jueves, 27 de noviembre de 2014

NOTAS MUSICALES DE PAPEL Y LÁPIZ. EL ILUSTRADOR FRANCÉS BENJAMIN LACOMBE REINTERPRETA A MADAME BUTTERFLY CON SU OBRA

El museo ABC de Madrid es el sitio elegido para escenificar el proceso de producción


Presentación de la exposición de Benjamin Lacombe en Madrid 

SARA POLO Madrid
Es una auténtica 'estrella del rock', aunque ni canta ni toca ningún instrumento. La cola para conseguir uno de sus elaborados autógrafos da la vuelta a la céntrica calle de Madrid donde inaugura una exposición. Pese a que sus armas son el papel y la pintura, lo que hace Benjamin Lacombe es música, casi se puede escuchar la melodía que emana de sus dibujos, voces de mujeres inquietantes, enigmáticas, rodeadas de un universo de colores fuertes.
El ilustrador francés Benjamin Lacombe ha conseguido, a sus 32 años, colocarse en la primera línea de un arte recuperado de tiempos remotos. Su último libro es una ópera, pero no una cualquiera. Lacombe se atreve a reinterpretar, en papel y lápiz, a la mismísima Madame Butterfly. "Mi madre me llevaba a la ópera cuando era pequeño, y me gustaba pero no entendía nada, hasta el día que ví Madame Butterfly. Me emocionó hasta el alma", recuerda. Así que 25 años más tarde, el ilustrador ha revivido aquella "historia de amor" con un libro-objeto monumental, un desplegable de 10 metros donde todo, texto e imagen, es suyo, y que se completa con un friso en lápiz y acuarela en el reverso.
El museo ABC de Madrid es el sitio elegido para escenificar el proceso de producción de la obra, desde el 'story board' a los bocetos originales, obras que se muestran al público "por primera y última vez", ya que pertenecen a coleccionistas. Y como colofón, varias esculturas de Julien Martinez inspiradas en la desgraciada dama japonesa.

Lacombe conoció el éxito muy joven. A los 19 años publicó su primer cómic, y su proyecto de fin de carrera, Cereza Guinda, lo convirtió en una celebridad al nominarlo la revista 'Time' como uno de los 10 mejores libros infantiles. Desde entonces ha trabajado en publicidad y en cine de animación, aunque él siempre vuelve al papel. "El cine es una industria, el libro es artesanía, permite crear un todo, un mundo sin necesidad de grandes cantidades de dinero ni de cientos de personas. Ambos son mágicos, eso sí. La publicidad, en cambio, no tiene ninguna magia para mí. Es sólo un trabajo", reflexiona.
Escribe desde que supo hacerlo, e "ilumina" sus historias con dibujos. "El término ilustración viene del latín 'illustrare', dar luz", explica. Sus obras no tienen edad, pero sus espectadores reaccionan de forma diferente. "Los niños son más espontáneos en sus reacciones: les gusta o no les gusta, pero también se fijan mucho más en los detalles. Los adultos proyectan tanto de sí mismos en los personajes que, en ocasiones, los deforman", cuenta Lacombe.
Las musas de este artista francés no sonríen nunca. Su creador tampoco lo hace ante la cámara -"deforma la cara", aclara-, aunque sí el resto del tiempo. "Los niños son capaces de comprender muchas más emociones de las que pensamos. Si les ponemos ante 50 páginas de felicidad, les aburrimos profundamente", afirma. Lacombe firma sus libros escondiendo a sus dos perros, Virgil y Lisbeth, entre sus páginas. Y confiesa un secreto: "Si no aparecen, es que la obra no me gusta". Madama Butterfly ha debido de encantarle...


http://www.elmundo.es/cultura/2014/11/26/5474d3beca4741c7178b4584.html

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