Drama lírico en tres actos con música de Giacomo Puccini (1858-1924), finalizada por Franco Alfano (1875-1954). Libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni, basado en la fábula homónima de Carlo Gozzi. Teatro Real de Madrid, 3 de julio, 2023
Estrenada en el Teatro alla Scala de Milán, el 25 de abril de 1926 y en el Teatro Real el 14 de febrero de 1998. En coproducción con la Canadian Opera Company de Toronto y el Teatro Nacional de Lituania y la Houston Grand Opera.
Se trata de la última ópera de Giacomo Puccini y cierre de la temporada
22-23 del Teatro Real. Además, todas las
funciones de Turandot están dedicadas a la memoria de Pedro Lavirgen.
Como curiosidad útil habría que añadir que El Teatro Real emitirá
gratuitamente "Turandot" para toda España en su Semana de la Ópera.
Efectivamente, entre el 10 y el 16 de julio el Teatro Real llevará a cabo una
serie de acciones con motivo de la octava edición de la Semana de la Ópera,
entre las que destacan la emisión en abierto para toda España de la producción
que actualmente se representa en sus tablas, "Turandot" de Giacomo
Puccini.
Será el próximo día 14 de julio, a partir de las 21 horas, con una retransmisión en plazas, centro culturales, museos, auditorios y teatros de todo el país, previamente registrados en esta iniciativa a través de un formulario.
Tendrá lugar también un intercambio musical el 12 de julio, de
forma que la Orquesta Ciudad de Granada actuará en el Teatro Real junto a
Javier Camarena; mientras que los solistas, Coro y Orquesta Titulares del
Teatro Real presentarán "Turandot" en versión de concierto, en el
Palacio de Carlos V de la Alhambra, en el marco del Festival Internacional de
Música y Danza de Granada.
Equipo Artístico
Directores musicales | Nicola Luisotti
Director de escena, escenógrafo e iluminador | Robert Wilson
Codirectora | Nicola Panzer
Iluminador asociado | John Torres
Figurinista | Jacques Reynaud
Dramaturgo | José Enrique Macián
Director del Coro Titular del Teatro Real (Coro Intermezzo) |
Andrés Máspero
Directora de los Pequeños Cantores de la JORCAM | Ana González
Reparto
La princesa Turandot | Anna Pirozzi
El emperador Altoum | Vicenç Esteve
Timur | Adam Palka
El príncipe desconocido (Calaf) | Jorge de León
Liù | Salome Jicia
Ping | Germán Olvera
Pang | Moisés Marín
Pong | Mikeldi Atxalandabaso
Un mandarín | Gerardo Bullón
Vuelve Turandot al Teatro Real con una producción (ya vista en diciembre de 2018 en el coliseo de la capital) firmada por uno de los directores de escena más importantes de los siglos XX y XXI: Robert Wilson, creador de producciones como The Life and Death of Marina Abramovic y Pelléas et Mélisande. Y aquí no caeremos en la tentación de hablar más de Wilson, que de Puccini, las voces, la orquesta o el público.
Puccini, el maestro de Lucca, escribió la que sería su última
ópera, que dejó inconclusa. Basada en un poema épico persa del siglo XII,
Turandot permitía al compositor adentrarse en un universo sonoro y temático muy
rico y renovado. Como había ya conseguido con Madama Butterfly, regresa a los
territorios del Oriente imaginado por el inconsciente colectivo, que tan bien
se le había dado en su anterior obra sobre el Japón y el colonialismo político
y de género.
Sin embargo, ahora, el personaje femenino de Turandot, parece
contraponerse a la figura evanescente y doblegada por el hombre de Butterfly,
que tiene sin embargo su correlato en esta última producción pucciniana en Liù,
admirable de abnegación, consecuente con su destino aciago y trágico hasta el
final. Turandot, efectivamente, construye su forma de estar en el mundo desde
una zona de confort imperial y femenina, donde lo que rige, para decirlo
brevemente y en términos lacanianos, es el miedo al falo y el deseo de
controlar las pulsiones y el comportamiento masculino.
Por otra parte, “El nombre Turandot proviene del persa que significa 'La hija del Turán'. Turán es una región de Asia Central que pertenecía al Imperio persa. El origen de la historia de Turandot se remonta al poema titulado Las siete bellezas o Las siete princesas, obra de Nezamí Ganyaví, uno de los grandes poetas épicos de la literatura persa.
François de la Croix, un orientalista
francés se hizo cargo de este relato. En esta obra se hace una transposición
cultural de la princesa rusa original a una fría y cruel princesa china llamada
“Turandokht”, para acentuar el carácter exótico de la historia. Desde ahí Carlo
Gozzi, parece ser que creó una tragicomedia al estilo de la Commedia dell Arte
(siglos XVI a XIX en Italia), que luego fue recreada por el poeta alemán
Friedrich Schiller. El texto de la ópera está basado en su traducción
italiana”.
Musicalmente hablando, Turandot es una partitura con una exigencia
máxima para el rendimiento de los cantantes. El segundo acto, por ejemplo, se
inicia con la frase” In questa reggia”, cuando Turandot explica la razón de su
comportamiento. Esta parte exige sobreagudos de la soprano que, la hacen
particularmente difícil. El tercer acto nos brinda una de las arias más
conocidas para tenor, “Nessun dorma”, inmortalizada por el llorado Pavarotti,
que representa la victoria del amor sobre el odio, donde Calaf clama que nadie
se duerma para descifrar el nombre del joven héroe.
