Ficha Artística
Dirección musical, MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ-MARTÍNEZ
Dirección de escena, JOSÉ CARLOS PLAZA
Escenografía e iluminación, PACO LEAL
Vestuario, PEDRO MORENO
Movimiento escénico, DENISE PERDIKIDIS
Dirección de reposición, JORGE TORRES
Reparto
Juan José,
JUAN JESÚS RODRÍGUEZ
Rosa, SAIOA
HERNÁNDEZ
Toñuela, VANESSA GOIKOETXEA
Isidra, MARÍA LUISA CORBACHO
Paco, ALEJANDRO DEL CERRO
Andrés, SIMÓN ORFILA
Cano, LUIS LÓPEZ NAVARRO
Presidiario,
SANTIAGO VIDAL
Tabernero, RICARDO
MUÑIZ; Amiga 1, RAQUEL DEL PINO; Amiga 2, PAULA SÁNCHEZ VALVERDE; Amigo 1, JOSÉ
MANUEL GUINOT; Amigo 2, JESÚS ÁLVAREZ CARRIÓN. Bailarines y participantes en la
figuración.
Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro de La
Zarzuela
“Estrenar una ópera en España era como celebrar en dos
días el nacimiento y el entierro … Para escribir una ópera en España es
necesario, aparte de ser músico, ser un perfecto idiota. Es como componer una
fábrica de congeladores en el Polo Norte… Bueno, el mundo da muchas vueltas y a
lo mejor en el año dos mil, España vuelve a tener cierta cultura musical, por
lo menos la que tenía el año 1936. ¡Amén! ". Pablo Sorozábal, hablando
de su música.
Como introducción, diríamos que Sorozábal denominó Juan
José a un drama lírico popular, aclarando que lo de popular quiere decir
proletario y no folklórico. Lo terminó en 1968 y tuvo un conato de estreno en
1979 que resultó fallido. El 21 de febrero de 2009 se estrenó finalmente en San
Sebastián, pero en versión de concierto. Es por tanto ahora, en el Teatro de
la Zarzuela, donde se llevó a cabo, después de 48 años, el estreno absoluto
de la versión escénica.
La historia transcurre en los barrios bajos de Madrid. Juan
José y Rosa viven desde hace tiempo juntos y ella es para él el único sentido
de su vida, un albañil que depende del humor del contratante para sobrevivir y
trabajar. Pronto las cosas cambiarán y los hechos conducirán hacia un fatídico
final.
No es la primera vez que la miseria económica, la incultura,
el analfabetismo, social, los hijos, la falta de alicientes y de porvenir, de
un modo de ganarse la vida profesionalmente en las mujeres para ser
independientes del hombre, del padre, del marido, del hermano varón, del
Estado, de las iglesias llevaba a la tragedia, al borde de la destrucción
física, al vacío. Educación por sobre todas las cosas y “un dinero propio”
(proveniente de una profesión) podríamos decir parafraseando a la aristócrata
inglesa Virginia Woolf, que creó escuela, incluso entre aquellos o
aquellas que solo conocen esa frase de su extensa obra.
También lo contaron muy bien Émile Zola o Guy de Maupassant entre otros creadores del siglo XIX. Inmersos en el movimiento naturalista o el verismo de Puccini y otros compositores italianos y sus óperas de fin de siglo (pensemos en Pagliacci, en Carmen, en Traviata incluso, hay que prostituirse para vivir). Dibujan el panorama de una época que desgraciadamente no deja aún hoy de replicarse, de actualizarse, en diferentes latitudes o muy cerca de nuestra casa, o del otro lado de la pantalla de la televisión.
Se trata de carnaza periodística, amarilla, también pasto de
los periódicos, de las revistas sin aspiraciones, que no hacen nada para
evitarlo, sino que lo difunden como una letanía inevitable, una y otra vez.
Porque después de mostrar el horror y la barbarie, hay que descubrir soluciones,
no bajar los brazos o esperar a la próxima desgracia anunciada.
Continuando habría que señalar que esta producción,
repuesta, contó con dos repartos de los cuales se reseña aquí el primero y se
llevó a cabo durante dos horas sin intervalo, apenas unos segundos para, a
oscuras, cambiar los escenarios, ágiles y sucintos, imbuidos en una estética
lóbrega y oscura, siniestra. (Los presos parecen sacados de un asilo de
alienados…puede que de lejos se asimilen, pero son otras realidades
evidentemente) de la que son autores Paco Leal, en la escenografía e
iluminación, con pinturas de Enrique Marty, vestuario, minimalista, ad
hoc, de Pedro Moreno, la dirección de escena acertada de José Carlos Plaza
y el movimiento escénico, acompañando la tragedia, de Denise Perdikidis.
