Il postino. Ópera en 3 actos. Libreto del
compositor, basado en la novela Ardiente paciencia de Antonio Skármeta y en la
película Il postino, de Michael Radford. Nueva producción del Teatro Real
procedente de los Angeles Opera, el Theater an der Wien y el Théâtre du
Châtelet. 23 de julio de 2013.
Ficha artística: Director musical: Pablo
Heras- Casado. Director de escena: Ron Daniels. Director del Coro: Andrés
Máspero. Reparto: Pablo Neruda: Vicente Ombuena. Mario Ruoppolo: Leonardo
Capalbo. Beatrice Russo: Sylvia Schwartz. Matilde Neruda: Cristina
Gallardo-Domâs. Donna Rosa: Nancy Fabiola Herrera. Giorgio: Victor Torres y
elenco. Coro y Orquesta del Teatro Real.
Fallecido inesperada y prematuramente a los 62
años, el compositor Daniel Catán, muy a menudo se inspiró en la nutrida
literatura hispanoamericana, un territorio amplio y sugerente donde los haya,
para componer sus óperas. Florencia en el Amazonas se origina a partir de El
amor en los tiempos del cólera, de García Márquez, Salsipuedes en Eliseo
Alberto y Il postino bebe en las fuentes de la novela de Antonio Skármeta, de
1983.
Michael
Radford realizó un film fuera de clasificación, emotivo y siempre recordado, ya un clásico, protagonizado
por el actor napolitano Massimo Troisi en el papel del cartero, que fallecería
también demasiado pronto, María Grazia Cuccinota y el memorable Philippe Noiret en el rol de Pablo Neruda.
Plácido Domingo por desgracia tuvo que
cancelar su participación debido a una imprevista dolencia, a pesar de que
apoyó con generosidad el ensayo general, la rueda de prensa previa y participó
de alguna manera aun estando ausente, porque su nieto también engrosó el elenco
de la ópera.
El compositor engarza pequeños cuadros que
narran uno de los exilios de Pablo Neruda, cerca de Nápoles, debido a la
situación política inestable y peligrosa de Chile en esos momentos y aprovecha
su estadía para contactar con la gente, los lugares maravillosos de la islas de
Campania y su gente, tan expresiva y espontánea.
Entre ellos y otros menos deseables
representantes de la oscura política local, destaca un muchacho modesto, el
cartero que le lleva todos los días el correo al escritor, Il Postino, como se
tituló la película de Radford.
Prendado
de Beatrice y de la poesía, todo un universo por descubrir, el cartero y Neruda
exploran juntos las ondulaciones vibrantes de la “metáfora” y conforman un
escenario evocador y poético donde la relación amorosa de la pareja
protagonista acaba en boda.
La
historia termina mal, desgraciadamente, como la del propio compositor, que
falleció el mismo día que Il Postino se estrenara en el Moores Opera Center de
la Universidad de Houston. Cuando murió, estaba trabajando en una nueva ópera,
Meet John Doe, basada en la película
homónima de Frank Capra, de 1941.
Nacido en México el 3 de abril de 1949, Catán
estudió filosofía en la Universidad de Sussex y música en la de Southampton.
Vivió más de doce años en Estados
Unidos, donde terminó su formación en Princeton.
Profesor además, escribió numerosos artículos
sobre arte y música para las revistas más conocidas de su país y disfrutó de
una Beca Guggemheim, recibiendo incluso el Premio Plácido Domingo por su
aportación al género lírico.
En la
producción que se escucha en el coliseo madrileño, el tenor Leonardo Capalbo,
ítaloestadounidense, hace una creación entrañable del cartero enamorado y tiene
una voz preciosa, de emisión fresca y abundante. Fogueado en un repertorio más
clásico, se aprovecha su solvencia y su suelta composición teatral también.
No sería honesto comparar la prestación del
Neruda de Vicente Ombuena con la de Plácido Domingo, que es casi un coautor en
la cristalización de esta ópera. En general su actuación es convincente.
Ombuena hizo unas declaraciones explicando que
Neruda es aquí un personaje “a la medida de la tesitura de Plácido, que es de
central a grave, muy amplia. Es como un tenor “spinto”. Un “baritenor””, como
ha demostrado tantas veces el propio Domingo en la elección de sus roles, a la
vez que reconoce que él está más cómodo en el registro medio.
La
Beatrice de Sylvia Schwartz, la soprano española de familia destacada, podría
haber estado más asentada. Su performance fluctúa y vacila por momentos. Cristina
Gallardo-Domâs, nacida en Chile, estudió, como Capalbo, en la Juilliard School
de Nueva York y compone una Matilde dulce y creíble, mientras que Nancy Fabiola
Herrera cree (y lo representa) que a fuerza de grandes gestos y gritos se puede
reproducir la fuerza y el empaque de una matrona del sur de Italia. No
convence.
Pablo
Heras Casado, el director musical, tiene una trayectoria apabullante y se lo ve
cómodo y atentísimo en una excelente conexión con los músicos, los cantantes y
el coro. Es un punto de apoyo fundamental en este proyecto artístico.
Bastante
repartidos estuvieron el interés y la aprobación del público, dándose la
circunstancia de que algunos de los presentes veían con estupor que apareciera
en escena el famoso poeta “comunista” de Sudamérica, conocido por su defensa de
los derechos de los oprimidos y de los enamorados. Sobre todo en platea y en
las localidades de mayor precio, se escuchaban comentarios incrédulos sobre el
argumento de la ópera, que, evidentemente no responde a los temas que están
acostumbrados a ver y disfrutar en las programaciones de los teatros líricos
más conservadores y algunas veces en el propio Teatro Real. No aplaudieron y en
ocasiones abandonaron la sala para no volver después del segundo acto.
Dentro
de la modestia presupuestaria se trata de una puesta dúctil y ambiciosa como
las que vienen caracterizando algunos de los montajes del Teatro en los últimos
tiempos, pero está algo lejos la evocación de los lugares en los que se sitúa
la acción.
Porque es indudable que Nápoles y su
constelación de sabores, perfumes y visiones no caben en ningún escenario. Son
como un regalo permanente de seducción y se llevan en el recuerdo y en la
presencia renovada y marinera, como un inefable y apabullante aleteo de
belleza.
Alicia Perris
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