PROGRAMA
PRIMERA PARTE
ROBERT SCHUMANN
(1810-1856)
Liederkreis, op. 39
(1840)
TexTos de Joseph von eichendorff
1. In der Fremde
2. Intermezzo
3. Waldesgespräch
4. Die Stille
5. Mondnacht
6. Schöne Fremde
7. Auf einer Burg
8. In der Fremde
9. Wehmut
10. Zwielicht
11. Im Walde
12. Frühlingsnacht
GUY ROPARTZ
(1864-1955)
Quatre poèmes d’après
l’«Intermezzo» de Heinrich Heine, IGR 54 (1899)
TexTos de pierre-rené
hirsch y Joseph roparTz
Prélude
1. Tendrement
enlacés, ma chère bien-aimée
2. Pourquoi vois-je
pâlir la rose parfumée?
3. Ceux qui, parmi
les morts d’amour
4. Depuis que nul
rayon de tes yeux bien-aimés
Postlude
SEGUNDA PARTE
RITA STROHL
(1865-1941)
De Six poésies de
Baudelaire mises en musique, op. 20 (1894)
1. Un fantôme
3. Obsession
6. Madrigal triste
MAURICE RAVEL
(1875-1937)
Sainte, M 9 (1896)
TexTo de sTéphane MallarMé
Deux épigrammes de
Clément Marot, M 21/10 (1896-1899)
1. D’Anne qui me
jecta de la neige
2. D’Anne jouant de
l’espinette
De Shéhérazade, M 41
(1903)
TexTo de TrisTan Klingsor, seudóniMo de léon leclère
3. L’indifférent
Don Quichotte à
Dulcinée, M 84 (1932-1933)
TexTos de paul Morand
1. Chanson romanesque
2. Chanson épique
3. Chanson à boire
CLAUDE DEBUSSY
(1862-1918)
Trois ballades de
François Villon, CD 126 (1910)
1. Ballade de Villon
à s’Amye
2. Ballade que Villon
feit à la requeste de sa mère pour prier Nostre-Dame
3. Ballade des femmes de Paris
Stéphane Degout y acompañante, afrontan en esta
velada una variedad de autores, con textos en general de gran calado, pero de
una clara coherencia, paradójicamente.
Exquisitos los textos compuestos por Robert Schumann por
Joseph von Eichendorff, segura y cristalina la pronunciación alemana del
barítono francés, de quien se asegura, con razón, su facilidad para las lenguas
y la variedad de su repertorio, que pasa por un fantástico Oneguin, por
ejemplo, el barroco, Mozart o la ópera contemporánea y sus actuaciones en las
salas más importantes.
Heinrich Heine, a partir de su Intermezzo, se plasma en los
textos de autores franceses y música de Guy Ropartz a quien los artistas
interpretan con delicadeza y recogimiento. Es conocida la dedicación que
músicos y cantantes galos otorgan a la conservación y escucha de su rica y no
siempre debidamente difundida tradición musical.
En la segunda parte, seguramente la más intensa y de mucho trabajo técnico, la presencia de la compositora Rita Strohl, no tan frecuentada, con poemas de Baudelaire (se encuentran esa noche algunos de los “poètes maudits” más elogiados de Francia, como el propio autor de Invitation au voyage o L´Albatros y François Villon, que nos enamoró a todos de adolescentes con su citada y nostálgica pregunta existencial “Où sont les neiges d´antan?” (¿Dónde están las nieves de antaño?”), que a menudo se plantean los lectores y melómanos a medida que ven pasar la vida… Concierto culto, de culto.
No es tan solo cantar, afinar, seleccionar las
composiciones, sino comprenderlas y ser capaz de transmitirlas. Ese es el reto
del cantante aquí y su pianista, porque este no ha sido un recital fácil o
ligero de factura. Degout tiene un fiato muy solvente, graves sorprendentes,
bonita línea de canto y una técnica que le permite explorar compositores muy
alejados en el tiempo y en el espacio. Su instrumento es como la madera, recio,
resistente y flexible. Sólido.
Mallarmé siempre fue un autor alquímico y a descifrar, codificado.
