viernes, 24 de mayo de 2019


EL RECITAL POLACO DE IWONA SOBOTKA EN EL TEATRO REAL DE MADRID SE HERMANA CON MÚSICA HISPANOAMERICA

Teatro Real – Sala Gayarre, 20 horas.
Con motivo del bicentenario del nacimiento del compositor polaco Stanisław Moniuszko, el Teatro Wielki – Opera Narodowa (Teatro y Ópera Nacional Polaca), el Teatro Real, y el Instituto Polaco de Cultura en Madrid, organizaron una velada con la soprano Iwona Sobotka, acompañada del pianista Ángel Cabrera.


Programa

1. Moniuszko .  Pieśń wieczorna (Canto vespertino)
2. Chopin .  Życzenie (El deseo de una doncella)
3. Nowowiejski .  Księżyc osrebrza brzozy (La luna platea los abedules)
4. Moniuszko .  Prząśniczka (Hilandera)
5. Karłowicz .  Idzie na pola (Camino del campo)
6. Moniuszko .  Wiosna (Primavera)
7. Karłowicz .  Pamiętam ciche jasne (Recuerdo los silenciosos y claros…)
8. Moniuszko .  Złota rybka (Pez dorado)
9. Różycki . Rajski ptak (Ave del paraíso)
10.Chopin .  Ślicznyż chłopiec (¡Qué joven tan hermoso!)
11.Karłowicz .  Zerotyków (Fragmentos de poemas eróticos)
12.Perkowski .  Szu szu
13.Perkowski .  Spójrz, już kwitną astry (Mira que ya florecen los asteres…)
14.Guastavino .  Pampamapa
15.Guastavino .  La rosa y el sauce
16.Montsalvatge .  Cuna
17.Montsalvatge .  Canto negro


El concierto de referencia, se dedica en buena parte a Stanisław Moniuszko (Ubiel, Zarato de Polonia, 5 de mayo de 1819-Varsovia, 4 de junio de 1872), del que se cumplen dos centenarios del nacimiento como se explica arriba, un compositor polaco reconocido fuera y dentro de su país. Estudió en Berlín y fue  influido por las teorías del nacionalismo musical. Se lo considera el creador de la ópera polaca, con Halka (1848), que se estrenó en Varsovia en 1858. Otras óperas suyas son Flis (El barquero, 1858), Hrabina (La condesa, 1862), y Straszny Dwór (La casa embrujada, 1865). También escribió música religiosa y música de cámara.

Junto a sus partituras, exquisitamente enhebradas por la soprano Iwona Sobotka, no podían faltar las inclusiones de obras de Fryderyk Chopin, siempre con su marca identitaria e intimista, llena de seducción. Unas piezas dulces, arromanzadas, algún vals, aquí y allá, el ímpetu amoroso y sensual, para soñar y relajarse en los días anteriores a las nuevas elecciones en España y Europa, que están caldeando los ánimos de los ciudadanos del viejo continente.
La música, una vez más, terapia, bálsamo y un consuelo, un pulmón suplementario para poder respirar.

Iwona Sobotka es una cantante polaca de ópera, ganadora del primer premio del Concurso Internacional de Canto Reina Elisabeta de Bruselas. Nació el 19 de octubre de 1981 (edad 37 años), en Mlawa, Polonia y estudió en Varsovia y en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid, bajo la tutela de Tom Krause.

Desde su debut en la Ópera Nacional de París, ha interpretado los papeles, entre otros, de Violetta, Tatiana (Eugene Oneguin), Pamina, Mimi, Donna Anna, Julieta o Micaela.
Ha colaborado con orquestas del fuste de la Berliner Philarmoniker, la London Symphony  Orchestra, la Wiener Symphoniker, con directores con Simón Rattle, que acaba de visitar el Teatro Colón de Buenos Aires para deleite de todos los melómanos, Marco Armiliato o Massimo Zanetti, por ejemplo. Su voz, impecable y versátil, ha sido calificada por la crítica de “una gran expresividad dramática y poética”.

Entre sus álbumes se cuentan Dariusz Przybylski: Songs & Piano Works.
Sus compañías discográficas habituales son: Polskie Radio, BeArTon, EMI Classics, y entre sus Canciones podemos citar Dumka, Chopin Polish Songs · 2014 o Czary.
Iwona se presentó en el Teatro Real con un elegante traje negro de noche, con generoso escote y un chal rosa viejo que le prestaba- si cabe- aún más distinción y elegancia y conquistó desde la primera obra, una de Moniuszko, Canto vespertino.

Abundan en el repertorio polaco escogido canciones de la naturaleza y el campo, la introspección amorosa y se incluyen además dos autores con composiciones muy escuchadas en español: del compositor argentino Carlos Guastavino, Pampamapa y La rosa y el sauce, melancólicas y sentidas, que vibraron en su garganta con la calidez de una intérprete de Argentina, con una dicción más que adecuada, sobre todo viniendo de alguien que habla habitualmente una lengua de Europa central como el polaco.

Y las muy suaves y evocadoras dos nanas de Xavier Montsalvatge, compositor español, Cuna y Canto negro, que completó después de una prestación sin descansos ni ayudas exclusivamente pianísticas a las que suelen recurrir para descansar durante el concierto otros cantantes conocidos, con tres propinas, una de Manuel de Falla y otra también en español y un blues en inglés. Fue muy aplaudida y es de esperar que se la pueda volver a disfrutar en alguna otra velada en la capital española, en el Real u otra de las instituciones musicales habituales.


Si la propuesta se cerró con éxito, también se debió a la labor del pianista acompañante, Ángel Cabrera, con una técnica y sonido relajado y algodonoso ideal para estas obras, que no solo la siguió, sino que por momentos pareció guiarla con la mirada en las composiciones de autores en lengua española. De Cabrera, multi laureado y considerado “uno de los mejores pianistas de su generación”, alguien experto escribió:

 “...Su música es profunda y expresa toda la paleta de los sentimientos... El espectador admira su fuerte presencia sobre la escena y su elevado talento de artista en continua evolución. Ángel Cabrera, mejor que nadie, sabe comunicar este espíritu poderoso y creativo, con una visión artística envuelta en candor y esperanza.”

Iwona Sobotka y Ángel Cabrera formaron en esta ocasión un dúo delicioso, sentido, bien compenetrado, con una complicidad meridiana que los llevó a los mejores resultados de comunicación expresiva con el público. Entre los presentes, dado que la convocatoria provenía también del Instituto Polaco de Cultura de Madrid, la Embajadora Sra. Marzenna Adamczyk, que desde su llegada a la capital de España ha sabido imprimir un ritmo y una pasión anteriormente desconocidas a las relaciones hispano-polacas, resaltando además, la importancia evidente de la continuidad del proyecto europeo para todos los países que conforman la UE. Por cierto, esta misma semana se festejó la Fiesta Nacional Polaca, que se desarrolló con diversos actos en la Embajada de Polonia en Madrid.

Lejos de la contención habitual en los representantes diplomáticos que se difuminan detrás de las puertas de las legaciones, su presencia solvente y simpática, abierta, y su actitud ante el trabajo, la relación entre los pueblos y la vida, han sido y siguen siendo de una enorme inspiración para todos.

Alicia Perris

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