La joven
cellista estadounidense, que ha grabado junto a Daniel Barenboim el «Concierto
de Elgar» que convirtió en un mito a la intérprete inglesa, comienza este
jueves una gira por España.
JOSÉ RAMÓN LADRA
En la vida de Alisa Weilerstein (Nueva
York, 1982) todo ha sido precoz. A los dos años y medio ya tuvo entre sus manos
un cello, aunque todo hay que decirlo este estaba construido con una caja
de cereales, un cepillo de dientes y tenía como arco un palillo para comida
china. El juguete, que formaba parte de un cuarteto de cuerda realizado por su
abuela mientras los padres de la niña -un violinista y una pianista- estaban de
gira, pronto frustró los anhelos de la precoz músico pues no conseguía obtener
sonido alguno de él. Así a los cuatro años demandó uno «de verdad». Petición
que en un principio no vieron muy bien sus progenitores. «Pensaban que era
demasiado pequeña». Pero se salió con la suya y lo consiguió al mismo tiempo
que comenzar a dar clases. Seis meses después ofrecía su primer concierto
público. «Con obras muy pequeñas», matiza.
Desde entonces la trayectoria de
esta neoyorquina risueña de orígenes rusos -estudió Historia de Rusia en la
Universidad de Columbia- ha sido imparable. Con seis años debutó junto a sus
padre, «toqué un Trío de Haydn en un festival de Estados Unidos»; a los doce
interpretó uno de sus mayores sueños, el Concierto de Dvorak, una de las
piedras angulares del repertorio para cello. Por esa edad, otra de los grandes
retos, el Concierto de Elgar, que rescató de una mediocre
existencia la cellista Jacqueline du Pré (1945 -1987) en una soberbia grabación
de 1965, comenzaba a llamar a su puerta. «Asher Fisher me propuso
que le tocara pero yo le dije que por nada del mundo, por respeto a Du Pré»
Hoy ya es una
realidad. Lo acaba de grabar junto a la Staatskapelle de Berlín, dirigida por su titular Daniel
Barenboim que
estuvo casado con la desaparecida prematuramente Du Pré, víctima de una
enfermedad degenerativa, esclerosis múltiple. Una enfermedad cuyo primeros
síntomas aparecieron cuando tenía 28 años y estaba en la cumbre de su carrera, y
que concluyó con su muerte a los 42 años.
Desde entonces el Concierto de Elgar interpretado por
Jacqueline du Pré se convirtió en un icono (Rostropovich cuando la escuchó tocarlo lo retiró de
su repertorio), y un obra marcada en el corazón de Barenboim, que la ha vuelto
a grabar para el sello Decca, con el que debuta Weilerstein y en el que se
incluye también el Concierto para cello compuesto por Elliott
Carter, fallecido el pasado otoño.
Weilerstein habla un español más que aceptable: «Mi
prometido es venezolano, aunque él habla perfectamente inglés su familia»,
explica ABC durante una entrevista antes de comenzar una gira que se inicia hoy
día 17 en Santiago de Compostela y que la llevará a La Coruña, en ambas citas
estará acompaña por la Sinfónica de Galicia,
bajo la batuta de Víctor Pablo Pérez; y la
próxima semana a Barcelona, donde tocará con la OBC, dirigida por Lawrence
Foster.
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