Orquesta y Coro Nacionales de España Y Coro de la Comunidad de Madrid. Obras de Edward Elgar (1857-1934) y Ralph Vaughan Williams (1872-1958). Domingo 26 de noviembre, 2023. Sala Sinfónica
Guillermo García Calvo, director de orquesta
Primera Parte
Edward Elgar, Concierto para violonchelo en Mi menor,
op. 85
Sheku Kanneh-Mason, violonchelo
Segunda parte
Ralph Vaughan Williams, Sinfonía núm. 1 «Una sinfonía
marina»
Sally Matthews, soprano
José Antonio López, barítono
Coros Nacional y de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel Cañamero y Josep Vila i Casañas, respectivamente.
En la primera parte, La ONE, adecuadamente dirigida por el
maestro García-Calvo, con el solista de origen subsahariano- británico, Sheku-Kanneh-Mason,
lograron un comienzo sensible, tierno y “en douceur” (con suavidad,
tranquilamente) para esta obra de un compositor que se vio amplificado en su
día por las maravillosas manos y el chelo de Jacqueline du-Pré, tan llorada
hasta hoy por su calidad musical, única y su desaparición tan prematura y
dolorosa. También lo realzaron Pau Casals y otros importantes chelistas.
El Concierto para violonchelo en mi menor, Op. 85 es una
pieza concertante escrita por Edward Elgar en 1919. Es una de sus obras
más notables, piedra angular del repertorio para violonchelo. Contemplativo y
elegíaco, fue compuesto después de la Primera Guerra Mundial, momento en que su
música había pasado de moda para el público aficionado a conciertos. Está
escrita para un violonchelo solista, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes en la, 2
fagotes, 4 trompas en fa, 2 trompetas en do, 3 trombones, tuba, timbales y la
sección de cuerdas.
El solista, Sheku Kanneh-Mason (Nottingham, 1999) es un violonchelista británico que recibió el premio de la BBC de Músico del Año de la BBC en 2016. Es el primer músico de etnia subsahariana en ganarlo. También es miembro de la Orquesta Chineke!, fundada por Chi-chi Nwanoku para intérpretes de música clásica pertenecientes a minorías étnicas como su hermana Isata y su hermano Braimah y actualmente estudia en la Real Academia de Música en Londres. Como paradigmas, ha citado a la prominente violonchelista Jacqueline du Pré antes mencionada y a Mstislav Rostropóvich como sus modelos musicales, así como a Bob Marley (cuyo peinado ha probablemente influido mucho en el suyo).
Con estas inspiraciones, que se desenhebran muy bien en la interpretación y las capacidades técnicas del joven intérprete, se comprende que hiciera un magnífico relato sonoro de esta partitura, consiguiendo momentos de gran belleza y complicidad con el público, aunque menos con el director esta vez y la orquesta, ya que su seguridad e idiosincracia lo vuelcan más a un desarrollo y ensoñación ad libitum en la manera de producirse en escena. Muy simpático y abierto, agradeció los aplausos de los presentes con un encore dibujado en “pizzicati” y firmó discos en el entreacto.
Por su parte, el maestro García-Calvo (Madrid, 4 de
agosto de 1978), que vive en Viena de manera habitual, es un director de
orquesta español, con una extensa carrera desarrollada en escenarios
internacionales como la Deutsche Oper Berlin (Ópera Alemana de Berlin), la
Wiener Staatsoper (Ópera Estatal de Viena), con los que mantiene una estrecha
relación, o la Ópera de París, entre otros. Y sedes españolas como la Ópera de
Oviedo, el Gran Teatro del Liceo de Barcelona o el Teatro Real y el Teatro de
la Zarzuela de Madrid. Desde la temporada 2017/2018 es Generalmusikdirektor del
Theater Chemnitz (Alemania) y Director Titular de la
Robert-Schumann-Philharmonie.
“Alma temeraria, exploradora, yo contigo y tú conmigo,
Porque estamos destinados donde el marinero aún no se ha
atrevido a ir, ...
¡Oh mi alma valiente!¡Oh, ve más lejos, más lejos!”
Walt Whitman, Hojas de hierba
No es una responsabilidad baladí llevar a buen puerto el
barco de esta Sinfonía Marina llena de escollos y dificultades, porque una
formación importante y la reunión de cien personas a partir de los dos coros
presentes, además de los dos solistas, soprano y barítono, lo convierten en un
desafío formidable.
Efectivamente, la Sinfonía del mar (A Sea Symphony) para
orquesta y coro fue escrita entre 1903 y 1909, resultando la primera y más
larga sinfonía de Vaughan Williams estrenada en el Festival de Leeds de 1910,
bajo la dirección del propio compositor.
