Es una
tentación difícil de sobrellevar, no comenzar esta reseña con unas citas del
creador Helmut Newton que hablan, como sus fotos, por sí solas. Así que ahí
van, en un crescendo donde van incendiándose hasta las palabras y el voltaje
erótico que evocan se hace más y más denso.
“Me gusta
fotografiar a la gente que quiero, a los que admiro y a los que son célebres,
sobre todo cuando es por malas razones”.
(Helmut Newton Work, Colonia, Taschen, 2000,
pág. 131)”.
“Nada ha
sido retocado, nada se ha modificado por medios electrónicos. He fotografiado
lo que he visto”.
(Idem, pág.29).
“Me gustan y
rastreo las reacciones. No me interesan ni la amabilidad ni la dulzura. La
voluntad de provocación no responde al deseo de provocar, pero necesito algunos
temas para crear nuevos efectos fotográficos y nuevas tensiones visuales. La
única provocación que detesto es la que corresponde a la imagen surrealista. No
tiene lugar en mi universo”.
(Conferencia
de prensa, 1984, Austria).
“Una buena
fotografía de moda debe parecerse a todo menos a una fotografía de moda. A un
retrato, a una foto como recuerdo, a un cliché de paparazzi…”.
(Helmut by
June, 18´,24”).
Para los
“grandes desnudos”, que comencé en 1980, me inspiré en las fotos de identidad
judicial de los terroristas alemanes. Hice veintiuna, intermitentemente, hasta
1993. Es también en 1980 cuando me lancé en los “Desnudos y vestidos”, que
terminé por abandonar en 1990 porque el ejercicio era técnicamente demasiado
difícil”.
(Helmut
Newton Autobiography. Londres, Duckworth, 2003. pág. 251).
“Adoro la
vulgaridad. Me siento muy atraído por el mal gusto, más excitante que el buen
gusto que no es más que la normalización de la mirada. Si el mundo del arte me
rechaza, solo puedo decir: “Good luck to the world of art”. Si busco la verdad
de un punto de vista, no voy a conformarme con que el arte (me) acepte o no. Los
movimientos sado-maso, por ejemplo, me parecen siempre muy interesantes; tengo
habitualmente en el maletero de mi coche cadenas y esposas, no para mí sino
para mis fotos”.
(Conferencia
de prensa, Austria, 1984).
Cronología
del artista (establecida para el catálogo por Jérôme Neutres, Consejero del Presidente
de la Réunion des Musées Nationaux- Grand Palais).
Helmut
Newton, en realidad Neustädter, nace en 1920 en Berlin, un 31 de octubre y ya
siete años después conoce a Erna la Roja, una prostituta pelirroja célebre, que
recordará a menudo como una de las escenas primitivas de la construcción de su
imaginario.
En 1932
compra con su dinero su primera máquina fotográfica, un Box Tengor Agfa y dos
años después, cuando aparecen las Leyes Judías de Nuremberg, los niños hebreos
son separados de los arios en las escuelas alemanas. Entonces escolarizan a
Helmut en la escuela americana. Sueña con convertirse en cameram de cine, como
su primo Benett, o en segunda instancia, en fotógrafo.
En 1936 ya
se inicia en el desnudo, el retrato y en la fotografía de moda, disponiendo del
estudio de Yva, en realidad Else Neuländer-Simon, en las horas en que
permanecía cerrado. Dos años más tarde llegará la huída de Alemania y nunca más
volverá a ver a su padre. Llega hasta Singapur, donde trabaja ya como fotógrafo
mundano para el Singapore Straits Times. Con el seudónimo de Helmut Marquis,
disfruta del lujo oriental del Hotel Raffles (un establecimiento novelesco)
bajo la protección de una mujer rica mayor que él, Josette Fabien y se
convierten en amantes.
En 1940
abandona Singapur hacia Australia, vive en un campo de internamiento cerca de
Melbourne y dos años más tarde se enrola en el ejército australiano. Se vuelve
ciudadano de ese país al terminar la guerra y toma el nombre de Helmut Newton,
que le parece la mejor traducción de su patronímico.
