04.12.2025 — 30.08.2026
Artista:
Jannis Kounellis
Comisariado:
David Barro
La obra de Jannis Kounellis es un
viaje en el tiempo, la odisea de una insistencia o el obsesivo reintegro de
unas ideas que han de ser destiladas con un sentido nuevo. Infiltrarse en la
historia es como adentrarse en el océano para abandonarse a un laberinto sin
paredes. Él mismo acertó a definirse como un hombre antiguo y un pintor
moderno. Porque su visión es arqueológica, como una excavación en la memoria
que se asienta en una relectura crítica del pasado interpretada desde su
particular lenguaje, radicalmente contemporáneo.
En este caso, esta exposición emerge como una suerte de pecio a partir de una serie de elementos que aluden al viaje, la migración y los medios de transporte marítimos, fundamentales en la globalización, aunque ya casi obsoletos. Kounellis expresa una añoranza por la pérdida de la dimensión poética del viaje en la era industrial y esta muestra transmite esa sensación de desplazamiento físico y emocional.
La instalación principal está
conformada por un conjunto de nueve velas venecianas dispuestas en forma de
abanico, evocando historias de navegación, memoria e historia. En esta obra,
las velas, que abarcan desde el siglo XVII hasta épocas más recientes, simbolizan
el patrimonio cultural de Venecia y su conexión con el Mediterráneo, pero
también la nostalgia crítica respecto a la transformación del comercio marítimo
y la ausencia de la huella del individuo en la industria de su presente.
Estas velas son pinturas que nos recuerdan cómo los veleros eran adornados con marcas que identificaban esos barcos y su tripulación, en muchos casos con formas que suponían cierta protección en su condición religiosa. Es, por tanto, una especie de lamento y homenaje, una advertencia de que cada historia es importante.
La exposición incluye también otra
serie de obras con velas que el artista realiza años más tarde, ya entrado el
siglo XXI; por un lado, al reutilizar antiguas velas blancas mallorquinas de
algodón; por otro, unas coloridas velas italianas que se retuercen como un
escorzo caravaggiesco.
Tensadas y plegadas sobre marcos
de acero, estas velas, que se muestran dobladas y con pliegues, marcadas por el
uso, conservan la memoria de su vida anterior en el mar. A través de materiales
cargados de significado, Kounellis propone una reflexión sobre la huella humana
en los objetos, pero también una reflexión sobre la pintura y sus
posibilidades. Todo ello se advierte en otra de sus series más representativas
–«Albatros» (2001)– a partir de un conjunto de obras compuestas de secciones
rotas de un barco de madera que cuelgan suspendidas frente a placas de acero
inclinadas, evocando el desgaste y la memoria de los objetos. Estas obras se
acompañan de un enorme fragmento del lateral del mismo barco que se impone a la
mirada por su contundencia vertical.
Una vez más, en el viaje que emprende el artista está implícita la presencia de un drama que hay que descifrar. Porque Kounellis nunca es un artista neutro y tampoco lo son sus materiales ni los de sus soportes. El peso, como el peso de la historia, es lo que esconde cada material, y también la medida tiene relación con lo que significa ser humano.
«Jannis Kounellis. Laberinto sin
paredes» refleja y se asienta en la infancia del artista en el puerto de El
Pireo y su vínculo con el mar como espacio de intercambio cultural. Estas obras
tienen el aroma del origen, de lo mitológico, del escenario de lo vivido o
heredado.
El propio artista lo ha descrito
en ocasiones diciendo que no existe tradición en frío, y es en esa sensación de
viaje donde mejor podemos ubicar su atracción por el laberinto, cuestión que va
mucho más allá de sus dibujos.
Porque el viaje no es solo un movimiento
físico, sino también un viaje vital que va conformando nuestra identidad a
través de los cambiantes contextos, lugares, culturas y experiencias que uno va
encontrando.
Kounellis siempre se sintió fascinado por lo lejano, por adentrase en nuevos horizontes. El desplazamiento es una circunstancia contemporánea, y es en este sentido que tenemos que entender el laberinto, que desde un punto de vista filosófico simboliza el camino iniciático para la sabiduría, una puerta de entrada al desafío intelectual que supone abrazar la incertidumbre y descubrir que en cada esquina habita un nuevo comienzo sin respuesta definitiva, que invita a seguir explorando. El laberinto es así un viaje interior, un abismarse en la búsqueda del centro perdido. El laberinto es el eco de la historia.
Con la colaboración de KEWENIG, Palma / Berlín y Archivio Kounellis.
Jannis Kounellis (El Pireo, Grecia, 1936 – Roma, 2017) es uno de los artistas fundamentales de la historia del arte en la segunda mitad del siglo XX. Tras estudiar en la Universidad de Atenas, asistió a cursos en la Academia de las Artes en Roma y ahí comenzó a desarrollar su carrera como pintor, primero al representar letras y grafías sobre materiales inusuales y más tarde superando el cuadro como soporte e incorporando materiales encontrados, seres vivos o sustancias orgánicas, mientras sustituía el lienzo por placas de metal que se convertirán en la superficie principal de sus obras.
A través de su trabajo, Kounellis pone en
tensión materiales y confronta situaciones opuestas, casi siempre a partir de
materiales industriales vinculados al mundo laboral que adquieren condiciones
semánticas. A finales de los años sesenta comenzó a realizar esculturas,
instalaciones y performances con gran teatralidad con el fin de abarcar lo
fragmentario y efímero; será entonces cuando se convierta en uno de los nombres
destacados del arte povera que dominarán la escena contemporánea en los años
setenta.
https://esbaluard.org/exposicion/jannis-kounellis-laberinto-sin-paredes/

No hay comentarios:
Publicar un comentario