lunes, 15 de mayo de 2023

TON KOOPMAN DIRIGE LA OCNE CON OBRAS DE BACH, SCHUBERT Y REBEL, EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID

Madrid, Auditorio Nacional. Sinfónico 19. Obras de Bach, Schubert y Rebel. Sala Sinfónica. 14 de Mayo 2023

Programa

Jean-Féry Rebel, Le chaos de «Les éléments»

Franz Schubert, Sinfonía núm. 8 en Si menor, D.759, «Inacabada»

Johann Sebastian Bach, Cantata profana «Auf, schmetternde Töne der muntern Trompeten», BWV 207.a

Ton Koopman, Director

Ilse Eerens, Soprano

Maarten Engeltjes Contratenor

Tilman Lichdi, Tenor

Andreas Wolf, Bajo

Miguel Ángel García Cañamero, Director del CNE

Orquesta y Coro Nacionales de España

En otro pre-festivo (15 de mayo, San Isidro), de los muchos habituales en España y su capital, nada mejor que música de excelencia para acompañar y habitar el tiempo libre. Fue el turno esta vez del prestigioso clavecinista, musicólogo y director neerlandés Ton Koopman, que dirigió en esta ocasión,  la Orquesta y Coro Nacionales de España con un sugerente programa del que es especialista.

Tres son las obras que lo componen: Le chaos de «Les élémens» compuesta por Jean-Féry Rebel, Les élémens (Los elementos) (1737). Breve pero impactante, según autores reconocidos como  Catherine Cessac, Rebel tenía más de setenta años cuando compuso esta última obra. El comienzo es una de las piezas más sorprendentes del repertorio barroco: El Caos (Le Chaos), que casualmente también interpretó en su gira reciente con Le Concert des nations, Jordi Savall, experto en este repertorio (y otros muchos).

Consciente de la audacia de la obra, Rebel detalla la inspiración y pautas compositivas subyacentes en la partitura impresa (dedicada al Príncipe de Carignano). El Caos declina "la confusión que reinaba entre los elementos antes del momento en que, sujetos a leyes inmutables, tomaron sus lugares adecuados en el orden de la Naturaleza".

Así nació el primer clúster tonal (acorde musical compuesto de semitonos cromáticos consecutivos distintos) de la música clásica occidental. El tema del caos se repite siete veces a lo largo del movimiento y cada vez que aparece la lucha entre los elementos va disminuyendo en intensidad. El Caos concluye en una perfecta consonancia de octava. Cada elemento es representado mediante una idea musical: la tierra por confusas notas graves, el agua por ascendentes y descendentes cascadas de la flauta, el aire por largas notas sostenidas de piccolos que concluyen en trinos y el fuego por intensos pasajes de violín. Esta obra ejemplifica el ideal estético de la música barroca que reside en el núcleo de todas las artes del período: la perfecta imitación de la naturaleza.

La Sinfonía núm. 8 en Si menor, D.759, «Inacabada» de Franz Schubert dio por concluida la primera parte de la matinal en el Auditorio. Esta composición, (a veces renumerada como Sinfonía n.° 7, 1 de acuerdo con el catálogo revisado de Deutsch y el Neue Schubert-Ausgabe ), comúnmente conocida como la Sinfonía Incompleta (en alemán: Unvollendete fue comenzada en 1822 pero se quedó con solo dos movimientos, aunque el compositor vivió otros seis años. También sobrevive un scherzo, casi terminado en una reducción para piano pero con solo dos páginas orquestadas.

Algunos musicólogos, incluido Brian Newbould, han teorizado que Schubert pudo haber esbozado un final que, en cambio, se convirtió en el gran entreacto en si menor de su música incidental para Rosamunda, pero no existen indicios concluyentes. Una posible razón por la que Schubert dejó la sinfonía incompleta es el predominio de la misma métrica (compás ternario).

La Octava Sinfonía de Schubert se percibe como la primera sinfonía romántica debido a su énfasis en el impulso lírico dentro de la estructura dramática de la forma sonata clásica. Hasta el presente, los musicólogos aún no están de acuerdo sobre por qué Schubert no pudo completar la sinfonía.

Tal vez dejó de trabajar en medio del scherzo en el otoño de 1822 porque lo asoció con su brote inicial de sífilis, o bien estaba distraído por la inspiración de su Wanderer-Fantasie para piano solo, que ocupó su tiempo y energía justo después. Podría haber sido una combinación de ambos factores.

Excelente la compenetración del director Ton Koopman con la orquesta Nacional de España en este primer segmento del concierto, delicada las interpretaciones de Rebel (aunque muy potente) y la de la obra de Schubert, llena de ensoñaciones, timbres diferentes, planos sonoros contrastantes y un tema que vuelve una y otra vez ejecutado con distintos trajes musicales. No excesivamente numerosa la dotación aquí de la formación nacional, aunque mayor que en la partitura de Rebel, más claramente de cámara.