Sin embargo, en la República Popular China estuvo mucho tiempo vetada la representación de Turandot, porque se consideró que menospreciaba a China y al pueblo chino. Como los tiempos cambian, en septiembre de 1998, finalmente se estrenó y estuvo durante ocho noches en la Ciudad Prohibida con opulentos escenarios y soldados del ejército como extras. Se trató de una producción internacional, cuya puesta en escena estuvo a cargo de Zhang Yimou, con el legendario Zubin Mehta, como director musical.
La apuesta escénica del Teatro Real ahora aparece cansada y en un
déjà vu evidente para críticos y público, porque es literalmente así: ya se vio
y la retina y el cerebro recuerdan. Los cantantes trabajan en una relativa
comodidad espacial, salvo por los casos en que aparecen sobrevolando el
escenario para crear dos espacios escénicos que tienen relación directa con la
autoridad y el poder en el caso del viejo emperador y la princesa Turandot.
Robert Wilson organiza muy bien la escena, la iluminación y la escenografía,
sencilla pero no pobre, disruptiva para algunos espectadores y críticos, más
clásicos.
El coro tiene una especial actuación en esta ópera, menos recoleta,
menos intimista. Andrés Máspero, el
director argentino que está pronto a dejar su cargo en esta formación, consigue
como siempre, una fluidez y una actuación destacables. En buena consonancia con
el maestro Luisotti.
Nicola Luisotti y colaboradores,
conciertan con elegancia y entrega, aunque se habla de una partitura bastante
amplificada sobre todo en los metales y la percusión, un reto complicado de
asumir por la acústica y el diseño de algunos teatros de ópera, aunque las
voces sostienen con elegancia el desafío de los instrumentos a menudo en forte
y a tutta orchestra.
Efectivamente, Turandot está concebida para una formación sonora
generosa y multicolor: en principio, maderas: 3 flautas, 2 oboes, un corno
inglés, 2 clarinetes en si bemol, un clarinete bajo, 2 fagotes, a contrafagot,
y 2 saxofones altos en escena en mi bemol. Metales: 4 trompas en Fa, 3
trompetas en Fa, 3 trombones, un trombón contrabajo, 6 trompetas en el
escenario en si bemol, 3 trombones y un trombón bajo en escena. La percusión es
de verdad lujosa y de un caudal sorprendente, hipnótico, ya que hay timbales,
címbalos, gong, un triángulo, una caja, un bombo, un gong, un glockenspiel, un
xilofón, un xilófono bajo, campanas tubulares, entonadas con gongs chinos, un bloque en escena y un gran gong además. En
lo que respecta a los teclados, completan el todo una celesta, y un órgano y
destacan en las cuerdas: 2 arpas,
violines, violas, violonchelos, y contrabajos.
Siempre es un placer, aunque complicado por plazas y precios especialmente asistir a un estreno: hay esa efervescencia, esa algarabía febril en los pasillos, en el foyer, en la entrada, que suponemos duplicada simétricamente en la parte oculta del teatro: foso, camerinos, entretelas de todo tipo.
Además, el ramillete de cantantes, en una partitura difícil y exigente
para las voces, tuvo una actuación destacada. Tuvimos en esta primera
representación un buen plantel de voces. Anna
Pirozzi, (Nápoles, 1975) es una soprano dramática de coloratura “italiana”, aunque
en algunos casos, su voz también se describe como de soprano lírica. Es una de las
cantantes de su tiempo especializada en papeles verdianos, pero salió airosa de
su rol pucciniano, con excelente dicción, frescura vocal, agilidad, solvencia,
seguridad, fiato y elegante línea de canto.
Grande la Liù de Salome
Jicia, que acudió a reemplazar a Nadine Sierra (en estas representaciones
se produjeron varias bajas vocales y reemplazos), delicada y con un instrumento
noble y precioso, muy bien además escénicamente.
Jorge de León, tenor español con
matices de spinto y heldentenor fue Calaf, en un personaje lleno de desafíos,
teatrales, de voz. Salió airoso, a veces se le intuía (pero es solo una
sensación) cierta incomodidad, aunque el fragmento más esperado de esta ópera,
el Nessum dorma, lo selló con soltura y un colmado si agudo siempre esperado y
contrastado por todos.
Muy bien los acompañantes, el bajo Adam Palka, ganador del concurso
operalia de 2011, seductores y solventes Germán
Olvera, Moisés Marín y una apuesta siempre segura, Mikel Atxalandabaso (como Ping, Pang, Pong). Y last but not least,
aunque en papeles más episódicos, Vicenç
Esteve como el emperador Altoum y Gerardo Bullón como el Mandarín. Siempre
fantásticos los Pequeños Cantores de la Jorcam, bajo la dirección de Ana González, cuyas prestaciones son
siempre magníficas.
Hasta aquí la temporada pasada del Teatro Real. Quedan algunos
flecos en el foro pero el verano abre sus puertas definitivamente para bucear
en otros mares y otras singladuras. Que sea fecundo y feliz para todos.
Alicia Perris
No hay comentarios:
Publicar un comentario