domingo, 29 de junio de 2014

'JUBILARSE ES LA ANTESALA DE LA MUERTE' CHARLES AZNAVOUR, CON 90 AÑOS RECIÉN CUMPLIDOS, VISITA BARCELONA PARA ACTUAR EN EL LICEU


Charles Aznavour, retratado en Barcelona hace un par de años. ANTONIO MORENO
JAVIER BLÁNQUEZ Barcelona

Charles Aznavour tiene planes detallados para los próximos 30 años. «¡Vivir! Quiero seguir viviendo como hasta hoy, la vida es una cosa preciosa y he podido hacer lo que he querido», cuenta en el restaurante del hotel Le Mèridien, mientras se le escapa una sonrisa. De este modo, el gran referente de la chanson, todavía en activo tras haber cumplido los 90 -el pasado jueves actuó en Barcelona, en el Gran Teatre del Liceu, en una gala retrospectiva de su carrera de más de seis décadas-, parece reafirmarse en su promesa, dicha en broma hace un tiempo, y que consistía en no morirse hasta llegar a los 120 años. «El trabajo es para mí como un deporte. Me gusta mucho lo que hago y no lo voy a dejar».
No lo hace porque, aunque administrativamente ya es un jubilado, Aznavour se resiste a dejar lo que ha hecho siempre: escribir canciones y melodías. «Escribo cada mañana, pero no necesariamente son canciones. El cerebro hay que entrenarlo a diario, es como un músculo». Lo que le preocupa es sucumbir al aburrimiento, «que es lo peor de la jubilación; esta etapa de la vida hay que intentar verla desde lejos, porque si te fijas en ella muy de cerca es como si estuvieras en la antesala de la muerte».
«Bob Dylan sigue trabajando y es un enlace entre pasado y presente»
Y aunque su último disco propone una momificación de su legado -se trata de 90ème Anniversaire. Best of Edition, un cofre de cuatro CDs publicado por Universal Francia el pasado mes de mayo que incluye, cómo no, sus mejores 90 canciones-, Aznavour tiene ya planes para publicar un nuevo disco. «He empezado a grabar. Tengo canciones en francés y en inglés, y quizá haya alguna en italiano. Escribo muchas piezas, pero la mayoría las mando directamente a la basura. Las que me gustan me las guardo para mí o las doy a otros intérpretes». En 2011 se despidió del público francés con una larga gira, pero no ha podido resistirse a volver. Hay dos musicales en Estados Unidos y Canadá que se están montando a partir de sus canciones, y el día de su 90 cumpleaños, el 22 de mayo, lo hizo cantando en Berlín. Su único signo de debilidad aparente es el audífono que tiene que colocarse en el oído derecho antes de empezar a responder preguntas. «Para mí nada ha cambiado. Cuando era joven, tenía mala voz. Con el tiempo, la voz mejoró, y el único problema de cantar a esta edad es que la mala voz ha vuelto. Pero tengo un público que lo sabe perdonar».
Las canciones de Aznavour han traspasado varias generaciones. Las modas cambian, pero su obra sigue impactando a los nuevos públicos jóvenes, llegando al corazón. «Mucha gente dice que es porque mis canciones hablan sobre el amor. Pero no creo que sea verdad, porque no tengo muchas canciones de amor, en realidad. La juventud necesita esas canciones de amor, y yo siempre se las he dado, pero a la vez les he violado con otros temas. Los temas que trato son importantes, y creo que ahí está la clave del éxito, en la variedad: he escrito sobre el extrarradio, sobre el alcohol, sobre la homosexualidad».
«El trabajo es para mí como un deporte. Me gusta y no lo voy a dejar»
Se define como un clásico -«tengo una manera de escribir que ya no voy a cambiar»- y sentencia su punto de vista con una frase que no admite dobles lecturas: «yo ya no voy a la gente, es la gente la que viene a mí», en referencia a las nuevas maneras de hacer música, que no le interesan en absoluto. «En Estados Unidos el cambio de una generación a otra no ha sido tan traumático como en Francia», explica. «No me gusta lo que se hace, en general, pero hay algunos de los clásicos, como Bob Dylan o los grandes autores de comedia musical, que siguen trabajando y son un enlace entre el pasado y el presente. Pero en Francia ya no es así». De este modo, Aznavour no se atreve a identificar un heredero de su manera de hacer, vivir y entender la música, aunque también se resiste a considerarse el último superviviente de una edad de oro. «Yo seguí los pasos de Charles Trenet y otros me seguirán a mí. Todos formamos parte de una gran línea. Conmigo no se acaba nada». Sobre todo, porque Aznavour tiene cuerda para años.

http://www.elmundo.es/cataluna/2014/06/26/53ac5e8c22601d14768b456c.html

LA CHAPUZA CON LA QUE ESTALLÓ LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL



Un insólito cúmulo de casualidades permitió a Gavrilo Princip asesinar al archiduque en Sarajevo hace ahora 100 años
 

Princip, segundo por la derecha, capturado tras disparar al archiduque.


