Por: EL PAÍS | 12 de marzo de 2013
El gobernador de Austria Arthur Seyss (izquierda) y el director de orquesta alemán Wilhelm Furtwängler, con la Filarmónica de Viena en 1938. / afp
Por NORMAN LEBRECHT
Tras una primera
lectura, el informe
de tres historiadores sobre las actividades de la Orquesta Filarmónica de Viena (OFV) de la época nazi confirma lo que
ya sabíamos: que el grupo y muchos de sus músicos eran instrumentos voluntarios
de un régimen asesino. La historia oficial de la OFV, escrita en 1992 por su
actual presidente, Clemens Hellsberg, señalaba que 13 miembros judíos de la
orquesta fueron expulsados y que seis de ellos fueron asesinados, y que la
Filarmónica dio una vez un concierto en un cuartel de las SS, amenizando así la
noche de los autores de un asesinato en masa. Uno pensaría que no pasó de ahí.
Pero sí lo hizo.
Al exponer los
datos de forma objetiva, uno detrás de otro, como han hecho los historiadores,
lo que descubrimos es una orquesta que no solo estuvo infectada por el nazismo
entre el Anschluss [la anexión de Austria] en marzo de 1938 y la muerte de
Hitler en abril de 1945, sino antes de eso y mucho tiempo después. En 1942,
casi la mitad de la orquesta —60 músicos de un total de 123— pertenecía al
Partido Nazi, lo que constituye una muestra inusual de entusiasmo en un país en
el que solo el 10% de la población estaba afiliada a la formación que sostenía
el régimen.
Además de todo
eso, el acontecimiento más longevo y de mayor éxito popular de la música
clásica —el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena— fue creado en
1939 como un espectáculo de propaganda para la raza superior. El codiciado
Anillo de Honor de la OFV fue concedido hace relativamente poco tiempo, en
1966, a un criminal de guerra, Baldur von Schirach, quien como gauleiter [JEFE]de Viena fue el responsable de
organizar el asesinato en masa de cientos de miles de ciudadanos. Veinte años
después del final del nazismo, la Filarmónica de Viena todavía quería premiar a
Von Schirach.
La primera
reacción del presidente de la orquesta ante estos hallazgos fue culpar del
incidente de Von Schirach a la esquiva figura de Helmut Wobisch, trompeta
principal de la OFV desde 1939 hasta 1945, y nuevamente desde 1950 hasta 1968.
Wobisch era un nazi ardiente y sin pelos en la lengua que se unió al partido en
1933 cuando era ilegal y se convirtió en oficial de las SS al año siguiente.
También era un espía de la Gestapo.
Después de la
guerra, Helmut Wobisch fue uno de los 10 músicos suspendidos de la orquesta por
sus actividades nazis, pero fue readmitido cinco años más tarde, y en 1953 fue
elegido por la cooperativa para ser su director empresarial, o de hecho, su
cabeza visible ante el resto del mundo de la música. Wobisch sabía cómo caer
simpático. Leonard Bernstein, el director de orquesta judío-estadounidense, se
refería a él como “mi queridísimo nazi”.
El hecho de que
hubiese sido oficial de las SS y de la Gestapo no era ningún secreto, y la idea
de que hubiese podido concederle el Anillo a Von Schirach sin el conocimiento
de sus colegas le resulta absurda a cualquiera que conozca el funcionamiento de
un conjunto en el que todos los músicos son copropietarios a partes iguales.
Lo que se extrae
del informe de los historiadores ahora difundido es que la Filarmónica de Viena
conspiró no solo para encubrir su colaboración con el régimen nazi en el poder,
sino su prolongado apoyo a nazis prominentes décadas después de la derrota del
régimen. El encubrimiento fue tan eficaz que algunos de los documentos fueron
ocultados a su propio historiador oficial y presidente, cuya reacción esta
semana ha sido de estupefacción y defensiva.
¿Por qué debería
importar todavía esto, tantos años después? En primer lugar, porque el
Concierto de Año Nuevo es el programa de música clásica más visto del mundo,
con 50 millones de espectadores de televisión a lo largo de todo el planeta. Ya
es hora de que esta solemne ocasión venga precedida de un minuto de silencio
por los músicos expulsados de la Filarmónica de Viena y asesinados por sus
aliados nazis.
Y en segundo
lugar, el informe de los historiadores hace que los miembros actuales de la
orquesta tengan la gran responsabilidad de demostrar que han aprendido del
pasado. No hay muchos indicios de que lo hayan hecho. Hoy en día, la OFV es una
organización con prejuicios y discriminatoria, y que incumple la normativa
europea al contar con solo seis mujeres entre sus miembros y al negarse
obstinadamente a admitir a músicos asiáticos y afrocaribeños. La única forma de
que la Filarmónica de Viena deje atrás la sombra de su desagradable pasado es
pasando página y convirtiéndose en una orquesta abierta, justa e igualitaria.
Es una solución necesaria, pero no tengo ninguna esperanza de verla en mi vida.
Norman Lebrecht es escritor y comentarista musical.
Traducción de
News Clips
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