viernes, 29 de julio de 2016

ALBERT BOADELLA REPONE SU DON CARLO DE VERDI EN EL AUDITORIO DE EL ESCORIAL



A propósito de su rol de Felipe II en el Don Carlo de Verdi que se reestrenó ayer en el Teatro Auditorio de El Escorial, revisitamos la entrevista realizada al bajo Carlo Colombara para Opusmúsica (ya desaparecida) en el verano de 2010.





“CARLO COLOMBARA, EL BAJO TRANQUILO por Alicia Perris

Pocas veces se tiene la fortuna de poder entrevistar a un cantante de ópera tan versátil, amable y actual en el repertorio de los más famosos teatros líricos de todo el mundo, como ahora, cuando Carlo Colombara, el bajo de Boloña, se dispone con rigor pero relajadamente a ponerse a mi disposición  para una entrevista sin prisas y con pocas pausas.
Alumno de Paride Ventura, recibió en 1986 el reconocido premio G.B.Viotti en Vercelli como mejor cantante italiano. Un año después ganó el “Concorso As.Li.Co” en Milán y después llegaron el Premio Lauri Volpi en 1994, el Premio Orazio Tosi en 1995, el Premio Cappelli en 1999 y el Matassa d´Oro en 2002. Y no serán los últimos.
Con una voz bien timbrada y rica, llena de calidez, de una presencia sugerente en escena, debutó en el Teatro dell´Opera en Roma, con Silva (en el “Ernani” de Verdi), en el Teatro Comunale de Bolonia en “L´incoronazione” de Monteverdi, y en 1989 en Procida en “I vespri Sicialiani”, en La Scala de Milán, bajo la dirección de Riccardo Muti.
Mientras espero en el coche, a la sombra de un sol de primavera fuerte y caluroso, antes de que vinieran las lluvias tropicales de las últimas semanas, Colombara llega a las inmediaciones de la entrada de artistas del Teatro Real y levanta la vista mirando al horizonte, como buscando a alguien. Es pronto, pero entre sus virtudes, la puntualidad y esa seriedad y educación que, explica, echa tanto de menos en la Italia de hoy en día.
Viene vestido con ropa “casual” y se presenta, mientras solicita a la seguridad del teatro poder entrar en su camerino para la entrevista. Desgraciadamente, es la hora de la larga siesta mesetaria y no hay ningún responsable del Real que nos abra paso. Es una verdadera pena, porque una entrevista entre los gritos y las conversaciones de una cafetería cercana al teatro no reúne las mejores condiciones para charlar o trabajar. Pero aquí estamos, haciendo de la  necesidad virtud e intentando un entendimiento rápido que nos permita comunicarnos los dos de la manera más eficaz posible.
Le recuerdo que está en Madrid para cantar el Oroveso de “Norma” de Bellini, en versión concierto. “Cantar la Norma en concierto da igual, porque se trata de una ópera estática. Se entra, se canta y se sale”, me explica, esbozando una sonrisa. Y entonces abordamos un tema importante para él:


