domingo, 27 de mayo de 2012

RIENZI, UN WAGNER VERDIANO EN EL TEATRO REAL DE MADRID


Rienzi. Richard Wagner (1813-1883). Gran ópera trágica en cinco actos. Libreto del compositor, basado en la novela Rienzi, The Last of the Roman Tribunes, de Edward Bulwer-Lytton. Primera reposición en el Teatro Real desde el siglo XIX. Versión de concierto.

Director Musical: Alejo Pérez. Director del Coro: Andrés Máspero. Reparto: Rienzi. Andreas Schager. Irene: Anja Kampe. Adriano: Claudia Mahnke y elenco. Philarmonia Chor de Viena. Coro Titular del Teatro Real (Coro intermezzo). Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid). 24 de mayo, 19 horas. Retransmitida en directo por Radio Clásica de Radio Nacional de España y La Unión Europea de Radiodifusión.

La tercera ópera de Richard Wagner, en la línea más fiel a la grand opéra francesa, dicen los expertos. La composición de Rienzi se fue escalonando en diferentes tiempos y lugares, hasta su estreno en Dresde el 20 de octubre de 1842.
La estructura en cinco actos y la trama doble, individual y sociopolítica, siguen la tradición de la creación operística francesa, en este caso ajustada a un episodio histórico verificable, las vicisitudes de un tribuno del pueblo, Rienzi, que se había propuesto volver a establecer en la Roma de 1347, el modelo de político que tanto añoraba y glorificaba Catón el Viejo.
Se trata de una trayectoria trágica, como la propia vida de muchos personajes que en la antigua Roma, se dedicaban a la procelosa ocupación de la “res publica” (la cuestión pública).
Influencias de Spontini, finales impresionantes y claramente épicos, mezclados con pasajes de gran lirismo, configuran una factura de la que el compositor se alejaría con rapidez en los años venideros, casi contemporáneamente a la producción de Rienzi, dado que alrededor de su estreno ya se había gestado Der fliegende Holländer e iniciado la preparación de Tannhäuser.

Rienzi exige unos coros y una orquesta en todo su esplendor, redondeando a la vez la acción y la partitura, con un perfume italianizante (de ahí lo de “verdiana”) que la transforma en una ópera de gran espectáculo y emoción, aunque sea ofrecida, como en este caso, en versión de concierto. No se puede pedir más de la actuación y eficacia del coro dirigido como siempre por el maestro argentino Andrés Máspero, sólido, aglutinante, perfecto y una orquesta conducida con rigor y exactitud, sin que por ella perdiera musicalidad, todo lo contrario, por su compatriota, el joven músico Alejo Pérez, en plenitud de facultades.
Entre los cantantes destacó un Rienzi expresivo de Andreas Schager,  pero con alguna veladura vocal casi imperceptible que le restó redondez a su ejecución en algunos pasajes y una Adriano rotunda y capaz de transmitir con sutileza y fuerza a la vez, todo el drama y el dolor de su personaje, obligado a elegir entre sus ideas y el amor, igual que los otros dos protagonistas que cierran el triángulo amoroso-familiar, Irene y Rienzi.

Menos bien Anja Kampe, soprano alemana de gran renombre, pero con unos agudos forzados y excesivamente estridentes que le quitaban dulzura y emotividad a una enamorada siempre en la obligación de elegir entre el hermano y el amante. Opción imposible y trágica, como sucede a menudo en la constelación de la ópera. El resto del elenco estuvo muy bien y a la altura. Esta vez todos tendrán que coincidir en que el Director Artístico, Gerard Mortier, no pudo hacer una elección mejor en el repertorio.
El público estaba entregado en un teatro donde apenas si quedaba alguna butaca libre. Algunos, los nostálgicos, vestidos a la austríaca con las tradicionales chaquetas tirolesas y un con un aire muy germanófilo. No por nada las creaciones de Wagner a menudo evocan otras referencias sociales o políticas, no siempre paralelas en su derrotero al mundo exclusivamente musical.

Una gran noche. La música envolvía el patio de butacas y ascendía hasta la cúpula y el coro y la orquesta resonaron con espectacularidad. A medida que se vaciaba la sala, la partitura seguía golpeando en el corazón de muchos, como si fuera la cabalgata fulgurante y transfigurada de una historia gloriosa y gozosamente revisitada.

Alicia Perris 

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