XXXI CICLO DE LIED. Varios autores. Sabine Devieilhe soprano. Mathieu Pordoy piano * Centro Nacional de Difusión Musical. Recital 01 | Teatro de la Zarzuela | lunes 11/11/24 19:30h. * Primera vez en el Ciclo del lied.
PROGRAMA
PRIMERA PARTE
FRANZ LISZT (1811-1886), Die Loreley, S 273 (1856)
Ciclo de nanas
JOSEF HADAR (1926-2006), Erev shel shoshanim (1957)
ANÓNIMO, Le petit chat triste
FRANZ SCHUBERT (1797-1828), Du bist die Ruh, D 776
(1823)
ANÓNIMO, Berceuse cosaque
F. SCHUBERT, Nacht und Träume, D 827 (1823)
F. LISZT, En rêve: Nocturne, S 207 (1885). (Piano
solo)
RICHARD STRAUSS (1894-1949), Meinem Kinde, op. 37,
n.º 3 (1897-1898)
Die Nacht, op. 10, n.º 3 (1885)
F. LISZT, Oh! Quand je dors, S 282 (1849)
EDVARD GRIEG (1843-1907), Ein Traum, op. 48, n.º 6
(1884)
R. STRAUSS, Kornblumen (Mädchenblumen, op. 22, n.º 1,
1888)
LILI BOULANGER (1893-1918), Elle était descendue au
bas de la prairie (Clairières dans le ciel, n.º 1, 1913-1914), Elle est
gravement gaie (Clairières dans le ciel, n.º 2, 1913-1914)
R. STRAUSS, Mohnblumen (Mädchenblumen, op. 22, n.º 2,
1888)
L. BOULANGER, Un poète disait (Clairières dans le
ciel, n.º 4, 1913-1914)
R. STRAUSS, Epheu (Mädchenblumen, op. 22, n.º 3,
1888)
CÉCILE CHAMINADE (1857-1944), Ma première lettre
(1893)
GERMAINE TAILLEFERRE (1892-1983), Non, la fidélité...
(Six chansons françaises, n.º 1, 1929). Mon mari m’a diffamée (Six chansons
françaises, n.º 3, 1929)
Les trois présents (Six chansons françaises, n.º 6, 1929)
FRANCIS POULENC (1899-1963), Improvisation n.º 15 en
do menor ‘Hommage à Édith Piaf’, FP 176 (1959). (Piano solo)
DARIUS MILHAUD (1892-1974), Tay toy, babillarde
arondelle, (Chansons de Ronsard, op. 223, n.º 3, 1940)
MARGUERITE MONNOT (1903-1961), Hymne à l’amour (1949)
El Centro Nacional de Difusión
Musical (CNDM) y el Teatro de la Zarzuela inauguran su XXXI Ciclo
de Lied de esta temporada con el recital de la soprano Sabine Devieilhe
y el pianista Mathieu Pordoy, que debuta en esta programación. En esta
ocasión, ambos artistas ofrecieron un repertorio repleto de piezas emblemáticas
del género de la canción, que incluyó lieder de Franz Schubert y Richard
Strauss, junto a mélodies de destacadas compositoras como Lili Boulanger,
francesa y primera mujer en ganar el prestigioso Premio de Roma, Cécile
Chaminade, o Marguerite Monnot, entre otras.
Dirigiéndose al público en dos
ocasiones, la cantante agradeció en español, leyendo todo muy bien con un
cuadernito de niña pequeña,” estar en el Teatro de La Zarzuela” y en la segunda
parte, recordó que ha rescatado canciones de compositoras mujeres de
infrecuente escucha en las salas de concierto.
Sabine Devieilhe
(Calvados, Francia, 1985) es una de las sopranos ligeras y de coloratura más
aclamadas del panorama internacional, para algunos la heredera natural de
Nathalie Dessay. Habitual en las programaciones de los principales teatros de
ópera del mundo, como la Ópera Nacional de París, la Opernhaus Zürich, la Ópera
Estatal de Viena o La Scala de Milán. Junto a Mathieu Pordoy, destacado
pianista que colabora habitualmente con Devieilhe, presenta en este concierto
un programa que hará un recorrido romántico desde los paisajes austrohúngaros
hasta el corazón de Francia.
El recital comenzó con Die Loreley de Franz Liszt, con el que el público del Teatro de la Zarzuela se sumergió en la evocadora e hipnótica música del Romanticismo, como dicen las notas al programa, “en la esencia trágica y misteriosa de esta leyenda, una sirena que con su canto atraía a los navegantes hacia su perdición en el río Rin”. Se dio la circunstancia de que justo en esta primera prestación, se produjo una especie de cortocircuito, un segundo de vacío. Posteriormente, el pianista en los “encore”, explicó que como “ellos son muy perfeccionistas, repetirían la Loreley porque había habido un fallo del Ipad” (esta fue la tercera y última de las propinas). Se anunció antes de comenzar, la supresión de Deux ancolies” de Lili Boulanger.
Luego Sabine, vestido negro de
escote cuadrado con cinturón amarillo que recordaba el talit de los rabinos, declinó
Erev shel shoshanim, una transcripción melódica de una pieza tradicional
hebrea del compositor Josef Hadar, así como con dos piezas anónimas: Le
petit chat triste (con la participación vocal divertida y genial de Pordoy)
y Berceuse cosaque, tiernas y casi infantiles: universo privado de la
madre con su bebé, clima de interiores y refugio emocional, ensoñaciones.
Curiosa elección la de Hadar, teniendo en cuenta que en su presentación en el
mismo ciclo de 2020/21, ofreció una propina de Kurt Weill, Youkali,
otro famoso compositor judío. En este año, Sabine pidió también por la Paz
hablando con la audiencia.