A.P: ¿Hace muchos años que vive en España?
C.C: Sí, 8 años, en Barcelona, que es bastante diferente de Madrid, Madrid es más austera.
A.P. Y en Barcelona están el mar y el Liceo…?
C.C: Sí, el clima de Barcelona es mejor. Yo llegué allí por casualidad. Inicialmente había trabajado en Menorca, me había invitado Juan Pons. Luego conocí a un abogado aficionado a la lírica que me dijo “¿por qué no vienes a Barcelona?”.
A.P: Además el Liceo tiene una gran tradición operística.
CC: Bueno, nosotros cantamos un poco en todas partes del mundo. Un teatro no es razón suficiente para elegir una ciudad para vivir. Aquí el teatro es muy joven  pero en el Norte de España hay una gran tradición.
A.P: Hace años la ópera se hacía en el Teatro de la Zarzuela. Eran los tiempos de Plácido Domingo, de Carreras, de Aragall, de Cappuccilli…
CC: He cantado en muchos teatros: en 1995 como Archibaldo en “L´amore dei tre Re” de Montemezzi, en 1906 como Zaccaria en “Nabucco” de Giuseppe Verdi. Con Zubin Mehta en la producción que se llevó a cabo al aire libre en la Ciudad Prohibida de Pekín. Fue una experiencia fabulosa, documentada en vídeo, DVD y CD.
A.P: También he leído que cantó en el Teatro Colón de Buenos Aires…
CC: El Colón es algo especial. Cuando fui a hacer allí las primeras pruebas me pareció tan inmenso, que no se veía el final. Y estaba asustado .Y además tiene una acústica única. Es uno de los teatros de ópera más bellos del mundo.
A.P: Ahora acaba de reinaugurarse, después de una restauración complicada e intensa de varios años…
¿Y qué tal el Reggio de Parma?
CC: Es un teatro difícil, con un público exigente.
A.P: ¿Volvería a vivir en Italia?
Carlo Colombara responde con rotundidad que “nunca más” y me sorprende mucho su seguridad.
CC: Sobre todo porque estoy bien aquí, en Italia se vive mal ahora. Hay muchos problemas. La gente está nerviosa, es maleducada. Afortunadamente no tengo grandes vínculos para vivir en Italia. Y todos aquellos con los que hablo me dicen “¡qué suerte, vivir en España!”. Así que creo que he hecho una buena elección.
A.P: ¿Cuáles son sus aspiraciones después de 27 años de carrera?
CC: Tener siempre la voz en forma y si hay nuevos papeles como “Don Quijote”, “Don Pasquale” y “Don Giovanni” y “Los cuentos de Hoffmann”… Este verano canto en Peralada. Prefiero los teatros más tradicionales, pero en verano es así.
Tengo trabajo en perspectiva.
A.P: En su repertorio abunda el Bel canto, Verdi, la ópera francesa, pero también “Los maestros cantores”…
CC: Yo canto casi siempre Verdi.
A.P: Tiene un repertorio muy rico
CC: Me gusta aceptar cosas nuevas. Me encantaría cantar Boris. Boris lo he grabado.
A.P: ¿Boris con por ejemplo, Gergiev como director? Gergiev estuvo en el Auditorio de El Escorial dirigiendo una “Tosca” y “El viaggio a Reims”…
C:C: ¿El del Escorial es un teatro pequeño?
A.P: También estuvo allí Muti con el Maggio Florentino y Verdi. ¿Cómo es el maestro Muti para trabajar con él?
C.C: Muti es muy exigente pero si te estima te trata bien.
A.P: Es napolitano pero no lo parece. Parece del Norte.
C.C: En realidad sí se ve su condición de napolitano en muchas cosas.
A.P: ¿Empezó con la música estudiando el piano?
C.C: Sí, me encantaba el mundo del teatro, pero con el piano siempre he sido un desastre, hasta hoy. Mi padre, que era fisioterapeuta, trabajaba con el padre de un tenor que le dijo “a  lo mejor Carlo tiene buena voz” Y estudié un aria como barítono de “Un ballo in maschera”.
A.P: Porque canta Carmen y es un rol de barítono.