Y la Cantata profana «Auf, schmetternde Töne der muntern Trompeten», BWV 207.a de Johann Sebastian Bach ocupó todo el espacio de la segunda parte. Esta obra fue escrita con motivo del onomástico del elector Friedrich August III y las loas a él dedicadas atraviesan toda la partitura de una manera ostentosa y complaciente.

 Efectivamente, el gobernante designado como Augusto, resplandece y engalana las letras y también una música mayormente luminosa, trasunto de la supuesta felicidad de un pueblo rendido a la bonhomía de su gobernante y “el bienestar de los sajones”. Se realizó el 3 de agosto, probablemente en 1735 o un año cercano. El letrista es desconocido.

Es probable que los solistas representen figuras alegóricas o mitológicas. Dado que el texto impreso no se ha conservado, solo se puede adivinar qué solista encarna qué.  Alfred Dürr sospecha por ejemplo, que la soprano representa la paz, la guerra está a cargo del barítono- bajo, la sabiduría es propia del tenor o la ciudad de Leipzig.

La cantata se basa en gran medida en la cantata United Discord of Changing Strings ( BWV 207); los movimientos recitativos 2, 4 y 6 son composiciones nuevas. La marcha probablemente fue escrita para la interpretación de la cantata.

El director y clavecinista en la segunda parte del concierto, Ton Koopman, delicioso y afectivo a la hora de conectar, transmitir y formar un corpus con la orquesta y el coro nacionales, nació en Zwolle (Países Bajos) y estudió órgano, clave y musicología en Ámsterdam. En 1979 fundó la Amsterdam Baroque Orchestra y en 1992 el Amsterdam Baroque Choir. Ha actuado en las principales salas de concierto y festivales de los cinco continentes y se presenta regularmente en el Concertgebouw de Ámsterdam, el Théâtre des Champs-Élysées en París, el Musikverein y el Konzerthaus de Viena, la Philharmonie de Berlín, el Lincoln Center y el Carnegie Hall de Nueva York, el Suntory Hall de Tokio, así como en Londres, Bruselas, Madrid, Roma, Salzburgo, Copenhague, Lisboa, Múnich o Atenas. Ton Koopman es también presidente de la Sociedad Internacional Dieterich Buxtehude. En 2006 recibió la Medalla Bach de la ciudad de Leipzig, en 2012 el Premio Buxtehude de la ciudad de Lübeck y en 2014 recibió el Premio Bach de la Royal Academy of Music de Londres.

Bien acompañado estuvo por la Orquesta y Coros Nacionales de España, este último como siempre dirigido holgadamente por Miguel Ángel García Cañamero, profesionales y eficaces todos, con un concertino en esta ocasión receptivo y cómplice con el maestro Koopman y con el resto de los músicos, a los que el director saludó casi de forma personal después de la ejecución de cada una de las composiciones. Su trabajo no es nada rutinario y desprende pasión y alegría a cada momento.

Cumplida labor realizó juntó a la batuta la soprano belga Ilse Eerens, con una voz agradable, técnica clara, sobrado fiato y unos agudos certeros y bellos. Sus actuaciones en salas de concierto del mundo entero reafirman la ajustada decisión al haberla incluido en esta programación y con este repertorio. Elegante presencia escénica, alta, rubia, con conjunto de falda fucsia y cuerpo con paillettes oscuro, a juego con todos los trajes masculinos en gris marengo.

Lo mismo podría decirse del tenor Tilman Lichdi, consolidado intérprete en el universo del lied, además de desarrollar una tarea docente y cantar óperas wagnerianas, y los roles de Tamino, Ferrando, Belmonte o Don ottavio o el Conde de Almaviva del Barbero.

El bajo-barítono Andreas Wolf aportó una seguridad en lo vocal muy evidente. Posee un manantial de voz que fluye fresca y distinta en la dicción alemana. Trabaja con asiduidad con directores como Ivor Bolton, Vasily Petrenko entre otros conocidos en salas de toda Europa principalmente.

Más inasible y menos contundente, un poco volátil  la actuación del contratenor Maarten Engeltjes (1984), de voz más pequeña, pero acertada, bien encuadrado sin embargo en el cuarteto que conforma con el resto de sus compañeros de recital.

Laborioso concierto aunque en apariencia ligero y evanescente: se trata de partituras que deben ser revisadas, estudias, tocadas y además interpretadas, buscando siempre “el centro de gravedad” (Franco Battiato dixit) para que vuelvan como fueron escritas a los repertorios de las grandes salas. Renovadas, con nuevos hábitos, desempolvadas. El aplauso y el agradecimiento de la audiencia presente que llenaba el Auditorio, reconoció la calidad y la entrega de todos en la matinal.

Alicia Perris

Fotos, Julio Serrano

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