una nueva vigencia y se redimensiona con holgura. Y triangula una vivencia que se escurre entre el retratado, el pintor y el espectador y las experiencias de todos ellos, en una armonía sin fisuras.

Alicia Perris

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