C.C: Bueno, soy bajo. Me dijeron que tenía posibilidades si intentaba prepararme vocalmente. Me dijo mi maestro, Ventura, que estudiaríamos tres semanas y que si no iba progresando, no me cobraría nada. Luego le empecé a pagar algo así como 500 pesetas la clase. Todo comenzó como un juego, como barítono, luego mudé la voz.
A.P: ¿Qué le aconsejaría a alguien que comienza como cantante?
C.C: Hoy es difícil, las cosas han cambiado mucho. Los principiantes deben asegurarse con rapidez de que el maestro que han elegido es verdaderamente bueno porque hay gente que solo da clases por dinero y esto es una vergüenza. Hay que buscar un buen maestro y si luego de un tiempo breve no mejoras, hay que cambiar.
A.P: ¿Cuáles son sus papeles favoritos?
C.C: Los que tienen no solo interés vocal sino fuerza interior, como Boris, que son profundos. Hay otros como Macbeth, donde no es tan importante la palabra o el fraseo.
En la temporada 2008/9 el maestro Colombara cantó “Macbeth” en A Coruña, “I Puritani” en el Teatro Massimo de Palermo, un homenaje a Luciano Pavarotti con el “Requiem” de Verdi, “Nabucco” en el Teatro Valli de Regio Emilia y en Zurich, “Aída” en Roma y “Carmen” (como Escamillo) en las Termas de Caracalla en Roma, entre otras representaciones.
Este bajo boloñés a quien su amigo Ernest Descals le dedicó su tiempo y talento, plasmando su retrato, también cantó en Tokio, Berlín, Londres y la Ópera Nacional de Viena, la Arena de Verona y bajo la dirección de Franco Zeffirelli en Tel Aviv.
Colombara también suele grabar CD y DVD y participa en transmisiones televisivas, completando su métier de cantante no solo con representaciones operísticas sino también con versiones de concierto.
A.P: ¿Qué premios recuerda con más cariño?
C.C: Siempre el primero. Cuando me vino a buscar Teddy Reno, para llevarme a retirar el premio a Roma. Vino en coche y junto a él estaba su mujer, Rita Pavone, una cantante muy popular en los años 60, 70.
A.P: ¡Cómo, Rita Pavone era un mito! Su voz aguardentosa y rota, única, sus pecas…
C.C: Ella era muy famosa. Ir con los dos en su coche era sorprendente.¡Rita tenía una vitalidad! Sigue viviendo en Roma, siempre llena de vida..
A.P: ¿Qué recuerdos tiene de Bolonia en lo personal y musical?
C.C: Bolonia es una ciudad maravillosa que amo, aunque ha cambiado mucho. Voy bastante allí porque mi madre vive en esa ciudad. Soy hijo único con muchos amigos. Llevaba en tiempos una vida muy distinta de la que se hace hoy. Mi madre viene ahora a verme, es bastante activa. Aquella era una vida feliz, mi maestro de canto, el Conservatorio, el Teatro Comunale. Muchos recuerdos bellos. Aunque a los 18 años empecé a hacer giras para cantar.
A:P: ¿Qué suele leer? ¿Los clásicos?
C.C: ¡Me gustan tantas cosas! Cuando terminemos la entrevista esta tarde, por ejemplo, me voy al Prado. Soy hiperactivo. Me gusta leer, el ordenador, en cambio la televisión siempre está apagada en casa.
A.P: Su página web está muy bien hecha, es ilustrativa, rica.
C.C: Ah!, pero no la he hecho yo… (se ríe, divertido).
A.P: ¿Va a A Coruña a menudo?
C.C: Me gusta mucho su gente. Son hospitalarios. Voy casi cada año, este verano no, porque estaré en Peralada.
A.P: ¿Cómo ve la ópera en España?
C.C: Los problemas empiezan ahora pero España tiene una producción enorme. Italia en cambio invierte poquísimo en cultura: un 0,3% del PIB. Es una lástima. Solo quedan las cosas materiales, solo piensa la gente en el dinero, el dinero! España para un cantante es un buen lugar.
(Colombara utiliza un italiano claro conmigo, pero jugoso, evocador. Fácil para neófitos, nada dialectal. Y es paciente. Pero el murmullo del bar donde nos reunimos va en aumento).

