HALKA. DE STANISŁAW MONIUSZKO (1819-1872). Libreto Wlodzimierz Wolski. VERSIÓN DE CONCIERTO. TEATRO REAL. 11 NOV, 23. (Día de la Independencia de Polonia)
Estrenada el 1 de enero de 1858 en el Teatr Wielki de Varsovia
(Polonia).
Estreno en el Teatro Real
Equipo artístico
Dirección de orquesta: Łukasz Borowicz
Dirección del coro: José Luis Basso
Reparto
Stolnik: Maxim Kuzmin-Karavaev
Dziemba: Tomasz Kumiega
Janusz: Tomasz Konieczny
Zofia: Olga Syniakova
Halka: Corinne Winters
Jontek: Piotr Beczała
El gaitero: Javier Povedano
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
En esta ocasión, con la colaboración de muchas instituciones polacas, entre ellas, localmente, el Instituto Polaco de Cultura y la Embajada de Polonia, ambos en Madrid, el Teatro Real estrenó dos funciones de la gran ópera nacional polaca, dirigida por el consagrado Łukasz Borowicz y liderada por el tenor Piotr Beczała en versión de concierto. Hace tiempo que en todos los recitales donde le ha sido posible el artista polaco ha incluido repertorio de su país, con mucho éxito y aprobación del público, a pesar de lo limitado del acceso de las audiencias a su idioma.
Se trata de una ópera en cuatro actos pensada por Stanisław
Moniuszko, considerado uno de los compositores más importantes de Polonia y
catalogada como una de las obras maestras del repertorio operístico polaco, ya
que su montaje incorpora multitud de elementos folclóricos, danzas
tradicionales, canciones populares y melodías inspiradas en su música rural y
patrimonio antropológico. Su libreto fue escrito por Włodzimierz Wolski,
quien se basó en un cuento de Kasimierz Wójcicki: Góralka (La chica de
las praderas).
Su trama se desarrolla en las montañas Beskides y se centra en la
historia de amor de Halka, una joven campesina, y Janusz, un noble que la
seduce y luego la abandona. La pieza aborda temas como las diferencias de
clase, la injusticia social y los conflictos entre el pueblo llano y la
aristocracia. Perfume a Giselle, el famoso ballet, que, con lenguaje diferente,
cuenta una historia similar (Adolphe Adam/ Théophile Gautier, a partir de
Heinrich Heine) y a muchas heroínas “seducidas y abandonadas” y abocadas al
desastre.
Cada vez que se representa esta ópera en Polonia y allí donde su
belleza pueda llegar con permiso de los grandes clásicos del género, más
frecuentados, adquiere el tinte de acontecimiento nacional, muy cerca de la
preciosa Mazurka de Dabrowski (Mazurek Dabrowskiego), el himno patrio, escrita
por Józef Wybicki, en 1797, tantas veces escuchada con absoluto respeto en la
sede de la legación polaca en la capital española.
Según expresaron los expertos del coliseo capitalino y la web del
tenor polaco, “…Moniuszko se aproxima, con más de medio siglo de antelación,
al universo realista y compasivo de Jenůfa. Ópera «nacional» —aunque no
«nacionalista» en el sentido lato del término—, Halka ocupa en su país la
posición seminal que ocuparon El cazador furtivo en Alemania, La vida por el
zar en Rusia, Hunyadi László en Hungría o La novia vendida en República Checa.
Escrita cuando Polonia vivía bajo el yugo ruso, Moniuszko se elevó gracias a
ella como el héroe musical —con permiso de Chopin— de una tierra oprimida. Su
protagonista —la campesina Halka— adquiere su trágica estatura gracias a su
explícita identificación con el pueblo polaco —conseguida mediante la inflexión
popular de su canto— y por las conmovedoras imágenes con las que enmarcaron su
frágil figura el libretista y el compositor de esta obra imprescindible del
Romanticismo centroeuropeo”.
Aparte de ser un estreno en España, luego de pasar por Viena, es un
verdadero privilegio el elenco multicultural que la presenta, con unas dotes
admirables para cantar e interpretarla, además de una evidente implicación
personal y patriótica en el caso de los polacos. Piotr Beczała, que podría
decirse que lidera el fantástico cast, es muy conocido en Madrid, donde interpretó
en este mismo escenario de Halka, 'La damnation de Faust' (2009), 'Faust'
(2018) o 'Aida' (2022), entre otras composiciones, y actuó también en el Teatro
de la Zarzuela.
