domingo, 27 de septiembre de 2015

NATHALIE DESSAY, EN EL TEATRO REAL


'NO CREO QUE LA MÚSICA CLÁSICA SOBREVIVA'

La soprano francesa, autoexiliada de la ópera, protagoniza el arranque del ciclo 'Voces del Real'.

DARÍO PRIETO
La historia de la ópera está salteada de bartlebys y retiradas dramáticas, de voces que se destruyen y jubilaciones de oro. Pero el caso de Natalie Dessay (Lyon, 1965) es especial. Cuando en 2013, a los 48 años, anunció que dejaba de cantar en óperas para centrarse en los recitales y probar suerte con el teatro, el impacto en la comunidad operística no vino marcado por la pérdida de una de las grandes voces de soprano del mundo, sino por el cuestionamiento de los principales dogmas del género con el que Dessay justificó su decisión. Por eso, su actuación este martes en el Teatro Real tiene entre sus alicientes el comprobar hasta qué punto una cantante puede seguir desarrollando su voz tras desembarazarse de las ataduras del género operístico.
El recital, que abre el ciclo Voces del Real de esta temporada, hilvana poemas deBaudelaire, Goethe y Víctor Hugo con piezas de Bizet, Liszt o Duparc. "Las elegí con mi pianista, Philippe Cassard, porque me gustan, sin más. Quería cantar Schubert y luego Mendelssohn .Y, por supuesto, algo francés, porque soy francesa", empieza a justificar su elección del repertorio. Pero luego, ataja: "En la ópera, tu voz te dice lo que tienes que hacer. Pero poder dejarme llevar por las canciones y las melodías representa una libertad fantástica".
Y esa idea de la libertad es la que sostiene su argumentación contra las bases del credo operístico. "Ya no me interesa el mundo de la ópera", sentencia con rapidez. "Ahora mi día a día consiste en dar recitales y hacer teatro. Quería tener una vida y me gusta esta nueva que tengo, con mi nuevo trabajo". Sobre su decisión de abandonar la dinámica de ensayos, estrenos y caracterizaciones, señala: "Es como pasar página en un libro. Ahora no quiero volver atrás. Quiero continuar mi viaje a través de la música y las palabras, pero de otra forma. Me encantó hacer ópera, pero se acabó. Es algo que queda ya 'detrás' de mí".
Es consciente de que su decisión le ha supuesto una merma en sus ingresos. "Por supuesto que necesito dinero, como cualquier otra persona, pero no es mi meta en esta vida, no es lo que me interesa. No tengo miedo de no tener suficiente para vivir. Mis necesidades son muy básicas", relata. "Pero después de un tiempo en la ópera, me sentía como una prisionera. De mi voz, de mi dicción, de las rutinas... Quería evitarlo porque me aburría y realmente detesto cuando me aburro. Quiero seguir aprendiendo y sorprendiéndome".
La zona cómoda
En sus palabras hay implícita una crítica a las comodidades en las que se asientan públicos y cantantes. Esa zona de confort en la que, ni por un lado ni por otro, se desafían los límites. "Si te mantienes en tu repertorio, no hay mayores complicaciones. El problema es que mi repertorio se me hace muy pequeño. No quiero estar cantando lo mismo todo el tiempo. Después de La traviata, ¿qué más puedo hacer?", se cuestiona Dessay.
También se cuestiona otras verdades de este universo, como el de la soprano como figura de mujer empoderada que llega incluso a convertirse en un modelo para otras mujeres. "No veo nada de empoderamiento, porque me siento sometida a otros poderes: el del director, el de la música, el del libreto", sonríe la cantante. "En cierto modo, somos sirvientes", responde. "Por otra parte, ésta es una vida muy dura y no entiendo cómo podemos convertirnos en modelos. Es un trabajo que no interesa al gran público", se lamenta. Y se replantea otra de las verdades que se suelen repetir: Que la música clásica es eterna y que, con las herramientas suficientes, puede calar en la sociedad de la misma forma que las músicas populares de éxito. "La mayoría de la gente no tiene idea de ópera o de música clásica, por lo que vivimos en una burbuja muy pequeña. Por eso soy bastante escéptica sobre la posibilidad de que podamos ser importantes en esta sociedad", echa por tierra Dessay. "No creo que la música 'clásica' sobreviva. Pero ésta no es una razón de peso para que dejemos de hacerla", se plantea Dessay.


http://www.elmundo.es/cultura/2015/09/27/5606e9ed22601d80638b4584.html

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