Carlo il Calvo El Escorial, 15 agosto, 21
CARLO IL CALVO de Nicola Porpora (1686-1768). Libretista,
Francesco Silvanis. 15 de agosto de 2021. I Festival Internacional de Verano de
El Escorial de la Comunidad de Madrid, Teatro Auditorio.
Reparto
Director musical, Markellos Chryssicos
Intérpretes:
Adalgiso, Franco Fagioli
Lottario, Max Emanuel Cencic
Gildippe, Julia Lezhneva
Giuditta, Suzanne Jerosme
Eduige, Nian Wang
Berardo, Alexander Orellana
Asprando, Petr Nekoranec
Orquesta Armonia Atenea
Bayreuth Baroque Opera Festival
www.parnassus.at
www.bayreuthbaroque.de
Ópera en versión
concierto
Se representó esta creación del compositor napolitano por primera vez en 1738 en la sala de ópera más importante de Roma, el Teatro delle Dame. El reparto estaba formado íntegramente por hombres y castrati. A las mujeres no se les permitió aparecer en público en los Estados Pontificios.
La partitura de Porpora, se ha conservado en el Conservatorio de Nápoles y se basa en un libreto veneciano de 1699 que, bajo varios títulos, fue musicalizado por compositores como Vinacessi, Keller, Alessandro Scarlatti, Orlandini, Predieri, Fioré, Hurlebusch, Telemann y Vivaldi. Fue reestrenada con gran éxito en 2020 en el marco del nuevo Bayreuth Baroque Opera Festival que se celebra en el Teatro de la Margravina de Bayreuth, un espacio construido a inicios del siglo XVIII y preservado en su totalidad desde entonces.
El argumento se relata en ese período de la Alta Edad Media cuando
la Europa de Carlomagno se estaba desintegrando a manos de sus herederos en
disputa. Vieja historia, actualizada letanía. Hay un héroe titular, Carlos, un
niño y Luis el Alemán, medio hermano del anterior y nieto de Carlomagno, que secuestra
al legítimo heredero del trono para despojarlo de su soberanía. En la mejor
tradición de un casi “giallo” (thriller), (relato detectivesco, para que se
entienda) de aquellos tiempos, reconocible en narrativas contemporáneas en
linajes, dinastías, tronos, corporaciones económico-financieras internacionales
y componendas mafiosas más o menos locales, esta propuesta del Bayreuth Baroque
Opera Festival fue votada como “Mejor Nueva Producción de 2020” por los
lectores de la revista francesa en línea ForumOpéra.
El compositor, Nicola Porpora, desarrolló una intensa actividad
profesional en diversas ciudades europeas durante la primera mitad del siglo
XVIII. Además de componer cincuenta óperas estrenadas en ciudades como Nápoles,
Roma, Leipzig, Londres, Venecia, o Viena, fue profesor de Farinelli y Hasse en
Nápoles, rival de Haendel en Londres y profesor y empleador del joven Haydn en
Viena. Porpora escribió Carlo il Calvo para los mejores cantantes de su época.
Entre ellos estaba su alumno Anton Huber, de 19 años, conocido como Porporino o
Lorenzo Ghirardi, el virtuoso cantante de cámara del elector de Baviera, que interpretó
a Adalgiso.
La parte vocal de Carlo il Calvo es de una exigencia absoluta y a
través de un canto muy elaborado, conduce al espectador a través de una miríada
de pasiones y sensaciones contrapuestas enmarcadas por los diferentes climas y
dificultades técnicas de la composición.
Música imbuida en el universo peculiar de los castrati, Carlo il Calvo
destaca por una preferencia absoluta por las voces agudas, (tenor, soprano,
sopranista, castrati, mezzosoprano). Fueron conocidos por nombres como Nicolini, Senesino, Caffarrelli, Salimbeni,
Carestini, Appiani y el más famoso, apodado Farinelli, en realidad Carlo Broschi, recreado en el film de 1994
que lleva su nombre, dirigido por Gérard
Corbiau, fundacional, con música interpretada por Christophe Rousset, y obras de Riccardo
Broschi y justamente Porpora, entre otros.
