martes, 26 de noviembre de 2024

LA TRAVIATA HOLÍSTICA Y CLÁSICA DEL TEATRO EN EL MAGGIO FIORENTINO

Teatro del Maggio –Otoño 2024. LA TRAVIATA. Melodrama en tres actos. Libreto de Francesco Maria Piave, basado en La dame aux Camélias de Alejandro Dumas hijo. Música de Giuseppe Verdi. Florencia, Jueves 21 de noviembre, 2024. Cast alternativo.

Violetta Valéry, Julia Muzychenko

Alfredo Germont, Matheus Pompeu

Giorgio Germont, Min Kim

Flora Bervoix, Aleksandra Meteleva

Annina, Olha Smokolina

Gastón, Oronzo D’Urso

Marqués d’Obigny, Gonzalo Godoy Sepúlveda

Baron Douphol, Yurii Strakhov

Dottor Grenvil, Huigang Liu

Giuseppe, Alessandro Lanzi

Un comisionado, Lisandro Guinis

Un sirviente, Nicolò Ayroldi

Orquesta y Coro del Maggio Musicale Fiorentino

Director Renato Palumbo

Maestro del coro, Lorenzo Fratini

Regia, Stefania Grazioli

Escenografía, Roberta Lazzari

Vestuario, Veronica Pattuelli

Luces, Valerio Tiberi

Nueva producción

Está claro que La Traviata verdiana, sobre todo en la actualidad, con los movimientos feministas en auge y el acceso de la visibilidad femenina a las cercanías del poder y la iconografía del siglo XXI, también es una partitura y un libreto con muchas posibles lecturas.

Ya lo dijo un sabio reconocido francés contemporáneo: “El mito central de la “Dame aux Camélias”, no es el Amor, sino el Reconocimiento, porque Margarita ama para que se la reconozca, y en ese sentido, su pasión (en un aspecto más etimológico que sentimental), proviene completamente del otro…La mirada cómplice de los burgueses aquí va destinada al lector que, por su parte, reconoce también a Margarita, a través del desprecio de su amante…”. Roland Barthes, Mythologies, ëditions du Seuil, 1957.

La palabra “Traviata” para empezar, hace referencia a una “demi-mondaine”, a una mujer que “ha perdido el camino”, a una descarriada. Que vive del comercio sexual en una fiesta continua de carnalidad y placer. Verdi aportó su grano de arena debido a su habitual confusión y estereotipo conservador judeocristiano para definir qué es una mujer y cuál es el rol que debe jugar en la vida. Habría que recordar su relación diferente con su primera esposa y luego con la soprano Giuseppina Strepponi.

Los valores morales de los últimos años de la Monarquía de julio en la Francia de Dumas, están más que explicitados en esta ópera con la confrontación entre el espíritu igualitario (más o menos) heredado de la Revolución de 1789, encarnada por Marguerite Gautier, la protagonista de la novela autobiográfica de Dumas hijo, que intenta cohabitar con el conservadorismo y la rigidez burgueses del reino de Luis-Felipe, simbolizada por la autoridad patriarcal.

Violetta representa aún sin proponérselo un paradigma femenino alternativo y lo escenifica muy bien: “Que él sepa el sacrificio que hago por amor… (le contesta a Germont padre, con el honor de una virgen casadera, su hija, que defender), y dígale que el último suspiro de mi corazón será para él”. Versiones escénicas de Traviata ha habido muchas y algunas, sublimes, la de Visconti con María Callas para La Scala de Milán, alrededor de 1955, la adaptación de Franco Zeffirelli para el cine, con Teresa Stratas y Plácido Domingo en los roles principales ( que siguen acompañando desde sus fotografías a los visitantes de la Fondazione Zeffirelli en Florencia).

En la dirección de esta producción de la Sala Grande, el maestro Renato Palumbo, que conoce bien a Verdi y dirige con expresividad a los cantantes, el coro y la orquesta del Maggio, siempre ajustadísimos, aunque por momentos parece entrar la partitura en una especie de taquicardia, porque la narrativa de los tempi se hace o se percibe (y esto siempre es subjetivo), algo ad libitum, troppo vivace o con algún rubato demás. Pero también estos comentarios son opinables. Nadie va con el metrónomo a una función sino con el corazón y el instinto. A disfrutar, no a juzgar.