Ravel lo presentó aquí, junto a versos de Clément Marot (del siglo XV,
protegido por el rey Francisco I), Un número de Shéhérazade y las muy
escuchadas canciones de Don Quichotte à Dulcinée, icónicas.
No podía faltar Debussy, una geografía plural en sí mismo poniendo
música al inefable Villon (en su francés nada definitivo, también del siglo XV).
Degout no solo ha hecho un repaso musical del patrimonio francés sobre todo y alemán,
sino una verdadera travesía historiográfica de la literatura y eventos de la Historia,
los libros y creaciones literarias universales que han encandilado al mundo
lector de todo Occidente. La suya ha sido una exquisita singladura.
Este concierto supuso su primera participación con el
pianista Cédric Tiberghien en el prestigioso Ciclo de Lied que cuenta con más
de tres décadas de historia, presentando un programa de gran riqueza que enlaza
dos tradiciones esenciales en el repertorio de cámara vocal: el lied alemán y
la mélodie francesa.
Sugerente “travelling” desde el romanticismo alemán y sus
tradicionales temas de la naturaleza, la pérdida, la desesperanza, la
nostalgia, los fantasmas, Lorelei y los amores desencontrados, en un clima
sentimental complejo pero conocido en este repertorio en los autores y en los
compositores. Incluye la poesía musical francesa de finales del XIX que abarca
una antología de poesía de muchos siglos, hasta el XX.
El barítono francés Stéphane Degout es una de las voces más aclamadas del panorama actual. Su voz ha sido objeto de múltiples elogios por ofrecer "una intensidad dramática impresionante" y una "agilidad impetuosa y robustez viril". No es complaciente ni en la elección de sus actuaciones, ni en el despliegue artístico. Tampoco nada pasional, conserva todo el rigor que caracterizó las grandes corrientes de pensamiento del siglo XVII y XVIII que definieron Francia y la idiosincrasia francesa. Degout también es esa tradición y esos mimbres.
Graduado en el Conservatorio Nacional Superior de Música de Lyon, con su debut, que tuvo lugar como Papageno en el Festival de Aix-en-Provence, obtuvo un gran reconocimiento en los principales escenarios operísticos del mundo. Figuran entre sus papeles más destacados Giuglielmo (Cosi fan tutte), le Comte Almaviva (Le nozze di Figaro), Oreste (Iphigénie en Tauride ), Wolfram ( annhaüser ); así como los papeles principales en Hamlet de Thomas, Don Chisciotte de Conti y Orfeo de Monteverdi. Mención aparte merece su participación en El Rey en el Royal Opera House en Covent Garden, con un papel escrito específicamente para su voz en la creación de Lessons in Love and Violence de George Benjamin. Una de sus actuaciones más recientes tuvo lugar en el Festival de Lausitz donde cantó Dichterlieb y de Shumann junto a Martha Argerich, entre otros.
Por su parte, el discreto, elegantísimo y ajustado
acompañante, Cédric Tiberghien es un pianista francés de carrera
internacional consolidado, lleno de sabiduría musical y saber estar. Lo suyo no
es sobrepasar, sino brillar en su lugar, en segundo plano elegido, muy destacable
en el resultado del conjunto ofrecido. Especialmente conocido por sus
interpretaciones del repertorio clásico, francés y contemporáneo, ha sido
aplaudido por su versatilidad y disposición a explorar formatos de concierto
innovadores y sus dinámicas colaboraciones en música de cámara.
La ecuación final resultó un compendio de claves reveladas, aunque siempre misteriosas: una exploración por las existencias vividas y contadas, escritas, también cantadas y, para concretar, un posicionamiento frente a la realidad y la búsqueda y el regreso de la memoria perdida. Con una canción de Berlioz como "encore". Muchos aplausos de reconocimiento y una sala que todavía tenía algunas butacas libres.
Proust ha faltado aquí, pero su esencia siempre acompaña
este tipo de epifanías y celebraciones y su capacidad para transformar lo
íntimo en una reflexión universal. Les neiges d´antan, peut-être, on été ici.
(Las nieves de antaño, tal vez, han estado aquí). Inspirador.
