Roberto Devereux, de Gaetano Donizetti (1797- 1848). Director musical: Andriy
Yurkevich. Director del coro, Andrés Máspero. Elisabetta, Edita Gruberova. El
duque de Nottingham, Vladimir Stoyanov. Sara, Sonia Ganassi. Roberto Devereux,
José Bros. Y elenco. Coro y orquesta Titulares del Teatro Real (Coro
intermezzo/Orquesta Sinfónica de Madrid). Versión concierto. 7 de marzo, 2013.
Sangre y horror dejó el teatro isabelino, como la
época que representa. Elizabeth I de Inglaterra, digna hija de Enrique VIII,
como la propia protagonista recuerda, amenazante, en un pasaje de la ópera,
careció de esas virtudes que se idealizan en un buen soberano, pero que a
menudo se acercan más a la descripción que Machiavelo llevó a cabo sobre las
características de un “príncipe”. William Shakespeare, John Ford o Marlowe dan
prueba de ello en sus abracadabrantes y desgarradoras obras de teatro isabelino
inglés.
La ópera de Donizetti, Roberto Devereux recuerda
las miserias de esos tiempos en que los Tudor reinaban en una Inglaterra
todopoderosa y así, el personaje de la reina absoluta, empasta toda la ópera
con su voz y con su psicología, de verdad apabullante.
La soprano Edita Gruberova incursiona con
frecuencia en el bel canto, pero es posible que a sus 66 años y a pesar de lo
que se la aplaudió en el Real (por momentos el público parecía haberse
contagiado de la efusividad de las antiguas “claque”) no estuvo a la altura de
lo que se esperaba de ella. Algún asistente recordó con nostalgia, las
versiones de Montserrat Caballé de la protagonista del Roberto de Donizetti.
Con una dicción en italiano por momentos difícil de
seguir, corta en el registro grave, adonde llega con dificultad, fue sin
embargo en el sobreagudo donde su voz pareció haber perdido el lucimiento de antaño,
un vibrato excesivo pero un fiato sin embargo respetable, hicieron que la
soprano eslovaca defendiera su papel a capa y espada (y sobre todo a hacha,
nunca mejor dicho).
Bien dotada para la escenificación del drama,
aunque fuera una ópera en versión concierto, se movió en el escenario con
soltura y escenificó con eficacia unos dúos sugerentes con el tenor José Bros,
siempre a la altura en este terreno belcantista, fino, elegante, muy musical, con
un fraseo y una dicción casi perfectos. Lo mejor de la noche. La buena relación
profesional y personal entre los dos cantantes protagonistas aportó un plus a
la velada.
Bien en su papel Sonia Ganassi, pero por momentos
dubitativa y convincente y noble la voz
de Vladimir Stoyanov en el Duque de Nottingham. Correcta la evolución de los
roles de apoyo en el escenario.
Como
acostumbra, el coro excelente, sin excederse en un contexto que no deslumbra
por tener aquí un rol más comedido, al contrario que en otras óperas del
repertorio italiano, acompaña de una forma fantástica, apoyando y comentando la
acción, como en los antiguos movimientos escénicos del teatro griego.
Andriy
Yurkevich en la dirección musical derivó por momentos hacia una prestación
circense (dificultad que se encuentra a menudo en el repertorio verdiano o
belcantista, la facilidad para el deslizamiento de la orquesta hacia lo
grotesco y frívolo musicalmente hablando).
La velada transcurrió sin grandes sobresaltos,
aunque a esta cronista las evoluciones vocales no siempre del todo conseguidas
de Gruberova la tuvieron al borde del susto, sobre todo en los agudos. Llovieron
los aplausos a los cantantes y a la performance, aunque sería difícil
establecer con exactitud cuál fue el mérito o la responsabilidad de los
artistas en la sobreactuada respuesta (por excesiva) del público y cuál la
fascinación del respetable por haberse reencontrado una vez más con un
repertorio que conoce tan bien y que echa tanto de menos.
Alicia Perris
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