A.P: ¿Cómo ve esta “Norma” que ha venido a cantar?
C.C: El “casting” es excelente, será una buena velada.
A.P: ¿Con qué directores está más cómodo trabajando?
C.C: Con los directores que saben hacer su trabajo y respetan al cantante y a los compositores, los autores. No estoy bien con los que reescriben la ópera porque tienen una “idea nueva”. Todos debemos ser humildes y reconocer que somos menos importantes que la ópera escrita. Hay que ser profesional sin inventar nada, porque está todo inventado.
A.P: ¿Qué opina de los montajes actuales, los más modernos?
C.C: La ópera vive porque el público se renueva. Pero hay jóvenes que nunca vieron ópera, entonces, cuando se representa una ópera tradicional como “Don Carlo” o “Ana Bolena” o “La Bohème”, el niño o el joven quiere ver esa ópera. Hay que respetar a todo tipo de público y no exclusivamente las exigencias de un director o un “regista”.
Esto en cuanto al discurso educativo. En lo referente al aspecto artístico, si moderno quiere decir tantas técnicas vanguardistas, las luces, las proyecciones… A veces veo la ópera italiana en que alguien dice “dame el puñal” y le dan una pistola. Esto no tiene sentido.
A.P: ¿No ha visto el montaje de Del Monaco para “Andrea Chénier” en Madrid, esta temporada? Fue precioso. Fui con mis alumnos y disfrutaron muchísimo. El ambiente de la Revolución Francesa, el universo de las Luces. Les encantó!
Carlo Colombara sigue por su parte, como en voz alta, reflexionando sobre este tema candente de la “modernidad” y las puestas en escenas poco tradicionales.
C.C: ¿Quiénes quieren estos montajes? El público no, los críticos, los snobs. Este tipo de propuesta es un pecado. La ópera debe ser una tradición que se renueva. Creen ser modernos pero no lo son, porque el público ya lo ha visto todo. El público quiere calidad y está pagando mucho dinero por una entrada.
A.P: El público aquí es bastante mayor. Hay que tener en general dinero y tiempo para estar pendiente de las funciones, de las entradas, de los horarios. Estar bastante desocupado.
C.C: De todas formas podrían hacer veladas exclusivamente para jóvenes, incluso con “casting” menos caros.
A.P: Entonces, ¿estuvo con Zeffirelli en Tel Aviv?
C.C: Sí he cantado con él a veces, en Tokio, en Nápoles, en Roma.
A.P: Me gustó la película que hizo sobre María Callas. El era un fan de María.
Y Usted como italiano, ¿Callas o Tebaldi?
C.C: A veces se tiene el grandísimo defecto de casarse con uno y matar al otro. La Callas era “la Norma” y Tebaldi “La Bohème”.
A.P: ¿Y la película sobre “Medea”, de Pasolini?
C.C: Es muy interesante.
A.P: Hubo una exposición sobre Pasolini muy completa en el Círculo de Bellas Artes. Su muerte parece un poco un final de etapa en Italia.
C.C: Sí, la época de Moravia, de Sciascia.
A.P: Medea parece de lo más sencillo de Pasolini.
C.C. Luego está El Decamerón…
A.P: Sí, algo más festivo y “Teorema” y “Porcile”, ¡qué películas! De la Italia de entonces nos llegaban propuestas muy distintas: Zeffirelli era un modelo, Pasolini otro. Y estaban Monicelli, Fellini y tantos otros. En aquella época era más difícil entenderlos que ahora. El paso del tiempo les ha prestado comprensión y contextualización.
A.P: ¿Cómo se definiría como cantante y como persona?
C.C: Como persona me tienen que definir los demás, los amigos y como artista esta pregunta debería responderla el público. Como cantante intento hacer honor a esta profesión. Como ser humano trato de llevar una vida limpia, justa.
A.P: ¿Le gusta viajar o viaja exclusivamente por necesidad de trabajo?
C.C: Sí, me gusta. He dado hasta la vuelta al mundo. Me fui a cantar a Santiago (de Chile) y de ahí visité la Isla de Pascua, Nueva Zelanda, Australia y Singapur. Nueva Zelanda es otro mundo, ¡qué verde!
A.P: Y en la Isla de Pascua qué hacía? No hay nada…
C:C: Salvo los moai. Allí tuve una experiencia malísima. Volcamos con un jeep en medio del desierto.
Parece que la aventura no está excluida de la vida de este cantante afable, reflexivo, que se esfuerza por estar en consonancia con el mundo.
A.P: ¿Dónde le gustaría vivir si pudiera elegir libremente?
C.C: Yo hago proyectos en Africa. Africa nos hace replantearnos todo y debo decir que allí la gente es pura, aunque haya necesidad y miseria.  Me gustaría radicarme en ese continente, en Malawi, donde colaboro con Save the Children. Es otro mundo, pero no sé si tendría la fuerza necesaria para poder hacerlo. Porque la gente que vive y trabaja allí es extraordinaria.
A.P: Muchísimas gracias por su tiempo. Piacere.
Me despido estrechándole la mano y pronunciando las palabras mágicas de rigor cuando falta un solo día para el estreno de Norma en el Real: Carlo,” in bocca al lupo”, le digo. “Crepi”, me contesta y se va alejando despacito entre el bullicio de los coches y los paseantes que empiezan a poblar las inmediaciones de la Plaza de Oriente después de una siesta interminable”.





Mañana publicaremos la reseña completa de la ópera citada.

Alicia Perris

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