domingo, 20 de noviembre de 2022

ESTRENO EN EL AUDITORIO NACIONAL, CON LA ORQUESTA NACIONAL: “PROFONDISSIMA QUIETE” DE MARÍA EUGENIA LUC Y BERTRAND CHAMAYOU AL PIANO

AUDITORIO NACIONAL DE ESPAÑA, MADRID. SÁBADO 19 DE NOVIEMBRE, 2022

PRIMERA PARTE

María Eugenia Luc (1958)

Profondissima quiete* [12’]* Estreno absoluto. Obra encargo de la Orquesta y Coro Nacionales de España

Camille Saint-Saëns (1835-1921)

Concierto para piano y orquesta núm. 5 en Fa mayor, op. 103, «Egipcio» [29’]

I. Allegro animato

II. Andante

III. Molto allegro

SEGUNDA PARTE

Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908)

Scheherazade, op. 35 [45’]

I. El mar y el barco de Simbad

II. La leyenda del príncipe Kalendar

III. El joven príncipe y la joven princesa

IV. Festival en Bagdad. El mar. El barco se estrella contra un acantilado coronado por un guerrero de bronce

ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA.

DIRECTOR, JAIME MARTÍN

PIANO, BERTRFAND CHAMAYOU

El repertorio elegido esta vez en el Ciclo Sinfónico de la Orquesta Nacional de España (07) se abre con un estreno, la partitura “Profondissima quiete”, escogida dentro del corpus de Giacomo Leopardi, uno de los escritores más leídos de la literatura italiana, que, a partir de la noción de paisaje (que recorre toda la velada en un  alarde lo que podríamos considerar casi “música programática”), va tejiendo una tela que irradia con dulzura, penetrando en su totalidad el espacio sonoro. Entre lo bucólico, la ensoñación y el recorrido personal e íntimo de nostalgias, memoria y vivencias. 

Viaje apasionante aunque no apasionado, también descriptivo, repleto de evanescencias y espejeos melódicos, colorista en la discreción de un discurrir que sin embargo, en lo psicológico, se recoge y se mantiene dentro. Reservado, modesto y contenido, como la propia compositora, María Eugenia Luc (1958), de origen ítalo-argentino y residente en Euskadi. Este trabajo original y cuidado fue muy bien recibido por la audiencia que aplaudió a la artista presente en la sala y la saludó en varios encuentros en el entreacto.

En lo que se refiere al Concierto Egipcio, que clausura la primera parte de la velada, Saint-Saëns lo escribió en Luxor, ya que el compositor francés era un viajero incansable y trashumante, pasajero sobre todo de los territorios del sur (la Sudamérica de Brasil o Argentina y los países europeos como España, Italia y Portugal, extendiendo su periplo homérico de descubrimiento y evasión hasta Egipto). Algunos creadores y este es el caso de referencia, se encuentran más cómodos en el constante deambular, que en la pertenencia que los fija a sistemas sociales, políticos o morales que no siempre les permiten la fluidez de emociones y comportamientos.

Desde el punto de vista de la dificultad de la ejecución para el pianista y de la técnica de la composición, el virtuosismo y la exigencia resultan evidentes desde los primeros compases, así con un “élan” orientalizante que muy a menudo resuena más reconocible como hispanizante que como oriental (o en esa nube difusa con que los franceses y otros europeos dibujaban el exotismo ajeno a sus tradiciones musicales y otras, una diversidad que se abría paso con rapidez al atravesar sus fronteras y abandonar las geografías patrias, matrias y reconocibles).

La interpretación que Betrand Chamayou realizó de esta obra fue electrizante, cercana (sin exagerar) a la perfección: la claridad y la limpieza de su técnica, la posición, la relajación constante pero atenta del propio cuerpo lo convierten en un intérprete de excepción. Vínculo relacional claro con otros grandes de su país como los hermanos Capuçon, Renaud y Gautier o Philippe Jaroussky, entre una pléyade de portentos, su capacidad de transmitir, los trinos, los mordentes y picados, los smorzando, cómo scherza, matiza, imprime una tersura al teclado con un uso sabio del pedal que no ensucia ni se utiliza como coartada para redondear la poca eficacia pianística, sino que acompaña y subraya muy bien los volúmenes y los planos sonoros.

