Notas y algunas fotos de paso:
gran movimiento dentro del entorno del Museo Thyssen-Bornemisza. Entusiasmo y el pálpito de una verdadera fiesta. Con la presencia de los dos directores del museo y Francesca Thyssen y equipo, hubo reunión con la Prensa por la mañana y por la tarde, invitados vinculados al universo del Arte. En la sala también, repleta, los artistas responsables de las propuestas de las salas, absolutamente reconsideradas para el evento. El espacio viaja, se llena de proyecciones, planos diferentes y la tarea de la arquitecta a cargo, es impresionante.
Gran propuesta conjunta con los responsables de las colecciones habituales de la institución y la que lidera una de las herederas del barón Thyssen, así se pueden contemplar, en sereno pero revolucionario encuentro, cuadros icónicos de Dalí, Goya o los clásicos del primer dueño de esta conocida pinacoteca que vino desde Villa Favorita en su día, con propuestas de última hora. Sin descartar las ideas de un mundo común con el planeta, la cercanía entre las especies y los humanos, la solidaridad de todos los seres vivos, la alteridad de género, de actualidad ahora mismo en la capital y mucho más.
Engalanada como suele, la entrada del largo corredor que da paso a parte de las colecciones con sus colores italianizantes terapéuticos y holísticos. Preparado un cocktail y mucho personal ad hoc. A pesar de todos los pesares que suceden en cada lugar del mundo y aquí, unos minutos, quizás segundos, una geografía y nubes oníricas de oxígeno, de felicidad.
Alicia Perris
Información general e imágenes de Prensa Museo Thyssen Bornemisza y TBA21
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en colaboración con TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary, presenta Terrafilia. Más allá de lo humano en las colecciones Thyssen-Bornemisza, una ambiciosa y estimulante exposición comisariada por Daniela Zyman. Abriendo un nuevo capítulo en la historia del museo, la muestra invita al público a repensar la relación de la humanidad con la Tierra a través de miradas artísticas, filosóficas y ecológicas.
Abarcando cinco siglos de creación artística, Terrafilia reimagina el canon museístico tradicional al situar a la naturaleza —y no al ser humano— como sujeto central.
En respuesta a la emergencia ecológica actual, la exposición confronta la ruptura ontológica entre los seres humanos y el planeta, proponiendo caminos simbólicos y concretos hacia la restauración y la reconexión.
Con casi un centenar de obras pertenecientes a la colección del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la Colección Carmen Thyssen y la colección de arte contemporáneo TBA21 de Francesca Thyssen, la muestra supone un hito donde, por primera vez, cuatro generaciones de una misma familia coleccionista se presentan dentro de una narrativa curatorial unificada.
Terrafilia, cuyo diseño expositivo lo ha realizado la arquitecta y comisaria Marina Otero Verzier, es más que una exposición: es una invitación a imaginar una nueva cosmopolítica, donde seres humanos, animales, plantas, elementos y fuerzas espirituales coexisten en una comunidad planetaria compartida, basada en la equidad, la empatía y el cuidado.
En palabras de Francesca Thyssen-Bornemisza, fundadora de TBA21: “Esta exposición es una invitación a relacionarse con el arte no solo como placer o patrimonio, sino como una fuerza pedagógica y activa en la construcción de nuestro futuro colectivo. Nos ayuda a cuestionar cómo existimos dentro de la naturaleza, cómo nos vemos reflejados en ella y cómo podríamos reparar lo que se ha roto. El arte sigue siendo esencial, no como una forma pasiva de evasión, sino como un catalizador de transformación”.
A la inauguración asistieron algunos de los artistas participantes, entre ellos Sissel Tolaas, Brad Kahlhamer, Diana Policarpo, Daniel Otero Torres, Elyla, Diego Delas, Daniel Steegmann, Regina de Miguel, Asunción Molinos Gordo y la arquitecta de la exposición, Marina Otero Verzier.
Un acto de amor planetario
El título de la exposición combina las palabras Terra (Tierra) y Philia (amor, afinidad), dando lugar a un concepto que propone un compromiso afectivo, ético y espiritual con el planeta. Este amor no es romántico ni posesivo, sino político y transformador: una forma de reimaginar la existencia en la Tierra mediante la atención, la reciprocidad y la responsabilidad compartida. Se inspira en pensadores actuales como el franco-martiniqués Malcom Ferdinand, que describe la Tierra como un "Mundo-Barco", una figura que evoca la idea del receptáculo que todos compartimos y, aun así, se ha convertido en un lugar de injusticia y desigualdad, en especial hacia las personas racializadas.