Más en la línea habitual de los
lieder alemanes, siguieron, de Franz Schubert con Du bist die Ruh y
Nacht und Träume, ambas compuestas en 1823. Y de Richard Strauss, Meinem
Kinde, nº 3 de carácter onírico y Die Nacht, nº 3, y clausurando la
primera parte, Ein Traum, nº 6 de Edvard Grieg.
Es posible que si la palabra “vendetta”
resuene como la más famosa del mundo de la ópera italiana, sobre todo en
Giuseppe Verdi, la palabra “sueño” (Traum) sea la más declinada en la
narrativa del Lied. Reflexión obligada en este repertorio y resabio seguramente
de la temperatura y el clima emocional y psicológico fundacionales del Sturm
und Drang alemán de finales del siglo XVIII.
En la segunda parte, y siempre en
una atmósfera sensible, introvertida y festiva a la vez, efervescente, de nuevo
Strauss sobre textos de Felix Dahn, con tres lieder de su ciclo Mädchenblumen,
op. 22, nº 1. Tomaron el relevo la musicalidad y el “esprit” francés que ya
no abandonó la velada, con tres piezas del ciclo Clairières dans le ciel
de Lili Boulanger, al que siguió Ma première lettre de Cécile
Chaminade, talentosa compositora francesa. Melodías aparentemente
sencillas, pero con una portentosa carga de profundidad.
Germaine Tailleferre aporta
al programa tres piezas provenientes de sus Six chansons françaises:
“Non, la fidélité...”, “Mon mari m’a diffamée” y “Les trois présents”.
La compositora usó aquí textos franceses antiguos “protofeministas”, burlones y
críticos con los roles de sumisión tradicionales de la mujer en el hogar,
siempre fiel y a menudo apaleada, pero que a veces se emancipa y disfruta por
su cuenta y con otros acompañantes. Otros paradigmas, (¡menos mal!) que sientan
de maravilla al talante que se le intuye a Devielhe: Libertad, frescura,
desenfado y capacidad y compromiso de tipo sociopolítico (muy en la tradición cultural
e histórica gala, por cierto).
Concluyó el recital, con “Tay
toy, babillarde arondelle” de la colección Chansons de Ronsard (¿Quién no
se acuerda de memoria de su “Sonet pour Hélene”, La Pléiade, siglo XVI
francés?) de Darius Milhaud, quien combina elementos clásicos con el
espíritu de la “chanson” evocando el París de mediados del siglo XX y por otro,
Hymne à l’amour de la compositora del siglo XX Marguerite Monnot,
que cantaba como un icono Édith Piaf y en los Juegos Olímpicos de este
verano en París, Céline Dion, transfigurada, en una versión aclamadísima
que dio la vuelta al mundo.
Sabine Devielhe es una soprano
privilegiada, de Normandía, con un instrumento bellísimo, delicado, vibrante, que
brilla en la coloratura y domina bien los registros, consiguiendo unas
agilidades en los agudos con facilidad y seducción. Que dice y expresa y
comunica. Fiato interminable, legato, línea de canto y técnica estudiadas,
sabias y una afinación que roza la perfección. “Su” pianista, que la sigue en un dúo empático
y muy versátil, difícil de mejorar en una combinación de voz e instrumentista, se
lució también en dos fragmentos de piano solo, con Sabine apoyada en el Hinves
(de la familia de los Steinway & Sons), acompañándolo con el gesto y la
postura (en la primera sección sonaron de Franz Liszt, En rêve, Nocturne, S 207
(1885) y en la segunda, de Francis Poulenc, la Improvisation no. 15 en do
menor, Hommage a Édith Piaf, FP 176 (1959).
Mathieu Pordoy, del suroeste de Francia, es pianista y director vocal, graduado con honores del Conservatoire National de Musique de París. Artista versátil y de renombre, se siente igualmente cómodo tanto en el escenario como tras las bambalinas. Su pericia le permitió culminar su solo de Liszt con las luces de la sala completamente apagadas, en un “coup de théâtre” que funcionó muy bien. Con frecuencia participa como pianista acompañante en recitales y ha actuado con la soprano Sabine Devieilhe, con la que grabó un álbum de canciones de Mozart y Strauss lanzado por el sello Erato, que ha recibido excelentes críticas de Télérama, Opéra Magazine y Opernwelt, entre otros. Sabine Devieilhe y Mathieu Pordoy forman un excelente dúo que ha actuado en numerosos escenarios internacionales, como el Carnegie Hall, el Musikverein Wien, el Wigmore Hall de Londres, el Concertgebouw de Ámsterdam y la Filarmónica de Berlín. Solo eso.
El público, perplejo y fascinado.
La salva de aplausos llevó a “tres encore”, del tercero se habló antes. La primera
propina fue de Maurice Ravel ,“Vocalise- étude en forme de habanera”
(frecuentada en la excelencia por Cecilia Bartoli), sensual, envolvente,
lírica y orientalizante, un homenaje al corpus musical español y luego, la
inefable Una noche en el Gallinero (Le poulailler (de la opereta francesa “Schnock”
(1952), de Guy Laforge), cantada también hace décadas por Lucie Dolène,
donde pianista y soprano se divirtieron en una parodia para la historia,
fantástica. Por un momento, pareció que estábamos en el Moulin Rouge de París,
en Pigalle.
Pero no, estuvimos en el Teatro
de La Zarzuela, donde, en otra noche mágica, todos sus integrantes, en el
backstage, los gestores y el eficaz personal de sala, contribuyeron a hacernos
sentir unos privilegiados, únicos dueños momentáneos pero homenajeados de los
misterios del Arte de la voz, la música y todas sus constelaciones. Lo volvieron a conseguir. Grandes todos.
Alicia Perris