lunes, 19 de febrero de 2024

EL DIRECTOR POLACO KRZYSZTOF URBANSKI CON LA VIOLINISTA SURCOREANA BOMSORI, DECLINAN UNA MAGNÍFICA MAÑANA CON LA ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA (ONE), EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID

 Krysztof Urbański, director. Bomsori, violín con la ONE. Sinfónico 12. 18 FEBRERO,11.30 Sala Sinfónica. Auditorio Nacional de Madrid. Obras de Bacewicz, Dvořák y Chaikovski.

PRIMERA PARTE

Grażyna Bacewicz (1909-1969)

Scherzo (orq. de Krzysztof Urbański)

Piotr Ílich Chaikovski (1840-1893)

Concierto para violín y orquesta en Re mayor, op. 35

I. Allegro moderato

II. Canzonetta. Andante

III. Finale. Allegro vivacissimo

 

SEGUNDA PARTE

Antonín Dvořák (1841-1904)

Sinfonía núm. 7 en Re menor, op. 70

I. Allegro maestoso

II. Poco adagio

III. Scherzo. Vivace

IV. Finale. Allegro

 

Fue un concierto emocionante, por el resultado musical, brillante, la entrega y la compenetración entre la ONE, el director y los solistas. Estupendos también, los profesores de la formación local, una alquimia rara que no es siempre es fácil de conseguir. Hubo profesionalidad, buen gusto y rigor en la preparación de la matinal, con previas repeticiones el sábado y el viernes anteriores.

El Maestro Krzysztof Urbański regresa a la Orquesta Nacional de España con una obra de la más ilustre compositora polaca del siglo XX Grażyna Bacewicz, el fascinante y potente Chaikovski y Dvořák, infaltable entre los más destacados autores del repertorio nacionalista europeo.

Discípula de Nadia Boulanger, concertista de violín y figura clave de la música polaca entre Szymanowski y Lutosławski, Grażyna Bacewicz se abre paso rápidamente en las salas de conciertos gracias a la poderosa impronta de su música sinfónica. Este Scherzo pianístico orquestado por Urbański ofrece un atisbo de su talento en su vertiente más vital y desenfadada. Se trata de una creación que, si bien pertenece a las concepciones más contemporáneas, bebe en las fuentes de un clasicismo más propio del siglo XIX. La conjunción es astral y en este caso, perfecta.

El programa se completó también con las obras Concierto para violín y orquesta en Re mayor, op. 35 de Piotr Ílich Chaikovski, con la actuación de la prestigiosa violinista surcoreana, Bomsori, y la Sinfonía núm. 7 en Re menor, op. 70 de Antonín Dvořák.

Este concierto de Chaikovski fue visionado urbi et orbi allá donde el cine francés pueda llegar en estos tiempos, ya que, la película El concierto (director Radu Mihaileanu, 2009), de apasionada factura y argumento peculiar (se narran las vicisitudes de músicos encarcelados en los gulags soviéticos y allí fallecidos y posteriormente, de una orquesta apartada del ejercicio musical por posibles disidencias con la intelligentsia soviética, que se evade a París, para tocar, exactamente el concierto de referencia con unos artistas. Fascinados por la capital europea y algo oxidados técnicamente. Es una maravilla y la ejecución finalmente lograda de ese concierto ruso, una joya cinematográfica total.

En efecto, el Concierto para violín en re Mayor, Op. 35, (1878), es una obra de la época romántica y uno de los conciertos para violín más populares. También está considerado como uno de los más difíciles para ese instrumento. Concebido en Clarens, lugar vacacional de Suiza a las orillas del lago Lemán. Allí había ido Chaikovski para recuperarse de la depresión por su desastroso matrimonio con Antonina Miliukova, estado que le había llevado a un intento de suicidio. Chaikovski acababa de terminar su Sinfonía n.º 4 y su ópera Eugenio Oneguin.

Se le unió allí su alumno de composición, el violinista Iósif Kotek, y Chaikovski escribió a su patrona Nadezhda von Meck sobre la sinfonía española antes citada de Lalo, posible partera de su ahora escuchada partitura: “La Sinfonía española tiene mucha frescura, ligereza, ritmos picantes y melodías hermosas excelentemente armonizadas... Lalo, al igual que Léo Delibes y Bizet, no busca la profundidad, pero evita cuidadosamente la rutina, busca nuevas formas y piensa más en la belleza musical que en observar las tradiciones establecidas, como hacen los alemanes'”. Y en estas páginas resuena ya el diseño de su futuro concierto.

Se dio el caso de solistas que lo rechazaron por considerar que la técnica requerida para su ejecución constituía “un atropello al instrumento” y tuvieron dificultades en adaptarse al lenguaje directo de Chaikovski, inspirado en el gusto por el sonido brillante, las oleadas de emoción y cierto toque rústico en la forma.

No fue el caso de Bomsori, la artista surcoreana que defendió con altura, exquisita técnica y una enorme capacidad expresiva y de comunicación una obra con variaciones múltiples en la orquestación, el ritmo y la melodía misma y un movimiento final, báquico, que cierra con broches de energía y brillo. No tuvo nada que envidiar a interpretaciones legendarias como las de Maxim Vengerov con la Orquesta Filarmónica de Berlín, dirigida por Claudio Abbado, la de Itzhak Perlman con la Orquesta de Filadelfia, dirigida por Eugene Ormandy. O más cercana en el tiempo, la de Janine Jansen con la Mahler Chamber Orchestra, a cargo de Daniel Harding.

