domingo, 19 de octubre de 2025

BENJAMIN ALARD, CONMEMORA LOS 50 AÑOS DE CONCIERTOS DEL ÓRGANO REALEJO DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL (MAN)

Museo Arqueológico de Madrid. Concierto de órgano Realejo. Benjamin Alard. Varios autores. Sábado, 18 de octubre. Salas nobles, 18:00 horas.

PROGRAMA

Hernando de Cabezón (1541-1602), Dulce memoriae (en memoria de su padre)

Pablo Bruna (1611-1679), Tiento sobre la letanía de la Virgen

Abraham van den Kerkhoven (1618-1702), Fantasia

Louis Couperin (1626-1661), Trois fantaisies

John Blow (1649-1708), Voluntary Morlake Ground

Domenico Scarlatti (1685-1757), Sonatas K. 287, K. 288 and K. 328

Johann Sebastian Bach (1685-1750), Sonata & giga all'imitatio Gallina Cucu en D Major BWV 963Canzona BWV 588Capriccio sopra la lontananza del suo fratello dilettissimo BWV 992

Es una ocasión excepcional y no abundan, para disfrutar de una tarde peculiar en un Madrid lleno de gente y con un perfume no de otoño, sino más bien primaveral.

Habría que situar el lugar, una de las Salas Nobles del MAN, pavimentos rojos de mármol con vetas, mobiliario probable del II Imperio (francés), tapices valiosos, artesonado arabizante. Todo en un perfecto estado de revista y conservación. Unas 250 sillas aproximadamente para los presentes. Las paredes declinan libros valiosos perfectamente ordenados y la luz es tenue. De ahí el privilegio de la oportunidad, abierta a todos los públicos y gratuita, aunque con previa cola.

En este escenario impresionante y bello, “una de las piezas más singulares y reconocidas de la colección del Museo es el Órgano Realejo, protagonista desde hace 50 años del ciclo de Conciertos del Museo Arqueológico Nacional. El lanzamiento de este proyecto, allá por 1975 -solo interrumpido durante el periodo de restauración del edificio entre 2008 y 2014- tuvo una doble intención: la museológica, de mantenimiento y conservación de las piezas maestras que guarda este museo y la de incorporar, por primera vez de manera continua, la música a la programación de actividades en un museo estatal”, dicen las autoridades.

Una idea que hasta hace pocos años parecía pionera, en realidad se trata de correspondencias artísticas que ya habían sido fluidas, en otras cortes y en otras épocas.

Se puede decir que los conciertos se han convertido en una pieza clave de la programación cultural del MAN, por su permanencia y longevidad, disfrutando de una notable afluencia de público y de buenas críticas por parte de la audiencia.

Son muchos y reconocidos organistas los que se han puesto al teclado del Realejo, entre los que destacamos a Paco Guerrero, Anselmo Serna, Maite Iriarte, Presentación Ríos, Álvaro Carretero, la gran Montserrat Torrent (Premio Nacional de Música 2021), o Silvia Márquez.

Esta vez le ha tocado la responsabilidad al afamado organista y clavecinista francés Benjamin Alard, enamorado perdidamente de la música de Bach. Fue precisamente por su interpretación de este gran compositor que recibió el primer premio en el Concurso Internacional de Clave de Brujas en 2004.

Fue Elizabeth Joyé quien lo introdujo por primera vez al clave, con quien estudió en París antes de trasladarse en 2003 a la Schola Cantorum de Basilea para trabajar con Jörg-Andreas Bôtticher, Jean-Claude Zehnder y Andrea Marcon. Desde 2005 es toca el órgano Bernard Aubertin en la iglesia de Saint-Louis-en-l’Ile, en la capital francesa, donde cada temporada ofrece conciertos dedicados a la música de Bach. Es invitado con regularidad como solista en ciclos musicales en Europa, Japón y Norteamérica en recitales y música de cámara y en los principales centros musicales del mundo, desde París hasta Tokio, Boston, Madrid, Barcelona, Suiza o Bélgica. Por otra parte, sus grabaciones han recibido siempre elogios de la prensa y múltiples premios.

El músico comentó- en un español “que tengo que trabajar” - las partituras y las dificultades de penetrar en los secretos de este instrumento difícil y complejo, exponente de lo que ha dado en llamarse, “órgano ibérico”, tal y como explicó, además, luego del recital, una de las responsables de este programa. “Está en un excelente estado-señaló – se fabricó en1728 y es probable que hubiera pertenecido a alguna capilla real, aunque fue donado hace 50 años por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid”. Alard tocó con partituras en papel escritas y muy anotadas a mano, como en los viejos tiempos.