Y así se funde con una orquesta seducida y entregada, que, al frente de Jaime Marín, que dio un ejemplo de empatía artística, cuidando a cada instrumentista de las secciones, al concertino y sus exigencias en los difíciles fragmentos posteriores de todo Rimsky. Con una comunicación sorprendente e inefable con Chamayou, que por momentos era el co-director de la formación interpelando y siendo cómplice de los instrumentistas de las cuerdas y a continuación, la estrella absoluta de esos pasajes vibrantes, envolventes y fulgurantes. Todo un paradigma.

Chamayou fue muy aplaudido, vestido con zapatos acordonados y un traje sobrio gris marengo con camisa blanca abierta por el primer botón, regaló como “encore” “La fille aux cheveux de lins” (La niña de los cabellos de lino”), que anunció él mismo, un preludio de Claude Debussy, pulcrísimo también y conceptual. Fácil de tocar pero no de interpretar.

Probablemente sea Sheherezade una de las producciones más escuchadas dentro del gran desempeño de las orquestas en el sinfonismo ruso que siempre fascina y encanta a Occidente, del que ya se han comentado evocaciones en otras reseñas, por lo que sería fútil abundar de nuevo en la literatura del antiguo imperio de los zares, abruptamente clausurado en Ekaterimburgo.

Hablamos de la potente  tradición musical de un pueblo que desborda todos los límites, a veces de una forma extraordinariamente creativa y otras, como en el doloroso presente, avasallando, destruyendo y sembrando la destrucción y la pérdida de consensos morales internacionales que creíamos afianzados en el continente europeo después de las dos guerras mundiales. Y todo se empaña y se revisa, pero quedan la capacidad de crear y compartir y su belleza.

Como es aconsejable cuando vamos a una audición, hay que salvar lo más luminoso y solar de un pueblo y su talento. Así, la temática de Sherezade nos retrotrae a la época en que fuimos felices (¿de niños, de adolescentes?), en esos momentos históricos y personales que la propia trayectoria y la H(h)istoria de cada uno, nos dejó como respiro.

Se trata de un cuento delicioso, plácido, activador de las pasiones sin embargo: un universo de navíos, singladuras, espadas curvas, capitanes, ladrones, piratas y princesas. Lugares lejanos no reales, más fantaseados que por descubrir, solo para la imaginación y la fábula. Y las películas (¿colo9readas?) de Douglas Fairbanks Jr. Y Maureen O´Hara.

De eso habla Rimsky, maravillosamente traducido por las huestes de la Orquesta Nacional de España y su director en esta ocasión, con un gesto, disponibilidad y actitud generosos a la vez hacia la obra, los músicos y el propio público que lo aplaude, lo reconoce y los jalea. Marín posee además, una percepción innata en el descubrimiento del lenguaje musical y la capacidad difícil de encontrar en estos tiempos, de transmitirlo con gozo.

Con algún agobio el concertino , Miguel Colom Cuesta, muy en su papel y eficaz siempre, solo perceptible desde las primeras filas de la sala, consciente de la responsabilidad de mantener la calidad de su instrumento, con una melodía serpenteante y reiterativa que se enrosca sobre sí misma, se diluye y se agiganta. Como en la prosa envolvente y circular del “Makbara” en Marrakech de Juan Goytisolo, plasmado en la profusión sonora de las maderas, los metales, la percusión y las  cuerdas. En realidad la referencia es el actual Uzbequistán, provincia del mítico y colonial imperio ruso aparentemente desaparecido pero con una zona de influencia y apetencias actuales anchas, muy anchas. 

Sugerente y particular el Programa de mano en la comprensión y la sensibilidad de su autora, Teresa Cascudo. Y por supuesto, importante labor de “micro” solistas como la flauta, fagot, trompetas, cellos y un empaste orquestal contundente, de grandísimo espectro y realmente hermoso. Una velada lujosa para soñar y evadirse un poco, mucho…” Fue un “¡a toda orquesta!”

Alicia Perris

Fotos de Julio Serrano

CHAMAYOU PLAYS SAINT-SAËNS: PIANO CONCERTO NO. 5 IN F MAJOR, OP. 103, "EGYPTIAN"

Live at the Teatro Colón in Buenos Aires, Bertrand Chamayou performs Saint-Saëns's Piano Concerto No. 5 ("The Egyptian") with the Orchestre national du Capitole de Toulouse and conductor Tugan Sokhiev.



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