domingo, 12 de mayo de 2013

PINCHAS ZUKERMAN Y ANGELA CHENG EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID


La Filarmónica, Sociedad de Conciertos, en un nuevo acierto artístico, organizó una velada el pasado martes 7 de mayo, dedicada a “Felicitas Keller, in memoriam”. Esta agente musical madrileña tan conocida en la segunda mitad del siglo XX, fue la representante de notables intérpretes, como el propio Zukerman y  nos dio la oportunidad de disfrutar de figuras como Alicia de Larrocha, Montserrat Caballé, Narciso Yepes o Nicanor Zabaleta, entre otros.

 La propuesta estuvo dedicado a Mozart, Beethoven y Brahms, un legado que a veces suscita dudas respecto a su autoría, pero que en todo caso es un manantial de sonido para poder gozar de dos instrumentos tan emblemáticos como el violín y el piano, que se complementan a la perfección. Detallado y completo como siempre el programa de mano que firma Juan Manuel Viana.

Comenzó la audición con la Sonata para Violín y Piano en Sol Mayor, KV 301 de Wolfang Amadeus Mozart ( 1756-1791), que forma parte de las conocidas como “Palatinas” .Con solo dos movimientos, es de un estilo de una frescura casi apropiada para la danza.

 La Sonata de Beethoven, para Violín y Piano No. 5 en Fa Mayor, Op.24, “ La Primavera”, es muy popular y de una gran luminosidad. En cuatro partes, respira el aroma y el motivo que le da el nombre a la partitura, donde Beethoven recuerda para homenajear a Mozart, el tema del aria de Vitelia “Non più di fiori” de La clemenza di Tito.  

Después del intermedio, la Sonatensatz, Woo 2  de Johannes Brahms (1833-1897), una pieza llena de brío, donde el violín tiene la oportunidad de explayarse a fondo y de lucirse.
 Para finalizar, la Sonata para Violín y Piano No. 3 en Re menor, Op.108, cuyos esbozos se retrotraen al verano de 1886. A Clara Schumann, que recibió del maestro una copia de la obra le pareció “un regalo maravilloso y le gustó más que ningún otro su tercer movimiento”.

El violinista  Pinchas Zukerman lleva cuatro décadas iluminando a un público entregado con su musicalidad y la limpieza de su ejecución  gracias a un instrumento tentador, pero difícil, con un peso y una entidad propios en la literatura musical del Romanticismo especialmente.

Nacido en Tel Aviv en 1948, llegó a América en 1962, donde estudió en la mítica Juilliard School con Iván Galamian. Recibió numerosos premios también por una discografía abundantísima que le ha dado 21 nominaciones en los Grammy y dos galardones.

Como pedagogo, está al frente del “Pinchas Zukerman Performance Program” en la Escuela de Música de Manhattan y su actividad llega incluso a Canadá, donde ha creado el NAC Instituto para Estudios Orquestales y el Instituto de verano con una dedicación especial a jóvenes artistas, compositores y directores.

De Canadá también es la pianista Angela Cheng, que suele actuar con conocidas orquestas de Estados Unidos y con la Filarmónica de Israel. A menudo de gira con Pinchas Zukerman y los Zukerman Chamber Players también por Oriente, fue la ganadora de la medalla de oro de la Artur Rubinstein Competition y la primera canadiense en ganar la Montreal Piano Competition.


Cheng y el violinista israelí tocan como lo que son: dos antiguos músicos muy  frecuentados y amigos que se entienden incluso sin mirarse, tal es su capacidad de tocar a dúo y la absoluta precisión en el tempo con que enmarcan sus interpretaciones, limpias y perfeccionistas en los dos casos. Llevan interiorizado el ritmo y la melodía con naturalidad y exactitud.


Un despliegue ascético y contenido aunque no distante, le da a su música un sentimiento y un estilo únicos, que el público del Auditorio Nacional supo recompensar con abundantes aplausos. Los artistas respondieron con otra creación, esta vez de Paganini, que redondeó una noche pródiga en talento y en saber hacer. Un gusto.

Alicia Perris 

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