domingo, 20 de octubre de 2024

MARINA, OPERA ITALIANIZANTE EN EL TEATRO DE LA ZARZUELA, UN ÉXITO MUY MERECIDO

Marina, ópera en tres actos de Miguel Ramos Carrión, adaptación de la zarzuela de Francisco Camprodón. Música, Emilio Arrieta. Jueves 17 de octubre.

Estrenada en el Teatro Circo de Madrid, el 21 de septiembre de 1855 (zarzuela) y en el Teatro Real de Madrid, el 16 de marzo de 1871 (ópera)

Nueva producción del Teatro de la Zarzuela



Ficha Artística

Dirección musical, JOSÉ MIGUEL PÉREZ-SIERRA

Dirección de escena, BÁRBARA LLUCH

Escenografía, DANIEL BIANCO

Vestuario, CLARA PELUFFO VALENTINI

Iluminación, ALBERT FAURA

Movimiento escénico, MERCÈ GRANÉ

Video, PEDRO CHAMIZO

Reparto

Marina, SABINA PUÉRTOLAS

Jorge, ISMAEL JORDI

Roque, JUAN JESÚS RODRÍGUEZ

Pascual RUBÉN AMORETTI

Alberto, ANGEL RODRIGUEZ*

Teresa, GRACIELA MONCLOA*

Un marinero, JUAN SOUSA*

Una voz, ROMÁN FERNÁNDEZ-CAÑADAS* y figurantes

*Miembros del Coro Titular del Teatro de La Zarzuela

Coro del Teatro de La Zarzuela, director, ANTONIO FAURÓ

“Y es que no es tan fácil, ¿Verdad?” Barbara Lluch, directora de escena de Marina.

 

La ópera Marina, que se presenta en la temporada lírica 24/25, coincidiendo con la llegada al coliseo de su nueva directora artística, Isamay Benavente, subió ya en 2017 en esta sala.

Se trata de una obra lírica española compuesta por Emilio Arrieta. En principio fue una zarzuela en dos actos con libreto de Francisco Camprodón, estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 21 de septiembre de 1855. A instancias del tenor Enrico Tamberlick, Arrieta la transformó en ópera en tres actos, siguiendo muy estrechamente el modelo donizettiano. El libreto de Camprodón fue reformado por Miguel Ramos Carrión. Se le añadieron tres dúos y un rondó final. Y se estrenó en el Teatro Real de Madrid el 16 de marzo de 1871.

La crítica en general se mostró desconcertada e indecisa con esta partitura, mientras que algunos se dieron cuenta de su calidad —entre ellos Barbieri—, otros la menospreciaron. Solo tuvo diez representaciones en la capital, lo que era muy poco para la época.  A pesar de todo, posteriormente ganó una gran popularidad a raíz de las sucesivas representaciones por toda España.

Son muy famosas piezas como la entrada de Jorge (aria «Costa la de Levante»), la barcarola de Marineros al principio del Acto II, la romanza «Pensar en él», la habanera «Dichoso aquel que tiene» y el brindis del Acto III: «A beber, a beber y a apurar». Los famosos y recordados Alfredo Kraus y Jaume Aragall han destacado como intérpretes de esta zarzuela/ópera.

La acción transcurre en Lloret de Mar y cuenta los amores y desamores de Marina, Jorge y Pascual. Se trata del título más conocido de su autor y de la adaptación lírica más celebrada del periodo romántico en España. Tiene una sensibilidad y un gusto muy verdianos, pero, como se dijo, está presente también la impronta de otros grandes compositores italianos.

Juan Pascual Antonio Arrieta Corera (Puente la Reina, Navarra, 20 de octubre de 1821-Madrid, 11 de febrero de 1894), conocido como Emilio Arrieta, se educó en Madrid con su hermana Antonia, donde inició sus estudios de música. En 1839 su hermana lo llevó a Italia donde estudió piano con el maestro Perelli y armonía con Mandancini, de forma privada. En 1841 ingresó en el Conservatorio de Milán, gracias a la generosidad del conde de Litta, estudió piano y armonía con el maestro Nicola Vaccai (entre 1838 y 1846) y terminó la carrera con premio extraordinario.

Siempre en Italia, en colaboración con el libretista Temistocle Solera, compuso su primera ópera, Ildegonda, estrenada en 1846, con la que obtuvo gran éxito y ganó el premio de composición en la Scala de Milán. De vuelta en Madrid, en 1846 se dio a conocer como director de orquesta en el teatro del Circo, en el que también estrenó en el mismo año una sinfonía.