Seis escenarios para habitar la Tierra
La exposición se despliega a través de un recorrido temático que integra un preludio y seis capítulos interrelacionados, concebidos como escenarios para explorar diferentes formas de habitar el planeta. Recorre temas como los cosmogramas, los mundos simbióticos, el arte de los sueños, la mirada racional, las relaciones extractivas y de unión con la tierra, el tiempo de los mitos y la reparación espiritual o los mundos míticos inspirados por los océanos.
A través de estas líneas temáticas, los visitantes pueden sumergirse en diversas formas de entender y habitar la Tierra, desde relatos mitológicos y científicos hasta prácticas espirituales y ecológicas. La muestra también aborda las historias de la expansión colonial, la explotación de recursos y la violencia ecológica que han dado forma a la crisis planetaria actual.
“Que la tierra renueve / los espíritus rotos / recupere el amor / una vez compartido, escribe bell hooks, evocando el poder sanador de la Tierra y su vínculo íntimo con nuestras memorias, afectos y sentidos de pertenencia.
Desde esta perspectiva ética y política, Terrafilia aboga por ampliar la participación más allá de lo humano, proponiendo un nuevo paradigma de pensamiento ecológico y planetario basado en el amor y la responsabilidad hacia la Tierra”. Daniela Zyman, comisaria de la exposición.
¿Qué significa vivir en múltiples cosmos, en un pluri-universo plagado de infinitos mundos relacionales y vivos? Terrafilia invita a los visitantes a explorar obras de arte que encarnan distintas formas de imaginar el mundo: desde paradigmas científicos hasta paisajes oníricos, y desde cosmologías ancestrales hasta futuros especulativos.
El recorrido comienza con un preludio centrado en las formas simbólicas de representar una cosmovisión: los cosmogramas, objetos e imágenes creados para definir y expresar el universo. La instalación inicial del artista mexicano Dr. Lakra ofrece una visión sobre los modos en los que las diferentes concepciones de ordenación y constitución de la realidad son urdidas a través de pinturas, objetos y prácticas.
Desde ahí, el primer capítulo, Un planeta animado, replantea la posición de los seres humanos dentro del tejido de la vida con obras de Max Ernst, Diana Policarpo, Naufus Rodríguez-Figueroa y Wassily Kandinsky. Inspirado en los saberes indígenas y el mito Gaia o Pachamama, este capítulo muestra cómo todo está conectado.
¿Qué sucede cuando se deja de ver la Tierra como un simple telón de fondo y se comienza a percibir como un ente vivo, inteligente y lleno de compañeros inesperados? Artistas como Janaina Tschäpe (Serie botánica, 2008), Arthur Boyd (Desnudo transformándose en una libélula, 1961) y Regina de Miguel (Proliferación quimérica, 2024) evocan un mundo interconectado, donde plantas, hongos, astros y animales coexisten en simbiosis. Estas obras dan forma a una sensibilidad ecológica que rechaza el individualismo para celebrar la interdependencia radical.
A continuación, El arte de los sueños explora el sueño como lenguaje de lo invisible (Francisco de Goya, Auguste Rodin), puerta de acceso al inconsciente y espacio de resistencia y transformación. Las piezas de Salvador Dalí (Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar, 1944), Charles E. Burchfield (Bosques de cigarras, 1950-59), Elyla (Torita encuetada, 2023) o Sarah Lucas (Conejita es embaucada #3, 1997) proponen experiencias que trascienden la racionalidad, conectando con ancestras, fuerzas cósmicas y potencias transformadoras.
A su vez, el capítulo propone una interpretación del surrealismo como una práctica política que pone en primer plano el rol de mujeres y comunidades sexuales no hegemónicas en la despatriarcalización y decolonización del lenguaje de los sueños.
El tercer capítulo, El mundo objetivado, ahonda en el deseo
de conocimiento y control que marcó la modernidad. A través de obras como Adán
y Eva (1531), de Hans Baldung Grien, Rincón de una biblioteca (1711), de Jan
Jansz. van der Heyden, o Nueva esfera Berlín (2009), de Olafur Eliasson, se
cuestiona la historia de la ciencia como proyecto de clasificación y dominio
sobre la naturaleza.
