sábado, 5 de agosto de 2023

CON JUAN DIEGO FLÓREZ EN LA INAUGURACIÓN DE EL FIVE, QUE SE CERRÓ CON UNA SALVA DE APLAUSOS Y “BRAVI”

JUAN DIEGO FLÓREZ, TENOR. VINCENZO SCALERA, PIANISTA. RECITAL DE ÓPERA, ZARZUELA Y CANCIONES HISPANOAMERICANAS E ITALIANAS. TEATRO AUDITORIO DE EL ESCORIAL. 4 DE AGOSTO DE 2023

Juan Diego Flórez, tenor

Vincenzo Scalera, piano

PRIMERA PARTE

Giuseppe Verdi

• “Questa o quella”, de Rigoletto

• “Ella mi fu rapita... Parmi veder le lagrime...

Possente amor mi chiama”, de Rigoletto

• “La donna è mobile”, de Rigoletto

• Romanza senza parole in Fa maggiore (piano solo)

• “O dolore”, de Attila

• “Dal più remoto esilio... Dal consiglio alla presenza...

Odio solo, ed odio atroce”, de I Due Foscari

• Valzer in Fa maggiore (piano solo)

• “Lunge da lei... De’ miei bollenti spiriti...

O mio rimorso”, de La Traviata

INTERMEDIO

SEGUNDA PARTE

José Serrano

• “Al mismito rey del moro”, de La alegría del batallón

• “Te quiero, morena (Jota)”, de El trust de los tenorios

Pablo Sorozábal

• “No puede ser”, de La tabernera del puerto

Reveriano Soutullo y Juan Vert

• “Bella enamorada”, de El último romántico

Manuel M. Ponce

• Intermezzo en mi menor (piano solo)

Francesco Paolo Tosti

• “L’alba separa dalla luce l’ombra”

Salvatore Cardillo

• “Core’n grato”

Ernesto de Curtis

• “Tu ca nun chiagne”

Ruggero Leoncavallo

• “Mattinata”

Giacomo Puccini

• Intermezzo, de Manon Lescaut (piano solo)

• “Che gelida manina”, de Le bohème

Como explicó en su presentación la noche de la apertura Paloma Concejero, responsable de la Comunidad de Madrid para el FIVE, la tercera edición de este encuentro se desarrolla hasta el 26 de agosto en el Teatro Auditorio, en el Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial y en las calles de El Escorial.


La Comunidad de Madrid ha organizado una programación diversa de 10 espectáculos para todos los públicos- “10 noches de sueños de verano”-, indicó Paloma Concejero, para animar las veladas estivales en la sierra madrileña con conciertos de música clásica, pop, jazz, flamenco y ballet durante los fines de semana. Entre todo este ramillete variado, para los amantes de la lírica, los recitales de Juan Diego Flórez y el 18 de agosto, de la soprano Sondra Radvanovsky.

La inauguración estuvo a cargo del tenor peruano Juan Diego Flórez, que en su recital, acompañado del pianista Vincenzo Scalera, interpretó arias de óperas italianas y canciones de zarzuela, entre otras composiciones.

La primera parte del recital se dedicó íntegramente al compositor italiano Giuseppe Verdi (1813, Le Roncole, 1901, Milán), del que el artista seleccionó arias de las óperas Rigoletto, Attila, I Due Foscari y La Traviata, más dos piezas para piano solo, la Romanza senza parole y el Valzer en fa mayor, a las que dio fuerza, elegancia y técnica Vincenzo Scalera, que disfruta de una digitación fantástica para sus dos manos y una capacidad de leer las partituras con destreza, profundidad v y excelente gusto, siempre fiel al compositor, al estilo y a la época.

La segunda sección luego de una pausa, se nutrió de sonidos españoles, con obras de zarzuelas de José Serrano, Pablo Sorozábal, Reveriano Soutullo y Juan Vert, además de piezas italianas de Francesco Paolo Tosti, Salvatore Cardillo, Ruggero Leoncavallo, Giacomo Puccini y Ernesto de Curtis, y del mexicano Manuel M. Ponce.

Diego Flórez llega a España después de dos exitosas y aplaudidas actuaciones en la localidad italiana de Verona interpretando Rigoletto de Verdi, y un concierto.

El cantante peruano está considerado como uno de los mejores tenores de la historia. Su trayectoria ha estado marcada en los últimos años por sus magistrales interpretaciones de héroes románticos como Romeo (Roméo et Juliette), Gennaro (Lucrezia Borgia) Hoffmann (Les Contes d’Hoffmann), Alfredo (La Traviata), Des Grieux (Manon) o Rodolfo (La Bohème), todos ellos interpretados en los grandes escenarios operísticos del mundo como Viena, Salzburgo, Montecarlo, Nueva York o Zurich.

Desde 2016 es artista exclusivo del sello Sony Classical y director artístico del Rossini Opera Festival desde 2022. Cuenta en su palmarés con varios premios y distinciones, como el de Embajador de Buena Voluntad de la Unesco y el World Economic Forum con el Crystal Award.