"Me encanta poder decir que tenemos una obra que mezcla el
folclore, la música romántica y el bel canto que se expresa a través de un
fantástico coro que aparece al final de la ópera", comentó Borowicz,
el director de orquesta de la producción. "En el tercer acto Piotr
Beczała y Corinne Winters cantan con el coro, lo que parce más un concierto
coral que otra cosa; estoy muy feliz de participar con este elenco",
ha subrayado.
Y agregó: “Para nosotros tiene un significado muy especial que
se represente esta pieza el 11 de noviembre, día de la Independencia de
Polonia". Ha recordado que
durante la partición del país, "la música desempeñó un papel
fundamental, y que esta ópera fue un símbolo de la unidad de Polonia". "Moniuszko
reúne todos los elementos que describen el alma polaca", ha
asegurado el director musical explicando también que la segunda aria de la
pieza "se ha convertido en himno nacional para los polacos. Finalmente,
el bajo barítono Tomasz Konierczny concluyó que "Es una ópera potente,
con arias difíciles y un gran pulso dramático”.
En lo que se refiere al compositor, Stanisław Moniuszko, nació el 5
de mayo de 1819 en Ubiel (Bielorrusia) y falleció el 4 de junio de 1872 en Varsovia
(Imperio ruso entonces). Residió en San Petersburgo y fue educado en el Minsk
men's gymnasium. Fue alumno de Carl Friedrich Rungenhagen, estudió en Berlín, y
estuvo influido por las teorías del nacionalismo musical. Aparte de la hermosa
y conocida Halka, otras óperas suyas son Flis (El barquero, 1858), Hrabina (La
condesa, 1862), y Straszny Dwór (La casa embrujada, 1865). También escribió
música religiosa y música de cámara.
La Orquesta y Coro del teatro Real, en sus directores Lukasz Borowicz ahora, pendiente de todo el corpus y José Luis Basso (de reciente incorporación, permanente) ofrecieron un trabajo entregado, minucioso, mucho más que simplemente correcto.
El tenor Piotr Beczala bordó a Jontek, con maestría y
absoluta disposición, perfectamente ataviado como sus colegas para la ocasión,
muy lejos del “casual” con el cual suele presentarse a los medios, fuera del
escenario. Más que el campesino prendado de Halka, podría haber sido miembro de
la caballería polaca que se enfrentó míticamente a los alemanes en la II Guerra
Mundial: siempre formal, listo y recubierto de una completa seriedad. Eso no le
impide por momentos dejarse llevar por el ímpetu de una partitura llena de
lirismo y de pasiones a flor de piel. Probablemente sea uno de los tenores que
mejor gestiona en el presente su repertorio cosmopolita, sus actuaciones y sabe
cuidar el instrumento, cada vez más perfeccionado y con más peso a medida que
cumple años. Aquí fue, como siempre, ovacionado sin ambages y reiteradamente.
Corinne Winters, la soprano norteamericana dibujó a Halka, la protagonista, que
también defendió recientemente en el Theater an der Wien, de Viena. Cuenta con
un aria que fue aplaudida por un público que ocupaba aproximadamente tres
cuartas partes de la sala. A pesar de que los precios no fueron tan
exorbitantes como en otras ocasiones, los ausentes tal vez sigan fieles a otros
autores o a un fin de semana que incursionó en España por otros derroteros,
menos musicales y más políticos. Pero este estreno de Halka es un verdadero
hito.
En una pareja de jóvenes no puede faltar el antagonista, Janusz, el felón que no mantiene sus promesas y deja a la amada muy comprometida, declinada por el barítono polaco Tomasz Konieczny, habitual intérprete wagneriano que estuvo en Halka a pleno rendimiento, muy bien.
En última ocasión, al final pero no menos importantes, el ayudante
Dziemba fue Tomasz Kumiega muy adecuado y a la altura, el bajo Maxim
Kuzmin- Karavaev fue Stolnik, Zofia era Olga Syniakova, en un rol
breve pero bien cantado. Al final comparece e interviene el Gaitero,
interpretado con soltura por el español Javier Povedano.
Una oportunidad la velada. Podría haber sido una fiesta completa
esta partitura representada, como deberían ser las óperas, pero entonces tal
vez no podría haber visto la luz aquí y ahora.
Alicia Perris
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