COMUNICADO | TEATRO REAL
CONCHA BARRIGÓS,
NUEVA DIRECTORA DE COMUNICACIÓN DEL TEATRO REAL
La periodista Concha Barrigós ha sido nombrada Directora de Comunicación y Relaciones Informativas del Teatro Real y pasa a integrarse en su Comité de Dirección.
Doctora en Periodismo por la Universidad Carlos III, era hasta su incorporación al Teatro Real, Redactora Jefa de la Agencia Efe, en la que ha sido la máxima responsable, en distintas etapas, de las secciones de Cultura y Espectáculos, Sociedad y Ciencia y Futuro. Desde hace una década se ocupaba, además, de la información en el ámbito de las Artes Escénicas y Música Clásica.
Ha sido Redactora Jefa de Informativos de Telecinco, fundadora y directora de Cable Canal Salud y socia fundadora de la revista de Comunicación Joiner.
Muy vinculada a la enseñanza superior desde hace años, ha sido profesora en las universidades Antonio de Nebrija y Carlos III. Invitada por distintas universidades e instituciones, fue ponente en seminarios de la Universidad Complutense, la Fundación Alternativas, la Fundación Santillana, la Fundación MonteMadrid, el Congreso Iberoamericano de Cultura de Zaragoza o el Hay Festival, representante española en la World Journaliste Conference de Seúl y organizadora de un congreso sobre juventud y drogas para la Presidencia Española de la UE.
Miembro del jurado de premios como el Cervantes o nacionales como los de Ensayo, Arquitectura o Literatura Infantil, tiene la Cruz Blanca de la Orden del Mérito del Plan Nacional de Drogas, el galardón Fecyt de Difusión de la Ciencia , el premio de "No violencia contra las mujeres" del ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, entre otros.
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RESEÑA DE UN BALLO IN MASCHERA, TEATRO REAL
Melodramma en tres actos de Giuseppe Verdi (1813-1901).Libreto de Antonio Somma, basado en el libreto de Augustin Eugène Scribe para la ópera Gustave III, ou Le Bal masqué de Daniel Auber. Estrenada en el Teatro Apollo de Roma el 17 de febrero de 1859 y en el Teatro Real el 6 de marzo de 1861. Producción del Teatro La Fenice de Venecia, adaptada a las medidas sanitarias con motivo del COVID 19 para el Teatro Real por el propio director de escena.18 de septiembre de 2020.
Colaboración entre Teatro Real y Teatro de la Maestranza de Sevilla.
“Un ballo in
maschera es, la ópera más mozartiana de
Verdi, pues nadie mejor que Mozart ha logrado expresar esta ambivalencia, en la
que tragedia y comicidad se presentan como caras inseparables y simultáneas de
una misma moneda: la vida”.
Stefano Russomanno es musicólogo (del Programa de mano, en código QR)
EQUIPO ARTÍSTICO
Director musical, Nicola
Luisotti
Director de escena, Gianmaria Aliverta, escenógrafo Massimo Checchetto, figurinista Carlos Tieppo, Iluminador Fabio
Barettin, Iluminadora asociada Elisabetta
Campanelli.
Coreógrafa, Silvia Giordano
Director del coro, Andrés
Máspero
REPARTO
Riccardo, Michael Fabiano
Amelia, Anna Pirozzi
Renato, Artur Rucinski
Ulrica, Daniela Barcellona
Oscar, Elena Sancho Pereg
Silvano, Tomeu Bibiloni
Samuel, Daniel Giulianini
Tom, Goderdzi Janelidze
Un juez/Un sirviente de Amelia, Jorge Rodríguez-Norton
Bailarines y actores Alexis Abreu, Carlos Belén, Dairi Brown,
Leticia Cardoso,
Rosa Concet, July Cuevas, Doraysa De Peña, Jahmai Grant,
Peter James, Dorival Junco, Yudeskia Llanes, Lluvia Marchena, Yoankis Matos, Patrick Mitogo, Malvin Montero, José Ruz. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.
