jueves, 20 de noviembre de 2014

DENNIS LEHANE: 'PONGO TODO SOBRE LA MESA'. ENTREVISTA CON EL NOVELISTA QUE FIRMA EL GUIÓN DE 'LA ENTREGA', PROTAGONIZADA POR EL INOLVIDABLE JAMES GANDOLFINI

FERNANDO BAETA Madrid

Bob Saginowski es un tipo al que no se le ve venir. Un tipo que en la soledad de su hogar susurra "Estúpida, estúpida esperanza". La entrega es su historia; también es la historia de Nadia, del primo Marv, de un perro que acabará respondiendo al nombre de Rocco, de un tal Eric Deeds, del mafioso Umarov, del poli Torres... Pero sobre todo es la historia de Bob. Y Bob siempre ha sabido lo que todos opinaban de Bob. Un don nadie fracasado, incómodo en situaciones sociales y propenso a tics nerviosos, como parpadear sin motivo y ladear la cabeza en ángulos extraños cuando pensaba en sus cosas, uno de esos tíos que, por comparación, hacen parecer más listos a los demás fracasados. Pero las apariencias engañan, especialmente cuando nos referimos a un tipo al que no se le ve venir.

En 'La entrega' (Dennis Lehane. Salamandra Black) todo empieza una noche, dos días después de Navidad, cuando Bob acaba su jornada tras la barra del Cousin Marv's y camino de casa rescata a un cachorro apaleado y conoce a Nadia.
En ese momento, su monótona y desalentadora vida da un vuelco. Quiere dejar de ser una puta isla, huir del limbo con el que le amenazaban las monjas de su pasada juventud; un tío sin mañana por el que nadie pregunta, permanentemente apesadumbrado y sin más trabajo adicional que el de respirar acompasadamente las 24 horas de cada día. Quiere dejar de ser el que no tiene nada frágil entre las manos porque si lo tuviera no sabría qué hacer con ello. Los días empezarán a ser algo más que unos números en un calendario. Bob sueña con dejar de ser alguien que nunca va a ninguna parte. Quiere desprenderse de esa llaga de soledad que le acompaña. De ese tormento en forma de depósito de gasóleo que le acosa y para el que cree que no existe redención. ¿Era posible arrepentirse? ¿O algunos pecados eran demasiado grandes?
Pero el sueño de Bob empieza a tornarse en pesadilla: un atraco enCousin Marv's lo pone en el punto de mira de un detective llamado Evandro Torres; por si fuera poco, el checheno Chovka quiere recuperar la pasta que le han robado en su bar y para remate entra en escena Eric, un ex convicto psicópata que quiere recuperar al perro y a Nadia. Y en el medio, Marv, el primo Marv, un personaje devastado por los sueños que nunca logró alcanzar y que todavía espera su última oportunidad. El cuento de Navidad de Saginowski empieza a tener muy mala pinta cuando las páginas empiezan a sangrar... a tu tipo lo habían amordazado con un pañuelo de algodón y le habían taladrado un tornillo de 15 centímetros en el empeine de su pie derecho en un Guantánamo sobre ruedas... En una bolsa había un brazo cortado justo por debajo del codo sobre un montoncito de dinero ensangrentado. El brazo lucía un reloj parado a las 6.15... Bob pegó con celo los extremos del papel encerado, de modo que el brazo bien podía pasar por un taco de billar caro o un bocadillo de dos palmos.Y Bob vuelve a susurrar... "Estúpida, estúpida esperanza".
"Tal y como yo lo concebí", afirma Dennis Lehane en una entrevista, vía email, con EL MUNDO, "Bob está a muy pocos reveses del suicidio. Yo no pretendía machacarle la cabeza al lector con eso, pero esa era la situación desde la que yo lo estaba escribiendo. Así pues, al cabo de años y años de contratiempos y de callada desesperación, su suerte cambia en una sola noche. Y esa noche, sin darse cuenta, se embarca en un viaje hacia la redención, porque es eso lo que está buscando, la redención, y lo tiene que hacer bajo una presión extrema y caótica".
Bob es un personaje perfecto. Su perfil es perfecto, como lo son todos lo que dibuja Lehane. Un escritor de grandes personajes, de reflexiones certeras, de diálogos brutales; un creador de ambientes movedizos y ambiguos que sabe desnudar el alma de sus creaciones, que sabe penetrar en lo más profundo de sus mentes; que los pinta en gris, siempre en gris, y los suelta sobre las páginas que va escribiendo para que busquen su propio camino: "Procuro mantener un control sobre ellos para que sean capaces de seguir las ideas macro por las que creo que debe avanzar el relato, pero al mismo tiempo no ejerzo más que un control llevadero para que puedan hablarme de itinerarios que es posible que yo no haya tenido en cuenta a medida que evolucionan hacia algo más rico de lo que yo pretendía en origen", explica.
Dennis Lehane bien podría decir que este libro es la historia de un hombre que rescata a un perro. Y que luego, paralelamente, rescata también a una chica. Y que, finalmente, y también de forma paralela, la chica y él ansían rescatarse mutuamente. Sin más. Pero Lehane no dice eso, y tampoco entra al trapo de si estamos ante un cuento de Navidad, una historia de malos y peores, una canción de amor o en un vía crucis doliente y asfixiante de gente solitaria, de supervivientes y perdedores que no tienen más remedio que aceptar su derrota.
"Yo no digo a nadie cómo tiene que leer un libro, aunque sea mío. Me limito a escribirlos. Yo lo pongo todo sobre la mesa y lo que usted se lleve de ella es absolutamente cosa suya", explica el autor.
Con 'La entrega', Lehane (Boston 1964) regresa a East Buckingham, el imaginario barrio de 'Mystic River', inspirado en los suburbios bostonianos de Charleston, Southie, Brighton y Dorchester, este último donde él nació y se crió. Un Boston obrero y canalla, con calles transitadas, mayoritariamente, por tipos que viven y actúan al margen de la ley; tipos sin nada que perder y menos aún que ganar. Ese tipo de barrio en cuya maternidad podemos leer la frase "CIERRA LA PUTA BOCA" garabateada encima de la puerta.
