Obras de Elgar (1857- 1934) y Rachmaninov
(1873-1943). Orquesta y Coro Nacionales. David Afkham, director de la
orquesta y Miguel Ángel García Cañamero, director del coro. Auditorio Nacional.
Madrid, 24 de septiembre de 2023.
Programa
Edward Elgar, Concierto para violín y orquesta en Si menor, op. 61
Serguéi Rajmáninov), Las campanas, op. 35
Los cuatro
movimientos son los siguientes:
Allegro ma non
tanto. "Las campanillas plateadas del trineo" en la bemol mayor - con
solo de tenor.
Lento. "Las
melodiosas campanas de boda" en re mayor - con solo de soprano.
Presto. "Las
fuertes campanas de alarma" en fa menor.
Lento Lugubre.
"Las lúgubres campanas de hierro" en do sostenido menor - con solo de
barítono.
David Afkham, Director
Frank Peter
Zimmermann, Violín
Anush Hovhannisyan, Soprano
Pavel Petrov, Tenor
Anatoli Sivko, Bajo
Miguel Ángel García
Cañamero Director del Coro Nacional de España
Orquesta y Coro
Nacionales de España
Una mañana de
domingo con tiempo dulce- comienzos del otoño en Madrid- inaugura la temporada
en el Auditorio Nacional. Apenas traspasada las puertas, los directores de la
Orquesta Nacional de España David Afkham y del Coro, García Cañamero, músicos y
cantantes, se entremezclan con la audiencia que llega para intercambiar unas
palabras, una foto, un apretón de manos. Sorpresa para todos, porque- no es
habitual- y no hay mejor forma de reconectar con la sala y sus constelaciones
que la cercanía y la disponibilidad de los artistas. La inauguración no pudo
comenzar mejor.
En cuanto al programa, el concierto para violín en si
menor de Edward Elgar, op. 61, es
una obra concertante para violín y orquesta, tal vez una de las composiciones
orquestales más largas del compositor y la última en obtener un éxito popular
inmediato. Compuesto para el violinista Fritz Kreisler, quien lo estrenó en
Londres en 1910, con la dirección del mismo compositor. Este hizo además una
grabación con el jovencísimo violinista Yehudi Menuhin en 1932 que fue un éxito
discográfico.
Algunos expertos y
los instrumentistas, lo consideran como uno de los más difíciles en el
repertorio de violín por el uso constante de dobles cuerdas, cruces de cuerdas
rápidos y poco ortodoxos, y enormes, cambios rápidos de posición en el
instrumento, sin embargo, continuó siendo programado y tocado por aclamados
violinistas.
En este caso, la orquesta
estuvo en su mejor expresión de volúmenes sonoros, planos diferentes, matices,
a cargo del maestro titular,
David Afkam,
igual que el solista,
Frank Peter
Zimmermann en manejo de la técnica del arco, el trabajo de los pasajes y la
digitación. Excelente la comunicación entre la concertino, el solista y el
director, para logar un conseguido empaste con el resto de las secciones de la
orquesta, en una sala que goza de una excelente acústica y disponibilidad para
disfrutar de la música y las voces, polivalente. ZImmermann no dejó ningún
“encore”.
La partitura como se
dijo antes, está dedicada a Kreisler, pero también lleva la inscripción en
español, "Aquí está encerrada el alma de.....", cita de la novela Gil
Blas de Alain-René Lesage. Los cinco puntos son uno de los enigmas de Elgar, y
se han propuesto varios nombres para que coincidan con la inscripción. Se ha
especulado ampliamente que alude a Alice Stuart-Wortley, hija del pintor John
Everett Millais, la querida amiga de Elgar a quien él apodaba
"Windflower", y su amor por ella y su inspiración para él son bien
conocidos. No hay pruebas definitivas que la vinculen con la inscripción del
concierto, aunque Elgar apodó varios de los temas "Windflower", y en
sus cartas a ella se refirió a la obra como "nuestro concierto”. Aunque hubo otras
candidatas cercanas al corazón del compositor que podrían estar vinculadas a
esta obra. El biógrafo de Elgar, Jerrold
Northrop Moore, sugiere que la inscripción no se refiere a una sola
persona, sino que en cada movimiento del concierto hay una inspiración viva y
un fantasma: Alice Stuart-Wortley y Helen Weaver en el primer movimiento; la
esposa de Elgar y su madre en el segundo; y en el final, Billy Reed y August
Jaeger ("Nimrod", de Enigma Variations).