Nunca un cúmulo de casualidades tan insólito ha tenido unas consecuencias tan pavorosas. Las posibilidades de que Gavrilo Princip desatase en Sarajevo con dos disparos una guerra mundial, un atentado del que se cumplen 100 años este sábado, eran mínimas pero ocurrió. “Era un don nadie, que sin embargo lo cambió todo”, explica Tim Butcher, un escritor de viajes británico que acaba de publicar un ensayo sobre Princip, The trigger. Hunting the assassin who brought the world to war (El gatillo. En busca del asesino que llevó al mundo a la guerra). La mayoría de los historiadores coinciden en que, sin aquel magnicidio, la Primera Guerra Mundial, la catástrofe de la que surgen todas las demás catástrofes del siglo XX, no habría estallado. Sin embargo, este joven serbio de Bosnia de 19 años, un tirador sin experiencia, mató al archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austrohúngaro, del que Bosnia era entonces una remota provincia, y a su esposa, Sofía, después de encontrarse con ellos por casualidad: ni el asesino ni sus víctimas tenían previsto estar en el sitio en el que se cruzaron. Con dos certeros e improbables disparos, destruyó el mundo tal y como se conocía hasta entonces.


El archiduque con su esposa en Sarajevo el 28 de junio de 2014. / REUTERS

“El atentado de Sarajevo es un suceso de consecuencias mundiales, una especie de Zona Cero de la época”, explica el escritor bosnio residente en Francia Velibor Colic, autor de un relato borgiano del magnicidio, Sarajevo omnibus (Gallimard). “Fue un complot muy bien organizado pero a la vez muy caótico, en el que el azar jugó el papel principal. Fue un vaudeville, una tragicomedia cuyas consecuencias, desgraciadamente, conocemos todos”. Butcher asegura sobre el improbable protagonista del mayor magnicidio de la historia (sólo comparable al asesinato de Kennedy en Dallas en 1963, en el que también hubo una comitiva, un coche descubierto y un debate nunca acabado sobre los responsables últimos): “No dejó descendientes directos, porque murió muy joven. Provenía de una familia extremadamente pobre, de siervos, que debían entregar sus ganancias al señor feudal. Seis de sus hermanos murieron. Cien años después, cuando conocí a sus familiares, seguían hablando de la pobreza".
El asesino se encontró ante el convoy en el que viajaban los príncipes frente a la pastelería Moritz Schiller, que ahora alberga un museo sobre el magnicidio. Princip estaba allí por casualidad pero, lo que es más grave, el archiduque y su esposa, también. La leyenda dice que el asesino se estaba comiendo un emparedado pero, como tantos otros detalles de aquella mañana, no está confirmado porque muchos documentos se perdieron a lo largo de las guerras que asolaron Europa desde entonces. Se sabe que formaba parte de un complot para llevar a cabo el magnicidio que, en aquel momento parecía haber fracasado tras un intento fallido y después de que tres terrorista no se atreviesen a utilizar las bombas y las pistolas que llevaban. De repente se topó de bruces con la comitiva regia y decidió disparar. 
Contra toda la lógica, pese a haber sufrido un atentado fallido esa misma mañana, Francisco Fernando decidió continuar con su visita a Sarajevo como si nada ocurriese y formase parte de las costumbres locales lanzar una bomba contra el coche en el que viajaba el heredero de un imperio. La lógica indicaba que el ataque no era una casualidad entre otras cosas porque la visita tenía lugar en una fecha de enorme contenido simbólico: los serbios celebran su día nacional el 28 de junio, San Vito, cuando perdieron su independencia frente a los turcos en batalla del campo de los mirlos en 1389, en Kosovo. La escritora Rebecca West, autora del gran libro de viajes sobre los Balcanes, Cordero negro, halcón gris, escribió en los años treinta tras entrevistarse en Sarajevo con varios testigos del magnicidio: “Nadie trabajó tanto para que el atentado tuviese éxito como las propias víctimas”.
Tras la visita prevista al Ayuntamiento, el gobernador de Bosnia, Oskar Potiorek, convenció al archiduque para acortar y cambiar el recorrido, evitando las estrechas calles del centro de Sarajevo. Pero a nadie se le ocurrió informar al conductor. Cuando se dieron cuenta del error, la comitiva real se detuvo en mitad del camino con el propósito de cambiar de rumbo: hubo que empujar el coche a mano porque carecía de marcha atrás. La parada tuvo lugar ante la pastelería Moritz Schiller, aunque podía haber ocurrido en cualquier otro lugar. Pero, justo ahí, un joven armado que tal vez estaba allí para comerse un sándwich se encontró con un blanco perfecto, se subió al alero del coche y cumplió la misión para la que se había conjurado con otros siete Jóvenes Bosnios, por orden de una misteriosa y letal organización de Belgrado, la Mano Negra (el grado de participación del Gobierno serbio sigue siendo un misterio, aunque está claro que las armas venían de Serbia). La princesa Sofía murió casi inmediatamente, el archiduque Francisco Fernando media hora después. Eran las 11 de la mañana y el siglo XX acababa de empezar. Treinta y siete días después, estallaba la Primera Guerra Mundial.