Terra Infirma, el cuarto apartado, aborda la Tierra como cuerpo herido y agente de memoria. Las obras Historias de Cabezas 3 (2018), de Hervé Yamguen, Nacido junto al río (2011), de Rashid Johnson, More/Moreana, (2021) de Dineo Seshee Bopape, así como Puesta de sol en Yosemite (hacia 1863) del paisajista decimonónico estadounidense Albert Bierstadt, dan testimonio de las violencias coloniales, extractivas y ecológicas que siguen afectando a comunidades y territorios.
El suelo aparece aquí como archivo viviente de traumas, pero también como superficie de resistencia y renacimiento, como son ejemplo los contramonumentos por los defensores de la tierra y la libertad del colombiano Daniel Otero Torres, Abrazos III (2022) y Amigos ancestrales (2024).
Además, en la sala 31 de la colección permanente, TBA21 exhibe la instalación del artista nativo americano Brad Kahlhamer Bowery Nation (1985-2012), siguiendo la estela del museo por la decolonización. Este radical encuentro propone una conversación reparativa entre los paisajistas del Manifest Destiny y el arte de Kahlhamer.
En el quinto capítulo, El retorno del tiempo de los mitos, los relatos simbólicos y espirituales emergen como herramientas para reimaginar y sanar el mundo. Obras como Expulsión. Luna y luz de fuego (hacia 1828), de Thomas Cole, o el Mandala de Chakrasamvara del siglo XVIII, junto con los sacudimentos del artista y sacerdote Candomblé Ayrson Heráclito, convocan monstruos, ancestros y quimeras para guiar la transformación individual y colectiva.
Finalmente, la sexta sección, Cosmogonías oceánicas, sumerge al visitante en las profundidades simbólicas y generativas del mar. El agua aparece como archivo, matriz y medio de conexión planetaria en obras como Ópera planetaria y Bucle gravitacional dividido por las corrientes (2018), de Susanne M. Winterling, Morsa roja (2011), de Carsten Höller, y Sifónoforo 1/2 (2024), de Josèfa Ntjam. El océano se presenta aquí como una inteligencia viva, capaz de transmitir memorias diaspóricas, energías espirituales y posibilidades para un nuevo comienzo.
Además, la artista de Noruega Sissel Tolaas presenta una nueva instalación olfativa, whereareWEarewherere, encargo de TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary y especialmente producida para la exposición, ofreciendo en sus esculturas de cristal un viaje sensorial por la Tierra a través de los olores encerrados en los capítulos de la muestra.
Cada uno de estos escenarios no es un compartimento estanco, sino una invitación a pensar en red, como atestigua la arquitectura expositiva diseñada por la arquitecta y comisaria Marina Otero Verzier, pionera en la historia del museo.
En su conjunto, Terrafilia propone un viaje conceptual y sensorial que trasciende la mirada antropocéntrica y abraza la pluralidad de seres y saberes que componen la realidad planetaria.
La exposición contará con un programa público, Festival Terrafilia, diseñado en colaboración con el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, y que tendrá lugar entre el 19 y el 21 de septiembre. A lo largo de tres días, el festival reunirá una constelación de artistas, pensadores e investigadores para, a través de charlas, proyecciones, conciertos y performances, proponer nuevas formas de vincularse con el planeta.
TBA21 tiene su sede en Madrid, donde opera en asociación con el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, y cuenta con otros importantes polos de acción en Venecia y Portland (Jamaica). TBA21–Academy, la rama de investigación de la Fundación TBA21, aboga por una mayor comprensión y una relación más profunda con los océanos y otras ecologías, y funciona como una incubadora para la investigación transdisciplinar, la producción artística y la defensa del medio ambiente.
Durante más de una década, Academy ha catalizado nuevas formas de conocimiento que surgen de los intercambios entre el arte, la ciencia, la acción pública y la conservación en un compromiso a largo plazo.
Toda la labor de TBA21 es colaborativa y está impulsada
principalmente por artistas y por la convicción en que el arte y la cultura son
catalizadores de transformación social y medioambiental y, en última instancia,
contribuyen a una cultura de paz.


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