La regia de Stefania Grazioli es conservadora y clásica y esto es una ventaja relajante en una época muy dada a los experimentos teatrales que confunden las representaciones con vodeviles o fantasmagorías de directores de escena estrambóticos que pierden el sentido original de las obras. El coro del Lorenzo Fratini, espectacular, sabe actuar, moverse y tiene un caudal sonoro fantástico.

La escenografía de Roberta Lazzeri, es funcional, polivalente y facilita la concentración en los recovecos musicales en el escenario de los cantantes, acompañando, no buscando el protagonismo inherente a otros, bonito y envolvente el vestuario de Veronica Pattuelli con las luces de Valerio Tiberi. La coreografía, bailarines de negro, representando “zíngaras” y toreros (¡ay, maestro Verdi, siempre se vive desde el extranjero a España como una geografía ligada secularmente a la tauromaquia, de clichés repetidos!) corresponden a Elena Barsotti.

Los protagonistas, Julia Muzychenko como Violetta, traza un personaje reconocible y bello, con una sensibilidad a flor de piel. Con alguna duda en los pasajes de tipo belcantistas del comienzo, intuitiva, en el primer acto buscó la seguridad escénica y vocal que finalmente encontró a partir del II, intimista, doliente, muy emotivo y conmovedor. Nacida en San Petersburgo y muy joven, con una excelente presencia escénica, ganó además el IV Concurso de Canto de la Ópera de Tenerife.

Matheus Pompeu, tenor lírico brasileño, con una carrera cada vez más desarrollada en papeles principales y con experiencia en Traviata, no tiene una voz enorme, pero construye un Alfredo Germont donde destacan la expresividad y una notable relación con los compañeros de escena, especialmente con su enamorada Violetta. También a reseñar la belleza del timbre y una técnica sólida.

Min Kim, barítono nacido en 1991 en Corea del Sur, está muy vinculado al Teatro del Maggio, donde ha cantado varios roles y ha sido galardonado con muchas distinciones en diferentes países. Su Giorgio Germont es severo, como marca el rol, con una buena línea de canto, fiato y comunicabilidad. Establece un dúo vibrante y lleno de matices con Violetta en el II acto y por supuesto con Alfredo, para quien resulta ser, en general, el “padre padrone” que le endosa a él y al resto la Ley (como diría Lacan), el orden y los usos y costumbres.

En los otros roles muy bien la Annina de Ohla Smokolina y Aleksandra Meteleva como Flora Bervoix, indispensables y benéficas acompañantes. Oronzo d’Urso y Yurii Strakhov, miembros de la Accademia del Maggio, como respectivamente Gastón y el barón Douphol, seguros y fiables. Por su parte, Gonzalo Godoy Sepúlveda e Huigang Liu a cargo del marqués d’Obigny y el doctor Grenvil, muy cumplidores y también Alessandro Lanzi como Giuseppe.  Lisandro Guinis y Nicolò Ayroldi dan vida respectivamente a un comisionado y a un sirviente, apropiados. En términos generales, un elenco muy internacional y abierto al exterior y nada proteccionista. Muy aplaudidos toldos, porque es una producción seria y meritoria.

Con la sala prácticamente al completo, todo increíblemente pulido y reluciente, se respira un aire de libertad por el foyer y a la vez de organización, para vender los programas, aclimatarse de la lluvia y el frío florentino presentes en una velada tirando a gélida, unos platos riquísimos a elegir en la restauración eficiente y bien servida (unos ravioli con ricota y salvia, antológicos). Todos colaboran para repartir el espacio, no hay conflicto aparente en un lugar donde el todo se percibe como colaborador y educadísimo. La misma sensación con la disponibilidad de prensa y comunicación, el personal de sala y el bookshop. Civilizadísima, elegante y amada Florencia…siempre.

Alicia Perris

Foto Michele Monasta-Maggio Musicale Fiorentino

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