Gavrilo Princip, en una imagen sin fecha. / AFP

El historiador Christopher Clark, autor de Sonámbulos, el más influyente ensayo de todos los publicados este año del centenario, insiste en el aspecto casual y pone sobre la mesa una idea muy inquietante dada la dimensión del desastre que se avecinaba (la desaparición de cuatro imperios, la Revolución Rusa, el cambio de las fronteras mundiales, el nacimiento del fascismo y el nazismo, otra Guerra Mundial, el Holocausto...): si Gavrilo Princip llega a fallar, Francisco Fernando, que no era un belicista, hubiese evitado la guerra. Sin embargo, Tim Butcher, que ha pasado años investigando la figura de Princip y que ha recorrido Bosnia en busca de sus huellas, tiene una visión muy diferente, no de la chapuza de aquella mañana, pero sí de lo que el asesino representaba. “Encarna el principal cambio que surgió con el siglo XX: la era de los jóvenes, de la gente que no tenía voz y que de repente la tuvo. En aquellos años surgieron los nacionalismos violentos en Irlanda, en Palestina, en lo que sería Yugoslavia. Es una figura que cobra sentido en medio de todas estas fuerzas que estaban estallando entonces”. Enmarca el asesinato de Sarajevo dentro de la lucha de los eslavos del sur por tener un país, que se llamaría Yugoslavia hasta que los mismos nacionalismos lo destruyeron, y dentro de las revoluciones europeas de 1848, la Comuna de París en 1870, la rebelión de los jóvenes turcos en 1908... El asesinato fue una casualidad, pero la guerra era algo que llevaba un siglo forjándose. La primera mañana del siglo XX fue una larga digestión del pasado.

http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/26/actualidad/1403783382_798269.html

'EL MUNDO DISOLUTO DE LOS BORGIA, SUS INTRIGAS, NO ES MUY DISTINTO DEL ACTUAL'