Alicia Perris
Fotos: Elvira Megías
EN FRANÇAIS
LE BARYTON STÉPHANE DEGOUT ET LE PIANISTE CÉDRIC
TIBERGHIEN FONT LEUR DÉBUT DANS LE CYCLE DE LIED DU CNDM ET DU THÉÂTRE DE LA
ZARZUELA, LORS DU RÉCITAL D’OUVERTURE DE LA XXXIIe ÉDITION
Stéphane Degout, baryton. Cédric Tiberghien,
piano. Divers compositeurs. XXXIIe Cycle de Lied. Théâtre de La Zarzuela, 7
octobre 2025
PROGRAMME
PREMIÈRE PARTIE
ROBERT SCHUMANN (1810-1856)
Liederkreis, op. 39 (1840)
Textes de Joseph von Eichendorff
- In
der Fremde
- Intermezzo
- Waldesgespräch
- Die
Stille
- Mondnacht
- Schöne
Fremde
- Auf
einer Burg
- In
der Fremde
- Wehmut
- Zwielicht
- Im
Walde
- Frühlingsnacht
GUY ROPARTZ (1864-1955)
Quatre poèmes d’après l’«Intermezzo» de Heinrich Heine, IGR 54 (1899)
Textes de Pierre-René Hirsch et Joseph Ropartz
Prélude
- Tendrement
enlacés, ma chère bien-aimée
- Pourquoi
vois-je pâlir la rose parfumée ?
- Ceux
qui, parmi les morts d’amour
- Depuis
que nul rayon de tes yeux bien-aimés
Postlude
DEUXIÈME PARTIE
RITA STROHL (1865-1941)
Six poésies de Baudelaire mises en musique, op. 20 (1894)
- Un
fantôme
- Obsession
- Madrigal
triste
MAURICE RAVEL (1875-1937)
Sainte, M 9 (1896)
Texte de Stéphane Mallarmé
Deux épigrammes de Clément Marot, M 21/10 (1896-1899)
- D’Anne
qui me jecta de la neige
- D’Anne
jouant de l’espinette
Shéhérazade, M 41 (1903)
Texte de Tristan Klingsor (pseudonyme de Léon Leclère) - L’indifférent
Don Quichotte à Dulcinée, M 84 (1932-1933)
Textes de Paul Morand - Chanson
romanesque
- Chanson
épique
- Chanson
à boire
CLAUDE DEBUSSY (1862-1918)
Trois ballades de François Villon, CD 126 (1910)
- Ballade
de Villon à s’Amye
- Ballade
que Villon feit à la requeste de sa mère pour prier Nostre-Dame
- Ballade
des femmes de Paris
Stéphane Degout et son accompagnateur ont abordé, au cours
de cette soirée, une grande variété de compositeurs, sur des textes d’une
profondeur remarquable, unis pourtant par une cohérence subtile et paradoxale.
Les poèmes mis en musique par Robert Schumann sur des textes de Joseph von
Eichendorff sont d’une exquise délicatesse ; la diction allemande du baryton
français, sûre et limpide, témoigne de sa maîtrise des langues et de l’étendue
de son répertoire – qui va d’un superbe Eugène Onéguine au baroque, à
Mozart ou à l’opéra contemporain, sur les scènes les plus prestigieuses.
À partir de l’Intermezzo de Heinrich Heine, les
textes d’auteurs français mis en musique par Guy Ropartz trouvent ici une
interprétation pleine de finesse et de recueillement. On sait combien les
musiciens et chanteurs français tiennent à préserver et à faire vivre leur
riche tradition musicale, souvent trop peu diffusée.
La seconde partie, sans doute la plus dense et la plus
exigeante techniquement, nous offre la présence de la compositrice Rita Strohl,
rare au concert, sur des poèmes de Baudelaire. On y retrouve, en cette soirée,
plusieurs des poètes maudits les plus célébrés de France : Baudelaire
lui-même, auteur d’Invitation au voyage ou de L’Albatros, mais
aussi François Villon, qui nous a tous charmés adolescents par sa mélancolique
question existentielle : « Où sont les neiges d’antan ? » — interrogation que
lecteurs et mélomanes se posent au fil du temps. Un concert savant, un concert
de culte.
