jueves, 24 de mayo de 2012

HELMUT NEWTON: LA GLORIFICACIÓN DE LA CARNE Y LA SENSUALIDAD EN EL GRAND PALAIS DE PARÍS


Es una tentación difícil de sobrellevar, no comenzar esta reseña con unas citas del creador Helmut Newton que hablan, como sus fotos, por sí solas. Así que ahí van, en un crescendo donde van incendiándose hasta las palabras y el voltaje erótico que evocan se hace más y más denso.

“Me gusta fotografiar a la gente que quiero, a los que admiro y a los que son célebres, sobre todo cuando es por malas razones”.
 (Helmut Newton Work, Colonia, Taschen, 2000, pág. 131)”.
“Nada ha sido retocado, nada se ha modificado por medios electrónicos. He fotografiado lo que he visto”.
 (Idem, pág.29).
“Me gustan y rastreo las reacciones. No me interesan ni la amabilidad ni la dulzura. La voluntad de provocación no responde al deseo de provocar, pero necesito algunos temas para crear nuevos efectos fotográficos y nuevas tensiones visuales. La única provocación que detesto es la que corresponde a la imagen surrealista. No tiene lugar en mi universo”.
(Conferencia de prensa, 1984, Austria).
“Una buena fotografía de moda debe parecerse a todo menos a una fotografía de moda. A un retrato, a una foto como recuerdo, a un cliché de paparazzi…”.
(Helmut by June, 18´,24”).

Para los “grandes desnudos”, que comencé en 1980, me inspiré en las fotos de identidad judicial de los terroristas alemanes. Hice veintiuna, intermitentemente, hasta 1993. Es también en 1980 cuando me lancé en los “Desnudos y vestidos”, que terminé por abandonar en 1990 porque el ejercicio era técnicamente demasiado difícil”.
(Helmut Newton Autobiography. Londres, Duckworth, 2003. pág. 251).
“Adoro la vulgaridad. Me siento muy atraído por el mal gusto, más excitante que el buen gusto que no es más que la normalización de la mirada. Si el mundo del arte me rechaza, solo puedo decir: “Good luck to the world of art”. Si busco la verdad de un punto de vista, no voy a conformarme con que el arte (me) acepte o no. Los movimientos sado-maso, por ejemplo, me parecen siempre muy interesantes; tengo habitualmente en el maletero de mi coche cadenas y esposas, no para mí sino para mis fotos”.
(Conferencia de prensa, Austria, 1984).

Cronología del artista (establecida para el catálogo por Jérôme Neutres, Consejero del Presidente de la Réunion des Musées Nationaux- Grand Palais).
Helmut Newton, en realidad Neustädter, nace en 1920 en Berlin, un 31 de octubre y ya siete años después conoce a Erna la Roja, una prostituta pelirroja célebre, que recordará a menudo como una de las escenas primitivas de la construcción de su imaginario.
En 1932 compra con su dinero su primera máquina fotográfica, un Box Tengor Agfa y dos años después, cuando aparecen las Leyes Judías de Nuremberg, los niños hebreos son separados de los arios en las escuelas alemanas. Entonces escolarizan a Helmut en la escuela americana. Sueña con convertirse en cameram de cine, como su primo Benett, o en segunda instancia, en fotógrafo.
En 1936 ya se inicia en el desnudo, el retrato y en la fotografía de moda, disponiendo del estudio de Yva, en realidad Else Neuländer-Simon, en las horas en que permanecía cerrado. Dos años más tarde llegará la huída de Alemania y nunca más volverá a ver a su padre. Llega hasta Singapur, donde trabaja ya como fotógrafo mundano para el Singapore Straits Times. Con el seudónimo de Helmut Marquis, disfruta del lujo oriental del Hotel Raffles (un establecimiento novelesco) bajo la protección de una mujer rica mayor que él, Josette Fabien y se convierten en amantes.

