domingo, 26 de julio de 2020

EL TEATRO REAL DE MADRID, CONSIGUIÓ EL MILAGRO: REABRIÓ SUS PUERTAS PARA UNA TRAVIATA EXCEPCIONAL CONFRONTADA CON LA PANDEMIA

Música de Giuseppe Verdi (1813-1901) Ópera en tres actos. Se presentará en versión de concierto semiescenificada. Libreto de Francesco Maria Piave, basado en la novela y obra de teatro La Dame aux camélias (1848 y 1852), de Alejandro Dumas hijo. Sábado 25 de julio de 2020
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

Equipo artístico
Director musical: Nicola Luisotti
Responsable del concepto escénico: Leo Castaldi
Iluminador: Carlos Torrijos
Director del coro: Andrés Máspero

Reparto
Violetta Valéry: Lisette Oropesa
Flora Bervoix: Sandra Ferrández
Annina: Marifé Nogales
Alfredo Germont: Ivan Magrì
Giorgio Germont: Nicola Alaimo
Gastone, vizconde de Létonières: Albert Casals
El barón Douphol: Isaac Galán
El marqués de Obigny: Tomeu Bibiloni
El doctor Grenvil: Stefano Palatchi
Giuseppe, criado de Violetta: Emmanuel Faraldo
Un mensajero: Elier Muñoz
Un criado de Flora | Carlos García

La Traviata, de Giuseppe Verdi, estaba prevista en la presente temporada ─con la célebre producción del Festival de Salzburgo dirigida por Willy Decker─ en dos períodos: del 9 a 24 de mayo (10 funciones) y del 7 al 19 de julio (9 funciones).

Debido al estado de alarma decretado por el Gobierno de España, las representaciones de mayo no han podido realizarse. Se recolocaron los espectadores de las funciones de julio afectados por la restricción del acceso y los que no pudieron disfrutar en su momento por el confinamiento, por lo que el aforo en principio se plantea con 869 localidades, en cumplimiento de la normativa de seguridad sanitaria. Se ofrecen así,  27 funciones de la ópera, entre los días 1 y 29 de julio, con aforo limitado y un complejo y minucioso protocolo de seguridad sanitaria. Cuatro distintos repartos (con cinco Violetas) interpretarán los tres papeles protagonistas, secundados por los demás solistas y acompañados por el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.


Nicola Luisotti, gran experto verdiano y director musical invitado del Teatro Real, dirige 21 funciones, también la que nos ocupa en esta reseña. El maestro Luisotti ha cambiado muchísimo el compromiso musical y emocional con el coliseo madrileño, comenzando con una trayectoria más discreta, canónica, hasta el instante actual, muy largo, en el que le ha tocado revivir esta producción verdiana, con no pocas ataduras de tipo sanitario- social, a pesar de lo cual ha conseguido una Traviata digna, emocionante y pasional, logrando lo mejor de todos aquellos que participaron en este arriesgado proyecto, gestores, artesanos, asistentes de sala, técnicos, prensa y por supuesto, artistas. Sus palabras de aliento y fuerza, quedarán para el recuerdo.

Desde mi magnífico palco, donde se me colocó en esta ocasión, distinción que agradezco sobremanera, también en nombre del medio al que represento como relatora, se podía disfrutar con holgura y fruición de su relación con la orquesta, el coro y los solistas, en esa franja íntima y personal que teje el director musical con todos sus allegados en esta empresa oceánica, el desarrollo de una ópera.

 Leo Castaldi -asistente de Willy Decker en la producción de La traviata que estaba inicialmente prevista- es el responsable del concepto escénico de la ópera, en versión de concierto semiescenificada, con elementos de utilería, sastrería y caracterización del Teatro Real. A pesar de los prejuicios apriorísticos y del distanciamiento obligado de los cantantes y el coro y una orquesta que toca con mascarilla, salvo los músicos de los instrumentos de viento, hay magia y esa ilusión que nos transporta lejos de una realidad cotidiana que, hoy por hoy, en España y el mundo, amenaza por la enfermedad, con la incertidumbre y la duda. En torno a La traviata se organizaron actividades paralelas en colaboración con la Fundación SGAE, Museo del Romanticismo y Museo Lázaro Galdiano.

