martes, 30 de mayo de 2023

JUAN DIEGO FLÓREZ, PRECIOSO RECITAL EN LES ARTS, 2023

Juan Diego Flórez, tenor. Vincenzo Scalera, piano.

Obras de Christoph Willibald Gluck (1714-1787), Giulio Caccini (1551-1618), Giacomo Carissimi (1605-1674), Gioachino Rossini (1792-1868), Édouard Lalo (1823-1892), Charles Gounod (1818-1893), Gaetano Donizzetti (1797-1848), Benjamin Godard (1849-1895), Giuseppe Verdi (1813-1901) y Giacomo Puccini (1858-1924). Les Arts, 28 de mayo de 2023

Cada recital del tenor de Lima, Perú, es un acontecimiento, allí donde se produzca. Ahora vuelve a Les Arts doce años después de su última visita para protagonizar un nuevo encuentro con el público de Valencia y con todos los que han acudido para escucharlo de otras partes de España y el mundo.

De instrumento fino, elegante, especialísimo, aunque lejos de la potencia de algunos de sus antecesores (¡cómo no pensar en Pavarotti!), la técnica, la escuela, la capacidad de transmitir la música que tiene el cantante habitual del belcanto, probablemente no tenga parangón en estos tiempos y en muchos de épocas pasadas.

Aunque el natural de Lima es reconocido como un virtuoso belcantista, en esta actuación abordará un amplio programa que explora diferentes épocas y estilos del canto lírico: desde el Renacimiento y el Barroco hasta el ‘bel canto’ y el verismo italiano. Efectivamente, llevará a cabo el desafío de interpretar canciones del renacentista Giulio Caccini y el barroco Giacomo Carissimi, además de arias de óperas de Gluck (Paride ed Elena), Rossini (Il signor Bruschino, Semiramide), y ya en una segunda parte, Lalo (Le roi d´Ys), Gounod (Roméo et Juliette), Donizetti (La favorite), Verdi (Un ballo in maschera, Luisa Miller) y Puccini (Le Villi).

Entre fragmento y fragmento de Flórez, Vincenzo Scalera, sería injusto llamarlo su “alter ego”, más bien su doble simbiótico pero original, “el otro” borgiano, diferente, interpreta partituras breves, algunas de las cuales, ponen a prueba también su arte de interpretación y sus capacidades como solista. Ejemplos de ello son la Danse Sibérienne, de los Péchés de vieillesse, de Rossini, la preciosa y emotiva Berceuse, de la Jocelyn, de Godard, y el Foglio d’album, de Puccini, antes del final oficial de la actuación.

Juntos han colaborado en las mejores salas de concierto del mundo como las óperas de Viena y París, La Scala, el Carnegie Hall, o el propio Palau de les Arts.  Y ya no hace falta ni que se miren para encontrarse en el universo que declinan para un público siempre entregado, siempre preparado para pedir y recibir más.

Scalera, de origen italiano también estadounidense, se graduó en la Manhattan School of Music, siguió estudiando en Italia y en 1980 se unió al Teatro Scala de Milán como coach y pianista, además de ser director asistente de maestros destacadísimos como Claudio Abbado, Riccardo Chailly, Giannandrea Gavazzeni o Carlos Kleiber, entre otros. Participó en todos los grandes eventos musicales, acompañando también como clavecinista. 

Con esta actuación del tenor peruano, culminó el último acto de  Les Arts és Grans Veus’, que además contó con la asistencia, más al principio de la temporada, de voces como la de la mezzosoprano Cecilia Bartoli, con un debut muy esperado en un recital semiescenificado en Les Arts el noviembre pasado. El cantante, que vive habitualmente en Viena, se presentó ya en la sala valenciana en cuatro ocasiones diferentes con anterioridad, como para recordar, la colaboración que realizó con la Orquestra de la Comunitat Valenciana (OCV) para su álbum ‘Bel Canto Spectacular’, grabado en el Auditori en 2007.

Juan Diego Flórez, de cincuenta años, parece un jovenzuelo, habitado por un frac de un azul Klein delicioso, muy fin de siècle, camisa impoluta blanca abierta, cuyo cuello estiraba antes de empezar a cantar. Como para dejar correr y evolucionar el aire que sale de sus pulmones y reenvía a todos las partes de su cuerpo capaces de hacer sonar una melodía límpida, fácil, pero trabajada.

El fiato del cantante así, tiene la amplitud de una catedral, una especie de templo antiguo, por donde se pasean los matices, el manejo de los reguladores, las mezza-voce, los sobreagudos increíbles que proyecta hacia el medio de la sala. Mientras da vueltas, se acerca al piano y con su voz de tenor ligero redondea los sonidos, con expresividad, con maestría, con arrebatado encanto y lirismo.

Flórez siempre atiende a renovar el repertorio, que aunque sea muy antiguo, clásico, barroco o renacentista, recobra cada vez el lustre en su garganta y deja las ensoñaciones y la nostalgia de Hispanoamérica, su tierra y sus patrias, en general para los bises, con los que la audiencia siempre cuenta, entre expectante y satisfecha.

Después de haber sopesado los esfuerzos, flores, saludos, gracias, gesto generoso y amplio como él, que inunda siempre los conciertos con una gentileza y una luz desarmantes.

Llegaron, con su guitarra, un  ramillete de canciones de su América natal. Pero primero su evidente italianità con dos fragmentos napolitanos, en dialecto de Campania, Cuore ingrato, de Salvatore Cardillo, y de Ernesto de Curtis, 1915, Tu can un chiagne (come è calma la montagna stasera). Siguieron Odiame por piedad, yo te lo pido, canción peruana del poeta Federico Barreto. 

A continuación La flor de la canela, de Chabuca Grande (el coliseo valenciano, donde no quedaba libre una sola localidad, vibraba y se convertí en una enorme caja de resonancia de Flórez), De domingo a domingo te vengo a ver, de varios autores, Cielito lindo, acompañado por las voces  de Quirino Mendoza y Cortés: la respiración del tenor se multiplica exponencialmente, como los sobreagudos y la compenetración con  el público. También un clásico de los bises del tenor. Cucurrucucú paloma, la canción mexicana de mariachis de Pedro Infante.

El tenor saluda, aquí y allá, manda besos de agradecimientos, sale y vuelve con Scalera para atacar el que es su encore tal vez más conocido, La donna è mobile, que canta con el guiño de siempre al comienzo para interrumpir, luego continuar con sus gorjeos verdianos ad libitum.

No duelen los mil kilómetros recorridos para ver a Juan Diego Flórez en les Arts. Se podrían haber hecho el doble o muchos más. Fina estampa, caballero, caballero de fina estampa. El cantante cierra la actuación en un gesto de baile, muy español. Como diría un napolitano, aunque no le hacen falta al limeño los ánimos: Jamme bell’, jà! (¡vamos, chico!).

Alicia Perris

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