miércoles, 22 de junio de 2016

IRIS APFEL VESTIDA PARA UNA GALA DE ALTA MAR


Decoró la Casa Blanca para nueve presidentes, estadounidenses, pero, a su 94 años, el mejor trabajo de Iris Apfel sigue siendo su propia vida.


 La imagen que estoy mirando, y que lleva como hermoso pie de foto la información que da título a este texto, no retrata a Iris Apfel, sino a su madre, en la que fue su primera singladura hacía Europa en 1952 o 53 (ella misma lo duda), a bordo de un transatlántico. Cubriría esa distancia muchas veces más, preferentemente a bordo de buques italianos o franceses, “para comenzar antes la aventura del viaje”, como ella misma explica, y en compañía de su inseparable socio, compañero, amante y esposo Carl. Después, la incansable viajera que también fue se acabó acostumbrando a los aviones aunque no sin cierto disgusto, ya que pensaba, con razón, que la travesía es con frecuencia más importante que la llegada.
Todo en esta singular dama neoyorquina parece milagrosamente dotado de personalidad, estilo e inteligencia, incluida, claro está, su madre, que luce bajo estampados de muy sutil transparencia a la puerta de su camarote como digna antecesora de su fabulosa hija. Con el tiempo (Iris ha cumplido ya los 94), esta inagotable decoradora, creadora y verdadero icono del estilo (que es más que la moda) no ha dejado de sorprender ni de mejorar el mundo que ha tenido la enorme fortuna de contar y disfrutar de su presencia. Nueve presidentes de Estados Unidos han disfrutado de su sabiduría, de Truman a Clinton, a la hora de encontrarse en esa extraña Casa Blanca como en su propia casa, en un esfuerzo que ella misma define como una tarea mezcla de restauración y decoración. Y ese es sólo uno de sus muchos méritos. Al respecto comenta que, habiendo conocido a cada uno de esos nueve presidentes y sus respectivas primeras damas, fue con Pat Nixon con quien más cerca colaboró, pues a los y las demás apenas les interesaba el hogar como territorio, incluida Jackie Kennedy.
Revisando el libro editado por Eric Boman en 2007, titulado Extraño pájaro de la moda, que heredaba de alguna forma el nombre de la exposición que el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York le dedicó en 2005, Rara avis, más allá de las increíbles imágenes de la vida y obra de Iris, lo que más me sorprende, y después fascina, es el relato autobiográfico que ella escribe, lleno de reflexiones e iluminaciones que van más allá de la decoración o la moda, hasta convertirse en un reflejo perfecto de su exquisita inteligencia, dotada, como no podría ser de otra forma, de un abrasador sentido del humor. “Casi todas las mujeres que ocupan las listas de las mejor vestidas suelen ir muy mal vestidas”. “El estilo es casi imposible de definir, pero lo voy a intentar. Como el carisma, sólo lo reconoces cuando lo ves. No muchos lo poseen, y a diferencia de la moda, no se puede comprar”. “Nunca te tomes a ti mismo, o a lo que llevas puesto, demasiado en serio”. “Piensa fuera de la caja, y guárdalo en tu bolso”. “Los animales siempre me han aconsejado bien en asuntos de moda: si es bueno para un caballo, es bueno para mí”. “La joyería y complementos para elefantes sientan sorprendentemente bien”…
“El estilo es casi imposible de definir, pero lo voy a intentar. Como el carisma, sólo lo reconoces cuando lo ves. No muchos lo poseen, y a diferencia de la moda, no se puede comprar”
Así va desgranando Iris su conocimiento, basado en la aventura y la intuición, alrededor del elusivo asunto del estilo y la personalidad, en un universo tan carente de ambos pilares como suele serlo el de la moda o, para el caso, el de la decoración de interiores. En una ocasión, relata ella misma, encontró unos preciosos vestidos estampados en una tienda barata de segunda mano, no creyendo su suerte, decidió llevárselos todos a un precio risible y por tanto irresistible. Cuando la vendedora le preguntó si no iba a probárselos, respondió que no hacía ninguna falta. La vendedora insistió: “¿Y si después no le entallan?”. “Qué demonios  respondió ella–, si no me entallan, me haré almohadas.”
Y es que, si algo ha sabido siempre Iris Apfel y nos ha sabido contar con su presencia y su trabajo, es que nada le sienta mejor a una mujer que su propio ingenio.

Escribo estas líneas mirando al mar, escuchando un disco de Captain Beefheart, soñando con una mujer en un barco que es capaz de descubrir en cada cosa algo propio, algo útil, algo hermoso.


http://www.magazinefa.com/24-7/senoras-estupendas/iris-apfel-vestida-para-una-gala-de-alta-mar/

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