16 de mayo, 2015 - 13 de
septiembre, 2015
Comisariado: Felicitas Thun-Hohenstein
Coordinación: Kristine Guzmán
Diseño de montaje: Dorit Margreiter
La exposición Self-Timer Stories [Historias del
autodisparador] explora el fenómeno de la fotografía realizada con
autodisparador utilizando como punto de partida la Austrian Federal Photography
Collection —en depósito permanente en el Museum der
Moderne Salzburg— y su relación con las posiciones internacionales al respecto.
La muestra, en la que se exhiben obras de artistas que abarcan cuatro
generaciones, presenta un diálogo en torno a una práctica que es popular
tanto en la vida cotidiana como en la fotografía artística, y a cuya
revitalización a través del uso de las nuevas tecnologías asistimos ahora con
regularidad. A partir de un corpus de alrededor 80 obras de 28 artistas de la
Federal Photography Collection y artistas de la Colección MUSAC, la exposición
hace interactuar estas obras con fotografías de enfoque "más amplio"
de artistas españoles e internacionales. De este modo, asistimos a la narración
de la historia de la fotografía con autodisparador o temporizador, es decir, el
mecanismo de control remoto del obturador de la cámara. Obras de la colección
Federal, préstamos de archivos privados, así como nuevas producciones de una
nueva generación de artistas austríacos se despliegan en una gran variedad de
medios artísticos: fotografías, películas, vídeos, proyecciones de
diapositivas, libros de arte y performances.
El autorretrato fotográfico lleva en su interior un gesto feminista de
empoderamiento. Mientras que las mujeres en el pasado tenían prohibido el
acceso a las academias de arte, la fotografía abrió un espacio artístico de
acción para ellas. Hoy en día, ese aspecto no está reñido con incluir en la
reflexión las posiciones masculinas al respecto.
De hecho, con la invención de la fotografía, muchos artistas de los siglos
XX y XXI han ganado acceso a un espacio más amplio para desarrollar su
actividad. Ahora el temporizador funciona como una herramienta operativa y
simbólica de revuelta, sirviendo menos para satisfacer la necesidad de
representarse a uno mismo que para llevar a cabo un acto de auto-estilización.
La práctica de fotografiarse a uno mismo interactúa con los avances
tecnológicos. Esto se muestra en la composición, que deja a la vista los cables
de los disparadores remotos, el disparador remoto digital o simplemente la mano
extendida, entre otras cosas. Ser el fotógrafo y el sujeto fotografiado al mismo
tiempo requiere varias formas de mecanismos de control. La mirada a la cámara,
en sí misma, crea una distancia y, sin embargo, también sirve para mantener el
propio yo bajo vigilancia. Así, surge una relación visual entre el sujeto y el
mundo que se desarrolla bajo las condiciones mediáticas vigentes en ese
momento. Como puede observarse en las propias obras, la publicación de lo
privado en ocasiones viene acompañada de la creación de una ficción y, en
última instancia, de una pérdida del control artístico.
El autorretrato fotográfico, que ha sido considerado una categoría de la
historia del arte durante siglos, se ha convertido en un fenómeno omnipresente
de la cultura popular en los últimos tiempos a consecuencia de la aparición de
redes sociales como Facebook e Instagram. En consonancia con esta realidad, el
concepto de la exposición también incluye el actual auge del selfie en
su historia del arte, invitando a otros a “visualizarse” a sí mismos. Dada su
similitud con el autorretrato clásico, los selfie, en términos
formales, pueden continuar la historia del autorretrato fotográfico. Ahora
bien, a diferencia de las instantáneas inconscientes e íntimas procedentes de
los actuales fenómenos mediáticos y de la actual moda imperante en la cultura
juvenil, cuya difusión mediática puede conducir a la pérdida del control
fotográfico, las obras expuestas en la exposición reflejan su propia
“medialidad”.
La fotografía es parte de un proceso artístico en el cual los objetos
fotográficos sufren una transformación; la fotografía funciona como instrumento
para la grabación de un proceso de realización. Como en las Body
Configurations (1972–1982) de VALIE EXPORT (1972-1982), el acto
fotográfico se convierte en el gesto performativo de inscribir el propio cuerpo
en el mundo. Renate Bertlmann emplea la cámara como un alter ego; en las series Metamorphoses
(1969) y Renée ou René (1977), juega con los roles masculino y
femenino. En Self-Portrait (1967), Peter Weibel se convierte
en una mujer durante el tiempo que tarda en hacerse las fotografías recurriendo
a elementos femeninos de atrezo. En sus collages, Katrina Dashner
organiza un baile de máscaras en el que juega con los clichés sociales, mientras
que Anja Manfredi, con su serie de imágenes de una sesión fotográfica en la
obra Bow and Applause (2006), dirige el foco de
atención hacia su propio cuerpo como símbolo.
Con el fin de delimitar con mayor claridad el contexto de la producción de
arte performativo, un conjunto de actuaciones en vivo servirá de introducción a
la exposición durante la jornada inaugural.
El diseño de la artista Doris Margreiter para la exposición adopta y
prolonga el uso que hacen las obras expuestas de la intimidad y la revelación,
de lo privado y lo público, de la ocultación y la declamación, del mirar y el
ser mirado, introduciendo en el juego el elemento de una pantalla como una
suerte de agente provocador.
En la inauguración se presentará la publicación Self-Timer Stories,
editada por Verlag Schlebrügge (Viena) en el año 2015 (300 páginas, en inglés).
La exposición ha recibido el apoyo de la Cancillería Federal de Austria y
fue inaugurada en el Foro Cultural austríaco (ACF) de Nueva York en el verano
de 2014 con el título Self-Timer Stories; se exhibirá en el Museum
der Moderne Salzburg entre el 29 de noviembre de 2015 y marzo de 2015 con el
título Selbstauslöser
http://musac.es/#exposiciones/expo/?id=6250&from=?id=6250&from=
No hay comentarios:
Publicar un comentario