Vaughan Williams nunca previamente había intentado un
proyecto de esta extensión, o para fuerzas orquestales y corales tan
dimensionadas , antes de lo que finalmente serían sus nueve sinfonías. A Sea
Symphony se diferencia de la mayoría de las sinfonías corales anteriores en que
el coro canta en todos los movimientos. En un estudio de 2013, Alain
Frogley la describe como “una obra híbrida, con elementos de sinfonía,
oratorio y cantata y dentro de su construcción completamente tonal contiene
disonancias armónicas que hacen eco de las primeras obras de Ígor Stravinski
que llegarían a continuación”.
Sigue un perfil sinfónico bastante estándar: movimiento
introductorio rápido, uno lento, scherzo y finale. Los cuatro movimientos son: Una
canción para todos los mares y todos los barcos (para barítono, soprano y
coro). Moderato maestoso (Re mayor ). Solo en la playa de noche (barítono y
coro). Largo Sostenuto (Mi menor). Scherzo: las olas (coro). Largo Sostenuto
(Mi menor). Los Exploradores (barítono, soprano, semicoro y coro). Grave e
molto adagio – Allegro animato (Mi♭ mayor).
Su texto emerge del gran poemario Leaves of Grass del
icónico Walt Whitman. El uso de Whitman del verso libre también
comenzaba a interesar en el mundo de la composición, donde la fluidez de la
estructura se antojaba más atractiva que la configuración métrica tradicional
del texto. Con una orquestación poderosa y avasalladora, se incluyen un órgano,
dos arpas y cuerdas, con un despliegue muy generoso de metales y percusión y
los coros que cantan en los cuatro movimientos. Ambos solistas aparecen en el
primero y el último, mientras que el barítono solo canta en el segundo. El
scherzo es solo para coro y orquesta.
Algunos pasajes respiran fragmentos comparables con Stanford,
Parry y Elgar. Los cuatro no solo estaban escribiendo al mismo tiempo y en
el mismo país, sino que Vaughan Williams había estudiado con Stanford y Parry
en el Royal College of Music (RCM) y sus preparativos para componer A Sea
Symphony también habían incluido el estudio de las Variaciones Enigma de Elgar
(1898-1899) y de su oratorio El sueño de Geronte (1900). De estas apreciaciones
se podría derivar además la cohesión y la coherencia reflejadas en la elección
de estas dos composiciones para este nuevo eslabón de Sinfónico (el 8) de la
OCNE.
El tema del mar, verdadera obsesión para el ser humano, por la
imposibilidad de abarcarlo, y descifrar su inmensidad y misterio, su capacidad
hipnótica, recorre otras producciones escritas en la misma época en Inglaterra,
como- entre otras- Songs of the Sea
(1904) y Songs of the Fleet (1910), de Stanford, Cuadros marinos de Elgar
(1899) y El mar de Frank Bridge (1911). La Mer (1905) de Debussy
también se inscribe en esta manifiesta atracción acuática.
De vibrante y necesaria actualidad en estos tiempos de cambio
climático y desastres ecológicos, el mar, los océanos, siguen siendo medidores
eficaces de nuestra habilidad para sobrevivir como planeta y civilización o de
autodestruirnos, que más bien parece formar parte últimamente de las tendencias
suicidas de quienes organizan guerras y hunden la paz en todo el mundo. La
música aquí también acompaña las grandes epopeyas humanas, a veces hacia
adelante, por momentos de regreso inminente a la caverna.
Bella voz la de la soprano Sally Matthews, buen fraseo y fiato, exquisita presencia en escena, con un vestido de cuerpo de tafetán, revestido en gasa albicelestes con volantes y salpicaduras de lentejuelas, evocando una sirena venida a la tierra para cantar. Una interpretación ajustada con mucho cuidado, que hubiera destacado más y mejor con un control más cerrado de la potencia de coros e instrumentos, lanzados a “tutta orchestra”.
José Antonio López compuso una franca voz baritonal
rica, expresiva, noble, registros generosos, de cumplida técnica, muy apolínea,
con atractiva teatralidad, contenida y sobria. Y cascadas de agua literaria y
musical, desplegado sonido y arrebatado resonando por la sala (difícil de medir
y regular) pero también mucho corazón y esfuerzo volcado por todos, los
directores de los coros, el maestro García-Calvo y los bien elegidos solistas
fluyendo a la vez, vibrando, en esta segunda fracción de la matinal.
Las dos partes del concierto fueron muy aplaudidas, en un
Auditorio prácticamente lleno, donde el talento fue una vez más actor y
representación de un proyecto común, de nuevo, siempre, la OCNE and (great)
friends.
Alicia Perris
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