IRENE HDEZ. VELASCO Roma

Tiene 88 años y el premio Nobel de Literatura desde hace 17 años, pero sólo ahora este dramaturgo, actor, director, juglar, escritor, escenógrafo y pintor acaba de publicar su primera novela. Se titula La Hija del Papa (Ed. Siruela), en España saldrá a la venta en noviembre y cuenta la otra historia de Lucrecia Borgia, la hija del Papa español Alejandro VI. Esa a la que tradicionalmente se pinta como una arpía devoradora de hombres, capaz de cualquier cosa en nombre del poder y del placer, que llegó a mantener relaciones incestuosas con su padre y con su hermano... Dario Fo, especialista en ir a contracorriente, presenta un retrato muy diferente de ella. Después de un año de investigaciones, de bucear en archivos y documentos históricos, ha descubierto una Lucrecia Borgia muy distinta: sensible, valiente, rebelde, socialmente comprometida... Casi santa. Se emociona cuando habla de ella, de la verdadera Lucrecia Borgia. Aunque nada en comparación con lo que se conmueve cuando se le pregunta por Franca Rame, su compañera de vida y de arte durante medio siglo y fallecida en mayo del año pasado.
¿Por qué ha decidido rehabilitar la memoria de Lucrecia Borgia?
Un noche, mis asistentes y yo vimos por televisión un capítulo de la serie Los Borgia. Nos pareció bien rodada y con óptimos actores, pero que sin embargo estaba fuera de tono en lo que se refería a los hechos históricos y que tenía la intención clara de ofrecer a los espectadores una especie de peli porno, con clase pero porno al fin y al cabo. Y para conseguirlo, para poder ser una serie erótica, había que llevar más allá del límite la verdad histórica, retomar las falsedades que rodean a Lucrecia Borgia desde el siglo XVII y pintarla como una devoradora de hombres sin escrúpulos, capaz de cometer incesto con su hermano e incluso con su padre, el Papa Alejandro VI.
No era una envenenadora
Ah, pero entonces ¿Lucrecia Borgia no cometió incesto, como siempre nos han contado?
Claro que no. Ese fue un rumor malévolo que la familia Sforza hizo circular como venganza después de que el Papa Alejandro VI, el padre de Lucrecia, declarara nulo el matrimonio de Lucrecia Borgia con Giovanni Sforza, duque de Pesaro, porque esa alianza ya no le interesaba. Sobre Lucrecia Borgia circulan muchas mentiras. Se dice por ejemplo que fue una experta envenenadora, cuando en realidad nunca tuvo nada que ver con los que venenos y jamás mató a nadie.
Entonces ¿quién era Lucrecia Borgia?
Para entenderla hay que empezar por el principio. Piense usted que Lucrecia Borgia era una niña que de repente un día descubre, de manera traumática, que aquella persona que siempre había creído que era su tío en realidad es su padre, y que el padre que ella abrazaba todas las mañanas era en realidad un padre comprado para hacer el papel de padre. Y de golpe descubre esta farsa horrenda y trágica. Luego se entera de que su padre, el Papa, tiene como amante a una amiga suya de 14 años, Julia Farnese. Lo más sorprendente es que todas esas cosas de Lucrecia Borgia, que son historias verdaderas, no se cuentan.
¿Y por qué? ¿Por qué ese empeño en retratar a Lucrecia Borgia como una arpía amoral que utiliza el sexo para sus intereses de poder?
Porque esa historia se vende mejor. Una mujer espléndida, gentil, delicada y casi tímida como era en realidad Lucrecia Borgia no vende. Se vende muchísimo mejor pintarla como una puta gigantesca que se casa con uno y después jura que con jamás ha hecho el amor con él, que es impotente, y obtiene de su padre la nulidad matrimonial; que se casa con otro (en realidad la casan, fue un engaño del que ella no supo nada hasta después de la boda) y que en un determinado momento ve con sus propios ojos como tratan de asesinar a este segundo marido. Primero lo acuchillan pero no muere: ella lo cuida, tiene un hijo con él y cuando saben que está a punto de recuperarse y de levantarse de la cama llega un enviado de su hermano y lo mata. La familia mata, asesina, pero Lucrecia no. Y esa historia se rebaja cuando se trata de violencia y se sube el tono cuando se trata de sexualidad y es directamente anulada cuando Lucrecia toma el control de su vida y decide huir de su familia.
