miércoles, 30 de septiembre de 2020

28/8/2020: EL UNIVERSO DE LEE FRIEDLANDER LLEGA A MADRID EN FUNDACIÓN MAPFRE



Albuquerque, New Mexico, 1972

[Albuquerque, Nuevo México, 1972]

Imagen de plata en gelatina

28 x 35,5 cm

Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco

© Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco

La Fundación MAPFRE acaba de presenta, en Madrid, la exposición Lee Friedlander

Se trata de un completo recorrido por la trayectoria del fotógrafo norteamericano , que, tras más de sesenta años fotografiando a diario, continúa en activo en la actualidad. La muestra puede visitarse desde el 1 de octubre hasta el 10 de enero de 2021 en la Sala Recoletos de la institución.

No se trató de una rueda de prensa en el bonito salón de actos de la calle Recoletos, como solían, sino que los periodistas fuimos llegando escalonadamente y por separado, para apreciar la muestra en tiempos de pandemia.

Así, hubo declaraciones de responsables exclusivamente para medios destacados con firmas conocidas, aunque no siempre plumas de excelencia. Se pudo en cambio disfrutar de las fotografías casi en solitario, presencialmente, mientras alguna cámara grababa algún rincón o algún gráfico "robaba" una instantánea a la periodista de esta reseña, haciendo fotos a su vez al fotógrafo norteamericano .

De esta forma, sí se pudieron apreciar las obras en sala, pero parte del disfrute hay que realizarlo, más que otras veces, en casa, con el precioso catálogo compuesto para esta exposición. Para otros tiempos, otras formas, hay que adaptarse y buscar la manera de seguir enriqueciéndose e informando, de una manera diferente.

Alicia Perris

Información de Mapfre

La Fundación MAPFRE ha presentado hoy, 29 de septiembre, en Madrid, la exposición Lee Friedlander, un completo recorrido por la trayectoria del fotógrafo norteamericano que, tras más de sesenta años fotografiando a diario, continúa en activo en la actualidad. La muestra puede visitarse desde el 1 de octubre hasta el 10 de enero de 2021 en la Sala Recoletos.

En su obra, Friedlander (Aberdeen, Washington, 1934), contrarresta los ideales de la práctica moderna mirando hacia la cultura popular en busca de inspiración, de forma parecida a como lo hacía el arte pop, rompiendo así los medios de representación tradicionales. Para ello incorpora un repertorio banal, crea argumentos visuales confusos y sacude al espectador con un sentido de la ironía derivado de yuxtaposiciones de objetos e ideas aparentemente inconexas que contrasta con la seriedad de los antiguos profesionales.

LA EXPOSICIÓN

La exposición propone un completo recorrido cronológico por su extensa obra, destacando algunos de sus proyectos más significativos, como American Monuments. Además, se muestran algunas de sus publicaciones más significativas y materiales de carácter documental que dan a conocer la compleja obra de uno de los fotógrafos más influyentes de nuestro tiempo.

Años sesenta

Durante los años sesenta, los trabajos por encargo obligan a Friedlander a viajar por todo el país, lo que redunda en su trabajo más artístico. Realiza numerosos retratos de músicos de jazz por encargo de Marvin Israel, director de la discográfica Atlantic Records, las únicas muestras de fotografías a color que encontramos a lo largo de toda su trayectoria, así como otros proyectos más personales. Es el caso de The Little Screens. Un conjunto que pertenece (exceptuando una de ellas) a las Colecciones Fundación MAPFRE y en el que aparecen elementos que serán recurrentes a lo largo de su trabajo como es la unión de objetos dispares que en su asociación generan ironía y humor.

De esta época son también sus primeros viajes por Europa. Por primera vez se exponen una selección de once fotografías realizadas en España en 1964.

Años setenta y ochenta

Durante los años setenta Lee Friedlander depura su lenguaje y las yuxtaposiciones de las anteriores fotografías disminuyen, en una organización del espacio que resulta menos caótica:  Albuquerque, Nuevo México, 1972, es un buen ejemplo, pues en esta imagen todos los objetos se contemplan con la misma nitidez.

Una de las características relevantes de la obra del artista, es la subversión de las reglas de la fotografía, un aspecto se hace especialmente evidente en The American Monument, 1976, uno de sus proyectos más conocidos, pero también en los desnudos y autorretratos, así como en las fotografías familiares. Estas últimas, a las que Friedlander otorga un especial cuidado y atención, son imágenes que aparentemente podrían haber sido tomadas por cualquiera de nosotros, pero muestran el mayor cariño y respeto, lo que no quiere decir sentimentalismo. Maria, Las Vegas, Nevada, 1970, es una de las imágenes más conocidas de su esposa, con la que convive desde hace más de sesenta años.

Años noventa

A principios de la década de mil novecientos noventa, el artista cambia su cámara de pequeño formato por una Hasselblad cuando se interesa por fotografiar el paisaje americano, lo que le permite seguir trabajando en los temas que le interesan, pero con mayor amplitud de campo. Gracias al nuevo formato es capaz de abarcar espacios más grandes y los motivos parecen ganar entidad y cuerpo.


De este período son también distintos proyectos que realiza por encargo, como Factory valleys, 1982, en el que documenta la zona industrial del valle del río Ohio, pero centrado en este caso, en los trabajadores en el momento de realizar su labor. De similares características es la serie de Omaha, Nebraska, 1995; en este caso fotografías de gran formato centradas en las cabezas de los teleoperadores protagonistas de las composiciones.

Años dos mil y dos mil diez

La nueva dimensión del espacio que ofrece la cámara Hasselblad hace que la cercanía del fotógrafo con los motivos que representa y de estos con el espectador sea cada vez más evidente. Así ocurre en las imágenes que conforman el libro America by Car, publicado en 2010. Un trabajo de dos años de duración en el que recorre cincuenta estados del país en coches alquilados. El resultado son fotografías que incluyen sombras, volantes, salpicaderos o retrovisores entre los que se cuelan puentes, monumentos, iglesias, moteles o bares llevando al extremo la complejidad de las composiciones a partir de una técnica en realidad muy sencilla: el marco –del parabrisas o de la ventanilla- dentro del marco –de la cámara de fotos-.

Para la serie Maneqquin, de 2012, Friedlander rescata su Leica de 35mm. En esta ocasión vuelve a las ciudades de Nueva York y Los Ángeles y juega una vez más con los reflejos de los edificios y de los viandantes en los escaparates. En el interior de estos, uno o varios maniquís se exhiben en distintas poses, casi como si fueran modelos de carne y hueso. A pesar del tema escogido, no hay que considerar estas imágenes as una crítica explícita al consumismo, tampoco una copia de fotografías anteriores, sino una reflexión sobre su obra, algo que, por otra parte, Friedlander hace constantemente, para que el espectador también reflexione con él.

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