Se casa con
la actriz June Brunell, su modelo y no se separarán ya hasta la muerte del
artista. En 1957 firma un contrato en Londres con la edición inglesa de Vogue, pero
se adapta mal a la vida de esa ciudad. Enamorado de París, allí se instala la
pareja en el hotel Boissy d´Anglas, aunque dos años después regresa a
Melbourne.
Vuelve en
1961 a París, donde trabaja para el Vogue francés a tiempo completo. Tres años
más tarde la revista Queen publica una serie de fotos que ilustran la nueva
colección Courrèges , lo que enfada a la redactora jefe de Vogue, que creía
tener la exclusividad de la producción newtoniana.
Lo despide y
entonces comienza un periodo más libre donde participa en proyectos de Elle,
Marie Claire, Nova, Queen, series de imágenes que reunirá bajo el título de
“Fired” (despedido). Los Newton compran una casita en un viñedo de Ramatuelle
(la Costa Azul) y a partir de ahí Saint-Tropez se convierte en uno de los
lugares fotográficos fetiche de Newton.
June
comenzará una carrera profesional propia como fotógrafa con el nombre de Alice
Springs. Gastado por un tipo de vida agotador, el fotógrafo de Vogue sufre un
ataque cardíaco, lo que no le impedirá exponer en la galería Nikon en París. Se instalan en
Montecarlo en 1981, siguen las muestras, realiza el último retrato de Dalí en
Figueras en 1986 para Vanity Fair, lanza su propia revista de fotografía, que
publicará 4 números y en 1990 recibe en Francia el Gran Premio Nacional de
Fotografía.
Creador prremiado
y condecorado en numerosas ocasiones, June realiza una película sobre su famoso
marido en 1995 y cerrando un ciclo vital agitado pero glorioso, Newton se
reconcilia con Alemania, donde establece, en Berlín (2003) la sede de su
fundación. Fallece en un accidente de coche, producido por un nuevo fallo
cardiovascular y en 2004, la Fundación Helmut Newton se inaugura oficialmente
en Berlín, cerrando ya el ciclo de una vida plena y proteica dedicada a la
fotografía y a la mirada.
Aunque fue
en Francia donde llevó a cabo la mayor parte de su obra, desde su muerte no se le
había programado ninguna retrospectiva. A menudo chocante, siempre
transgresora, la obra de Newton fue una búsqueda infatigable por desgarrar los
velos de la belleza, el erotismo, el humor, incluso la violencia. Emociones
intensas y conmovedoras en las que buceaba cada día, porque constelaban una
geografía que se expresaba a través del poder, el lujo, la moda y el dinero.
La muestra
reúne más de doscientas imágenes, que van desde las polaroids, hasta obras de
distinto formato, incluso monumentales. La mayoría de ellas muy conocidas y
exhibidas de forma independiente en todo el mundo, se trata de un recorrido
retrospectivo y temático que va mucho más allá del universo de la moda, para
plasmarse como la trayectoria de un gran artista, que descubre la experiencia
de la libertad y una visión única e indeleble del cuerpo femenino
contemporáneo.
Porque
Newton, que acompañó a otro pionero de la arquitectura de la expresión de la
mujer, Yves Saint-Laurent, las inmortalizó desnudas o en smoking, para
hacerlas, uno y el otro, emblemas del poder, la seducción y el dominio, nunca
glaciales y siempre impresionantes, en la antesala de la intimidación.
La del Grand
Palais es una exhibición de lujo, autoafirmación y plenitud femeninas, que
excava sin pudor toda la arqueología de la mujer que se extasía en sí misma,
goza con el hombre, pero puede a la vez, ser ella misma sin él. Carne, sangre, piel, gastadas pero lúbricas
arterias del placer y del cuerpo bendecido. Viejos odres con perfumes nuevos,
reconstituidos, el eterno femenino liberado que embalsama la tierra con
ambrosía y néctar, para recordarnos que, muy en el fondo seguimos siendo los
mismos, esos seres fascinados que engañamos y amamos y nos dejamos seducir
desde los tiempos fundacionales del mito, recuperados sin pudor para los
antiguos dioses.
Alicia
Perris
La autora
del artículo agradece como siempre, la disponibilidad y la colaboración del
Departamento de Prensa del Grand Palais de París, especialmente de Madame
Florence Le Moing.
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