Rienzi. Richard Wagner (1813-1883). Gran ópera trágica en
cinco actos. Libreto del compositor, basado en la novela Rienzi, The Last of
the Roman Tribunes, de Edward Bulwer-Lytton. Primera reposición en el Teatro
Real desde el siglo XIX. Versión de concierto.
Director Musical: Alejo Pérez. Director del Coro: Andrés
Máspero. Reparto: Rienzi. Andreas Schager. Irene: Anja Kampe. Adriano: Claudia
Mahnke y elenco. Philarmonia Chor de Viena. Coro Titular del Teatro Real (Coro
intermezzo). Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid).
24 de mayo, 19 horas. Retransmitida en directo por Radio Clásica de Radio Nacional
de España y La Unión Europea de Radiodifusión.
La tercera ópera de Richard Wagner, en la línea más fiel a
la grand opéra francesa, dicen los expertos. La composición de Rienzi se fue
escalonando en diferentes tiempos y lugares, hasta su estreno en Dresde el 20
de octubre de 1842.
La estructura en cinco actos y la trama doble, individual y
sociopolítica, siguen la tradición de la creación operística francesa, en este
caso ajustada a un episodio histórico verificable, las vicisitudes de un
tribuno del pueblo, Rienzi, que se había propuesto volver a establecer en la
Roma de 1347, el modelo de político que tanto añoraba y glorificaba Catón el
Viejo.
Se trata de una trayectoria trágica, como la propia vida de
muchos personajes que en la antigua Roma, se dedicaban a la procelosa ocupación
de la “res publica” (la cuestión pública).
Influencias de Spontini, finales impresionantes y claramente
épicos, mezclados con pasajes de gran lirismo, configuran una factura de la que
el compositor se alejaría con rapidez en los años venideros, casi
contemporáneamente a la producción de Rienzi, dado que alrededor de su estreno
ya se había gestado Der fliegende Holländer e iniciado la preparación de
Tannhäuser.
Rienzi exige unos coros y una orquesta en todo su esplendor,
redondeando a la vez la acción y la partitura, con un perfume italianizante (de
ahí lo de “verdiana”) que la transforma en una ópera de gran espectáculo y
emoción, aunque sea ofrecida, como en este caso, en versión de concierto. No se
puede pedir más de la actuación y eficacia del coro dirigido como siempre por
el maestro argentino Andrés Máspero, sólido, aglutinante, perfecto y una
orquesta conducida con rigor y exactitud, sin que por ella perdiera
musicalidad, todo lo contrario, por su compatriota, el joven músico Alejo
Pérez, en plenitud de facultades.
Entre los cantantes destacó un Rienzi expresivo de Andreas
Schager, pero con alguna veladura vocal
casi imperceptible que le restó redondez a su ejecución en algunos pasajes y
una Adriano rotunda y capaz de transmitir con sutileza y fuerza a la vez, todo
el drama y el dolor de su personaje, obligado a elegir entre sus ideas y el
amor, igual que los otros dos protagonistas que cierran el triángulo
amoroso-familiar, Irene y Rienzi.
Menos bien Anja Kampe, soprano alemana de gran renombre,
pero con unos agudos forzados y excesivamente estridentes que le quitaban
dulzura y emotividad a una enamorada siempre en la obligación de elegir entre
el hermano y el amante. Opción imposible y trágica, como sucede a menudo en la
constelación de la ópera. El resto del elenco estuvo muy bien y a la altura.
Esta vez todos tendrán que coincidir en que el Director Artístico, Gerard
Mortier, no pudo hacer una elección mejor en el repertorio.
El público estaba entregado en un teatro donde apenas si
quedaba alguna butaca libre. Algunos, los nostálgicos, vestidos a la austríaca
con las tradicionales chaquetas tirolesas y un con un aire muy germanófilo. No
por nada las creaciones de Wagner a menudo evocan otras referencias sociales o
políticas, no siempre paralelas en su derrotero al mundo exclusivamente
musical.
Una gran noche. La música envolvía el patio de butacas y
ascendía hasta la cúpula y el coro y la orquesta resonaron con
espectacularidad. A medida que se vaciaba la sala, la partitura seguía
golpeando en el corazón de muchos, como si fuera la cabalgata fulgurante y
transfigurada de una historia gloriosa y gozosamente revisitada.
Alicia Perris
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