Por su parte, su acompañante habitual, Vincenzo Scalera, de origen italiano, también estadounidense, se graduó en la Manhattan School of Music, siguió estudiando en Italia y en 1980 se unió al Teatro Scala de Milán como coach y pianista, además de ser director asistente de maestros destacadísimos como Claudio Abbado, Riccardo Chailly, Giannandrea Gavazzeni o Carlos Kleiber, entre otros. Se lució nuevamente en los fragmentos en que tocó solo, permitiendo un respiro al abundante concierto de unos de los limeños más internacionales. Además de las obras ya citadas, el Intermezzo en mi menor de Manuel M. Ponce y casi al final, el Intermezzo de Manon Lescaut.

Conocidas las arias dedicadas a Verdi, ¡cuáles no lo son, entre la ingente obra del maestro italiano!. Al brío de Questa o quella, siguieron Ella mi fu rapita, possente amor mi chiama y La donna è mobile de su Rigoletto, que Flórez suele cantar a menudo, como un guiño frecuente en sus encore, cuando ya ha dado por terminado su recital anunciado. Siguieron un vibrante Dal più remoto esilio y para cerrar la primera parte de voz, “De miei bollenti spiriti” de otro de los clásicos favoritos del público.

Después de una demostración de ortodoxia podría llamársela, la segunda parte se dedicó al repertorio español de zarzuela que tan bien conoce el público habitual de Madrid y España y que a veces defienden con mucho valor, cantantes extranjeros, con resultados distintos.

Sonaron bien Al mismito rey moro, gracioso, divertido, de La alegría del batallón de José Serrano, como el Te quiero, morena, una jota que hizo avanzar por todo el teclado con hidalguía y velocidad a Vicente Scalera, mientras seguía muy de cerca las agilidades vocales y otras del tenor peruano.

No puede ser nos recordó a algunos, la versión mítica de Plácido Domingo en sus mejores tiempos (muchos y prolongados) y otras voces españolas que le sacaron lustre a La tabernera de Sorozábal. Bella enamorada de Soutullo y Juan Vert se vio continuada por cuatro partituras italianas (del mezzogiorno), a menudo escuchadas pero no menos por ese motivo disfrutables: soñadoras, insinuantes, melancólicas, bien del sur italiano.

Hay que señalar que Juan Diego Flórez, de cincuenta años, parece un escolar, habitado por un sencillo traje azul parecido al gris de Scalera, camisa impoluta blanca abierta, cuyo cuello estira y abre antes de empezar a cantar. Como para dejar correr y evolucionar el aire que sale de sus pulmones y reenvía a todos los espacios de su cuerpo, capaces de hacer sonar una melodía límpida, fácil, pero trabajada. Entra a escena a grandes pasos y cuida la posición de las piernas, mientras apoya para centrar el canto las dos manos sobre el diafragma con suavidad.

El fiato del cantante así, muy bien exhibido en Cucurrucucú paloma, divertido y cómplice, tiene la amplitud de una catedral, una especie de templo antiguo, por donde se pasean los matices, el manejo de los reguladores, las mezza-voce, los sobreagudos increíbles que proyecta hacia el medio de la sala. Mientras da vueltas, se acerca al piano y con su voz de tenor ligero redondea los sonidos, con expresividad, con maestría, con arrebatado encanto y lirismo. Reina una absoluta complicidad con el maestro Scalera, que lo espera, le hace gestos con la cabeza, lo mira fijamente y a cantar!

La sala estaba a rebosar. No había entradas disponibles de ninguna manera. El escenario, (¡por fin!), sobrio y austria del Auditorio, en la línea arquitectónica general de la ciudad imperial, decorado con dos centros florales multicolores a cada lado, encuadrando a la perfección el Steinway de rigor con una afinación discreta, nada brillante y a los artistas, que fueron festejados con ramos nuevamente al darse por terminado el concierto.

El público, como suele, algunas toses, abanicos que se caen, entradas y salidas destempladas: el cantante comprende, espera, se impacienta de una manera casi imperceptible y la emprende con la siguiente prestación prevista.

Después de La bohème de Puccini, vuelve Flórez con su guitarra e interpreta para delicia de muchos de sus conciudadanos presentes en la sala y otros hispanoamericanos, las músicas de la canción José Antonio, enhebrando La flor de la canela, con alguna otra melodía mexicana, Cucurrucucú paloma, que le solicitó reiteradamente parte del público.

A la vuelta de extras propinas, más, el Lève- toi soleil (se echaba de menos sus actuaciones con ópera francesa, por cierto y ahí estuvo) de Les pêcheurs, recomenzada al poco de empezar, ya que el tenor explicó que “se había atragantado con un pedacito de manzana que mordisqueó”, en un aparte de Scalera).

Hubo aún más. La audiencia, en pie, no lo quería dejar ir. Con una propuesta realmente “para todos los públicos”, aquí muy lírica, allá folklórica, contentó a todos y como de costumbre, a todos hizo muy felices.

Como siempre, como es tradición en Usted, maestro viajero y cosmopolita, mágico, onírico, porque el duende lo corteja ahí donde vaya y porque irremediablemente, nos tiene a todos muy enamorados…

Alicia Perris

Fotos, Pablo Lorente

No hay comentarios:

Publicar un comentario