Se inauguró el viernes 18 de septiembre en el Teatro Real, la
Temporada 2020-2021 ─la 24ª desde su reapertura─, con Un ballo in maschera, de Giuseppe Verdi, en una producción
procedente del Teatro La Fenice de Venecia y repuesta en colaboración con el
Teatro de la Maestranza de Sevilla. Del Ballo tendrán lugar 15 funciones.
Esta cronista pudo acceder a estos fastos, gracias a un "deus ex machina", mágicamente. Por lo
demás, la sala con un aforo reducido por la pandemia alojó a abonados, una
prensa muy escogida y reducida (se supone que “primeros espadas”) a los Reyes,
seguidos por un séquito de ministros, otros políticos, embajadores (de Francia,
de Alemania entre otros representantes diplomáticos), figuras vinculadas a la
gestión del patronato del Real, entre los cuales se encontraba Mario Vargas
Llosa, escritor peruano instalado desde hace tiempo en España, que dirigió al
público una palabras.
La seguridad y el protocolo de todo tipo (social, sanitario) fue
muy estricto y el posado fotográfico reiterado de unos y otros convenció a todo
el mundo, incluso probablemente a aquellos interesados que no fueron invitados,
de que se trataba de un gran acontecimiento. Un desfile de máscaras y
mascarillas para un conmovedor Ballo.
En un Madrid ese mismo día confinado por barrios y localidades,
debido a la tremenda incidencia de casos de virus y hospitalizaciones, no
estuvieron presentes en cambio en el estreno, ni la presidenta de la comunidad
ni su alcalde. Una distinción que los Reyes acudieran a apoyar la Cultura, tan
mermada por la enfermedad y sus consecuencias, ya que, a pesar de ser grande y
hermoso, su palco, a menudo, queda iluminado, pero vacío.
Este Ballo se trata de una recreación, que parte de una anterior, de Agustin Eugène Scribe, donde se recrea
sotto voce, el asesinato del rey Gustavo III de Suecia durante un baile de
máscaras en la Ópera de Estocolmo, víctima de una conspiración.
Sucesivos problemas con la censura romana y napolitana (ya habían
tenido lugar varios intentos revolucionarios de gran calado en Europa y
atentados contra gobernantes) obligaron al libretista Antonio Somma a trasladar el trasfondo político de la ópera de la
corte sueca a Boston, a finales del XVII, entonces bajo gobernación británica.
Gianmaria Aliverta, responsable de la
escena, mantiene la trama de la ópera en
Estados Unidos, pero desplaza la acción al siglo XIX, durante la Guerra de
Secesión. Hay referencias al racismo, simbología norteamericana y así, entre
tantas desventuras para los personajes, la acción se desarrolla en un marco
oscuro casi tenebrista, muy impactante.
A la tensión política ya presente en el texto, se incorpora, en primer plano, un clásico y desgraciado triángulo
amoroso. Como explicó el director de la producción, Nicola Luisotti, en este caso, Verdi va preparando ya la maquinaria
sonora que eclosionará en Aída y Don Carlo, con mayor capacidad orquestal,
tanta, que a veces se sobrepone a las voces. Y ahí es donde la dirección del
maestro Luisotti concierta con
eficacia el todo. Esta versión contará con dos repartos, donde brillarán
cuatros sopranos, Anna Pirozzi, Saioa
Hernández, María Pia Piscitelli y Sondra Radvanovsky.
El genio de Bussetto, paradigma indiscutible de l´italianità y la
ópera italiana, aunque esta comparta tantos talentos, “Verdi será siempre Verdi”
( Riccardo Muti dixit) entrelaza –como
escriben los expertos del Real –“arias,
dúos y escenas corales en bloques para diseñar grandes cuadros, articulando con
extrema habilidad el drama y la comedia, los números de conjunto y los momentos
íntimos, el bullicio palaciego y el drama interior de los personajes,
manteniendo siempre la tensión en “el
más melodramático de los melodramas”,
en las palabras de Gabrielle D’Annunzio”.