Pablo Sorozábal Mariezcurrena (San Sebastián, 18 de
septiembre de 1897-Madrid, 26 de diciembre de 1988) fue un compositor español y uno
de los más destacados autores de obras sinfónicas y del género lírico (zarzuela y óperas chicas)
del siglo xx.
Murió sin poder estrenar la que él mismo consideró su mejor
obra: la ópera Juan José, que fue finalmente estrenada en versión de concierto
en el Kursaal de San Sebastián el 21 de febrero de 2009, y grabada en CD ese
mismo año, con la dirección musical de José Luis Estellés.
De una humilde familia numerosa, comenzó a estudiar Teoría
Musical y violín con Alfredo Larrocha en la Academia Municipal de Música de San
Sebastián. Gracias a su indiscutible capacidad musical consigue una beca de
1500 pesetas de la diputación de Guipúzcoa para ir a ampliar sus estudios
musicales a Alemania, primero en Leipzig, donde tuvo su primer contacto en el
mundo de la dirección al hacerse cargo de la Gotriansteinwegorchester logrando
sus primeros éxitos, para luego continuarlos en Berlín, donde terminaría.
Inicia su actividad lírica en 1931, al estrenar la opereta
Katiuska, la mujer rusa, a la que seguirían otros títulos tan importantes como
La Isla de las Perlas (1933) y Adiós a la Bohemia (1933). En 1934 estrena La
del manojo de rosas, con la que termina de cimentar su fama como compositor,
tras otros títulos como No me olvides (1935), o La Casa de las Tres muchachas
(1935), consiguiendo en 1936, con La tabernera del puerto, uno de sus más
resonantes éxitos.
Siempre estuvo muy apegado a las costumbres vascas y
reconoció en El Caserío (de Jesús Guridi) una partitura magistral. Las
simpatías liberales de Sorozábal le dejaron bastante aislado tras la Guerra
Civil española con lo que muchas de sus posteriores zarzuelas fueron
representadas antes fuera de Madrid o en teatros de menor prestigio de la
ciudad. Su labor como director de la Orquesta Sinfónica de Madrid finalizó de
manera abrupta en 1952, cuando le fue denegado el permiso para dirigir la
Sinfonía Leningrado de Shostakovich.
Volviendo a la materialización de esta producción, es un
placer volver a escuchar la dirección de Miguel Ángel Gómez-Martínez en
el foso, aunque empezó con un volumen algo ajeno a las voces en el escenario,
ajustó con rapidez los planos sonoros, en una partitura densa, encrespada, con
pocas concesiones, diferente a las que habitualmente se encuentran y
caracterizan este género español.
Saioa Hernández ha demostrado si hacía falta
nuevamente su calidez vocal, su soltura y capacidad escénica además, con un
proyección carnosa, ancha y lucida. Trabajoso su rol e invasivo, porque se
trata desde el primer momento de “una profecía autocumplida”, sabe e intuye que
va a morir o que su pequeña ascensión social y felicidad material no van a
durar, porque este es un juego de suma cero.
Simón Orfila, bella voz, definida emisión y desempeño actoral, declina un tipo psicológico muy adaptativo, con sus más y sus menos con Vanessa Goikoetxea, en Toñuela, la otra cara de la moneda, plástica emocionalmente, con pruebas claras de potencia y manejo vocal, agudos portentosos, excelente técnica y dedicación absoluta a su personaje para enmarcarlo perfectamente en la tarea coral. Simón Orfila, el maestro de obras que defiende Alejandro del Cerro es el aparente ganador de esta partida nefasta que acaba finalmente mal para todos. Juega galanamente con un instrumento de enorme amplitud, preciosa línea de canto y expresividad.
María Luisa Corbacho, la alcahueta, tiene una
preponderancia señalada en la obra. Personaje conocido desde casi antes del
Siglo de Oro Español, paradigma del logro social a expensas de la moral y la
salud de todos, dibuja un figura serpenteante y siniestra, teatralmente bien
contada aunque algo menos conseguida en la prestación vocal. Luis López Navarro como Cano tiene
una actuación más reducida pero le saca lustre y consigue que conforme un corpus
necesario y hábil dentro del conjunto.
La orquesta, muy eficiente y cumplidora, el director musical
y todos los cantantes y responsables de este proyecto conseguido fueron muy
aplaudidos. Faltó un intermedio para estirar las piernas y hacer otras cosas y
para meditar sobre el tema hondo y acuciante que, entre otros nos plantean el
autor del libreto Joaquín Dicenta y el noble y talentoso, a menudo
relegado por esas mismas razones y su decencia, el maestro Sorozábal. L´homme
este un animal qui tue” (“El hombre es un animal que mata”), como expresó
el jurista Robert Badinter recientemente desaparecido y responsable de
la abolición de la pena de muerte en Francia (vigente hasta 1981 y a guillotina).
Así es…¡Ay, Carmela!
Alicia Perris
Fotos: Elena del Real/Teatro de La Zarzuela
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