Philippe Jaroussky, contratenor. Ensemble Artaserse. Teatro de los Campos Elíseos. Varios autores. 17 diciembre, 2025
“Philippe Jaroussky en el corazón de la cantata barroca
italiana”. Producción Theatro de los Campos Elíseos.
Programa
Primera Parte
La Gelosia
D. Scarlatti (1685-1757) Sinfonia en Do
A. Scarlatti (1660-1725) Cantata "Ombre tacite e
sole", recitativos y arias
F. Durante (1684-1755) en mi menor
B. Galuppi (1706-1785) "La Gelosia", recitativos y
arias
Segunda parte
N. Porpora (1686-1768) Cantata "La Gelosia",
recitativos y arias
Concierto de A. Vivaldi (1678-1741) para cuerdas en sol
menor KV157
Cantata "¡Cessate, mai cessate!", recitativos y
arias
“Ombre tacite e sole, con piede errante e lasso.
Qui, tra tenebre oscure, allora d´intorno a te.
(De la Cantata Ombre tacite e sole, de Alessandro Scarlatti)
El precioso y coqueto, con una cúpula evocadora Teatro de
los Campos Elíseos (en francés, Théâtre des Champs-Élysées), es un edificio construido en 1913 de estilo mixto art decó y clásico, por el arquitecto Auguste
Perret y al escultor Antoine Bourdelle. Tiene tres salas de espectáculos y un restaurante. Está situado
en la Avenue Montaigne, muy cerca del también tradicional y refinado Hôtel Plaza
Athénée, en el octavo distrito de París, enmarcado
por la Torre Eiffel, muy cerca y ahora, con el color de las próximas fiestas.
Se trata pues, de un tradicional reducto de la música
clásica en París, junto con la Sala Pleyel, Sala Favart del Teatro Nacional de
la Opéra-Comique, la Cité de la Musique, el Teatro del Chatelet y la Sala
Gaveau para música de cámara. Sin olvidar la Ópera Garnier, la de Bastille y la
Philarmonie de Paris.
La Orquesta Nacional de Francia tiene como sede este teatro
y hay que recordar que el 29 de mayo de 1913 tuvo lugar en esta sala el célebre
y escandaloso estreno de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky.
Ya no es necesario presentar a Philippe Jaroussky aquí, ya que su historia ha estado vinculada durante veinticinco años al Théâtre de l'avenue Montaigne. Lleva mucho tiempo siendo un músico curioso por experimentar nuevos horizontes, como con la compositora finlandesa Kaija Saariaho, recientemente fallecida, o con la cantautora Barbara o Georges Brassens, o los poetas malditos del siglo XIX francés con composiciones evanescentes, lánguidas y melancólicas de Gabriel Fauré, Reynaldo Han y Claude Debussy. A veces, también se aventura a entrar al foso para dirigir óperas, aunque su estilo favorito sigue siendo el Barroco. Y son 25 años de carrera...
Como escribe en el bien hecho programa de mano, conciso pero
elocuente, Vincent Borel, “Los compositores italianos del siglo XVII
y XVIII han convertido los Celos en uno de sus temas privilegiados, espejo en
ocasiones de sus propias rivalidades o de sus genios contrariados. Son la gran
cuestión junto con la infelicidad y el duelo, los temas importantes de las
emociones barrocas y la cantata es la forma donde se pueden expresar mejor la
violencia y la ternura”.
La cantata devino así una forma de ritualizar las pasiones- la influencia de Descartes, Louis XIV y Versalles y su halo “civilizador” se extendieron a la música y los textos de teatro franceses- y de esta forma, los salones desarrollaron una estética del control, de la contención, para embridar los instintos, lo cual, en algunos casos, sobre todo en ciertas composiciones de la música italiana de esa época también, no hizo más que encenderlos.
Hay una paleta de colores del alma que se despliega en este
recital de Jaroussky, en gran parte recogido en su última grabación,
precisamente, La Gelosia. ¡Gelosia! (¡Celos!), su último proyecto con los
instrumentistas de Artaserse, toma su nombre dramático de dos cantatas
solistas que reciben grabaciones de estreno mundial.
Desfilan en esta antología cantatas Vivaldi, Haendel, Alessandro
y Scarlatti, el napolitano Nicola Porpora (1686-1768) y el veneciano
Baldassare Galuppi (1706-1785). Aunque compuesta con unos 35 años de
diferencia, ambas cantatas establecen el mismo texto, 'La Gelosia', escrito por
el prolífico Pietro Metastasio. Como puede apreciarse, algunas
variaciones con el programa del recital en París.
"La cantata da camera o cantata secular, era un
género increíblemente popular en el siglo XVIII", explica Philippe
Jaroussky. "Escrito para un cantante solista, a menudo retrata a un
hombre o una mujer atravesando los tormentos del amor y representa los diversos
estados mentales del personaje… Las cantatas de este tipo sirvieron, creo, como
una especie de diario personal para los compositores. Al estar lejos de la
ópera, con sus demandas más académicas, podían escribir como quisieran,
completamente libres para expresar sus sentimientos".
