Festival de Verano.
San Lorenzo de El Escorial. Grandes voces. 5 de julio. Soprano: Mariella Devia.
Piano: Giulio Zappa.
Un único concierto
para escuchar a esta cantante vecina de un pueblecito de Imperia,
Chiusavecchia, muy cerca de la frontera francesa, respetada y aclamada por
crítica y público, ya que ha desplegado un vasto repertorio y una amplia
discografía.
Es conocida su
dedicación a obras del bel canto, en roles como los de Lucrezia Borgia, Maria
Stuarda, Elisabetta (del Roberto Devereux) de Donizetti o Anna Bolena, sino
que, además, ha frecuentado las mejores salas de ópera y concierto de medio
mundo: Teatros Massimo de Catania y Palermo, el Liceu de Barcelona, Génova,
Bolonia, Bérgamo, Opera di Roma, Regio di Parma, Teatro de la Ópera de Tokio,
Teatro Real de Madrid, Champs-Elysées de París,
Lyric Opera de Chicago, San Carlo de Nápoles, entre otros. Además de su relación con directores de la talla de
Riccardo Muti, Claudio Abbado, Georges Prêtre, Zubin Mehta, Riccardo Chailly o
Richard Bonynge.
Estuvo acompañada la noche del Escorial por el
pianista Giulio Zappa, nacido en Monza, experto no solo en su instrumento sino
también graduado en Lengua y Literatura Modernas en la Universidad de Milán,
con una tesis sobre la ópera rusa.
La primera parte del
concierto comenzó “moderata”, con cuatro obras de F. Liszt, que le permitieron
a Devia ir preparando y asentando su voz para el esfuerzo de la segunda parte
belcantista. También dieron la oportunidad a Zappa para lucirse con unos
compositores que siempre consideraron al piano, una forma de expresión
privilegiada en la historia de la música.
Después de Liszt siguieron las Cinq Mélodies populaires
grecques, de Maurice Ravel, que son bastante más francesas e impresionistas que
la música original de origen heleno, como suele pasar en la producción dedicadas
a otras culturas del compositor francés.
Luego, “Adieu notre
petite table” de Manon de Massenet cantada con sentimiento y “Je veux vivre”
del Romeo y Julieta de Gounod, muy aérea, terminaron de poner a punto el primer
tramo de un concierto que ya antes de la pausa fue muy seguido y aplaudido por
el público, entre los que había muchos estudiantes entusiastas de canto,
probablemente alumnos de Mariella Devia, por la familiaridad con que la
homenajeaban desde la platea.
El plato fuerte de la
noche fueron sin duda la Casta diva de
la Norma belliniana, seguida de Al dolce guidami de la Anna Bolena de
Donizzetti y Vivi ingrato… de Roberto Devereux del mismo compositor.
Tanto Devia como el pianista recibieron
afectuosos aplausos que trajeron como consecuencia dos propinas, de Tosca y La
Bohème de Puccini, que acabaron galvanizando aún más el agradecimiento y el
sentido homenaje que recibió la soprano de un público entregado que salió
encantado del Auditorio.
Alicia
Perris
No hay comentarios:
Publicar un comentario