Según Angel de la Lama (“Organos portátiles, realejos y positivos”, Biblioteca virtual Miguel de Cervantes), las características técnicas de este positivo de pie o realejo, contrariamente a los modelos portátiles anteriores, tiene pedestal propio, en el que se ocultan generalmente sus dos fuelles de cuña. Su forma general es la de un armario más o menos artísticamente decorado, según los usos. Dispone de registros partidos, cuyas correderas (de tres a siete) salen por los costados del secreto. Necesita para serlo el esfuerzo de cuatro hombres. "Los órganos de mano que llaman realexos" también se apodan "organillo", "organito titulado realejo", "órgano chico", "organillo nuevo para las procesiones del Corpus y su octava"...y son expresiones del siglo XVIII.

En el repertorio barroco como el escogido, se palpa la constante presencia del contrapunto y una polarización de la textura hacia el contraste de graves y agudos y se quiebran algunas tradiciones musicales del Renacimiento.

En cuanto al repertorio, Hernando de Cabezón era hijo de Antonio y acompañó años a Felipe II y corte. Conocido y vinculado a la obra de su padre, había nacido en Madrid.

Del compositor español Pablo Bruna también, nos quedan las referencias del licenciado Núñez, cronista coetáneo y también conciudadano del primero, que señala que fue el rey Felipe IV quien lo denominó “el Ciego de Daroca”, como se le viene conociendo de tiempos lejanos. A juicio de Higinio Anglés, exigía un testimonio documental, “ya que, algunas de sus piezas son tan geniales y ofrecen tanta dificultad para un ciego, que hubiera debido dictarlas a sus discípulos, a fin de que las escribieran sobre el papel, lo que consideramos muy difícil, por no decir imposible. Es verdad que Antonio de Cabezón fue ciego desde su niñez; pero su música no ofrece ni con mucho la dificultad que ofrecen algunos de los tientos de Bruna” (Historia Hispánica).

La familia Couperin es habitual en el repertorio de clave y órgano y otros instrumentos de su tiempo, como la viola da gamba. Louis (c. 1626-1661) fue un compositor barroco francés de esta saga, que realizó contribuciones significativas al desarrollo de la música barroca para teclado. Hábil clavecinista, organista e intérprete de viola da gamba, fue uno de los fundadores de la escuela francesa de clavecín e inventó el género de preludio sin compás para clave. Él y su sobrino François "El Grande" fueron los más renombrados miembros de su familia.

La mayor parte de la información sobre la vida de Couperin procede de dos fuentes. Para citar una, los apuntes de Évrard Titon du Tillet, con un esbozo biográfico que describe algunos detalles de su vida y la fecha y lugar de composición de unas treinta piezas para órgano.

Benjamin Alard fue sensible a las coordenadas de tiempo y sobre todo de espacio al elegir las partituras para este concierto, ya que Domenico Scarlatti, estuvo también muy vinculado a España y, de hecho, falleció en este país en1757. Era napolitano, clavecinista y compositor. Poco podría agregarse de un talento como el de Johann Sebastian Bach, amado por unos y por otros, especie de compendio y corpus integral de lo que significa y de cómo se lee la Historia de la música.

Benjamin Alard no es solo un intérprete. Es un artista: estudia las partituras con dedicación y meticulosidad y a partir de ahí, en cada situación, construye el sonido y lo vuelca al espacio. Tiene las dos manos muy potentes y con rapidez, mueve los registros del Realejo de 45 notas (algo más pequeño que otros, de más de 50) y consigue hacerlo sonar como una orquesta, en una sala que no fue en principio diseñada para escuchar música, pero que goza de una asombrosa acústica.

Como curiosidades sobre este músico francés, se podrían recuperar sus declaraciones, cuando dijo, en una entrevista de Muriel Peyrard (Cercle des Mecènes); “que, para el ritual del domingo, el servicio de órgano. Un color, un olor, un sonido…el cielo al amanecer, el amarillo/beige de la piedra de los inmuebles de París y el olor del café que trae el viento del oeste en Dieppe y también el del incienso (especialmente después de la misa, cuando se ha esparcido por todas partes y está casi frío). Y el sonido de las campanas”.

El recital de más de una hora fue un compendio de inteligencia musical e histórica, consiguiendo un clima sonoro que, por no frecuentarlo a menudo con este tipo de medios, nos deslumbra aún más. Y se trata de un instrumento dentro de una familia instrumental especial, la ibérica, que exige del intérprete-y de la audiencia- una sensibilidad y compenetración especiales. Hubo muchos aplausos, muy merecidos.

Alicia Perris

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