Tal vez sea una de las intérpretes más prestigiosas en la actualidad por su talento musical, reconocida y premiada internacionalmente. Debuta en esta temporada en los Proms de la BBC, ha actuado bajo la dirección de múltiples directores como Fabio Luisi, Marin Alsop, Vasily Petrenko, Anja Bilhmaier, Giancarlo Guerrero y con numerosas orquestas de primer nivel como New York Philharmonic, o la NDR Radiophilharmonie de Hannover, entre muchas otras.

Ganó el 62º Concurso Internacional de Música ARD, el Concurso Internacional Tchaikovsky, el Reina Elisabeth, el Concurso Internacional Jean Sibelius, el Joseph Joachim Hannover, el Concurso Musical Internacional de Montreal, el Concurso Internacional de Música Sendai y el 15º Concurso Internacional de Violín Henryk Wieniawski. Actúa con el violín Guarnerius del Gesù "ex-Moller", Cremona, 1725, cedido por la Fundación Samsung de Cultura de Corea y la Stradivari Society de Chicago, Illinois.


Llevaba un vestido rosa palo de organza, con un brazo al descubierto y aplicaciones de tul, etéreo y leve, que resaltaba su juventud, su frescura y las potentísimas manos a pesar de una hechura física esbelta y pequeña como la suya. Se despidió con un “encore” de la misma autora del comienzo, Grażyna Bacewicz.

El director Urbański debuta en la actual temporada con la Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks, la Orchestre de la Suisse Romande, la Orchestra Sinfonica Nazionale della Rai y la Atlanta Symphony Orchestra, entre otros grupos orquestales y ha actuado como director invitado con la Filarmónica de Berlín, la Staatskapelle de Dresden, Orquesta Sinfónica de Londres, por ejemplo.

Se trata de un joven músico de una extraña fecundidad por su capacidad por acercarse y comprender unas partituras complicadas, muy conocidas las segunda y tercera de este programa y que, sobre todo, saca el mejor sonido posible de la ONE, al tiempo que en Chaikovski, compone un dúo impresionante por la delicadeza del trazo, la emocionalidad y el talento, con la solista invitada. Como si la ONE, el maestro y la violinista se concieran de toda la vida y hubieran pasado buena parte de ella explorando este repertorio. Reiteramos que no es un fenómeno frecuente en el ámbito musical, con pocos ensayos y contrataciones a veces de compromiso. No es este el caso. Es un milagro de la programación pública del Auditorio nacional de Madrid.

La última aportación de la ONE por último, pero lejos de ser la menos importante, la sinfonía no.7 en re menor. La literatura sobre Dvořák menciona con frecuencia una crisis personal: Al parecer el compositor se debatía entre su patriotismo y su cosmopolitismo, entre el "servicio a su país" que se esperaba de él y sus ambiciones de éxito internacional. Otras consideraciones afirman que el carácter de la sinfonía pudo estar influido por el agitado ambiente sociopolítico de la época.

El estreno de la obra se celebró el 22 de abril de 1885 en el St James’s Hall de Londres con la interpretación de Sociedad Filarmónica de Londres dirigida por el propio compositor. El 29 de noviembre del mismo año se interpretó en el Rudolfinum de Praga de nuevo bajo la batuta del compositor. ​El éxito obtenido le animó a presentarla en enero de 1886 en Nueva York y al año siguiente en Berlín. Dvořák sintió siempre cierta predilección por esta obra, cuya partitura revisó tras su estreno.

Es una obra emocionalmente turbulenta, como lo expresa la inscripción “del tiempo tormentoso” que llevaba en su primera publicación. El arco intelectual crece a partir de una atmósfera de duda agonizante y al final desemboca en una expresión de firme resolución. Es la sinfonía más típicamente romántica de Dvořák, en la línea de la Patética de Chaikovski. Su atmósfera sombría y expresión dramática contrasta con sus dos sinfonías vecinas (n.º 6 y n.º 8), así como con la gran mayoría de la producción del músico. Carece de melodías de inspiración eslava, típicas del periodo más nacionalista precedente del compositor. La idea de abandonar la inspiración folclórica patriótica se basaba en la decisión racional de crear una obra de gran envergadura a la escala de Beethoven o Brahms que triunfara en la escena musical internacional

Así, toda la pieza es un ejemplo de maestría en el tratamiento temático, inventiva infalible y sentido de la arquitectura en su conjunto. Refuerza algunos de los temas y sobre todo el dramatismo típico, donde aparece un sentido del dinamismo propio de las mejores obras clásicas.

Gran demostración de coherencia y esfuerzo, tanto la ONE y sus profesores, como el maestro Urbanski y Bomsori, la violinista, dibujaron un paradigma de seriedad en la construcción de un repertorio y de un concierto. La audiencia, convulsionada y en una exaltación evidente, a pesar de varias interferencias disruptivas en la sala durante la ejecución, les dedicó una ovación ferviente, sin cuestionamientos. Difícil de mejorar…

Alicia Perris

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