Philippe Jaroussky, además de cantante, culto, fino,
solidario maestro y políglota, es tal vez, una de las voces más bellas en el
firmamento vocal internacional. Ahora, su técnica depurada y exquisita, que
revisa constantemente para adaptarla a sus evoluciones de voz y edad, le
prestan una extensión, una expresividad y una musicalidad poco frecuentes.
En este concierto ha preferido escoger cantar sentidos
recitativos, acentuando su empeño no tanto en las habituales agilidades
continuas y piruetas fosforescentes, sino en la comunicabilidad, consiguiendo
además un centro cómodo y un registro grave muy audible y seguro.
Vestido de traje gris marengo muy bien cortado, con chaleco y bolsillos en la chaqueta que estilizan aún más su figura, eligió otro negro para la segunda parte, con un simpático (y muy francés) corbatín rojo. El Ensemble Artaserse que lo acompaña hace tiempo, contó esta vez con cuarteto de cuerdas, un clave (excelente) y una tiorba elegante que marcaron muy bien por momentos, una atmósfera onírica e irreal, mágica, con unas producciones que no se habían conocido en el mundo del canto y menos en su tesitura, la del proceloso universo de los castrati, de los que se ha dicho y escrito, casi todo desde hace décadas.
El teatro estaba al completo en todas sus localidades. La
audiencia, entregada, chic y con personajes habituales, algunos viajeros,
estudiantes y melómanos de postín, que aplaudieron muchísimo al cantante, que
sigue conservando esa aura entre infantil y angélica, incluso cuando separa las
piernas con resolución, para empezar un aria. Hubo dos “encore”, de Porpora la
primera y otra, la esperada y deseada aria “Alto Giove”, del Polifemo, siempre
de Nicola Porpora, con la que nos hizo volar.
Alicia Perris
VERSION AL FRANCES
PHILIPPE JAROUSSKY ET L’ENSEMBLE ARTASERSE, RAFFINÉE
CANTATE BAROQUE ITALIENNE AU THÉÂTRE DES CHAMPS-ÉLYSÉES
Philippe Jaroussky, contre-ténor. Ensemble Artaserse.
Théâtre des Champs-Élysées. Divers auteurs. 17 décembre 2025
« Philippe Jaroussky au cœur de la cantate baroque italienne ». Production du
Théâtre des Champs-Élysées.
Programme
Première partie
La Gelosia
D. Scarlatti (1685-1757) – Sinfonia en do
A. Scarlatti (1660-1725) – Cantate « Ombre tacite e sole », récitatifs et airs
F. Durante (1684-1755) – en mi mineur
B. Galuppi (1706-1785) – « La Gelosia », récitatifs et airs
Deuxième partie
N. Porpora (1686-1768) – Cantate « La Gelosia », récitatifs et airs
Concerto d’A. Vivaldi (1678-1741) pour cordes en sol mineur RV 157
Cantate « Cessate, mai cessate! », récitatifs et airs
« Ombre tacite e sole, con piede errante e lasso.
Qui, tra tenebre oscure, allora d’intorno a te. »
(De la cantate Ombre tacite e sole d’Alessandro Scarlatti)
Le précieux et coquet Théâtre des Champs-Élysées, avec sa
coupole évocatrice, est un édifice construit en 1913 dans un style mêlant art
déco et classicisme, par l’architecte Auguste Perret et le sculpteur Antoine
Bourdelle. Il dispose de trois salles de spectacle et d’un restaurant. Il est
situé avenue Montaigne, tout près du traditionnel et élégant Hôtel Plaza
Athénée, dans le huitième arrondissement de Paris, encadré par la tour Eiffel
toute proche, désormais illuminée aux couleurs des prochaines festivités.
Il s’agit donc d’un bastion historique de la musique
classique à Paris, aux côtés de la Salle Pleyel, de la Salle Favart du Théâtre
National de l’Opéra-Comique, de la Cité de la Musique, du Théâtre du Châtelet
et de la Salle Gaveau pour la musique de chambre. Sans oublier l’Opéra Garnier,
l’Opéra Bastille et la Philharmonie de Paris.
L’Orchestre National de France a son siège dans ce théâtre
et il convient de rappeler que c’est dans cette salle que se déroula, le 29 mai
1913, la célèbre et scandaleuse création du Sacre du Printemps d’Igor
Stravinsky.