En 1940 abandona Singapur hacia Australia, vive en un campo de internamiento cerca de Melbourne y dos años más tarde se enrola en el ejército australiano. Se vuelve ciudadano de ese país al terminar la guerra y toma el nombre de Helmut Newton, que le parece la mejor traducción de su patronímico.
Se casa con la actriz June Brunell, su modelo y no se separarán ya hasta la muerte del artista. En 1957 firma un contrato en Londres con la edición inglesa de Vogue, pero se adapta mal a la vida de esa ciudad. Enamorado de París, allí se instala la pareja en el hotel Boissy d´Anglas, aunque dos años después regresa a Melbourne.
Vuelve en 1961 a París, donde trabaja para el Vogue francés a tiempo completo. Tres años más tarde la revista Queen publica una serie de fotos que ilustran la nueva colección Courrèges , lo que enfada a la redactora jefe de Vogue, que creía tener la exclusividad de la producción newtoniana.

Lo despide y entonces comienza un periodo más libre donde participa en proyectos de Elle, Marie Claire, Nova, Queen, series de imágenes que reunirá bajo el título de “Fired” (despedido). Los Newton compran una casita en un viñedo de Ramatuelle (la Costa Azul) y a partir de ahí Saint-Tropez se convierte en uno de los lugares fotográficos fetiche de Newton.
June comenzará una carrera profesional propia como fotógrafa con el nombre de Alice Springs. Gastado por un tipo de vida agotador, el fotógrafo de Vogue sufre un ataque cardíaco, lo que no le impedirá exponer en  la galería Nikon en París. Se instalan en Montecarlo en 1981, siguen las muestras, realiza el último retrato de Dalí en Figueras en 1986 para Vanity Fair, lanza su propia revista de fotografía, que publicará 4 números y en 1990 recibe en Francia el Gran Premio Nacional de Fotografía.
Creador prremiado y condecorado en numerosas ocasiones, June realiza una película sobre su famoso marido en 1995 y cerrando un ciclo vital agitado pero glorioso, Newton se reconcilia con Alemania, donde establece, en Berlín (2003) la sede de su fundación. Fallece en un accidente de coche, producido por un nuevo fallo cardiovascular y en 2004, la Fundación Helmut Newton se inaugura oficialmente en Berlín, cerrando ya el ciclo de una vida plena y proteica dedicada a la fotografía y a la mirada.

Aunque fue en Francia donde llevó a cabo la mayor parte de su obra, desde su muerte no se le había programado ninguna retrospectiva. A menudo chocante, siempre transgresora, la obra de Newton fue una búsqueda infatigable por desgarrar los velos de la belleza, el erotismo, el humor, incluso la violencia. Emociones intensas y conmovedoras en las que buceaba cada día, porque constelaban una geografía que se expresaba a través del poder, el lujo, la moda y el dinero.
La muestra reúne más de doscientas imágenes, que van desde las polaroids, hasta obras de distinto formato, incluso monumentales. La mayoría de ellas muy conocidas y exhibidas de forma independiente en todo el mundo, se trata de un recorrido retrospectivo y temático que va mucho más allá del universo de la moda, para plasmarse como la trayectoria de un gran artista, que descubre la experiencia de la libertad y una visión única e indeleble del cuerpo femenino contemporáneo.
Porque Newton, que acompañó a otro pionero de la arquitectura de la expresión de la mujer, Yves Saint-Laurent, las inmortalizó desnudas o en smoking, para hacerlas, uno y el otro, emblemas del poder, la seducción y el dominio, nunca glaciales y siempre impresionantes, en la antesala de la intimidación.


La del Grand Palais es una exhibición de lujo, autoafirmación y plenitud femeninas, que excava sin pudor toda la arqueología de la mujer que se extasía en sí misma, goza con el hombre, pero puede a la vez, ser ella misma sin él.  Carne, sangre, piel, gastadas pero lúbricas arterias del placer y del cuerpo bendecido. Viejos odres con perfumes nuevos, reconstituidos, el eterno femenino liberado que embalsama la tierra con ambrosía y néctar, para recordarnos que, muy en el fondo seguimos siendo los mismos, esos seres fascinados que engañamos y amamos y nos dejamos seducir desde los tiempos fundacionales del mito, recuperados sin pudor para los antiguos dioses.

Alicia Perris



La autora del artículo agradece como siempre, la disponibilidad y la colaboración del Departamento de Prensa del Grand Palais de París, especialmente de Madame Florence Le Moing.

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