¿Huyó de su familia?
Sí, se fue a un convento. Pero no sé va del todo, porque Lucrecia no es una mujer que quiera cancelarse, apagarse, no quiere olvidarse del mundo ni que el mundo se olvide de ella. Lucrecia es una mujer que tiene cosas que decir, que ama a la gente, que ama la tierra... Cuando acepta finalmente casarse con su tercer marido, que también él es postizo, un negocio, un apaño de su padre, lo hace porque sabe que tiene el poder en sus manos y emplea ese poder para ayudar a la gente que está en las cárceles, para ayudar a los pobres... Piense usted que Lucrecia Borgia llega a inventar un banco para los pobres... Y, sobre todo, termina haciendo el camino de algunos santos que 50 años antes habían hecho cosas extraordinarias en Siena. Abraza esa idea y crea un convento que no tiene nada que ver con los conventos de la Iglesia católica y apostólica. El de Lucrecia Borgia es un convento donde se actúa, donde se interactúa, donde se trabaja, donde las personas que allí están son seres humanos, no personas que han sido abandonadas allí y de las que se ha olvidado el mundo.
Casi la pinta como una santa...
No fue una santa. Pero fue una mujer de enorme valentía y fuerza. Una mujer que demostró, incluso en la vida común, un inmenso coraje. Le pongo un ejemplo: en un momento dado su hermano iba a ser derrotado en la Romagna. Pues bien: Lucrecia Borgia utilizó todo el dinero que tenía para poner en pie un ejército, compró un ejército con los mejores generales que en la época se podían tener, y venció nada menos que a los venecianos. Una como ella que consigue doblegar a los venecianos, que logra formar un ejército capaz de vencer a una potencia militar como era Venecia, es una que sin duda tiene cabeza. Sin embargo su hermano, Valentino, era un tipo que si hubiera vivido en los años 30 hubiera sido un gangster en América. Para que se haga una idea: hay un grupo de personas que le quieren quitar de en medio y él las invita a comer y directamente se carga a la mitad. A la otra mitad les tiene como prisioneros para bloquear las posibles reacciones que se puedan desencadenar. Y cuando en un determinado momento las cosas se resuelven, les mata a todos. ¿Qué relación puede tener Lucrecia Borgia con un tipo así? Pues una relación de negación. Llegada a un cierto punto Lucrecia no puede más y dice basta. Con todo el amor que siente por su hermano, en un momento dado lo borra completamente de su vida, insulta a quienes lo defienden y, sobre todo, dirige su atención a los problemas de los otros. En todo este drama, imposible de gestionar, ella consigue remontar siempre.
Leyendo su libro y la descripción cruda y descarnada que en él hace del poder es inevitable pensar en el poder en la actualidad y en como el sexo sigue siendo un motor importante... Sólo hay que ver los bunga-bunga de Berlusconi.
Si, es cierto, no cabe duda, Pero yo cuando he escrito este libro en absoluto he pensado en escribir una novela que fuera reflejo de la actualidad, un espejo en el que se pudiera ver nuestro tiempo. Pero es algo inevitable, ocurre de manera normal. El mundo disoluto de los Borgia, sus intrigas, su oportunismo político, no es muy distinto del actual. Lo que ellos hicieron es todo lo que Berlusconi habría querido hacer, pero sólo ha logrado hacer en parte.
Usted no sólo rehabilita a Lucrecia Borgia, también en parte a su padre, el Papa Alejandro VI...
De nuevo me limito a hacerme eco de la verdad histórica. Alejandro VI en un momento dado tiene una crisis terrible, decide hacer saltar por los aires todo y hace un discurso de una potencia increíble. Nuestro Papa actual, que tiene una fuerza increíble y que en mi opinión está arriesgando mucho, aún no ha llegado a hacer un discurso tan rompedor como ese. Alejandro Borgia ve a su hijo, un cínico, y le dice que será el primero en ayudarle cuando traten de quitarte de en medio pero que debe entender que si sigue por ese camino será su fin, su muerte.