Il n’est plus nécessaire de présenter ici Philippe
Jaroussky, tant son histoire est liée depuis vingt-cinq ans au Théâtre de
l’avenue Montaigne. Depuis longtemps musicien curieux, désireux d’explorer de
nouveaux horizons, il a travaillé avec la compositrice finlandaise Kaija
Saariaho, récemment disparue, avec la chanteuse Barbara et Georges Brassens, ou
encore avec les poètes maudits français du XIXᵉ
siècle, à travers les compositions évanescentes, languides et mélancoliques de
Gabriel Fauré, Reynaldo Hahn et Claude Debussy. Il s’aventure parfois également
dans la fosse pour diriger des opéras, même si son style de prédilection
demeure le Baroque.
Comme l’écrit Vincent Borel dans le programme de salle,
soigné, concis mais éloquent :
« Les compositeurs italiens des XVIIᵉ
et XVIIIᵉ siècles ont fait
de la jalousie l’un de leurs thèmes de prédilection, parfois miroir de leurs
propres rivalités ou de leurs génies contrariés. Elle constitue une grande
question, au même titre que le malheur et le deuil, thèmes centraux des
émotions baroques, et la cantate est la forme dans laquelle peuvent le mieux
s’exprimer la violence et la tendresse. »
La cantate devint ainsi une forme de ritualisation des
passions — l’influence de Descartes, de Louis XIV et de Versailles, avec leur
aura « civilisatrice », s’étendit à la musique et aux textes théâtraux français
— et de cette manière les salons développèrent une esthétique du contrôle et de
la retenue afin de brider les instincts, ce qui, dans certains cas, notamment
dans certaines compositions de la musique italienne de l’époque, ne fit que les
attiser davantage.
Dans ce récital de Jaroussky se déploie une palette de
couleurs de l’âme, en grande partie rassemblée dans son dernier enregistrement,
La Gelosia. Gelosia! (Jalousie !), son projet le plus récent avec
les instrumentistes d’Artaserse, emprunte son titre dramatique à deux cantates
solistes qui reçoivent ici leur première mondiale au disque.
Défilent dans cette anthologie des cantates de Vivaldi,
Händel, Alessandro Scarlatti, du Napolitain Nicola Porpora (1686-1768) et du
Vénitien Baldassare Galuppi (1706-1785). Bien que composées à environ
trente-cinq ans d’intervalle, les deux cantates partagent le même texte, La
Gelosia, écrit par le prolifique Pietro Metastasio. Comme on peut le
constater, certaines variations apparaissent par rapport au programme du
récital parisien.
« La cantate de chambre, ou cantate profane, était un genre
incroyablement populaire au XVIIIᵉ
siècle », explique Philippe Jaroussky. « Écrite pour un chanteur soliste, elle
dépeint souvent un homme ou une femme traversant les tourments de l’amour et
représente les différents états mentaux du personnage… Des cantates de ce type
ont servi, je crois, comme une sorte de journal intime pour les compositeurs.
Loin de l’opéra, avec ses exigences plus académiques, ils pouvaient écrire
comme ils le souhaitaient, totalement libres d’exprimer leurs sentiments. »
Philippe Jaroussky, en plus d’être un chanteur érudit,
raffiné, pédagogue généreux et polyglotte, est sans doute l’une des plus belles
voix du firmament vocal international. Aujourd’hui, sa technique épurée et
exquise, qu’il retravaille constamment afin de l’adapter à l’évolution de la
voix et de l’âge, lui confère une étendue, une expressivité et une musicalité
rares.
Dans ce concert, il a préféré privilégier des récitatifs
intensément expressifs, mettant l’accent non pas tant sur les habituelles
agilités continues et les pirouettes phosphorescentes, que sur la
communicabilité, obtenant en outre un centre vocal confortable et un registre
grave très audible et sûr.
Vêtu d’un impeccable costume gris anthracite, avec gilet et
poches à la veste qui allongent encore sa silhouette, il a choisi pour la
seconde partie un autre habit noir, agrémenté d’un sympathique (et très
français) nœud papillon rouge. L’Ensemble Artaserse, qui l’accompagne depuis
longtemps, s’est présenté cette fois avec un quatuor à cordes, un clavecin
(excellent) et une théorbe élégante, capables de créer par moments une
atmosphère onirique et irréelle, magique, avec des résultats rarement entendus dans
le monde du chant, et encore moins dans cette tessiture, celle de l’univers
tumultueux des castrats, sur lequel presque tout a été dit et écrit ces
dernières décennies.
Le théâtre affichait complet à tous les niveaux. Le public,
enthousiaste, chic et composé d’habitués, de quelques voyageurs, d’étudiants et
de mélomanes raffinés, a longuement applaudi le chanteur, qui conserve cette
aura à la fois enfantine et angélique, même lorsqu’il écarte résolument les
jambes pour entamer un air. Deux bis ont été offerts : le premier de Porpora,
puis l’aria tant attendue et désirée « Alto Giove » de Polifemo,
toujours de Nicola Porpora, qui nous a fait littéralement nous envoler.
Alicia Perris



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