"Con este libro", explica Lehane, "vuelvo a East Buckingham. Quería regresar allí; me gusta escribir sobre él. Me divierte crear todo un barrio de ficción dentro de una ciudad real y, en las dos ocasiones en que lo he hecho, me ha parecido más fiel a los barrios reales deBoston que cualquiera de los auténticamente reales".
Un bar de gángsteres
Y el centro neurálgico de este mundo imaginario que aparece en 'La entrega' hay que buscarlo entre las cuatro paredes de Cousin Marv's; en la barra de ese bar en el que Bob trabaja de camarero desde hace 20 años y que antes era del primo Marv, pero que ahora se ha convertido en un garito de entregas y es propiedad de la mafia chechena; una tapadera, un cajero automático clandestino donde todo el mundo va a dejar la recaudación del sinfín de actividades ilegales que lleva a cabo la familia Chovka. Un jodido bar de gánsteres.
"¿Que cómo es el microcosmos de Cousin Marv's?", se pregunta Lehane. "Es un bar muy corriente al que acude la clase obrera, o al menos así son allí de donde vengo. Un poco turbio, pero no más que la mayoría. Cuando reparas en que casi todos los bares tienen máquinas que los clientes no usan casi para jugar sino para que otros clientes apuesten sobre qué puntuación final se conseguirá, resulta evidente que la mayoría de los bares, al menos en el mundo que yo conozco, son lugares donde la gente se reúne para beber, pero también para apostar. Un sitio de esos que sus clientes habituales denominan 'mi bar' y no dejan que nadie se meta con él", dice el escritor.
Y luego está Dios. Y Dios pinta tanto para Bob como lo ha pintado en todas la novelas de Lehane. Bob va a misa de siete todos los días, al igual que el detective Torres, pero al contrario que éste, se sienta en la décima fila de la iglesia de Santo Domingo y no participa, nunca comulga; desde allí, alcanza a oír el roce de la sotana del padre Reagan con el suelo de mármol del altar y observa los santos de ojos tristes. Oye misa, trata de expiar sus pecados y se va... Creo que hay pecados que no podemos redimir. No importa cuánto bien hagas después, el demonio sólo espera que nuestro cuerpo nos abandone porque ya tiene nuestra alma... Hiciste algo imperdonable; ahora te toca estar solo para siempre...
Para Lehane, "el peso de la religión en mi mundo está ahí. En mi opinión, y tal como he plasmado en una gran parte de mis trabajos, se trata de un mundo que desaparece. Y ese mundo que desaparece inexorablemente -que yo quiero visualizar en esta novela con el inminente cierre de la iglesia de Bob- es el mundo dominado por la parroquia, de los colectivos de inmigrantes europeos en Estados Unidos, tan estrechamente unidos entre sí. A lo largo de las últimas tres décadas, la iglesia ha perdido a chorros a los hijos de los inmigrantes irlandeses, polacos e italianos, y el debate sobre el porqué parece centrarse sobre quién ha extraviado su rumbo, si la iglesia o los feligreses. Bob cree que la primera y el policía Torres opina que los que se han desviado son los feligreses".
En medio de esa tormenta interminable en la que cada día Saginowski se ahoga un poco más... cuando casi había perdido la fe y la esperanza, cuando bailaba con la desesperación y de noche luchaba con ella entre las sábanas... aparecen Nadia y Rocco. (Nadia era pequeña. Una cicatriz gruesa como una soga le recorría la base del cuello. Era de color rojo oscuro, la sonrisa de un payaso borracho. Tenía por cara una luna diminuta picada de viruela y unos ojos pequeños, como colgantes en forma de corazón...). Y Bob quiere tener esperanza, porque le atrae el olor de ella... una tenue combinación de naranja, cereza y chocolate y la mirada de Rocco. Quiere estar con ella y juntos pasear a Rocco. ¡Cómo algo tan fácil puede parecer tan jodidamente inalcanzable!
"Nadia surgió de una manera orgánica", explica Lehane. "Bob encuentra el perro en un cubo de basura. Una mujer grita en la oscuridad para preguntarle a Bob por qué está hurgando en su basura. Resulta que esa mujer es Nadia. La ideé de ahí en adelante como alguien a la que le han hecho tanto daño como a Bob, si no más. El título original del guión y la narración breve en la que se basa era 'Animal Rescue' ('Rescate animal'): todas las personas que aparecían en el relato, además del perro, necesitaban que las rescatasen".
Lo de Marv es otra historia. Marv se tiene que conformar con trapichear con material robado y soñar el golpe perfecto que nunca llegará. Marv todavía esperaba que un tren forrado de diamantes llegase por unas vías de 18 quilates... Marv era capaz de vender su polla a la ciencia antes que trabajar como un pringado por un sueldo de pringado. Marv sufre una enfermedad muy común en determinados universos: la de las ambiciones frustradas, porque los triunfadores pueden esconder su pasado, mientras que los fracasados se pasan el resto de la vida intentado no ahogarse en el suyo. Este era Marv, autodestructivo, perdedor... "Un día deciden que tú eres una pulga y que mañana es el Día Internacional de la Matanza de Pulgas".
"Marv tiene sus cualidades", cuenta el escritor, "pero, tras toda una vida de envanecimiento y delirios de grandeza, esas cualidades se ven eclipsadas por la vertiente más siniestra de su naturaleza". ¿Vas a hacer algo desesperado otra vez, Marv? ¿Vas a hacer algo que luego no habrá manera de arreglar?