Usted siempre a contrapié, Dario Fo... Siempre nadando a contracorriente...
Por lógica. Porque me doy cuenta de que lo que normalmente me propone la sociedad esconde por lo general intereses personales, de grupo, de banda.
Desde el principio ha apoyado abiertamente a Cinco Estrellas, el movimiento anticasta que lidera Beppe Grillo...
Claro. Obviamente existe el peligro de que ese movimiento salte por los aires, pero qué importa. Yo quiero poder decir que no le he dejado solo. Creo en Beppe Grillo, creo en su movimiento. Por supuesto, hay cosas de él que no me gustan. Pero las combato desde dentro. También en su momento apoyé al Partido Comunista y ya ha visto lo que sucedió, así que ya me dirá usted qué puedo hacer. Fui el primero en decir al Partido Comunista Italiano: "mirad que estáis perdiendo el apoyo de la gente...". Pero no me hicieron caso.
¿Qué piensa de Matteo Renzi, desde algunos meses el nuevo primer ministro italiano?
Es un tipo listo, muy listo. Pero para mi es muy obvio. Yo no puedo respetar a uno como Renzi, que tiene la desfachatez de llegar a un acuerdo con Berlusconi, que es un delincuente. Berlusconi es uno que siempre ha robado, que ha siempre corrompido, que siempre ha comprado a jueces, que ha comprado a los dirigentes de las finanzas, ha pagado a mujeres a cambio de servicios sexuales... Es uno que ha comprado todo a golpe de talonario, que ha dirigido al mismo tiempo su propio imperio económico y las finanzas del Estado, organizando el Estado según sus propios intereses. Y Renzi ha hecho un acuerdo con ese tipo. ¿Cómo se puede consentir eso? ¿Cómo se puede admitir que el primer ministro italiano se deje condicionar de la voluntad y el interés de un sujeto como Silvio Berlusconi, que lo único que busca es sobrevivir? Renzi es culpable de haber resucitado el cadáver de Berlusconi porque lo necesitaba para poder gobernar. No, eso no se puede tragar. Patufa se dice en dialecto: significa la podredumbre que se mueve, los gusanos de la descomposición que avanzan... Eso es Berlusconi, y Renzi también.
¿Y qué piensa un anticlerical como usted de Francisco, el Papa actual?
Es un gran personaje. Espero que pueda seguir adelante con el mismo ritmo que hasta ahora está demostrando y que no lo detengan, que no le entrampen. El otro día en un teatro romano hice una alocución en defensa de Francisco, un discurso que fue seguido en silencio absoluto, un silencio que daba miedo, por 13.000 personas. Al concluir hasta la orquesta se puso en pie para aplaudir, debe de ser una de las pocas ocasiones en las que los músicos de una orquesta se alzan para aplaudir a uno que habla, no que canta. Pero no me aplaudían a mi, a Dario Fo, aplaudían lo que yo decía. Y lo que yo decía es que este Francisco es un Papa muy valiente, contaba las cosas increíbles que está haciendo, que este Papa ha obligado a los políticos italianos a levantarse muy temprano para ir un día a misa a la residencia de Santa Marta a las 7.00 de la mañana y que una vez allí les ha leído la cartilla a conciencia, les ha abroncado salvajemente, les ha dado una buena patada en el culo.
Dígame una cosa... ¿Echa mucho de menos a Franca Rame, su mujer, fallecida el año pasado?
La echo de menos todo el tiempo, constantemente, sin descanso. Piense que hemos pasado juntos 50 años, una vida. Todo lo hacíamos juntos. Todo lo comíamos juntos, lo vomitábamos juntos, lo escupíamos juntos. Cuando a ella la sometieron por ejemplo a las violencias bestiales a las que la sometieron, las sufrimos juntos. Todo, todo lo hacíamos juntos. Así que sí, la echo de menos todo el tiempo. No pasa ni siquiera un minuto sin que la eche de menos. Ni siquiera cuando duermo dejo de pensar en ella. Cualquier gesto que haga, cualquier cosa que haga, lo hago pensando en Franca.