Los compositores sintieron la fascinación de inspirarse en las posibilidades de estas voces que tenían un tremendo impacto emocional sobre las audiencias por las pirotecnias que narran las leyendas y ejecutaban los castrati en los escenarios. Hoy su lugar lo ocupan los contratenores. Tenores por naturaleza, con una técnica depuradísima, consiguen alcanzar notas dentro del espectro de originalmente voces femeninas. Artistas como Iestyn Davies, Andreas Scholl, David Daniels o Philippe Jaroussky, Diego Fasolis, entre otros, ocupan hoy los roles de los castrati, demostrando que es posible lograr el falsete, conservando la tradición de aquellos mutilados, sin recurrir a la cirugía violenta de otras épocas.
Es en este sentido cuando brillan en esta versión no escenificada los instrumentos sonoros de Franco Fagioli, en el papel de Adalgiso, noble, digno, enamorado, con sus habituales agilidades, “nuances”, capacidades para apianar, sugerir, insistir en melodías ancladas en tremenda agilidades, trinos, con un fiato y una técnica excepcionales.
Igual de brillante, con más andadura, la sutilidad y madurez vocal
y escénica de Max E. Cencic, también
en ocasiones director escénico, con su Lottario, imponiendo una especie de
orden en la escena, de equilibrio, que hace que la plasmación de esta partitura
de Porpora, a menudo abandonado por público y críticos, esmalte el desempeño de
las otras voces, como la de la soprano rusa Julia Lezhneva, una Gildippe femenina, mágica en su sutilidad, su
línea de canto y ese sonido tan puro que la caracteriza. Es la representación
de un canto casi irreal, por su
acercamiento a una perfección representada, en la seducción teatral, en la
comunicación con sus compañeros del concierto y la audiencia.
Lezhneva, junto con Fagioli y Cencic, construyeron un trío
formidable, melancólico pero guerrero en los primeros actos, para terminar, con
una estampa solar, con un aria deliciosa a cargo de Fagioli y la soprano rusa, Con placido contento.
Muy expresiva y cumpliendo a la perfección su rol con desenvoltura, la mezzo francesa, Susanne Jerosme, como Giuditta, al igual que la otra mezzo, Nian Wang, como Eduige, el joven sopranista hondureño Alexander Orellana, en el papel de Berardo y una distinción particular para el Asprando del elegante y seductor Petr Nekoranec, joven de grandes posibilidades, por la tersura de su voz, la complicidad que establece y envía el público y su falta de necesidad para utilizar la partitura, condición que igualaron Julia Lezhneva, Cencic y Orellana.
No hubo programa en papel, aunque sí uno muy exhaustivo disponible
on line, tampoco traducción del texto, brillante oportunidad para que los
perezosos o desconocedores del italiano, una” lingua angelica”, según el
embajador en Viena y antiguo director de la Escuela Diplomática de Madrid,
Miguel Ángel Ochoa Brun, afrontaran el
desafío de seguir el argumento, muy intrincado, eso sí, de esta partitura.
Algún día- nunca es tarde- hay que comenzar a estudiar idiomas. Comunican y
unen a la gente. Atraviesan territorios geográficos y emocionales. De verdad.
La Orquesta helena Armonia Atenea, que a punto estuvo de ser disuelta por problemas financieros y otros por el gobierno griego hace días, después de actuar con su Orlando en el coliseo capitalino, llega al Escorial. Se fundó originalmente con el nombre de Camerata Internacional Ateniense por la "Sociedad de Amigos de la Música” en 1991, año de inauguración del Megaron, Palacio de la Música de Atenas.
Desde entonces, es la Orquesta Residente en esta institución, de la
cual recibe el apoyo activo. Desde 2011, la Orquestal comparte sus actividades
entre el Megaron y el nuevo Centro Cultural Atenas Onassis.
Armonia Atenea es un ensemble con múltiples formatos, especialmente
conocido internacionalmente por sus actividades relacionadas con la música
barroca interpretada con instrumentos originales. A pesar de ello, su amplio
repertorio de cámara, música sinfónica, ópera y ballet abarca tres siglos, que
van desde el barroco hasta la música contemporánea.
