sábado, 6 de agosto de 2016

ANDREA CAMILLERI, EL ESPLENDOR EN LA MADUREZ

 El novelista italiano Andrea Camilleri ha publicado hasta hoy 100 libros y, a sus 90 años, posee una media de 4,17 libros por año. Su personaje insignia, Salvo Montalbano, es conocido por todo el mundo.
 El también escritor Antonio Manzini y discípulo de Camilleri escribe para EL MUNDO sobre la personalidad de su maestro.

ANTONIO MANZINI
Andrea Camilleri ha llegado al libro número 100. Parecería un resultado excelente si estuviésemos calculando los libros leídos por una persona de edad madura. Pero no, él los ha escrito. Y cada uno de estos 100 libros se ha sedimentado en el corazón de sus miles de lectores esparcidos por todo el mundo. Hasta ahora, nada que no se haya dicho. ¿Podríamos tan sólo añadir que Andrea Camilleri no empezó a escribir de manera continuada hasta 1992, y que, por tanto, esos 100 libros los ha escrito en 24 años? Son cifras que le darían dolor de cabeza a cualquier escritor vivo, y no digamos ya a uno como yo, que tengo la desdicha de haber sido alumno suyo y de haber acabado luego en su misma editorial. Es como si, de adolescente, uno se mudase de bloque y se esforzase todo lo posible por ir bien en los estudios, para, más tarde, descubrir que el muchacho que vive enfrente se llama Albert Einstein.


El escritor Andrea Camilleri. 

¿Comprenden mi frustración? Tú luchando por el aprobado, partiéndote los cuernos con la tercera declinación o con El infinito de Leopardi, mientras él hace una valoración cuantitativa del movimiento brown-iano formulando al mismo tiempo la hipótesis de su aleatoriedad. En la naturaleza, la justicia no existe, eso ya se sabe. Dios reparte cerebro y belleza al azar. Y así acaba uno encontrándose con Camilleri. Primero es tu profesor en la Academia Nacional de Arte Dramático y resulta que ha publicado cuatro libros, pero nunca habla de ellos. Con él trabajas en el teatro y participas en montajes fabulosos; eres un joven actor y tienes la sensación de estar en un teleférico que te lleva hacia arriba, hacia arriba, sin saber por qué estás subiendo por encima de los picos nevados. ¿Adónde vas? El teleférico se detiene entonces y se abren las puertas: ¡tienes ante ti el espectáculo de las cumbres de los Alpes! Y quien te ha llevado hasta ahí arriba ha sido ese hombre que habla poco, fuma mucho y con el que básicamente uno se ríe.


Los escritores Antonio Manzini y Andrea Camilleri. EDICIONES SALAMANDRA

Llega después el día en que estás intentando tener la oportunidad de hacer un texto para que lo dirija Andrea. Y él te suelta un montón de folios en la mano y te dice: "¿Te importaría leer esto que he escrito?". Eres joven, inculto, y le preguntas: "No sé, Andrea, ¿no sería mejor que lo leyera alguien con más...?" "Mis amigos están todos muertos", te interrumpe. Total: que te sientas y te pones a leer. Es un libro sobre un policía que se llama como un gran escritor de Barcelona. "Se lo he puesto en su honor -te explica Andrea-.Siempre me ha gustado Montalbán". Lees como loco, el manuscrito es maravilloso, se llama La forma del agua, el título ya de por sí es un viaje lisérgico, y el protagonista, un irónico comisario siciliano, es espléndido. Tras dos horas que se han pasado volando, le devuelves los folios y le dices: "¡Es buenísimo, Andrea! Pero eso ya lo sabías, ¿no? ¡Ni una sola corrección en todo el manuscrito! ¡Es la copia buena!" "¡No! -te responde, sencillo como él sólo-. Es la primera versión".
Entonces se te plantea la duda: o Andrea Camilleri es un genio puro y duro, o ese hombre que tienes ante ti con un cigarro en la boca y la cerveza en la mesita de noche está poseído por el espíritu de Balzac o algo parecido.
Ahora ha llegado al libro 100 y no piensa parar. He investigado largo y tendido sobre el tema y me he dado cuenta de que Andrea Camilleri no está poseído por ningún escritor de una época anterior. Tampoco practica misas negras en la Piazza Mazzini. No es miembro de ninguna logia perversa, no tiene un ejército de escritores trabajando para él (en su época sólo contaba con una Olivetti Lettera 22), ni tampoco pertenece al Mossad o a la Stasi ni está imbuido de santidad. Conclusión: es un genio. Y punto. ¡Honremos a este talento puro de la narrativa con un aplauso de 100 libros de largo!


http://www.elmundo.es/cultura/2016/08/05/57a497f222601d00468b4658.html

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