Chanter, ce n’est pas seulement phraser, accorder ou choisir
un répertoire : c’est le comprendre et le transmettre. Tel est ici le défi du
chanteur et de son pianiste, car ce récital n’était ni facile ni léger. Degout
possède un souffle solide, des graves étonnants, une belle ligne de chant et
une technique qui lui permet d’aborder des compositeurs éloignés dans le temps
comme dans l’espace. Son instrument est semblable au bois : robuste, souple et
résistant.
Mallarmé fut toujours un auteur d’alchimie et d’énigme.
Ravel le présente ici, aux côtés de vers de Clément Marot (poète du XVe siècle,
protégé du roi François Ier), d’un extrait de Shéhérazade et des
célèbres Chansons de Don Quichotte à Dulcinée, devenues emblématiques.
Debussy, quant à lui, ne pouvait manquer à l’appel :
véritable géographie plurielle à lui seul, il met en musique le fascinant
Villon (dans son français médiéval du XVe siècle). Degout propose ainsi non
seulement un panorama musical du patrimoine français et allemand, mais aussi
une véritable traversée historiographique de la littérature et des grandes
œuvres universelles qui ont marqué le monde occidental. Une traversée exquise.
Ce concert marquait sa première participation, aux côtés du
pianiste Cédric Tiberghien, dans le prestigieux Cycle de Lied, fort de plus de
trente années d’existence. Ils y présentaient un programme d’une grande
richesse, reliant deux traditions essentielles du répertoire vocal de chambre :
le lied allemand et la mélodie française.
Un travelling évocateur, du romantisme allemand et
ses thèmes de la nature, de la perte, du désespoir, de la nostalgie, des
fantômes, de la Lorelei et des amours contrariés, jusqu’à la poésie musicale
française de la fin du XIXe siècle, qui rassemble une véritable anthologie
poétique s’étendant jusqu’au XXe siècle.
Le baryton français Stéphane Degout est l’une des
voix les plus acclamées du moment. Sa voix est saluée pour « son intensité
dramatique impressionnante » et « son agilité impétueuse et sa robustesse
virile ». Ni complaisant dans ses choix artistiques, ni dans sa prestation, il
conserve cette rigueur intellectuelle héritée des grandes pensées des XVIIe et
XVIIIe siècles qui ont façonné la France. Degout incarne cette tradition.
Diplômé du Conservatoire National Supérieur de Musique de
Lyon, il fait ses débuts au Festival d’Aix-en-Provence dans le rôle de
Papageno, et se voit aussitôt reconnu sur les plus grandes scènes lyriques
internationales. Parmi ses rôles les plus marquants : Guglielmo (Così fan
tutte), le Comte Almaviva (Les Noces de Figaro), Oreste (Iphigénie
en Tauride), Wolfram (Tannhäuser), ainsi que les rôles-titres de Hamlet
(Thomas), Don Chisciotte (Conti) et Orfeo (Monteverdi). Citons
aussi sa participation à Lessons in Love and Violence de George
Benjamin, créé à la Royal Opera House de Covent Garden dans un rôle écrit pour
sa voix. Récemment, il a chanté le Dichterliebe de Schumann au Festival
de Lausitz aux côtés de Martha Argerich, entre autres.
De son côté, le discret, élégant et précis Cédric
Tiberghien est un pianiste français de renommée internationale, empreint de
sagesse musicale et de retenue. Son art n’est pas de dominer, mais de rayonner
à sa juste place, choix délibéré et très remarqué dans l’équilibre du duo.
Connu pour ses interprétations du répertoire classique, français et
contemporain, il est salué pour sa polyvalence et son goût des formats de
concert innovants, ainsi que pour ses collaborations en musique de chambre.
L’équation finale fut un condensé de clefs révélées, quoique
toujours mystérieuses : une exploration des vies vécues, contées, écrites et
chantées — et, en somme, une réflexion sur la réalité, la mémoire et sa
reconquête. A la fin une chanson de Berlioz comme "encore" et beaucoup d´appaludissements. Il y avait quelques sièges libres dans la salle.
Proust manquait ici, certes, mais son esprit planait sur
cette épiphanie musicale et cette célébration du sensible, par sa capacité à
transformer l’intime en méditation universelle.
Les neiges d’antan, peut-être, étaient ici.
Inspirant.
— Alicia Perris







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