Lucrezia Borgia. Música, Gaetano Donizetti. Libreto de Felice Romani a partir de una obra del escritor francés del siglo XIX Victor Hugo. Ópera seria con un prólogo y dos actos. 23 de febrero, 2025. Cast alternativo.
Director
musical, Roberto Abbado
Dirección de
escena, Valentina Carrasco
Maestro del
Coro, Ciro Visco
Escenografía,
Carles Berga
Vestuario, Silvia
Aymonino
Iluminación,
Marco Filibeck
Elenco
Alfonso I
D’Este, Carlo Lepore
Lucrezia Borgia,
Angela Meade
Gennaro, Oreste
Cosimo
Maffio Orsini, Teresa
Iervolino
Jeppo Liverotto,
Raffaele Feo
Don Apostolo
Gazella, Arturo Espinosa
Ascanio
Petrucci, Alessio Verna
Oloferno
Vitellozzo, Eduardo Niave *
Gubetta,
Roberto Accurso
Rustighello,
Enrico Casari
Astolfo, Rocco
Cavalluzzi
Usciere
Giuseppe Ruggiero
* Diplomato
“Fabbrica”, Young Artist Program del Teatro dell’Opera de Roma
Orquesta y Coro
del Teatro dell’Opera de Roma
Nueva producción
del Teatro dell’Opera de Roma
“Dona
Lucrezia: Et que m'importe ? S'ils ne savent pas qui je suis, je n'ai rien à
craindre: s'ils savent qui je suis, c'est à eux d'avoir peur”. (Señora
Lucrecia: ¿Y qué me importa? Si ellos no saben quién soy, no tengo nada que
temer. Si lo saben, serán ellos los que tengan miedo” de la Lucrèce Borgia
de Victor Hugo. Traducción
del francés, Alicia Perris
El conocido Teatro lírico de Roma, ofrece una Lucrezia Borgia, ópera histórica de Gaetano Donizetti. El compositor trabajó con Felice Romani, poeta y erudito italiano, para adaptar la obra a partir de la pieza de teatro homónima escrita por Victor Hugo, cuyo estreno tuvo lugar el 26 de diciembre de 1833 en La Scala de Milán.
Lucrecia Borgia
es una figura fascinante de la historia italiana de finales de la Edad Media y
principios del Renacimiento, parcialmente sometida como su familia por los
historiadores a una damnatio memoriae y tergiversada por otros especialistas y
público en general.
Era hija ilegítima
del Papa Alejandro VI y de Vanossa Cattanei, con otros 3 hermanos, César, Juan
y Jofré y se le otorgó un papel relevante en la composición y mantenimiento del
poder familiar en el Papado y en el universo protoitaliano gobernado muy a
menudo por condottieri que solían tener al Príncipe de Macchiavelo como
paradigma de estado y de gobierno.
Gobernó una
ciudad-estado, Spoleto, y participó, aunque no siempre decidió la organización
de muchos enlaces dinásticos - incluidos los suyos propios – que favorecieron los
intereses del Papa Alejandro VI, su padre y de César, el guerrero y exprelado,
su hermano. La muerte de su primer marido, Giovanni Sforza, señor de Pesaro y
Gradara, los caudalosos ríos de veneno y dagas que rodeaban la geografía
renacentista, dieron lugar a muchas especulaciones sobre ella y sus parientes,
tanto durante su vida como después de su fallecimiento.
La verdad más
ajustada a la historia tal vez sea que actuó vicariamente muy a menudo, al
servicio de unos comportamientos que es un error interpretar con los ojos de la
historia o la política de hoy en día. Cada época tiene sus normas y sus
estereotipos y leídos así, los Borgia no difirieron demasiado de otras
dinastías del momento.
En la versión de Donizetti sobre la vida de la hija de los Borgia, la historia comienza durante su tercer matrimonio, que estaba casada en aquella época con Alfonso d’Este, duque de Ferrara. A partir de esta localización temporal, desfilan otras circunstancias de la protagonista, cuyo gran afán es aquí, la ocultación de su maternidad, la salvación del hijo y siempre la consideración nefasta que los contemporáneos tienen sobre esta saga. Clara se aprecia esa circunstancia cuando Gennaro, el hijo oculto de Lucrezia, borra la “b” de la estirpe, pudiendo leerse entonces la palabra “Orgia".
