Carla Bruni, recital en el Patio Central del C. Duque (Ayuntamiento de Madrid). Varios autores. 28 de julio de 2024
“Je ne suis pas une Dame, je ne suis pas une Dame,
Oh! non ne m´appelle pas Madame
Appelle-moi donc ma douce, ma chatte ou ma sirène…..
Je suis le quai du soir qui veille sur la Seine”
(“Pas une Dame”, Carla Bruni, Little French songs)
foto: Ayuntamiento de Madrid
La artista francesa interpretó en el mismo espacio donde el emperador Napoleón I en su ocupación de Madrid había situado a su ejército, grandes clásicos y algunos de sus éxitos más conocidos dentro de la 40ª edición de este Festival Veranos de la Villa, organizado por el Área de Cultura, Turismo y Deporte, del consistorio madrileño. A pesar del aforo pensado para 1046 personas, estaba todo absolutamente ocupado.
foto: Julio Serrano
Fueron tres músicos, Michel Amsellem (piano), Taofik Farah (guitarra) y Julie Gomel (bajo), los que acompañaron a la reconocida cantautora francesa, que ofreció un programa de clásicos como “Moon River”, de Henry Mancini, o “The Winner Takes It All”, de ABBA, “Il cielo in una stanza” de Gino Paoli, “Douce France”, de Charles Trenet, entre otros.
Sin embargo, el momento cumbre del concierto fue la interpretación de su mítico Quelqu’un m’a dit, el tema que la consagró hace más de dos décadas. No pudieron faltar sus grandes “cartons” (superéxitos en francés), muchos dedicados a sus pensamientos y a las vivencias experimentadas en otros tiempos con sus acompañantes musicales, filosóficos o amorosos.
Foto: Ayuntamiento de Madrid
La voz de Bruni sigue siendo un misterio: afelpada, de terciopelo, no distorsiona, vigila con cuidado unas emisiones ad libitum que forman parte de su inteligencia y de su forma de cantar/estar en el mundo. Ítalofrancesa y paseante universal, cosmopolita, cultivada, mestiza cultural, la cantante tan pronto se dirige al público del Conde Duque, en francés, poco, más en inglés y en español, lo suficiente como para hacerse entender por la audiencia y sobre todo, para conectar con ella.
Y canta en cuatro lenguas, justamente “Comme si de rien n´ était”, el (“como si tal cosa”), título de unas de sus canciones más populares. Los músicos, excelentes, la siguen con absoluta entrega y atención en sus evoluciones físicas y sonoras, con delicadeza, con sabiduría. Se desliza por el escenario como si hubiera nacido allí, serpentea, salva los escollos de los cables con soltura, gira, se acaricia el cuerpo y pone la mano a menudo en el diafragma para sentir correr el aire por todos los espacios de su anatomía, muy bella. Caudalosa melena bien cuidada.
Pantalones de cuero, pelo suelto, en movimiento gracias a un gran ventilador colocado a sus pies (truco de mannequin…) y braceo y posturas de manos más propias de una bailarina que la de una ex esposa presidencial, a menudo muy rígidas en todas partes. Evoluciona, se dobla y se pone en cuclillas, y sueña. Para la audiencia, seguramente un momento onírico, irrepetible. Una comunión en un setting sin coordenadas de tiempo ni de espacio. Raro y feliz coincidencia. Porque Bruni es oceánica y climática también. Y sexy, sensual y seductora como un gato. Bruni pensativa, ronroneante, Carla , un espíritu y una mujer libre.
foto: Ayuntamiento de Madrid
Reconocida modelo de su generación en los 90, se la respeta internacionalmente como musa de destacados diseñadores y fotógrafos, Bruni dio un giro a su carrera tras la publicación de su primer y valorado trabajo Quelqu’un m’a dit. Desde entonces ha publicado varios álbumes aclamados por la crítica –No Promises (2007), Comme si de rien n’était (2008), Little French Songs (2013), French Touch (2017) y un álbum homónimo, Carla Bruni (2020) –, todos ellos imbuidos de una sensibilidad poética única.
Hija de una familia aristocrática emigrada desde Torino, Italia a Francia en 1974, (circunstancia que mencionó la artista), a pesar de la ruptura geográfica se adaptó como un guante a una sociedad donde se supo rodear como el resto de su familia, de pensadores, artistas, políticos y periodistas. Y Francia la adoptó, generosa y maternal, como a tantos otros millones de inmigrantes de distintos puntos del planeta.
Su madre, gran concertista, compositor su padre europeo, su hermana es la conocida directora de cine Valeria Bruni-Tedeschi, de talento depurado también como actriz y con un importante “book” de películas que llevan su firma.
Veraneante en un palacete a orillas del mediterráneo de Cap Nègre en el Var francés desde hace décadas, suele compartir su casa de campo marinera con amigos, familia y con su esposo, el antiguo presidente de la República Nicolas Sarkozy, que siempre acude a sus recitales por el mundo y en casa.
Foto: Ayuntamiento de Madrid
En Madrid, el mandatario entró con gran discreción escoltado
por el Consejero de Cooperación y de Acción Cultural y Director General del
Institut français de España, Eric Tallon.
foto: Julio Serrano
El “amor” pareció ser el hilo conductor de toda la velada, con una voz que emerge desde el fin de los tiempos, sublimada y fresca como el primer día, también hubo una interpretación de “¿Por qué te vas?”, benéfica conjunción planetaria en la que intervinieron en su día Manuel Alejandro, José Luis Perales y Jeanette.
foto: Ayuntamiento de Madrid
Hubo solo una propina, vínculo y guiño a sus queridos Rolling Stones y se retiró “porque hacía mucho calor en Madrid” y así me lo recomendaron.
Fue suficiente porque su aroma lejano (el escenario estaba lejos de los asistentes incluso de los de las primeras filas) y su halo de hada, a veces con inesperados poderes mágicos, nos dejó a todos y todas muy enamorados .¡Ah, Carlita! “¿por qué te vas?”
Alicia Perris
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