Orquesta Nacional de España, Giovanni Antonini, director. Julia Hagen, Violonchelo. Sinfónico 11. Sala Sinfónica, Auditorio Nacional de España. 11 de febrero, 2024
PROGRAMA
Christoph Willibald Gluck (1714-1787), Suite de Don
Juan, Wq.52
Luigi Boccherini (1743-1805), Concierto para
violonchelo y orquesta en Si bemol mayor, G. 482
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), Sinfonía núm. 41
en Do mayor, K. 551, «Júpiter» [31’]
Da un giro la ONE con este programa envolvente, aunque no con todos sus miembros (las partituras del siglo XVIII reclamaban formaciones menos espectaculares y numerosas que las de siglos posteriores) consiguiendo una prestación realmente sorprendente, no porque sea rara o poco habitual, sino porque se trata de otro maestro diferente al frente y unas obras que no suele frecuentar a menudo. El resultado ha sido espléndido, rozando la excelencia.
Fantástica también la elección del director de orquesta, Giovanni Antonini y la de la joven chelista para el concierto en Si bemol mayor de Boccherini, Julia Hagen.
Además es director artístico del Festival Wratislavia
Cantans en Polonia y director invitado principal de la Mozarteum Orchester y
Kammerorchester Basel. Actuó con muchos artistas prestigiosos, entre ellos
Cecilia Bartoli, Giuliano Carmignola, Isabelle Faust, Sol Gabetta, Sumi Jo,
Katia y Marielle Labèque, Emmanuel Pahud y Giovanni Sollima, entre muchos otros.
Reconocido por su lectura refinada e innovadora del repertorio clásico y
barroco, Antonini también es invitado habitual de la Filarmónica de Berlín, la
Concertgebouworkest, la Tonhalle Orchester, la Mozarteum Orchester, la
Gewandhausorchester de Leipzig, la London Symphony Orchestra y la Chicago
Symphony Orchestra.
La Suite de Don Juan, Wq.52 de Christoph Willibald Gluck,
el novedoso ballet Don Juan sufrió entre otras referencias conocidas, el
auto plagio infligido por el compositor en la escena de las furias de su propio
Orfeo, uno de los momentos cumbre del Sturm und Drang. Don Juan o Le Festin de
Pierre es un ballet con libreto de Ranieri de' Calzabigi, y coreografía de
Gasparo Angiolini. Su estreno fue en Viena, Austria el sábado 17 de octubre de 1761
en el Theater am Kärntnertor. Su innovación en la historia del ballet, un año
antes de la radical reforma de Gluck de la ópera seria con Orfeo y Euridice (1762),
fue su coherente elemento narrativo pero con unas series más convencionales que
cuentan una historia muy recreada en la literatura, el teatro y la música. Se
basa en el Don Juam de Molière (no hay errata, es Don Juam con “m”) (1665) y el
movimiento 19, Moderato, fue usado por en el tercero y último acto de su
composición Las bodas de Figaro.
Preciosa reconsideración historicista firmó el Maestro
Antonini, fresca, luminosa, aunque amenazante en el lucido final que lleva al
personaje icónico a los infiernos, sonó como una música animada y colorista, con
un número V a destacar en estas fronteras, la Contre danse (chacona española)
con castañuelas, algarabía y ritmos más que reconocibles por todos.
Ridolfo Luigi Boccherini (Luca, Toscana, 19 de
febrero de 1743-Madrid, 28 de mayo de 1805) fue un compositor y violonchelista
italiano afincado desde los veinticinco años en España, donde desarrolló la
mayor parte de su carrera como compositor. Estéticamente pertenece al estilo
galante y vivió tiempo en Arenas de San pedro de Ávila, al ritmo de los cambios
de las circunstancias de sus mecenas y de sus propios cambios vitales, lo cual
no fue óbice para que sus partituras llegaran a toda Europa.
El noveno de sus doce conciertos para violonchelo pervivió a
través de una adaptación realizada por el virtuoso Friedrich Grützmacher, y
estuvo representado aquí por la solista austríaca, con un noble instrumento
luthier de Cremona, que sacó un sonido dulce, tierno y tal vez no estruendoso
para lo que suele ser común en otros repertorios.
¿Qué decir de nuevo de y la Sinfonía núm. 41 en Do mayor, K.
551, «Júpiter» de Wolfgang Amadeus Mozart? Fue compuesta en 1788 y es la
última de sus sinfonías. Parece que fue Johann Peter Salomon, empresario alemán
establecido en Inglaterra, quien dio a esta sinfonía el nombre de
"Júpiter", nombre de la suprema divinidad de la mitología romana. Con
ello quiso probablemente resumir en una palabra el carácter innovador, generoso
y solemne de la obra. Compuesta poco después de la melancólica y rebelde
Sinfonía n.º 40, representa la superación de estos sentimientos con una
voluntad afirmativa y una majestad que concuerdan con la tonalidad de do mayor.
No se sabe si esta obra fue interpretada en vida del compositor. De acuerdo con Otto Erich Deutsch, aproximadamente en este tiempo Mozart estaba preparando para llevar una serie de "Conciertos en el Casino" en un nuevo casino en la Spiegelgasse, cuyo propietario era Philipp Otto. Mozart alguna vez envió un par de entradas para estas series a su amigo Michael Puchberg. Pero parece imposible determinar si las series de conciertos se celebraron o fueron canceladas por falta de interés. La continuación de esta geografía mozartiana es conocida por todas las audiencias, porque con el tiempo se constituyó en una de las creaciones más escuchadas e interpretadas del compositor hasta hoy. Una inspiración.
Otra vez el maestro milanés consiguió un sonido sutil, pero
enérgico y poderoso. El público respondió con una ovación merecida. El aforo
estaba completísimo, hasta la última butaca. Como una mañana de domingo en la
capital, porque aunque hiciera mucho frío, la ONE y sus “amigos”, nos
calentaron el corazón.
Alicia Perris
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