http://www.elmundo.es/cronica/2014/06/29/53aea07ce2704ed63e8b4574.html

sábado, 28 de junio de 2014

PASIÓN POR EL HOMBRE



La experiencia de Lévi-Strauss en las selvas brasileñas le condujo muchos años después a cuestionar los convencionalismos sobre las sociedades primitivas y a formular una nueva teoría sobre los vínculos humanos

JUAN MANUEL BELLVER París

"Sabio no es quien proporciona las buenas respuestas, sino aquel que formula las buenas preguntas", dejó escrito Claude Lévi-Strauss en 'Lo crudo y lo cocido' (1964). Este año se cumple medio siglo de la publicación del primer volumen de la tetralogía 'Mitológicas', en el cual el fundador de la Antropología moderna transformó la percepción occidental de los pueblos primitivos. Pero el mundo de la cultura francesa no ha previsto ninguna conmemoración especial, quizá porque ya homenajeó suficientemente a su autor en 2008, cuando cumplió 100 años, y al año siguiente, cuando falleció.

 Sin embargo, su legado filosófico está más vigente que nunca en esta era de materialismo exacerbado y choque de civilizaciones. Este pionero de la ecología que anticipó la globalización -sin usar jamás dicho término- y advirtió de los peligros del progreso en su libro 'Tristes trópicos' (1955), es reivindicado aún hoy como uno de los intelectuales más pertinentes de nuestra época. No tanto ya por haber introducido el estructuralismo en las ciencias sociales, sino por su visión profundamente humanista de la existencia y, más concretamente, por ese certero estudio de las diferentes culturas de los hombres, sus conductas, esquemas lingüísticos y mitos, que reveló la existencia de patrones comunes y confirmó la universalidad de la mente humana.
"Su análisis de los mitos implica una teoría de nuestra relación con el mundo mucho más avanzada que lo que él mismo sugiere en su discurso", explica Yvan Simonis, autor de 'Lévi-Strauss o la pasión del incesto' (1968). "Yo lo releo constantemente porque sus libros -y especialmente los cuatro volúmenes de 'Mitológicas'- son, en sí mismos, una hermosa obra de arte que nunca ha dejado de asombrarme e inspirarme".
"Antes que etnólogo, Lévi-Strauss es sobre todo un viajero, un hombre que recorre el mundo para tomarle la medida", indica su más concienzudo biógrafo, Denis Bertholet. "La pasión por el descubrimiento le llevó a Brasil, donde aprendió un oficio que ninguna universidad enseñaba en aquel tiempo. En 1940, tuvo que huir de Francia y Nueva York fue para él una revelación, un lugar de reencuentro con la 'intelligentsia' del Viejo Mundo. A través de su amistad con Roman Jakobson y el deslumbramiento que le causó la lingüística estructural, obtuvo el armazón que daría sentido y rigor a su exploración de la diversidad humana", prosigue este reputado profesor del Instituto Europeo de la Universidad de Ginebra.
Etnólogo, antropólogo, filósofo y escritor, Claude Lévi-Strauss (1908-2009) nació en Bruselas (Bélgica), en el seno de una familia judía, y se crió en Francia, cerca de Versalles, donde su abuelo era un respetado rabino y su padre un conocido pintor. Entre 1927 y 1932, estudió Leyes y Filosofía en la Sorbona de París. Luego enseñó en un instituto de bachillerato local, el Lycée Janson de Sailly, al lado de profesores como Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Pero se decidió a aceptar un destino docente en el extranjero, a instancias del director de la École Normale Supérieure, Célestin Bouglé, que le convenció para enseñar Sociología entre 1935 y 1938 en la Universidad de Sao Paulo (Brasil) y así poder dar rienda suelta a su vocación antropológica los fines de semana, yendo a visitar junto a su esposa Dina -etnóloga de formación- las tribus nativas circundantes.
"La vocación de antropólogo es un refugio contra la civilización de nuestro siglo. Desde niño estuve fascinado por el pasado y por la naturaleza. Tras esa pasión se oculta no sólo la curiosidad por los hombres, sino también el deseo de vivir en un entorno natural tan salvaje como hace millones de años", explicaría años después.
A bordo de un maltrecho Ford 34, Dina y él siguieron la antigua ruta de los buscadores de oro por medio estado de Mato Grosso y, cuando los caminos se volvieron impracticables, alquilaron un carromato tirado por reses para penetrar en la jungla. Así contactaron, en diversas expediciones, con las tribus Caduveo, Bororo, Nambikwara... Luego, debido a una enfermedad ocular, varios miembros del grupo tuvieron que abandonar la misión; entre ellos Dina, que volvió a Sao Paulo y luego a París. Se divorciaron en 1939. Entretanto, Claude había trasladado su campo de actuación al estado de Rondônia, donde convivió con las tribus Mundé y Tupi Kawahib.
De vuelta a Francia con un inmenso bagaje de vivencias, se proponía escribir su tesis doctoral, 'Las estructuras elementales del parentesco' -que no sería publicada hasta 1949-, pero estalló la Segunda Guerra Mundial y fue primero movilizado, luego destinado a un instituto de Montpellier y por fin despedido debido a las leyes racistas del régimen colaboracionista de Vichy. Se fue del país en 1941 huyendo de la persecución nazi para establecerse en los Estados Unidos, donde ejerció como profesor invitado en la New School for Social Research neoyorquina en lo que él mismo definió luego como "el período más fructífero de su vida".
