lunes, 18 de febrero de 2013

HERODES REINA EN LA POLEMICA. EL PAIS CULTURAL


17 FEB 2013
Una exposición arqueológica de Israel causa controversia al incluir material de territorios ocupados
DAVID ALANDETE Jerusalén 

Maqueta del complejo donde se enterró al rey Herodes. / DANIELA BRIK (EFE)

Es uno de los monarcas más polémicos de la historia antigua. Un rey de Judea que gobernó en los albores de la nueva era con excesos y abusos; que mató a una de sus mujeres y a tres hijos, y que según el Evangelio de Mateo ordenó la masacre de los niños de Belén. Herodes, llamado el Grande, renovó y reconstruyó el templo en Jerusalén, del que solo queda el muro occidental, el lugar más sagrado del judaísmo. Fue enterrado en un mausoleo de 25 metros de altura, cuya parte central se exhibe ahora en la mayor exposición arqueológica de la historia de Israel. El hecho de que esos materiales procedan de territorio ocupado por Israel ha provocado la protesta de las autoridades palestinas. Ni 21 siglos después de su muerte escapa Herodes de la controversia.
Durante su mandato, el rey, obsesionado por la arquitectura, construyó 15 palacios. Ahora, 250 objetos extraídos en gran parte de varios de ellos, y reconstruidos minuciosamente, se exhiben en el Museo de Israel, en Jerusalén, dentro de la muestra Herodes el Grande: El viaje final del rey. El principal atractivo es el mausoleo, hallado en el complejo de Herodión, cerca de Belén. Después de cuatro décadas de búsqueda, un equipo de arqueólogos, liderados por el profesor Ehud Netzer, encontró la tumba en 2007, justo a los pies de un palacio.
Lo expuesto en Jerusalén se devolverá a Cisjordania. La exposición fue idea del propio Netzer, que falleció por una caída sufrida en el mismo Herodión en 2010. Las piedras de la parte del mausoleo que se exhiben pesan en total 30 toneladas. La construcción tenía tres alturas, con una base y un capitel corintio sobre el techo. “Herodes mandó cubrir todo lo que había alrededor con piedras, para que el mausoleo se viera desde Jerusalén”, explica Silvia Rosenberg, comisaria de la muestra y que, como arqueóloga, participó en muchas de las excavaciones de las que proceden los objetos. “En la exposición hemos reconstruido la sala del trono en Jericó y parte del mausoleo”, cuenta. “Entre ambos puntos, se describen sus proyectos más ambiciosos”.
Sarcófago del rey Herodes.
La muestra ha provocado protestas airadas de la Autoridad Palestina. “El uso de objetos artísticos palestinos de los territorios ocupados sin permiso del Estado de Palestina es una violación del derecho internacional”, asegura Hamdan Taha, que coordina el Sector de Antigüedades y Herencia Cultural del Ministerio de Turismo palestino. “En lo que respecta a las excavaciones, mientras no haya un acuerdo final de paz entre Palestina e Israel, Israel es una potencia ocupadora y por lo tanto atada al derecho internacional, que solo permite excavaciones de rescate y salvamento”.
Lo cierto es que el palacio de Herodión se encuentra en un área de Cisjordania que, según el acuerdo de Oslo firmado en 1993, se halla bajo control de Israel. Allí los arqueólogos israelíes pueden excavar y pueden restaurar y trabajar sobre los objetos que encuentren. Cuando la exposición acabe, el 15 de octubre, los objetos mostrados en Jerusalén se devolverán a los lugares en que fueron encontrados. “El museo ha invertido mucho dinero en su recuperación y restauración. Volverán mejor de lo que estaban”, añade la comisaria Rosenberg.
“Hemos actuado de acuerdo con los acuerdos de Oslo, como custodios de los objetos arqueológicos de Cisjordania, invirtiendo en su restauración, exhibiéndolos y, posteriormente, devolviéndolos a su emplazamiento original”, añade James Snyder, director del Museo de Israel. “Los representantes palestinos pueden plantear sus reservas respecto a los términos del acuerdo de Oslo, pero es este el que nos permite preservar ese material en su emplazamiento a largo plazo”.
El mausoleo de Herodes dominó el paisaje en Herodión más de siete décadas. Fue destruido en la primera guerra judeo-romana, en la que corrió la misma suerte el templo de Jerusalén. El gran legado del rey cliente de Roma quedó entonces reducido a escombros, para volver a renacer ahora, en un museo, más de 2.000 años después.
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