 Conoció a Isabel II en una fiesta de palacio. La reina lo tomó como profesor de canto, nombrándolo compositor de la Corte tres años después, y ordenó construir un teatro en el Palacio Real donde Arrieta estrenó su primera ópera en 1849 y, posteriormente, sus nuevas óperas: La conquista de Granada (con letra en italiano, también de Solera), en 1850, y Pergolesi, en 1851. En 1871 le fue concedida la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y en 1873 fue nombrado académico de la Academia de Bellas Artes de San Fernando en la recién creada sección de música.

El estilo de Arrieta se puede considerar conservador. Las melodías de sus obras fluctúan entre las referencias locales y el italianismo que nunca abandonaría.

  Fernando Pérez Ollo, crítico musical, escribe de Arrieta: «Su gloria se funda en su producción teatral y más en concreto en el papel decisivo que representó en la consolidación de la zarzuela como género. Ese predominio del maestro navarro fue posible por su sentido melódico, en la línea tradicional de Bellini, más que en la renovadora y dramática de Verdi, y por los recursos técnicos —armónicos e instrumentales— que le dio su formación italiana. En este último aspecto, Arrieta fue superior a sus colegas peninsulares.»

José Miguel Pérez- Sierra (1981), director musical titular del Teatro, ha estado eficaz y se trata de un músico también conocido en el extranjero. Tiene una capacidad evidente para concertar y le dedica mucha atención a los cantantes, con quienes establece una relación fluida durante la función. Seguramente porque posee una experiencia destacada en las labores sinfónicas, operísticas y en la zarzuela como género.

La “regia” de Barbara Lluch, habitual del teatro, muy conocida en el foro, preparó un panorama rico, porque tiene la habilidad y talento en este trabajo. Amable desarrollo el planteado por la directora de escena, detallista con la época y las referencias del lugar donde se desarrolla la obra: los pescadores, la playa, el astillero, y todos los elementos de un mar que a menudo parece peligroso y desconocido por el ser humano.

Acompañada por las siempre conseguidas, pictóricas y tiernas escenas de Daniel Bianco, durante muchos años director musical de La Zarzuela, hay una transparencia  ligera, multicolor sobre todo con esa gama pastel que recuerda al pintor valenciano Sorolla, lleno de refinamiento.

Junto a ellos, el vestuario de Clara Peluffo Valentini, elegante, suntuoso, tal vez demasiado para un ambiente marinero, pero muy solar. Las luces de Albert Faura, “la coreografía” (movimiento escénico) de Mercè Granè, con un fatigoso e hiperbólico perpetuum mobile constante, pensada para evitar el horror vacui y mantener la atención. El video de Pedro Chamizo es muy expresivo y ad hoc.   

Sabina Puértolas es una soprano  extraordinaria, con una línea de canto segura, un fraseo inteligente, bella figura, sfumature, filati, fiato, resulta por lo tanto de una expresividad muy clara digna de todos los elogios.

Ismael Jordi (1973), tenor lirico-ligero, muy juvenil, el segundo protagonista, el “gentil uomo” desesperado es un espléndido actor en su rol. Tiene unos agudos luminosos y canta con facilidad y una gran frescura. Parece que fuera el Jorge ideal, el verdadero capitán enamorado en espera de un milagro. Buena dicción española, como sus otros colegas masculinos.

No hay nada que agregar esta vez al conocido y reconocido Pasqual de Rubén Amoretti, bajo, siempre un intérprete extraordinario, vocalmente potente, aquí con la seguridad del hombre de mar, pero en tierra. Sufre un riguroso tormento psicológico y, en dos palabras: estuvo de nuevo a la altura del elogiable rendimiento al que tiene acostumbrado al público.

El cuarto protagonista (“last, but not least”), Roque, es un barítono profundo, generoso, un actor perfecto, apasionado en el fondo, pero aquí misógino, áspero. No apto para el discurso “Me too”. Pero sabe cómo ser delicado y empático con Marina cuando la ve llorosa y desconsolada. Tiene una voz magnífica, con medios vocales muy solventes y en un estado óptimo. Muy adecuado para su personaje.

No hay que olvidarse de señalar el holgado y agradable Alberto de Ángel Rodríguez, la Teresa de Graciela Moncloa, un marinero, Juan Sousa y una voz, Román Fernández-Cañadas y varios figurantes.

Para la velada del 17 de octubre y todas las funciones de Marina en La Zarzuela, se colgó el cartel de “no hay entradas”. El público, ferviente, agradecido, dedicó un torrente de aplausos y una ovación en pie a todos. Elogiaron reiteradamente esta maravillosa actuación. Marina ha sido, sin dudarlo, un éxito de todos. La audiencia de siempre, fiel, efervescente y la absoluta disponibilidad en la Zarzuela de todo un “dream team”: el ámbito musical, teatral, técnico, los gestores y trabajadores/as de sala, han hecho posible este proyecto una vez más: el de un teatro accesible, abordable también económicamente, gratísimo y muy amado. Muy pronto, ya, la próxima.

Alicia Perris





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