The Perfect American. Compositor: Philip Glass, con
libro de Rudy Wurlitzer, basado en una novela de Peter Stephan Jungk. Director
de escena: Phelim Mc Dermott, director musical: Dennis Russell Davies. Escenografía
y figurines: Dan Potra. Intérpretes: Christopher Purves, David Pittsinger,
Donal Kaasch, Janis Nelly y Marie MacLaughlin, entre otros. Coro y Orquesta
Titulares del Teatro Real. 22 de enero, 2013.
Tienen una dosis de ansiedad y de esperanza todos
los estrenos- sobre todo para el ámbito de los creadores e intérpretes- y éste
las tuvo. Si es mundial, entonces el
compromiso es enorme. Sin embargo, en Madrid ya se conoce a Philip Glass,
porque hace años se presentó su obra Einstein on the beach, con reggia de
Robert Wilson.
El origen de este nuevo proyecto teatral y musical
es una novela de Peter Jungk, que relata los últimos meses de vida de Walt
Disney, uno de los artistas con más fantasía para plasmar universos mágicos
pero con más responsabilidad en la realidad de las miserias laborales
cotidianas de sus trabajadores que se hayan visto.
Personaje conservador, muy
típico en los Estados Unidos de su época, era misógino, racista y le otorgaba
un escaso papel- el mínimo posible- a los verdaderos responsables de las
historias que poblaron las vivencias y las emociones de los niños y adultos de
muchas generaciones. Efectivamente, la constelación Disney atraviesa buena
parte del siglo XX y todavía continúa. Muchas décadas después de que su
promotor no fuera sometido a una criogénesis con la esperanza de la
resurrección, sino a una rápida cremación para enterrar definitivamente el
cáncer de pulmón y las circunstancias que lo llevaron a la tumba.
Gerad Mortier, cuando estaba al frente la Opera de
París,entró en contacto con el material literario. Tiempo después el actual
director artístico del Teatro Real convenció a Glass para comprometerse en una
propuesta musical sobre el emblemático patrón de los dibujos animados y las
películas infantiles. En origen tendría que haber fructificado la empresa en Nueva
York pero la recogieron Madrid y Londres.
Philip Glass ofrece una música adecuada para este
argumento, subrayando la peripecia vital de los personajes y poniendo también
de manifiesto su lado oscuro. Los protagonistas, en los roles de Walt y Roy
Disney en las voces de Christopher Purves y David Pittsinger, hacen un
excelente trabajo vocal, igual que destaca la adecuada ejecución del coro y la
orquesta titulares del Teatro Real. La puesta no es excesivamente llamativa
pero arropa el ambiente de la ópera.
Fue relajante cuando el público premió el trabajo y
la orografía distinta de esta música para el siglo XXI, amable y previsible, ya
familiar, pero igualmente eficaz y la traducción escénica y vocal de una novela
morosa, un tanto deshilvanada, con tintes dramáticos aquí y allá como sugieren
las últimas experiencias ya muy decadentes de un genio reconocido en todo el
mundo, pero envuelto para siempre en una atmósfera de sombras.
Políticos
actuales y anteriores vecinos del foro y venidos de fuera, críticos,
compositores como Pilar Jurado y García Abril, colaboradores habituales del
coliseo madrileño, abonados, patronos egregios e invitados variados de menor
postín, se unieron para aplaudir y valorar el esfuerzo de un alumbramiento
original e interesante en medio de las dudas financieras y económicas que
suscitan actualmente la crisis y el desaliento en muchos teatros importantes de
Europa. Valió la pena compartirlo.
Alicia Perris
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