lunes, 18 de marzo de 2013

EL TEATRO REAL DE MADRID OFRECIO EL ROBERTO DEVEREUX DE DONIZETTI


Roberto Devereux, de Gaetano Donizetti  (1797- 1848). Director musical: Andriy Yurkevich. Director del coro, Andrés Máspero. Elisabetta, Edita Gruberova. El duque de Nottingham, Vladimir Stoyanov. Sara, Sonia Ganassi. Roberto Devereux, José Bros. Y elenco. Coro y orquesta Titulares del Teatro Real (Coro intermezzo/Orquesta Sinfónica de Madrid). Versión concierto. 7 de marzo, 2013.
Sangre y horror dejó el teatro isabelino, como la época que representa. Elizabeth I de Inglaterra, digna hija de Enrique VIII, como la propia protagonista recuerda, amenazante, en un pasaje de la ópera, careció de esas virtudes que se idealizan en un buen soberano, pero que a menudo se acercan más a la descripción que Machiavelo llevó a cabo sobre las características de un “príncipe”. William Shakespeare, John Ford o Marlowe dan prueba de ello en sus abracadabrantes y desgarradoras obras de teatro isabelino inglés.
La ópera de Donizetti, Roberto Devereux recuerda las miserias de esos tiempos en que los Tudor reinaban en una Inglaterra todopoderosa y así, el personaje de la reina absoluta, empasta toda la ópera con su voz y con su psicología, de verdad apabullante.
La soprano Edita Gruberova incursiona con frecuencia en el bel canto, pero es posible que a sus 66 años y a pesar de lo que se la aplaudió en el Real (por momentos el público parecía haberse contagiado de la efusividad de las antiguas “claque”) no estuvo a la altura de lo que se esperaba de ella. Algún asistente recordó con nostalgia, las versiones de Montserrat Caballé de la protagonista del Roberto de Donizetti.
Con una dicción en italiano por momentos difícil de seguir, corta en el registro grave, adonde llega con dificultad, fue sin embargo en el sobreagudo donde su voz pareció haber perdido el lucimiento de antaño, un vibrato excesivo pero un fiato sin embargo respetable, hicieron que la soprano eslovaca defendiera su papel a capa y espada (y sobre todo a hacha, nunca mejor dicho).

Bien dotada para la escenificación del drama, aunque fuera una ópera en versión concierto, se movió en el escenario con soltura y escenificó con eficacia unos dúos sugerentes con el tenor José Bros, siempre a la altura en este terreno belcantista, fino, elegante, muy musical, con un fraseo y una dicción casi perfectos. Lo mejor de la noche. La buena relación profesional y personal entre los dos cantantes protagonistas aportó un plus a la velada.
Bien en su papel Sonia Ganassi, pero por momentos dubitativa y convincente y noble  la voz de Vladimir Stoyanov en el Duque de Nottingham. Correcta la evolución de los roles de apoyo en el escenario.
 Como acostumbra, el coro excelente, sin excederse en un contexto que no deslumbra por tener aquí un rol más comedido, al contrario que en otras óperas del repertorio italiano, acompaña de una forma fantástica, apoyando y comentando la acción, como en los antiguos movimientos escénicos del teatro griego.
 Andriy Yurkevich en la dirección musical derivó por momentos hacia una prestación circense (dificultad que se encuentra a menudo en el repertorio verdiano o belcantista, la facilidad para el deslizamiento de la orquesta hacia lo grotesco y frívolo musicalmente hablando).
La velada transcurrió sin grandes sobresaltos, aunque a esta cronista las evoluciones vocales no siempre del todo conseguidas de Gruberova la tuvieron al borde del susto, sobre todo en los agudos. Llovieron los aplausos a los cantantes y a la performance, aunque sería difícil establecer con exactitud cuál fue el mérito o la responsabilidad de los artistas en la sobreactuada respuesta (por excesiva) del público y cuál la fascinación del respetable por haberse reencontrado una vez más con un repertorio que conoce tan bien y que echa tanto de menos.
Alicia Perris

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