9 de septiembre, 2023. 22.15 horas
Obras de Bizet, Marquina, Chapí, Barbieri, Soutullo/Vert, Luna y
Giménez.
Elīna Garanča, probablemente una de las mejores “Carmen” de la actualidad desde hace algunos años, artista internacional fogueada en muchos roles famosos y en las mejores salas del mundo lírico, siente una predilección junto con su esposo, el director gibraltareño que la acompañó, por la música española. La más popular y la que inspiró a escritores y compositores franceses como Georges Bizet o Prosper Mérimée también.
Verlos actuar en el Teatro
Romano de Mérida, con el perfume también del vecino Museo Romano obra de
Rafael Moneo cercano a Octavio Augusto y Agripa entre otros iconos del Imperio
Romano, es una experiencia más que sugerente.
Después del Festival de Verano en la capital cultural extremeña y
dentro de la 8ª edición del Stone and Music Festival, el recital de
la cantante letona regaló un sentido “Homenaje a España”.
Garanča en el papel de Carmen, piensa que la cigarrera “es un paradigma de mujer liberada y sin reglas, especialmente para esa época, sobre todo por su sensualidad, más que por su sexualidad y que se encuentra a años luz de las hipocresías sociales. Es rebelde e intachable en su forma especial de sentir la vida”, (siempre con la muerte acechándola).
Elina posee una voz portentosa, con un legato afianzado y un
demostrado y generoso fiato como el declinado en Mérida y se mueve sin
dificultad por todos los registros, amaderados los bajos profundos, el medio
fácil, con agudos seguros e iridiscentes. La dicción está afianzada tanto en
español como en francés y su esfuerzo por replicar los sonidos de dos lenguas
latinas lejanas de la suya letona, dan sus frutos.
Deportista y elegante, de origen distante de las grandes urbes,
recuerda que no era fácil desarrollarse en Riga, su lugar de origen, donde
nació y estudió en tiempos de los años de la Rusia soviética. Cantó con gusto
las obras de compositores españoles, algunas de las cuales le son
particularmente cercanas, como Las hijas del Zebedeo (Carceleras) de Chapí o la
Canción española de El Niño Judío de Luna. Los VII fragmentos de Carmen los
“bordó”, también el “encore” francés repetido que cerró el recital.
La Orquesta de Extremadura, llevada con mano firme por Karel Mark Chichon, sonó ajustada, envolventes las cuerdas, contenidos los vientos y la percusión en esos pasajes del comienzo con pasadobles (España cañí, de Marquina, Gerona de Lope y El gato montés de Penella).
Buena compenetración entre los artistas esta vez y en los diferentes
sectores orquestales para conseguir excelentes planos sonoros. Consiguieron
revivir melodías españolas de postín como La leyenda del beso de Sotoullo/Vert,
el preludio de la Revoltosa de Chapí o el Intermezzo de Las boda de Luis Alonso
de Giménez y les sacaron lustre y un sonido vital y festivo, sin olvidar por
momentos el matiz soñador, enamorado. Engarce perfecto también entre la
cantante, la dirección y los músicos de la región. Excelente la concertino.
Son verdaderos desafíos estas partituras conocidas por todos, frecuentes hasta en las plazas de toros que en ocasiones, en manos de otros directores menos expertos, pueden llegar a sonar como provenientes de una banda y no de una masa orquestal. Hubo dos encore, aparte del de Carmen ya citado, el centelleante Tico-Tico non fubá, canción brasileña de Zequinha de Abreu y para empezar, la misma propina que cantó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, Granada, de Agustín Lara.
El público acompañó vitoreando a todos este aparte lírico entre
otros recitales programados por el Stone and Music Festival. A punto estuvo de
llover en la noche emeritense, pero los viejos dioses romanos determinaron
posible tal vez que las antiguas piedras eternas de su Teatro de Mérida, se
merecían y necesitaban este homenaje. Elina expresó “que siendo casi
medianoche, teníamos que finalizar la velada” y así fue. Salieron a saludar
varias veces sin embargo. Hubo, amén de los aplausos, flores para la diva.
Alicia Perris
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