Elgar dijo del
Concierto para violín: "¡Es bueno!
¡Terriblemente emocional! Demasiado emotivo, pero me encanta". Tiene tres
movimientos. Y según el biógrafo de Elgar, Michael Kennedy, estructuralmente el
concierto sigue el modelo de los de Brahms y quizás de Bruch.
Kennedy describe un pasaje
del Allegro como "una de las entradas más efectivas e inquietantes del
instrumento solista que se puede encontrar en cualquier concierto".
Calificado como
Andante el segundo movimiento, en tonalidad de si bemol, tiene un preludio
orquestal más corto y es en su mayoría tranquilo y melodioso, pero se eleva a
un clímax apasionado y finalmente el tercero y último, Allegro molto comienza con un fragmento de
violín suave pero extenuante, acompañado por la orquesta, con muchas cuerdas
dobles y arpegios rápidos, recordando temas del primer y segundo movimiento.
Por fin, como el movimiento parece dirigirse a un final convencional, hay una
cadencia acompañada inesperada y poco convencional en la que la orquesta apoya
el solo con un efecto de pizzicato tremolando. Esta cadencia es el clímax
emocional y estructural de toda la obra, al menos esto es lo que opinan los
expertos en musicología y crítica musical al uso.
La segunda parte del
concierto fue más sombrío, menos centelleante. Hubo introspección, nostalgia y
la habitual melancolía que imprime en sus cuentos y en sus poemas, también
ahora en Las Campanas, Edgar Poe, un
alma atribulada. Insondable, críptico y siempre atormentado
Las campanas (The
Bells) es un poema gótico del escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849), compuesto en mayo de 1848 y publicado
de manera póstuma en la edición de noviembre de 1849 de la revista Sartain's
Union Magazine. La inspiración detrás de Las campanas (por lo visto aquí se
trata siempre de un “cherchez la femme”!) fue Marie Louise Shew, una mujer que
ayudó a Edgar Allan Poe en el cuidado de su esposa, Virginia Clemm, durante su
agonía.
Tan lejos
geográficamente pero tan cerca en lo emocional Rajmáninov de Poe, a los dos los
invade aquí, en el pentagrama, en las voces y los versos, una cierta depresión
fundacional y básica, irreparable, a partir de la cual desarrollan y entretejen
una fantasmagoría sin esperanza.
Las campanas
establece paralelismos entre el compositor y su antiguo mentor, Piotr Ilich Chaikovski, tanto la obra
como las circunstancias de su composición. Casualmente, Rajmáninov escribió la
sinfonía en Roma, en el mismo escritorio donde Chaikovski solía componer. Hay quien deduce
que, por varios motivos, es homóloga a la Sinfonía Patética de Chaikovski,
así como Das Lied von der Erde de Gustav
Mahler. El cuarto movimiento, con su imagen del demoníaco tañedor de campanas, es
una referencia- parece- a la escena del
dormitorio de La dama de picas.
Esforzada en esta
ocasión como suele, la labor del Coro
Nacional que dirige con holgura y sabiduría Miguel Ángel García Cañamero, acompañado por una orquesta a pleno
rendimiento, concertada muy bien con los tres solistas que en esta ocasión,
declinaron tres de los cuatro movimientos de las Campanas.
Al tenor bielorruso Pavel Petrov, le tocó intervenir en el
primer movimiento y lo hizo con seguridad y esmero, salvando los obstáculos que
podrían haberlo convertido en un eco lejano de la magnificencia sonora de la
orquesta. Bella voz, buena afinación y estupenda línea de canto.
Igual que la de la
soprano armenia Anush Hovhannisyan,
que defendió muy bien el segundo tempo, con dulzura, elegancia y empatía,
lidiando con una partitura llena de complejidades y escollos para las voces,
con una orquesta rica en todas las secciones.
Por fin, el cuarto
movimiento, “pensieroso”, triste, contenido, fue para el bajo bielorruso Anatoli Sivko. Con un instrumento
fresco y dispuesto, se enfrentó a un cierre muy sinfónico, “a tutta orchestra”
oscuro, nocturnal y un maestro, Afkham que
concertó una vez más con amplitud y diligencia, ampliando el gesto y el
movimiento corporal más allá de los límites expresivos, siempre generosos pero
apolíneos, impecables, a los que nos tiene acostumbrados.
Alicia Perris