sábado, 24 de septiembre de 2016

EL TEATRO REAL DE MADRID INAUGURA LA TEMPORADA CON OTELLO DE VERDI


 Drama lírico en cuatro actos. Música de Giuseppe Verdi (1813-1901).
Libreto de Arrigo Boito, basado en Othello, or The Moor of Venice (1603) de William Shakespeare. Primer reparto. 21 de septiembre de 2016.

Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con la English National Opera y la Ópera Real de Estocolmo. Estrenada en el Teatro alla Scala de Milán, el 5 de febrero de 1887 y en el Teatro Real el 9 de octubre de 1890.

Ficha musical

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
(Coro Intermezzo / Orquesta Sinfónica de Madrid)
Pequeños Cantores de la Comunidad de Madrid
Dirección musical: Renato Palumbo    
Dirección de escena: David Alden         
Escenografía y figurines: Jon Morrell  
Iluminación: Adam Silverman   
Coreografía: Maxine Braham     
Dirección del coro: Andrés Máspero     
Dirección del coro de niños: Ana González     
Otello: Gregory Kunde                 
Iago: George Petean                     
Cassio: Alexey Dolgov       
Roderigo: Vicenç Esteve   
Ludovico: Fernando Radó           
Desdémona: Ermonela Jaho                  
Montano y Un heraldo: Isaac Galán     
Emilia: Gemma Coma-Alabert   

Es con esta ópera trágica, fruto de la madurez personal y musical del compositor  italiano, con la que el Teatro Real inaugura temporada, con rueda de prensa, dos casts, exposición del Archivio Storico Ricordi sobre el Otello y un publicitado streaming el día 24 que permitirá que disfruten de esta obra maestra en muchos lugares, algunos lejanos del coliseo madrileño.

Sería interesante redundar en la cita del periódico inglés: "Una producción perfecta" (The Independent), de una de las tragedias más atemporales de Shakespeare, adaptada por Giuseppe Verdi. Una historia de traición, amor y celos que matan, pero no mueren”.

Serán 13 funciones de Otello hasta el día 3 de octubre, con dos elencos, han abierto una “saison” que será continuada por la Norma de Bellini. La primera función, el 15 de septiembre, inauguró la temporada de ópera en España, con la asistencia de los reyes de España. La función del 24 de septiembre, como decíamos, será retransmitida en directo, gratuitamente y para todo el mundo, en Palco Digital del Teatro Real. También se podrá seguir en RTVE.es (coproductora de la producción audiovisual), The Opera Platform (Opera Europa), Shakespeare Lives (British Council) y ARTE Concert (canal ARTE). En los países de América Latina será retransmitida en diferido, el 30 de septiembre, en diferentes centros culturales y artísticos de Chile, Colombia, México y Venezuela.

Habrá un curso monográfico sobre Otello, conferencias, coloquios, cine y conciertos completan las propuestas culturales y artísticas del Teatro Real, en colaboración con otras instituciones, en torno a la obra maestra de Verdi. William Shakespeare (1564-1616) sedujo en varias ocasiones  al compositor con el aporte de los excelentes libretos del músico y poeta Arrigo Boito (1842-1918). Así, en la estela del escritor de Stratford- upon- Avon, dio a luz ya septuagenario, sus dos últimas óperas: Otello y Falstaff.

Durante la rueda de prensa, un entusiasmado director artístico de la sala capitalina, Joan Matabosch, expresó, ante el asombro de algunos presentes (siempre está el espinoso tema de la diferencia racial y social del “moro de Venecia” y la dureza del texto original del bardo inglés, sorprendente, pesimista y violento, en parte conservado por el libretista ): “El amor de Desdémona por Otello se considera arte de magia, sin embargo el amor de Otello por Desdémona se considera como lo más lógico del mundo: Desdémona es tan refinada, tan blanca y tan aristocrática que cualquiera comprende que Otello no pueda menos que amarla. Se aman, pero la diferencia direccional del amor de ambos es innegable. Y es sobre estas diferencias que un personaje resentido y diabólico, el alférez Iago, acabará logrando tejer su venganza contra el general Otello por no haberlo ascendido a capitán, como esperaba.

El conflicto de Otello es interior y tiene un nombre: inseguridad, que es lo que a tantos hombres ha llevado a cometer las mayores atrocidades. Otello nos coloca ante uno de los miedos más inconfesables del ser humano: no sentirse merecedor de lo que más se ama”. Y estas reflexiones no tienen desperdicio.

El libretista Arrigo Boito simplifica el hecho teatral shakesperiano profundizando en la complejidad de los personajes y sus relaciones, mientras que Verdi crea una partitura compacta en la que florecen arias, dúos, recitativos y ariosos, en un continuum donde la tensión permanece arriba, incluso en los pasajes más intimistas y pasionales.