Si Marv es lo que Bob jamás quiere llegar a ser, Eric es el encargado de tocarle los huevos a Saginowski para que no alcance lo que sí quiera llegar a ser... Y Eric es un desequilibrado al que un camello muy respetado solía hacerle morder la almohada día tras día en el correccional de Broad River, cuando penetraba su culo con una polla tan larga y ancha como un pepino... Un tipo que quiere robarle a Nadia y a Rocco y mandarle otra vez a ese mundo del que está logrando escapar. Un tipo que ha accionado el clic equivocado.
'La entrega' llegó a España a través de las librerías y de las salas de cine casi a la vez. A la gran pantalla, de la mano de Michaël R. Roskam y con guión del propio Lehane. Tom Hardy es Bob Saginowski, Noomi Rapace es Nadia y un sublime James Gandolfini da vida a Marv en su último papel antes de morir. La película sigue las pautas de la novela salvo en que, por necesidades de producción (¿?), la acción transcurre en Brooklyn en vez de en Boston. Pero la esencia es la misma y Gandolfini está a la altura del talento que lo creó.
El desenlace llega en la gran noche de la Super Bowl. Todos juegan sus cartas. Unos pierden, otros pierden menos. No hay buenos, no hay malos. ¡Qué coño es eso! "Rara es la vez que me encuentro con personas que son 'buenas' o malas'. No existen los 'buenos' y los 'malos'. La mayoría de la gente es una mezcla de motivos y deseos que compiten por imponerse frente a los motivos y deseos de otras personas. Con frecuencia, esta competición tiene lugar también dentro de uno mismo, y a veces de una manera más destructiva. Ese es el tipo de personas del que escribo, porque esos son los tipos de personas con los que me encontraba todos los días en el mundo en el que me crié".
Hay que ver lo jodidamente bien que escribe este tío, suele decir Elmore Leonard de Dennis Lehane. Y qué razón tiene.


http://www.elmundo.es/cultura/2014/11/18/546a5bf0268e3e99648b4587.html

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