Siguiendo el modelo empleado con las funciones de La traviata, los
solistas, coro, actores y trabajadores del teatro cumplen rigurosamente la Seguridad
Sanitaria en conformidad con las directrices oficiales. Debido al mal tiempo,
se suspendieron las retransmisiones en directo en pantallas que habían sido instaladas
en la Plaza de Oriente y, por primera vez, en la Plaza de Isabel II, donde se iban
a ocupar 450 sillas separadas entre sí por 2 m.
Llegó el otoño, con lluvias copiosas a Madrid y parte de España y
la ópera regresa al Teatro Real. Ya que se comentó brevemente la habilidad al
mando de la producción de Nicola Luisotti a la hora de atender a todas las
necesidades de la exigencia musical y dramática verdianas en este Ballo, hay
que destacar, como siempre también, la pulcritud y eficacia del Coro, dirigido
por el maestro Andrés Máspero, aunque
según expresó en la rueda de prensa el director musical, “aquí el coro no tiene tanto relieve como pudiera tener en una ópera
como “Nabucco”.
También en este espacio dedicado a la prensa, el director artístico
del Real, Joan Matabosch agradeció la producción de Gianmaria Aliverta, que prefiere el italiano para comunicarse con
los presentes. Refiere el regista que “viene
de Milán, Lombardía, una zona antes muy afectada por el virus y comprende cómo
nos sentimos ahora en España”.
Y que” primero respeto la ley y la vida humana. Y
espero que el espectáculo nos aleje algunas horas del virus”. Utilizó una “mascherina” para cada
uno de los actores del drama, que reproduce su cara. Alaba la “estructura
técnica del Real”, al que considera “uno
de los mejores coliseos del mundo y está feliz de poder además contar con
artistas de altísimo nivel. Todo esto es un primer paso para normalidad”,
terminó diciendo. Así sea…
La ópera tuvo incluido un ballet, con artistas del Rey León y dirección de Silvia Giordano y un elenco de protagonistas que sacaron brillo a Verdi, a pesar de las circunstancias ya comentadas.
Así, Artur Rucinski, barítono polaco, surgido de la Academia de Varsovia, dibujó un personaje de voz potente, agradable, afinada, de evidente soltura, con registros amplios y aprovechados, extensa tesitura. Muy bonita su gran aria “Eri tu”. Polonia siempre fue un país de grandes artistas en el ámbito musical.
Como escribió Francesco Lodola en “Ieri, oggi, domani, opera”, “Anna Pirozzi tiene una voz a la italiana,
limpia, cristalina…”. Emocionante su “Morrò, ma prima in grazia”.
Michael Fabiano, artista norteamericano, se ha hecho habitual del Real, pero esta vez trajo sus mejores armas: una voz en cascadas abundantes, graves potentes, agudos sólidos, compone un solicitado “tenor spinto” para el Ballo, el de Riccardo, que logra excelentes dúos con Amelia y su antagonista, Renato. A destacar aparte de sus intervenciones junto a Anna Pirozzi, su romanza “Ma se m´è forza perderti”.
Ulrica, en la voz y la actuación de Daniela Barcellona, poco favorecida por el atuendo, desplegó una
sabiduría vocal y escénica, dando lo mejor de sí misma. Tiene oficio,
experiencia e inspiración. Al igual que el Oscar que defendió Elena Sancho Pereg, el Silvano representado por la aportación
adecuada de Tomeu Bibiloni, nacido
en Mallorca, Daniel Giulianini en su
papel de Samuel, el Tom, de Goderdzi
Janelidze, de Georgia y último pero no por eso, menos importante, Jorge Rodríguez Norton, de Avilés, en los roles de juez y sirviente de Amelia.
Todos muy apropiados acompañantes de los protagonistas de la producción. Y un
ramillete de naciones y de temperamentos.
Hubo muchos aplausos y recompensas a los artistas, porque
seguramente nadie piensa en ser mezquino en agradecimientos cuando se puede
disfrutar de un regalo como este, en vivo, en las presentes circunstancias.
Bravo otra vez el Teatro Real y todos sus equipos, por sacar adelante no solo
música, sino también esperanza. Grazie ancora a tutti!
Alicia Perris
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