Renato Palumbo, gran experto verdiano es el responsable de la dirección musical y la puesta en escena, del director David Alden. Alden estuvo ausente de la poblada rueda de prensa, a pesar de tener reservada una silla y esta circunstancia premonitoria pareció anunciar el desagrado que en general produjo una puesta en escena gris, sin mucha imaginación, falta de luz a pesar de las referencias a Chipre, la isla griega donde suceden los hechos, bañada por el Mediterráneo.

El movimiento escénico es en su conjunto inadecuado y agotador en lo que atañe a los cantantes y el hecho teatral se ve afectado por un vestuario que recuerda el de los campesinos del Doctor Zhivago de Boris Pasternak.

No se establece el límite y la frontera entre espacio público y espacio íntimo. Detrás de mí una señora comentaba escandalizada: “¿cómo pueden celebrar Otello y Desdémona su noche de bodas en una plaza pública?”

David Alden, el director de escena norteamericano y su proyecto es acompañado pues por una sombría ciudad mediterránea concebida por el escenógrafo Jon Morrell, que acentúa la atmósfera patológica del drama shakespeariano pero escamotea la magia. Le falta sutileza y no engancha. La ópera es voz y despliegue canoro pero también seducción escénica, aquí ausentes.

Renato Palumbo, que en el Real ha dirigido Les Huguenots, Tosca y La Traviata, vuelve ahora con otro título verdiano,  de nuevo con la soprano albanesa Ermonela Jaho, que triunfó con su interpretación de La traviata, en 2014. Palumbo imprime energía, a veces en exceso, porque a pesar de los comentarios de la crítica y público advirtiéndoselo reiteradamente cada vez que viene a Madrid, su batuta se dispara y engulle a los cantantes.

La cobertura que se ha dado en esta ocasión en la prensa del foro y otras al tenor Gregory Kunde, uno de los más reconocidos intérpretes del exigente papel de Otello en la actualidad, ha sido inmensa, pero no se lo veía cómodo enfundado en su traje mitad gabardina, mitad uniforme militar y un trasiego escénico que, lejos de dejarlo cantar tranquilo, lo sometió a un stress añadido con el calor de la sala, como a Iago, otro papel muy exigido y sofisticado. El psicópata nato, cuyo discurso despiadado hace temblar la conciencia de los espectadores.

En ocasiones, Kunde tuvo dificultad con sus registros grave y en los agudos, a veces difíciles de alcanzar con soltura. El Iago de George Petean por momentos estático y falto de enjundia, no estuvo mal pero es mejorable y la Desdémona de Ermonela Jaho, oriunda de Albania, despliega un saber hacer vocal muy digno con una actuación dramática suficiente. Sin embargo, el trío principal podría haberse beneficiado, como el resto del elenco y del montaje, de una química y un carisma mayor por parte del director musical, Renato Palumbo, para comprender y acompañar a sus cantantes.

Por momentos, daba la sensación de que, aunque estaban todos en el mismo barco, cada cual hacía la guerra por su cuenta. Pocos momentos de arrobamiento en el público que mantuvo las distancias y no apoyó el desempeño del director ni por supuesto la puesta, la escenografía ni el vestuario, poco atrayentes.


Compuso un Cassio agradable Alexey Dolgov que inspiraba empatía e interés vocal y dramático. Correctos también y la altura Vicenç Esteve, Fernando Radó, Isaac Galán y Gemma Coma-Albert en su roles de Roderigo, Ludovico, Montano y heraldo y Emilia, respectivamente.

Los Pequeños Cantores de la Comunidad de Madrid, dirigido por Ana González han estado bien en su intervención y el Coro Titular del Teatro Real, preparado, como siempre, por su titular, el argentino Andrés Máspero, excelente.

El triunfador absoluto de la velada, casi como siempre, fue Verdi, porque nadie se puede resistir a su inspiración y talento, incluso si Otello no es de sus óperas más fáciles ni más aptas para atrapar a un público poco entrenado o que acude por primera vez a una función.

De todas formas, una noche de ópera es un regalo, un lujo en los tiempos que corren: porque hay quien no puede acudir por razones económicas u otras, porque el mundo se divide cada vez más en los que ejercen y en los que miran, porque hay guerras de todo tipo aquí y allí matando y hambreando a ingentes poblaciones en el planeta, que se debilita por el maltrato colectivo porque, en fin, este mes de agosto, aunque corto y tórrido, se nos hizo eternos a los que estábamos esperando que reabriera el Real. ¡Claro!


Alicia Perris  

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