El director artístico del conjunto es el director de orquesta George Petrou, titular del Premio Echo Klassik. Anteriormente batutas del prestigio de Sir Neville Marriner, Chistopher Warren-Green y Alexandre Myrat habían ocupado esta posición. La Orquesta presenta regularmente una temporada de conciertos en Atenas y también aparece en Salas y Festivales internacionales de prestigio como el Musikverein y el Theater an der Wien (Viena), el Theatre des Champs Elysées y la Salle Pleyel (París), el Festival de Música de Verano de Innsbruck, el Festival Enescu (Bucarest), el Concertgebow ( Amsterdam) y el Festival de Versalles entre otras.
El maestro Petrou había dirigido el Orlando a principios del verano
madrileño, pero esta vez acudió con la formación Maarkellos Chryssicos, también joven, entregado y nada divo
director, que conoce en profundidad a sus músicos, siempre delicados en el
acompañamiento de los cantantes y sorprendidos ante los aplausos y el
recibimiento de un público encantado con la velada. Algunos sonrientes, como el
contrabajo, intercambiando miradas de entendimiento con sus colegas. ¡Qué lujo
inmenso una sonrisa de felicidad serena en estos días!
De movimientos e indicaciones solventes, claros, actuó con esta
orquesta, dirigiendo habitualmente en esta ópera y otras del repertorio
barroco, a los cantantes que actuaron en
el Auditorio de El Escorial, a pesar de lo cual y bastante inusual en la
actualidad sanitaria, hubo ensayos distendidos y multicolores antes del domingo
15 de agosto. De hecho, muchos artistas
de esta versión se conocen bien y sueldan un espectáculo que no podría haberse
consolidado recurriendo a la improvisación y a la superficialidad.
La platea muy completa, aunque respetando las normas de seguridad
pandémicas, las asistentes de sala, con la veterana Goyi marcando la diferencia
de dedicación, eficacia y atención, no permitieron que ninguna mascarilla mal
puesta o el intento de grabar durante la función por parte de algunos
presentes, rompiera la lograda homeostasis de ese organismo vivo y palpitante
en que se transformó la producción griega y sus amigos.
De una forma más personal e íntima, pero necesariamente destacable,
fantástico el recibimiento de Eugenia, a la entrada del Auditorio, reconociendo
personajes perdidos por la ausencia obligada del covid y de la responsable de
taquilla, fiel a su trayectoria de acogida selecta y disponible para las
acreditaciones periodísticas y las localidades generales. Ellos son los
verdaderamente imprescindibles y necesarios para sacar un buen proyecto
adelante. Gracias a todos siempre.
A día de hoy, plasmando esta reseña, en las retinas de todos los
incendios voraces y feroces en Ávila, y otros lugares de España y el planeta,
bastante cerca del propio Auditorio, desfigurando el paisaje veraniego con
amenazantes llamas y humo. También las imágenes de niños desfilando hacia no se
sabe dónde a través de las fronteras innobles y el Air Force intentando despegar de Kabul, a costa de
sacrificar prestigio internacional y sobre todo vidas humanas, corriendo todos
de vuelta a la caverna primigenia.
Esto hace que alguien que ha
asistido a esta ópera, en medio de un manso recogimiento casi conventual y
austria, lo sienta y lo perciba como un don y un privilegio. Algo así como el
discurso decente y lenitivo (aunque opinable) del presidente francés Emmanuel
Macron sobre la situación y la respuesta internacional en Afghanistán, que se
siguió el lunes 16 por televisión.
Atravesada por un estío poco complaciente, una cronista puede estar
tentada de buscar consuelo en su escaso tiempo libre, en las aventuras de-
pongamos como ejemplo- un cierto Comisario Salvo Montalbano, del inefable
escritor y regista y profesor teatral Andrea Camilleri, un faro del mezzogiorno
para el mundo.
En su libro Il cane di terracotta, publicado por Sellerio Editore Palermo,
puede leerse una fragmento que bien
podría aplicarse para concluir esta reseña. “Un
senso di fuga, di provvisorietà, e nello stesso tempo, un tepore di conforto,
di sovrumana serenità” Y para aquellos que no se han lanzado a los idiomas,
una traducción aproximada, “Un sentimiento de fuga, de provisionalidad y al
mismo tiempo, una calidez reconfortante, de serenidad sobrehumana”. Pues eso…de
nuevo, ahora en griego, la lengua de los fundadores de la civilización
occidental, Ευχαριστώ, Efcharistó,
gracias.
Alicia Perris
Primera foto, Julio Serrano- Fotos del ensayo general, Pablo Lorente
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