viernes, 18 de mayo de 2018

LA OFICINA-FARMACIA DE SANTA MARÍA NOVELLA, EN FLORENCIA, EL REGRESO A LOS COMIENZOS DE LO HUMANO


Cuando entramos a la institución, que lo es, de Santa María Novella, la antigua farmacia, porque también hay una iglesia preciosa aneja, no solo escalamos la sofisticación del bling-bling de la disposición de todos los productos, los colores, la ambientación, de cine, barroca y paradójicamente reservada y austera sin embargo,  nos convertimos en todo lo que nuestros ojos no alcanzan a abarcar y sobre todo a retener en la memoria. Por eso hay que volver a ella cada vez que se visita Florencia. casi hay que regresar a la ciudad de los Medici para serle fiel a la Farmacia de Santa María Novella.


Los envoltorios, los oropeles, los mosaicos del pavimento, lustrosos y añejos, caminados, las maderas del recubrimiento de las paredes, los frescos de la sacristía, pintados en el siglo XIV por Mariotto di Nardo, discípulo del Giotto, la lista del ruido ligero de los papeles de los envoltorios, las bolsas con el logo oscuro elegante y eterno, las pisadas, leves, de los visitantes, que no se atreven a hollar un patrimonio de siglos de cultura, de salud, de bienestar, de lujo, pero también, es curioso, de primitivismo.

Porque, aparte de las habituales referencias literarias y cinematográficas, el perverso Hannibal, que interrumpe la ejecución de las Variaciones Goldberg en el palazzo prestado donde habita el mal, para ir en busca de su jabón de almendras o Eva Green exhibiendo sus aromas en Casino Royale, Florencia y Santa María Novella, conectan con los recovecos más antiguos de nuestro paleocerebro, el que está vinculado a la supervivencia y a la primera percepción del mundo que se le regala a un mamífero, el olor primigenio y fundacional que le permite sobrevivir, disfrutar y encontrar su lugar en la tierra.

La Oficina Farmacéutica de Santa María Novella es una de las más antiguas del mundo. Fundada por los monjes dominicos después de 1221, el año en el que llegaron a Florencia. El establecimiento utilizaba hierbas medicinales cultivadas en sus jardines monásticos, para preparar recetas, medicaciones, bálsamos y pomadas para su enfermería. 
Hacia 1600 la fama y la calidad de sus preparados, hizo que su recorrido llegara más allá de los límites de Florencia y entonces decideiron los religiosos abrirla al público. Efectivamente, el Padre Angiolo Marchissi fue nombrado responsable de la farmacia, que recibió el reconocimiento del Gran Duca y ya hacia 1700, gracias a la excelencia de sus fórmulas al cuidado de los padres farmacéuticos, expandió su prestigio hasta lugares entonces tan recónditos como Rusia, las Indias o incluso China.
En 1866, debido a la confiscación de las propiedades de la iglesia por el estado, la compañía se convirtió en propiedad estatal. Posteriormente, fue cedida a César Augusto Stefani, el sobrino del último director religioso, cuya familia adquirió el nombre, el buen hacer y el patrimonio, para ser, desde aquella época, un negocio paradigmático que tuvo continuidad durante varias generaciones.
La Sala Verde fue utilizada hasta 1700 para servir la especialidad de la farmacia: una mezcla de Alkermes y sirope de chocolate, una bebida muy de moda por entonces. La Oficina cuenta además con una magnífica colección de elegantes vasos de cristal, cerámica y cobre y utensilios de bronce conservados celosamente a través de los avatares históricos.

El Museo ofrece también la oportunidad de consultar textos originales de la biblioteca, guardados en la sacristía, un tesoro de volúmenes especializados. El jardín es un lugar de reflexión y quietud, un verdadero oasis que parece no haber sido ocupado durante siglos.
Como Santa María Novella no solo respeta su glorioso pasado, sino que también mira hacia el porvenir, la compañía ha establecido tiendas en Francia, España, Suiza y Gran Bretaña en Europa y además en Estados Unidos, Japón y Taiwan.
Con Eugenio Alphandery al mando, la Casa perpetúa y renueva sus antiguas tradiciones en la preparación y conservación de recetas y cuidados fundamentados a partir del uso y cultivo de las hierbas, basando todos sus preparados en estos productos básicos y naturales, cultivados en las colinas que rodean la ciudad de Florencia. Como su famosísimo pot-pourri, por ejemplo.

Cada producto de Santa María Novella cuenta una historia, como la incomparable Agua de la Reina, a base de bergamota, ideado para Catalina de Medici, soberana de Francia y esposa de Henri II. Ella la hizo famosa y la convirtió en un “must” en la corte francesa o el perfume producido por Paolo Feminis, que partió para Colonia en Alemania en 1725, dándole el apelativo Agua de Colonia, en honor de la ciudad en que vivía su creador.


La Farmacia produce también muchos otros preparados antiguos como el Licor Mediceo, el Elixir de China, el Agua de Santa María Novella y esencias y extractos que incluyen desde los más dulces aromas de iris, rosas y gardenias, hasta las más astringentes aceites de verbena y vetiver o la deliciosa Agua de Sicilia. Hay también polvos, cremas, tónicos, tisanas, leches limpiadoras, shampús y acondicionadores, emplastos, decocciones y chocolates, pociones de todo tipo, para transportarse en el tiempo.
Toda una serie de líneas de belleza para confortar hasta las almas y los temperamentos más desdichados. Se preparan también delicadas sugerencias y fragancias para los pequeños, niños y niñas. Y atendidos por un ejército de entregados vendedores y vendedoras, siempre dispuestos a aconsejar, relatar historias o acompañar al visitante para tomar un té en el reciente espacio dedicado a facilitar un break reconstituyente.


Santa María Novella va mucho más allá de lo que soñaron cineastas actuales y escritores de toda la vida. Es una experiencia casi de santidad y religiosa. Una forma de estar en el mundo. Posible, al alcance de la mano. Porque la imaginación y los sueños no tiene precios, pero sí un valor enorme. Es posible que hasta el propio Dante, encontrara entre sus baldas generosas, algún ungüento o brebaje, que le ayudara a soportar la imprevista desaparición de su amada Beatriz.



Los pelegrinos que se acercan al 16 de Via de La Scala, buscando el olvido despreocupado de la vida cotidiana y la excelencia, confían ya no solo en apaciguar sus mentes, sino también en regodearse con el cuidado de sus cuerpos que le ofrece la Ufficina. Es una etapa que no se puede perder de vista cuando se visita la ciudad de Los Uffizzi con el Palazzo Vecchio, la Piazza della Signoria, el Studiolo, el café en Rivoire o se llega hasta Oltrarno en bicicleta para un maravilloso Aperol Spritz de mediodía.
Como escribieron Dante Alighieri o filmó Paolo Sorrentino: "È l´amore che muove il sole e le altre stelle"...y también, Santa María Novella, será siempre la imagen de "la grande Bellezza". ("Es el amor el que mueve el sol y el resto de las estrellas"...y Santa María Novella,... "la gran Belleza".


https://www.smnovella.com

Alicia Perris

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