En lo que se
refiere a la partitura, aunque no se representa tan regularmente como algunas
de otras más populares de Donizetti, el aria de Lucrecia "Com'è
bello" Quale incanto in quel volto onesto e altero!, de Orsino Brindisi,
"Il segreto per esser felice", del tenor "Di pescator ignobile…",
"La mia vendetta!" son todas momentos famosos y muy efectivos de la
ópera y han sido representadas y grabadas con frecuencia.
La primera
producción de Londres fue en Her Majesty's Theatre en 1839 con Giulia Grisi y
Mario. Cuando se estrenó en París (Théâtre des Italiens), en 1840, siete años
después del estreno en Milán, Hugo interpuso una querella para evitar nuevas
representaciones o producciones de la ópera por los derechos de autor amparados
por la ley francesa. El libreto fue entonces reescrito y retitulado La
Rinegata, con los personajes en italiano cambiados a Turquía, y las
representaciones se reemprendieron. El 30 de diciembre de 1843 fue estrenada en
Londres en una producción cantada en inglés.
Tiempo después la
creación cayó en el olvido, pero regresó al repertorio en 1965 con una famosa
representación en el Carnegie Hall con la soprano catalana Montserrat
Caballé (en su debut americano), a la que pronto le siguió una grabación en
la que participaron también el tenor canario Alfredo Kraus, la soprano Shirley
Verrett y el bajo Ezio Flagello, dirigidos por Jonel Perlea. Sin duda esta
representación y posterior grabación ayudaron a difundirla. Suele ser un
vehículo para una soprano estelar, siendo un ejemplo las representaciones de
otoño de 2008 en la Washington National Opera con Renée Fleming en el rol
titular de las que hay varias grabaciones disponibles. Con el Coro y la
orquesta de la RCA Italiana.
La acción, a principios del siglo XVI, en Venecia (el Palazzo Grimani) y Ferrara. Además de los fragmentos citados, algunos míticos como el de la soprano, aparece un trío asombroso (Guai se ti sfugge un moto, Se ti tradisce un detto!). En un último dúo, la madre desconocida implora al hijo que huya de la ciudad y de su marido (Bevi e fuggi ... te'n prego, o Gennaro!). Sin olvidar el brindis de Orsini (Il segreto per esser felici y la cabaletta final (Era desso il figlio mio), donde Lucrecia se lamenta por Gennaro y finalmente expira. En realidad, estuvo muy bien considerada como señora de Ferrara, donde la llamaban con aprecio, “la madre del pueblo” y murió de fiebres puerperales después de haber alumbrado a su octavo hijo, el 24 de junio de 1519. Tenía 39 años. Cuando pudo permanecer lejos de su padre el Borgia (los Borja eran originarios de Valencia, España), deslumbró como mecenas de las Artes y las Letras, pero ni así pudo difuminarse su leyenda negra y la de su linaje.
Un compromiso
cantar siempre belcanto. En este caso para Donizetti se necesitan cualidades vocales
no exentas de esfuerzo, versatilidad, capacidad en el fiato, y el legato. Musicalidad
y coloratura. También entrega importante en el plano actoral, que pueda
comunicar a la audiencia, sentimientos y emociones de alto voltaje compositivo.
Es en este
reparto, el desafío al que se ha enfrentado la soprano norteamericana Angela
Meade, que ya había cantado en un Festival Verdiano de Parma, un Simon
Boccanegra majestuoso.
Nacida en el
Estado de Washington, estudió en la Academy of Vocal Arts, ganó 57 concursos de
canto, destacando entre ellos los premios Richard Tucker, Beverly Sills, además
de ser la primera cantante triunfadora a la vez del primer premio de ópera y de
opereta en el Concurso Belvedere de Viena. Su repertorio incluye desde las
heroínas del bel canto del siglo XIX, hasta las protagonistas de las óperas de
Verdi, aunque sin olvidar el repertorio mozartiano.