Allí conocería también al antropólogo germano-americano Franz Boas y al lingüista y estructuralista ruso Roman Jakobson, que le iniciaron en la obra de Ferdinand de Saussure, tan trascendente en su revolucionario análisis de las civilizaciones primitivas.
Efectivamente, en una época donde la mayoría de los antropólogos se ocupaban esencialmente de distinguir las diferencias entre las culturas, Lévi-Strauss prefirió reivindicar lo que estas tenían en común, estudiando las ideas abstractas y el pensamiento de los hombres con un enfoque diferente, llevando sus investigaciones etnográficas en dirección a la psicología, la lógica y la filosofía.
"A su regreso en 1948, necesitó 12 años para dotar a su disciplina de un lugar institucional, con la creación de una cátedra de Antropología Social en el Collège de France", recuerda Bertholet. "A partir de aquel momento, su pensamiento se impuso como uno de los polos de la conciencia contemporánea, cuya obra es inseparable de una reflexión sobre nuestra sociedad y su funcionamiento y anticipa una visión ecológica del mundo".
Frío y caliente, crudo y cocido, animal y humano. Hasta que él llegó, el estudio antropológico de la mitología se basaba en conceptos binarios opuestos, mediante los cuales la humanidad había concebido tradicionalmente el sentido de la vida. Pero su experiencia en las selvas brasileñas le condujo muchos años después a cuestionar los convencionalismos sobre las sociedades primitivas, que eran consideradas entonces como irracionales y a las cuales se atribuía un enfoque muy limitado de la existencia, regido fundamentalmente por la satisfacción de necesidades básicas como comida, ropa y vivienda.
Lévi-Strauss descubrió que las tribus con las que había convivido en los años 30, además de preocuparse por esas cuestiones primarias, mostraban un profundo anhelo por entender sus orígenes, cultivaban la lógica e incluso cierto sentido del orden y el diseño. De esta forma, elevó el estatus del pensamiento salvaje -concepto que, en 1962, serviría de título para otro de sus libros esenciales- e impuso la teoría de que un ser humano es tal porque habla, fabrica instrumentos y ajusta su conducta a una serie de reglas.
En 1964, lanzó en la editorial Plon el primer tomo de 'Mitológicas', donde analiza cientos de mitos de tribus nativas y tradiciones prácticamente desconocidas de América. A esa entrega inicial llamativamente titulada 'Lo crudo y lo cocido' -y que sería traducida al castellano por primera vez en 1968 en México, por el Fondo de Cultura Económico-, le seguirían en años sucesivos 'De la miel a las cenizas', 'El origen de los modales en la mesa' y 'El hombre desnudo', completando esta tetralogía imprescindible para entender las sociedades humanas en el tiempo y el espacio.
Elegido en 1973 para ocupar el asiento 29 de la Academia Francesa, fue el primer etnógrafo en ingresar en esta legendaria institución gala. Casado tres veces, padre por partida doble, Lévi-Strauss fue comandante de la Legión de Honor, integrante de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, de la Academia Americana y del Instituto de Artes y Letras del mismo país y doctor 'honoris causa' de las más prestigiosas universidades: Oxford, Montreal, Yale, Harvard, Columbia...
Ecologista antes de su tiempo, durante su última intervención televisiva en 2005, en el programa 'Campus' de France 2, abogó por la protección del planeta. "Constato la devastación actual, la alarmante desaparición de especies vivas, ya sean vegetales o animales, y el hecho de que, debido a la densidad demográfica, el ser humano vive en una especie de régimen de envenenamiento interno. Pienso en el presente y en el mundo en el cual voy a terminar mi existencia. No es un mundo que me guste".
Para entonces, hacía tiempo que sus teorías interdisciplinares habían sido desplazadas en los círculos intelectuales de la 'rive gauche' por el pensamiento post-estructuralista de Michel Foucault, Roland Barthes o Jacques Derrida, e incluso abiertamente criticadas por antropólogos como Marc Augé, que le reprochaban el intento de crear un puente entre los sistemas de parentesco o los mitos y las estructuras del cerebro humano de forma incompleta, virtual y parcial. Pero él ya estaba por encima del bien y del mal, jugaba a epatar a su audiencia proclamándose "anarquista de derechas" y acusaba a la sociedad parisina de "glotona". "Más o menos cada cinco años necesita llevarse algo nuevo a la boca", ironizaba. "Desde que el estructuralismo ha sido tan deformado, ya casi no me atrevo a usar esa palabra".
"La obra de Lévi-Strauss permanece antropológicamente válida, como demuestran numerosos trabajos académicos sobre el parentesco y los mitos", nos explica Vincent Debanne, coordinador de la edición de sus obras completas para La Pléiade (2008). "Conserva su pertinencia también debido a su ambición teórica. No ha renunciado a los principios del estructuralismo ni a la preocupación de descubrir las reglas subyacentes que dirigen las conductas de los hombres. Nos recuerda que el fin último de la Antropología es comprender a los hombres de todos los lugares y todas las épocas".

http://www.elmundo.es/cultura/2014/06/28/53adc7ad268e3e0f768b4570.html