Para que los músicos tuvieran jornadas de descanso entre las 27 funciones, la Orquesta Titular del Teatro Real se desdobla en dos tocando cada formación por períodos de 3 días consecutivos.

El Coro Titular del Teatro Real, dirigido con maestría habitual por Andrés Máspero, con 51 cantantes, interpreta la ópera sobre tarimas, lo que permite la optimización del sonido, pese a la distancia de seguridad de 2 m. entre sus miembros. La Orquesta Titular del Teatro Real con el maestro Luisotti al mando,  estuvo también correcta, con momentos más logrados que otros, sobre todo a partir del acto primero, luego del preludio, cuando consiguió empastar y una mejor coherencia sonora.


Tras su extraordinario éxito como Lucia en Lucia di Lammermoor de Donizetti, en la temporada 2017-2018, la soprano estadounidense de origen cubano Lisette Oropesa (bellísimo el “Dite alla giovine”) consigue detener el aliento del público, con su emotividad, sus cualidades de lírico ligera, en los famosos pasajes, que la hacen la protagonista y auténtica prima donna de esta obra. Destaca por supuesto, en el Brindis, con el Alfredo de Iván Magrí, cálido, enamorado, con un instrumento de tenor amplio y una escenificación de joven alocado y entregado, que transmite toda la italianità de la creación verdiana. 
Nacido en Sicilia, tierra caliente de voces y artistas, la Magna Grecia, que también vio nacer al Germont que los acompaña, Nicola Alaimo, de adecuada prestación, contención y grandeza, como exige su rol autoritario y paternal ( “Di Provenza…” o “Piangi o misera”).
El barítono sin embargo, aquí tiene un rol poco agraciado. Representa los intereses de la familia, institución enfermiza en ocasiones y también los de la horda primigenia ahora organizada en una sociedad bienpensante como la de mitad del siglo XIX, durante el cual, el protagonismo de la mujer había perdido todos los atributos entrevistos durante el lapso entre la revolución Francesa de 1789, el Directorio y la época del imperio Napoléonico. La mujer vuelve pues a ser objeto de compra y venta y se las divide, como al ganado, en buenas y malas  para el hogar y la procreación o decentes y dudosas, aptas o no para resolver los papeles que un grupo en ascenso, la burguesía, organiza en torno al dinero, la herencia y la propiedad privada y una doble moral muy conocida y desde luego, alentada por unos y por otros.

Violetta queda así, en tierra de nadie, no en “el desierto de París”, sino, más grave aún, sin el respaldo que la tribu otorga a sus miembros diligentes y sumisos. Oropesa encarna de maravilla, esos sentimientos de indefensión y de humillación grupal, pero consigue de verdad la redención, no con la aceptación de abandonar a Alfredo, por las razones morales y familiares que esgrime su padre, sino porque, sobre cualquier otro tipo de violencia y condicionamiento social, seguirá siendo “Sempre libera”.

El trío protagonista convence, encandila por momentos y nos transporta a un mundo más onírico que el de la distancia prudencial contra los contagios: recuperamos el instinto de soñar y la fantasía de la música, de las voces y como Traviata, volvemos no a una “normalidad dudosa y nueva” sino a la fuente de cualquier ser humano, aunque sea en el deseo, la Libertad.

Entregados también el equipo de acompañantes españoles de los protagonistas, Albert Casals como Gastón, Isaac Galán como el barón Duphol, Tomeu Bibiloni en el marqués de Obigny, Stefano Palatchi en el doctor Grenvil, el criado Giuseppe que compone el ítalo-argentino Emmanuel Faraldo, el mensajero de Elier Muñoz y el criado de Flora, Carlos García. Sin su apoyo y su dedicación, esta ópera hubiera quedado incompleta. Como siempre relumbrando en la discreción, con extrema elegancia vocal y espacial, Sandra Fernández como Flora y Marifé Nogales como Annina.

El Teatro Real, Ignacio García-Belenguer (Director Gerente), Joan Matabosch (Responsable artístico) y su inmenso y generoso territorio humano, nos han regalado muy especialmente esta vez, algo que no tiene precio: la ilusión, la esperanza, la idea de que intentando lo difícil, se puede llegar a conseguir lo imposible (¡Me ha salido un poco Mayo del 68!). Mille grazie a tutti! Nos reencontramos en Septiembre.

Alicia Perris

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