Responde con rigor a las agilidades, matizando momentos, climas y organizando en torno a ella una atmósfera cálida y al mismo perturbadora. Su presencia en escena es una seguridad para conseguir las propuestas operísticas con las que se declinan las voces donizettianas.
Oreste
Cosimo fue un Gennaro atravesado por unas situaciones desencontradas con la
madre ausente y desconocida. Comenzó muy joven a estudiar piano y se graduó en
el Conservatorio Arrigo Boito de Parma con honores. Fue seleccionado por
Riccardo Muti para su Academia de Opera de Ravenna. Poseedor de varios
reconocimientos, se maneja con soltura en numerosos roles como tenor, de
enjundia y ha colaborado con famosos directores y colegas cantantes.
Dibuja un
personaje lleno de dudas, en ocasiones violento, con dobleces, amigo de sus
amigos y coherente dentro de la irracionalidad del Renacimiento, marcado por la
fluidez de las pasiones personales, de artistas, predicadores y políticos. Es
un mundo bello donde no falta la guerra y el desorden, pero de la complejidad
nace una alternativa que marca esa época como un paso adelante en la historia
de la Humanidad. Cosimo es capaz de fraguar vocalmente esas antípodas. Tiene
una agradable presencia física en el escenario. Un instrumento rico, fresco,
poderoso, que corre a la par que una orquesta por momentos estridente y grande
en sonido, bajo la batuta del maestro Roberto Abbado.
Carlo Lepore
construye un Alfonso d´Este creíble, majestuoso, también con las dudas que
emanan del poder de su Casa y el rigor del momento. Ambigua la relación con
lucrecia en la ópera aunque más construida y clara en la realidad. Lepore
encarna vocalmente un papel bisagra importante, con resolución, bonita voz,
dueña de un solvente legato y técnica vocal muy dispuesta.
Teresa
Iervolino, elegante y seductora en el infaltable rol del “amigo”, despliega
capacidades necesarias en este tipo de repertorio. Esta joven mezzosoprano de
Bracciano, conocida en España, es una estrella ascendente en el espacio lírico
e ideal para un Orsini adecuado.
Este cast multicultural y supranacional, goza además de unos acompañantes eficientes, de campanillas, atentos y entregados, haciendo legible y clarificando la historia compleja de la que ya se ha hablado profusamente.
Así, Jeppo
Liverotto defendido por Raffaele Feo, Don Apostolo Gazella por Arturo
Espinosa, Ascanio Petrucci por Alessio Verna, Oloferno Vitellozzo por
Eduardo Niave, Gubetta por Roberto Accurso, Rustighello por Enrico
Casari, Astolfo por Rocco Cavalluzzi y el ujier en la voz y
presencia de Giuseppe Ruggiero.
La regia de la
argentina (de Buenos Aires) Valentina Carrasco, realmente muy inspirada,
así como el vestuario, acorde con las posibilidades también de los cantantes, luminoso,
intemporal y aéreo, excelente complemento de la acción y la trama de la
ensoñación de Silvia Aymonino, de Roma. Bien la iluminación,
creando atmósfera, de Marco Filibeck y el trabajo, en equipo también bien
organizado, del catalán Carles Berga.
El Coro
dirigido por el maestro Ciro Visco, cumple con largueza el seguimiento
de la acción y la eficacia necesaria en el todo. Hubo sobretítulos en
italiano e inglés, una organización del teatro atenta a todo momento a las
posibles incidencias o necesidades del espectáculo y del público, que aplaudió
ampliamente y reconoció el esfuerzo, aunque quedaban algunas localidades en la
sala libres, la platea estuvo al completo. Como se describió arriba,
apasionada, la Orquesta del Teatro dell´opera en forte, porque que el Maestro
Abbado llevó el sonido y los tempi con pasión, “a tutta orchestra”.
Un programa de
mano de 15 euros, prácticamente un catálogo en precioso papel, bien nutrido,
exhaustivo, sorprendente, con anotaciones, comentarios, biografías,
reproducciones fotográficas, modélico. Desde luego se habitó en esta
oportunidad, una propuesta icónica y emocionante. Redonda.
Alicia
Perris
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